Entrevista a Alfredo Apilánez sobre cuentas corrientes y decisiones ciudadanas (y II)
“El
sistema es intrínsecamente inestable por causa de la formidable
inestabilidad financiera provocada por la banca global y su crédito a
muerte”
Sobre el entrevistado. con sus
propias palabras: “Soy profesor de ciencias sociales en un centro de
estudios y escritor de artículos sobre historia, teoría económica y
finanzas en el blog
Trampantojos
y Embelecos. Allí trato de poner un granito de arena en la crítica del
discurso del capital -encarnado en la teoría económica ortodoxa y en el
paradigma político neoliberal- y en la defensa de la necesidad de
construir nuevos sujetos y prácticas emancipatorias. Soy miembro
asimismo de la Asociación
500x20
, un humilde pero corajudo colectivo que lucha contra la violencia
inmobiliaria, principalmente en el ámbito del alquiler, en el distrito
de Nou Barris de Barcelona”.
***
Estábamos aquí. En
cuanto a las mordidas de los sacaperras de los oligopolios energéticos.
¿No las sufres igualmente aunque pagues en efectivo?
Desde
luego que los abusivos precios, provocados en parte por la especulación
financiera a la que las eléctricas -que forman por cierto un cártel de
libro que falsea la sacrosanta libertad de mercado- se suman gustosas en
la subasta de fijación del precio del kW, los sufro exactamente igual.
Sin embargo, hay un matiz importante. Como yo controlo los pagos, puedo
evitar abusos, como recargos injustificados por supuestos retrasos mal
registrados por la compañía. Resulta, como botón de muestra, que el
registro del abono de la factura se demora un par de días en el caso de
la eficientísima empresa de aguas de Barcelona y así -incluso habiendo
pagado en tiempo y forma- te cobran “por la patilla” 10 euros más en el
siguiente recibo. Otro ejemplillo: hasta hace poco, debido a un problema
en la instalación de los contadores telemáticos, algunos recibos de luz
incluían consumo real y otros consumo estimado por la compañía
eléctrica. El caso es que, cuando el estimado era inferior al real, la
“dadivosa” compañía, cuando lo compensaba, cargaba el importe sin avisar
y a traición -fuera de la fecha habitual de pago- dejándote -como fue
mi caso- en descubierto. Y a reclamar al maestro armero. Desde que me
borré del banco, esto ya no ocurre porque controlo yo los pagos y la
cosa -te lo puedo asegurar- cambia cuando la reclamación precede al pago
y no a la inversa. Asimismo, en caso de algún mes estar “apretadillo”,
puedo ir gestionando los pagos a conveniencia ya que la eléctrica no
cobra -algo le tendremos que agradecer a la paupérrima normativa de la
“pobreza energética”- recargo por retraso. En fin, ejerciendo la tan
española picaresca, con magros ingresos como los míos no es baladí un
ahorro de 50 euros, pongamos por caso, al aplazar el pago de un recibo
un mes para poder adquirir, sin ir más lejos, alguno de los magníficos
libros que editáis en El Viejo Topo.
Gracias por tus
elogiosas palabras. Hablas de “tener un cierto descargo moral por
abstenerme de tratar con instituciones tan "honorables". ¿Qué descargo
moral es ese?
Bueno Salvador, todos sabemos que las
acciones individuales, desde la tradición anarquista de la propaganda
por el hecho hasta la máxima bíblica de predicar con el ejemplo, tienen
una relevancia puramente simbólica y, sin otro tipo de actuaciones y de
cambios más estructurales y masivos, son totalmente insuficientes para
alterar el
statu quo. Incluso existe el peligro, como en el caso
de la caridad cristiana, de poder quedarse solamente en lenitivo para la
mala conciencia al servir de vehículo expiatorio de las culpas. Lo cual
no quita que tengan, estas acciones simbólicas, un efecto pedagógico,
podríamos decir que asintótico, orientando hacia donde debería tender
una praxis vital socialista. Aunque sólo sea por ahorrarme algunos actos
que uno hace “con la nariz tapada”, y más conociendo un poco las
entrañas de la bestia, doy por bien empleado practicar la objeción
bancario-financiera. Y, si no estoy abusando de tu paciencia con mis
cuitas y escrúpulos, te pondría un último ejemplo de repulsión moral,
llamémosle así, que uno se ahorra rompiendo relaciones con la banca.
No abusas de mi paciencia. Todo lo contrario.
Vamos
allá pues, sujétate bien la pinza de la nariz, te lo ruego. CaixaBank
-cito el nombre comercial, excepcionalmente, aunque se la traerá al
pairo, como forma de denuncia y oprobio- patrocina una
campaña
“solidaria” que me voy a abstener de calificar: 'cap nen sense bigoti',
'ningún niño sin bigote'. Se trata de una especie de cuestación para
repartir leche entre los niños que sufren pobreza severa en Cataluña.
