La
Resolución 1514(XV) insta a culminar la descolonización e independencia
de las colonias, como Canarias, Resolución que España se niega a
acatar, implantando un Estado policiaco y judiciaco, transformándose en
un execrable Estado forajido* en definición del filósofo estadounidense
John Rawls.
Por Movimiento por la Unidad del Pueblo Canario
La
constitución a la española. Uno de los pilares fundamentales sobre los
que se mantienen los imperios, también lo que queda del español, en
forma de reino, es una arcaica legislación, cuya constitución a la
española recoge en su artículo 8 el derecho a la independencia del
reino, derecho que niega a las demás naciones sometidas por el fascista
régimen monárquico y colonial, constitución hecha a imagen y semejanza
de la monarquía, a cuyo representante, con el cargo vitalicio de jefe
del Estado, actualmente Felipe VI de España y nada de Canarias, le
entusiasma, por lo que públicamente repite, como si de un mantra se
tratara, aunque, probablemente, con altas dosis de incredulidad, pero
seguro que le encantaría: “La constitución prevalecerá”, sobre todo
teniendo en cuenta que le otorga poderes ilimitados, eximiendo de
cualquier responsabilidad al jefe del Estado, haga lo que haga ¿Oíste
pariente?
Vergonzoso ejemplo. El Parlament de Catalunya declaró la
independencia en la mágica, hora canaria, de las 14:27 del día 27 de
octubre del 2017, a lo que el Senado metropolitano respondió, con el
apoyo del PPSOE y C’s, mediante un
golpe de Estado, que hemos denominado el 155,
dado que, torticeramente, pretende justificarse en ese artículo de la
constitución a la española, cuando la realidad es que la autonomía
catalana venía siendo intervenida desde mucho antes de celebrarse el
Referéndum de Autodeterminación del 1 de octubre de 2017, que el
totalitario régimen intentó impedir, sin conseguirlo por lo que,
exhibiendo toda la soberbia de la que es capaz, y es mucha, procedió a
destituir a todo el gobierno de la Generalitat en pleno, sustituyéndolo
por el gobierno del corrupto Partido Popular (PP) (“sé fuerte, Luis”,
arengaba Rajoy al tesorero del PP con multimillonarias cuentas en el
extranjero, el “expreso” ex-preso Luis Bárcenas), apoyado en sus
muletillas, el Partido Socialista Obrero Español-es un decir-(PSOE)
(“No, es no, Sr Rajoy” le chillaba Pedro Sánchez, Secretario General del
PSOE, el de la famosa consigna “OTAN, de entrada NO” y terminaron
convocando un Referéndum pidiendo todo lo contrario, a nadie sorprende
por lo tanto las piruetas del partido de la dislexia) y Ciudadanos
(C’s), otro demagógico nombre.
El cuarto poder. La intervención de
la Generalitat recibió la bienvenida del diario La Vanguardia, para
deshonra de su cabecera, que llegó a afirmar que su President, el Sr
Puigdemont había sido nombrado a dedo, como si eso fuera la excepción en
vez de la regla en el reino de España, cuyos presidentes no los elige
el pueblo sino los parlamentarios y el jefe del Estado ni siquiera eso
pues, para vergüenza y oprobio de los demócratas, el cargo es
hereditario y vitalicio, procediendo el actual de un golpe de Estado del
penúltimo dictador, Franco, que dejó más de un millón de muertos y
cientos de miles de represaliados, presos políticos y exiliados, régimen
que transmitió al padre del actual monarca, que abdicó por el
desprestigio del borbonato debido a los incontables escándalos, con
matanza de elefantes incluída. El Señor Puigdemont se ha mantenido firme
en su puesto, pues no es competencia de la presidencia del gobierno
metropolitano su destitución y ha sido acusado por Rajoy, titular de
dicho gobierno, de usurpación de funciones, cuando es al revés, es Rajoy
quien ha usurpado la presidencia de la Generalitat, lo que debe ser
denunciado ante los tribunales internacionales, pues es conocido qué
intereses defienden los tribunales del colonialismo: en Canarias está
privada de libertad la activista Aisha Hernández como presa política por
realizar un graffiti denunciando nuestra deplorable tasa de paro
juvenil y en la metrópoli los Jordis a instancias del fiscal Maza,
reprobado por el congreso de los diputados, mientras Urdangarin
(popularmente conocido como “mangarín”), cuñado de Felipe VI, condenado a
seis (6) años de prisión, disfruta de libertad en Suiza ¡En el
borbonato no hay corrupción sino podredumbre!