Realmente me pareció repulsivo que una institución -dentro del cariz
absolutamente vomitivo de la publicidad bancaria- que obtiene una parte
de sus suculentos beneficios con la especulación con alimentos en el
casino global, una dinámica generadora de miseria en el tercer mundo,
trate de lavar su sucia conciencia con una campaña de esa catadura
moral. En fin, creo que sobran los comentarios.
Sobran pero
está bien que recordemos estas infamias. Un inconveniente: además de
los cargos de corporaciones desalmadas, las cuentas pueden servir para
domiciliar suscripciones a revistas alternativas o a organizaciones de
izquierdas. ¿Cómo lo haces en tu caso?
Tienes razón, he
tenido alguna suscripción y, como en el caso de la adquisición
telemática de libros, puede ser un inconveniente. Sin embargo, resulta
fácil de subsanar recurriendo -como en el caso del teléfono que
explicaba antes- a otra cuenta “putativa”. Pero, volviendo a lo de
predicar con el ejemplo y la necesidad de la pedagogía insurgente, creo
que esas publicaciones alternativas deberían practicar también algo la
objeción financiera facilitando los pagos a través de canales no
bancarios.
Pongámonos en términos kantianos: si tú obras
así, todo el mundo podría obrar así. ¿No colapsaría el sistema? ¿Qué
haríamos sin sistema financiero?
Bueno, eso del colapso me
recuerda a la acción que, lo comento también en el artículo, propuso el
futbolista -por otro lado, probablemente multimillonario- francés Eric
Cantona de provocar un corralito convocando a la población a cancelar
sus cuentas y a retirar el dinero simultáneamente de los bancos. En fin,
más allá de la humorada, creo, como te decía, que igual que en otros
aspectos relacionados por ejemplo con la ecología, la recogida de
basuras o el ahorro de agua, deberíamos adoptar conductas que, dentro de
las inevitables contradicciones que todos tenemos que sobrellevar al
vernos obligados a lidiar, en mayor o menor medida, con una realidad
horrible, tendieran a minimizar las acciones que realizamos con la nariz
tapada. Y en ésto, como dices, el imperativo categórico kantiano sigue
siendo una excelente guía de la conducta racional: obrar de tal modo que
podamos desear que nuestra conducta devenga ley universal. Si me
permites abundar un poco sobre el particular, el magnífico filósofo
alemán Günther
Anders
describe el “analfabetismo emocional” del tipo ideal de ciudadano
occidental como su casi absoluta incapacidad, dada la enorme complejidad
de los procesos socioeconómicos y los aparatos productivo-destructivos
en los que se halla imbricado, de representarse o percibir lo que está
en juego en ellos y su propio papel en el engranaje. Esa oscuridad
causal, que desacopla nuestras acciones al servicio de la producción
mercantil de sus efectos mediatos y lejanos, atrofia nuestra capacidad
de percibir las implicaciones de nuestros actos y nos blinda de paso
contra la mala conciencia al anestesiar nuestra capacidad de “sentir”
sus efectos. Así pues, creo que reducir ese analfabetismo emocional
haciendo a las clases populares más conscientes de las consecuencias y
la relevancia de actos cotidianos aparentemente triviales como, por
ejemplo, pedir un crédito hipotecario o comprar participaciones
preferentes, tendría un efecto al menos pedagógico al facilitar un mayor
conocimiento de los perversos mecanismos inconscientes en los que
estamos insertos. Obviamente, no se trata de hacerse ilusiones. El
sistema nunca colapsaría por esta vía. Lo cierto, como bien nos enseñó
el viejo Marx, es que tampoco nos necesita a nosotros para colapsar. Se
basta y se sobra para hacerlo él solito.
Es intrínsecamente inestable, como explica el economista poskeynesiano Hyman Minsky,
en gran parte por causa de la formidable inestabilidad financiera
provocada por la banca global y su crédito a muerte. Así que quizás
sería bueno ayudarle poniendo un granito de arena y haciendo un poco de
labor de zapa desde dentro.
Todo ciudadano anticapitalista o contrario al poder financiero, ¿debería obrar tal como tú lo haces en tu opinión?
En
este punto que mencionas, y para no reiterar lo anteriormente expuesto,
voy a recurrir a las bellísimas palabras de nuestro admirado maestro
Manuel Sacristán. En una extraordinaria conferencia, recogida en un
libro
que tú primorosamente editaste, Sacristán habla de la necesidad de
transformar la vida cotidiana para poner los mimbres de una
transformación de la sociedad en un sentido socialista. Le cedo pues muy
gustosamente la palabra: “Todos estos problemas tienen un denominador
común que es la transformación de la vida cotidiana y de la consciencia
de la vida cotidiana. Un sujeto que no sea ni opresor de la mujer, ni
violento culturalmente, ni destructor de la naturaleza, no nos
engañemos, es un individuo que tiene que haber sufrido un cambio
importante. Si les parece, para llamarles la atención, aunque sea un
poco provocador, tiene que ser un individuo que haya experimentado lo
que en las tradiciones religiosas se llamaba una conversión. Es un
terreno en el que no hay más remedio que expresarse en términos que les
pueden parecer un poco utópicos, pero hay que tener la decisión de no
ponerse colorado por ello”. Continuaba Sacristán poniendo el ejemplo del
automóvil como un bien no comunista, y destructivo, medioambientalmente
hablando, del que también habría que prescindir. No se me ocurre mejor
exposición práctica del imperativo categórico al que te referías antes.
En mi humilde opinión, y sí somos realmente sinceros con nuestra
ideología y nuestro disgusto hacia la realidad circundante, deberíamos
extender esa 'conversión' de la que habla Sacristán también en nuestra
relación con el sistema financiero y sus inicuos productos. Quizás en
estos tiempos de derrota y de desconcierto de las fuerzas disconformes
con dejarse llevar por la resignación o el cinismo ante el decurso del
-como decía Gramsci- 'mundo grande y terrible', el activismo simbólico y
la coherencia personal en los actos más nimios y prácticos tengan
incluso más importancia que en tiempos de activismo masivo y de
efervescencia revolucionaria.
Por cierto, saliéndome del tema. Te recuerdo el título de uno de tus últimos trabajos: “El
fascismo financiero y la irreformabilidad del sistema”. ¿No es un poco
fuerte-excesivo eso de “fascismo financiero”? ¿El sistema financiero
español sería un ejemplo de ese sistema fascista?
Con tu permiso, antes de contestarte, querría mencionar, antes de que se me olvide, que el
texto
sirvió de base de una charla impartida en el marco del interesantísimo
foro denominado 'El derecho a la vivienda frente al capitalismo
financiero', organizado por la asociación 500x20, del distrito de Nou
Barris de Barcelona, que arrima el hombro en la durísima e ingrata lucha
cotidiana contra la violencia inmobiliaria y a la que me honro de
pertenecer.
Recordaba el origen de tu escrito.
Yendo a tu pregunta, disculpa la digresión. El concepto '
fascismo
financiero' proviene del conocido sociólogo portugués Boaventura de
Sousa Santos. Santos define el fascismo financiero como una forma,
quizás la más importante, de fascismo social. “ Todas las formas de
fascismo social son formas infra-políticas, no son parte del sistema
político, que es formalmente democrático, pero condicionan las formas de
vida de los que están abajo a través de desigualdades de poder que no
son democráticas, pero son inmensas y permiten que los grupos que tienen
poder obtengan un derecho de veto sobre las oportunidades de vida de
quienes están más abajo. Hasta ahora, políticamente, las sociedades son
democráticas. Hay libertad de expresión, relativa pero existe. Hay
elecciones libres, por así decirlo, con toda la manipulación. Pero los
asuntos de los que depende la vida de la gente están cada vez más
sustraídos al juego democrático. El mejor ejemplo es el fascismo
financiero”.
En mi opinión, esta es la clave que permite hablar
de fascismo financiero: que los asuntos de los que depende la vida de la
gente están cada vez más sustraídos del juego formalmente democrático.
Digan lo que digan, real como la vida misma.
En
el texto al que te refieres trato de argumentar que la hegemonía del
capital financiero ha impuesto la agenda dura neoliberal de
sobreexplotación del trabajo y rentismo a muerte y ha vaciado
completamente de soberanía los estados democráticos al eliminar los
instrumentos fiscales redistributivos que les podrían permitir hacer
políticas keynesianas. Menciono varios ejemplos -Zapatero en 2010
anunciando recortes y reformando el año siguiente vergonzantemente la
Constitución bajo el
diktat del
BCE; o Tsipras rindiéndose al chantaje de la troika y violentando la
voluntad de su pueblo expresada en referendum- de cómo incluso la
teórica izquierda tiene las manos completamente atadas para desarrollar
políticas mínimamente reformistas. Otro ejemplo paradigmático de
fascismo financiero son las agencias de rating o de calificación de
riesgos.
Nos lo explicas por favor.