Canarias, un Estado
Archipelágico. No somos nosotros los más apropiados para dar consejos al
pueblo español sobre la forma de gobierno mediante el que deben
administrar sus asuntos dado que mantenemos, como sano ejercicio mental y
praxis intelectual, el no inmiscuirnos en los asuntos internos de otros
estados, aunque preferimos antes que un caduco reino medieval un
moderno Estado republicano como la República Democrática Federal
Canaria, en nuestro caso en forma de Estado archipelágico, cuya
declaración de independencia de 1 de enero de 2011,
coincidiendo con la finalización del Segundo Decenio de las Naciones
Unidas para la erradicación de la lacra del colonialismo según lo define
dicha organización,
hemos asumido
y asumiremos igualmente la proclamación de nuestra república el próximo
12 de marzo de 2018, coincidiendo con el 32 aniversario de nuestra
gloriosa victoria, por aplastante mayoría, rechazando nuestra
integración en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN),
organización de la que forma parte el reino de España, mediante el
Referéndum celebrado el 12 de marzo de 1986, siempre y cuando estén de
acuerdo las demás organizaciones canarias: políticas, sindicales,
sociales y culturales, así como cuantas personas a título individual se
adhieran voluntariamente a dicha proclamación.
La ley del imperio
tiene la obligación de acatar el imperio de la ley. La Resolución
1514(XV) de la Asamblea de las Naciones Unidas, de 14 de diciembre de
1960, sobre la concesión de la independencia a los países y pueblos
coloniales, en cuya votación España, como país colonial que es,
vergonzosamente se abstuvo, obliga a los países miembros a poner los
medios necesarios para que las posesiones coloniales bajo su dominio,
como es el caso de Canarias, culminen su descolonización e
independencia, Resolución que España, sistemáticamente, se niega a
acatar, bien al contrario, ha implantado un Estado policiaco y
judiciaco, transformándose en un execrable Estado forajido* en
definición del filósofo estadounidense John Rawls.
No es esta la
única normativa que, lamentablemente, infringe el reino de España pues
además incumple, tozuda y también sistemáticamente, la Carta fundacional
de las Naciones Unidas, los acuerdos de Ginebra y el tratado de Roma
por el que se rige la Corte Penal Internacional, que actualmente dispone
de un amplio dossier sobre los abusos del colonialismo español
suministrado por el Movimiento por la Unidad del Pueblo Canario y que ha
abierto el correspondiente expediente, motivo por el que agradecemos
que nos hagan llegar cualquier vulneración de los derechos humanos por
parte del reino de España, comprometiéndonos a hacerlo llegar a la
citada Corte.
Todo este cuerpo legislativo internacional ha sido
suscrito por España a cambio de que la admitieran en los organismos
internacionales y el ordenamiento jurídico interno, por llamarlo de
alguna manera, está sometido al ordenamiento jurídico internacional, que
es de rango superior, lo que el reino de España no asume, recurriendo
al método que mejor conoce, la picaresca, con la connivencia, cuando no
la complicidad, de los organismos internacionales haciendo uso de una
intolerable dejación de funciones en esta desdichada edad de la sordera.
*
El término “Estados forajidos” lo acuño John Rawls, quien indica que
los “Estados forajidos” son aquellos gobernados por grupos e individuos
que no respetan los derechos humanos, convierten el derecho en una farsa
y sustituyen las normas éticas de la convivencia social por un
comportamiento propio de bandidos, no de personas civilizadas y, mucho
menos, de estadistas, representando una peligrosa amenaza para sus
vecinos. En base a la definición de Rawls, en la práctica se identifica
como “Estados forajidos” a aquellos que en la actualidad sus gobernantes
incumplen las leyes y convenios internacionales y desafían, en vez de
acatar, las decisiones de los organismos internacionales, encargados de
preservar el orden y la paz mundiales.