Se trata
de un oligopolio de tres firmas de Wall Street que señalan con sus
calificaciones negativas -lo hicieron con Grecia y con España en la
crisis de la prima de riesgo- a quienes van a sufrir el ataque de los
bazokas de
las finanzas globales. Provocaron, con estas malas artes y sus
flagrantes conflictos de intereses con la gran banca y los tiburones de
las finanzas globales -Mister Soros et al-, el hundimiento de la
solvencia crediticia de los “parásitos” del Sur de Europa y, con la
complicidad absoluta de la banca central, que utiliza sus “objetivas”
calificaciones como requisito para adquirir deuda pública de los Estados
parias, les obligaron a cumplir la agenda dura neoliberal que condena a
los pueblos a la precariedad y la miseria. Así pues, como prueba este
ejemplo y muchos otros, si entendemos el fascismo, más allá de su origen
y de los ejemplos históricos, como la forma en la que el gran capital
aplica las políticas que afectan cada vez más a la vida de la gente a
través de procedimientos coercitivos y en absoluto transparentes o
democráticos, tenemos un buen ejemplo en la hegemonía de las finanzas
modernas en el capitalismo neoliberal. El ultra Hayek, sin ir más lejos,
padrino junto con Friedman del neoliberalismo de posguerra y de su
desembarco político durante el thatcherismo, quien tenía al menos el don
de la franqueza, declaró en 1981 a un periódico chileno: “Mi
preferencia personal va a una dictadura liberal y no a un gobierno
democrático donde el liberalismo está ausente”. Como dicen los
leguleyos: “a confesión de parte, relevo de pruebas”.
Recojo un comentario tuyo: ¿qué sistema es ese que es irreformable? ¿En qué sentido lo es?
En
este caso, como creo que la cuestión a la que te refieres está
implícita en la anterior, voy a remitirme, y perdón por la autocita, a
un fragmento del texto al que nos estamos refiriendo que creo contesta a
tu pregunta: “ La gran novedad respecto a épocas anteriores de la
historia del capitalismo es la amputación de la posibilidad de
intervención, al menos en la sala de máquinas del sistema, por parte de
los poderes públicos, teóricos representantes de la soberanía popular.
Sobran los ejemplos ilustrativos de cómo las palancas “técnicas” a
través de las que el estado burgués podía atenuar el embate del capital
(destacadamente, la política fiscal redistributiva de tipo keynesiano
financiada a través del banco central público) han sido cercenadas por
la ofensiva neoliberal. La conclusión lógica de cara a las vías de
acción político-social de las clases populares es contundente: si el
sistema es irreformable por la vía legal-institucional, la insistencia
en esta vía por parte de las llamadas fuerzas del cambio y los
movimientos sociales reformistas sólo puede producir desánimo y
frustración, ante la imposibilidad de realizar transformaciones de
calado respetando las reglas del juego. El viejo reformismo, mil veces
fracasado, con su utópica ilusión de alcanzar un capitalismo con rostro
humano, para paliar con microavances el desastre en ciernes, no sería
pues más que un freno a las auténticas aspiraciones emancipatorias.
Como decía nuestro admirado Fernández Buey, en un
artículo
que aparece en el magnífico libro que mencionaste al principio de esta
charla: “Lo característico del capitalismo actual es la degradación de
la política, su trivialización, su conversión en politiquería que
beneficia a una minoría y que tiende a hacer apolíticos a los demás”.
Quizás, por tanto, como reza el título del libro de John Hollaway que
comenta Fernández Buey, haya que pensar en cambiar el mundo sin tomar el
poder y sin hacerse vanas ilusiones en cuanto al uso de las romas
herramientas de la democracia formal. Pero eso es harina de otro costal y
nos llevaría por otros derroteros, más propositivos, en los que
obviamente no vamos a entrar.
¿Quieres añadir algo más?
Simplemente
agradecerte enormemente la oportunidad que me has dado de explicar mis
planteamientos sobre cuestiones tan neurálgicas como poco conocidas y
pedir disculpas nuevamente por la impudicia de hablar quizás en exceso
de mi propia experiencia. Espero que haya servido al menos para resaltar
algunos rasgos, tan relevantes como desconocidos, de la cruda realidad
que vivimos. Porque, como digo en el texto, y ahora sí, te prometo que
ya no abuso más de tu paciencia y concluyo: ” Quizás no haya ámbito de
la realidad social donde sea mayor el desconocimiento existente sobre
los procesos que inciden en la vida de la gente que en todo lo
relacionado con las finanzas modernas. Podríamos decir que hay una
relación inversamente proporcional entre la relevancia de los
formidables efectos que producen sobre la vida cotidiana de las personas
y el conocimiento que se tiene del funcionamiento de esos mecanismos:
no entendemos las fuerzas que mueven el mundo en el que vivimos”.
Mil gracias por tus palabras, tu tiempo y tus excelente reflexiones… y por la llamada que haces a nuestro compromiso.
*
Primera parte de esta entrevista: Entrevista a Alfredo Apilánez sobre
cuentas corrientes y decisiones ciudadanas. “La banca global extrae los
flujos de liquidez del trabajo a través de la deuda y los 'mercados'
optimizan el flujo multiplicándolo
ad eternum"
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=252729
Fuente:
El Viejo Topo, noviembre de 2018.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.