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Haciendo la guerra, tejiendo la paz
Por Vocesenlucha
El pasado 19 de febrero la Mesa del Parlamento de
Andalucía recibió una enmienda de adición del partido ultraderechista
Vox a la que ya presentó el Partido Popular Andaluz para reconocer a
Juan Guaidó como presidente encargado de Venezuela
Dibujo de portada: muralista venezolano Pablo Kalaka
Por Voces en lucha
Hace poco más de un año escribimos Jugando a la guerra, un artículo que empezaba así: “Sentados frente a la ventana de una casa retirada de la ciudad de Albacete vemos y escuchamos diariamente las maniobras de vuelo de los cazas de la base aérea de los Llanos del escuadrón 141 y 142 del Ala 14. Estos datos los hemos ido averiguando –estos y otros-, mientras los dedos discurren por el teclado del ordenador buscando las palabras precisas –si es que las hay- para contar lo que ha pasado y está pasando en Latinoamérica y el Caribe. Y es entonces, cuando aquellas palabras que Sartre escribiera en su obra teatral El diablo y Dios tienen más sentido que nunca: ‘cuando los ricos se declaran la guerra, son los pobres los que mueren’”. Ojalá este texto pudiera ser olvidado junto a esos halcones metálicos que desde hace unos días vuelven a tronar en nuestro cielo castellano y hacen temblar nuestros cristales. Cada vez que pasan, su sonido rasga el horizonte y las voces de los pueblos enmudecen ¿cuál será su próximo objetivo?
El pasado 19 de febrero la Mesa del Parlamento de Andalucía recibió una enmienda de adición del partido ultraderechista Vox a la que ya presentó el Partido Popular Andaluz el 14 de febrero para reconocer a Juan Gerardo Guaidó como presidente encargado de Venezuela. Vox formula apartado 4-nuevo: “(…) condenar la brutalidad del narco régimen de Nicolás Maduro, cuyas políticas socialistas han convertido una Venezuela prospera en una nación hambrienta y llena de desesperación”, para continuar con el apartado 5-nuevo: “El Parlamento de Andalucía insta al Gobierno de la Junta de Andalucía a instar así mismo al Gobierno de la Nación a preparar un contingente militar listo para trasladarse e intervenir en Venezuela. Esta intervención debería aprobarse con toda celeridad si el Presidente Juan Guaidó solicita ayuda para defender al pueblo venezolano del usurpador Maduro y sus aliados comunistas cubanos”. Si no tuviéramos el documento sellado con el registro de entrada y la corroboración de que es cierto, albergaríamos una duda razonable. Pero la razón se desvanece delante de la mentira y desaparece ante la monstruosidad de la guerra. La ultraderecha siempre mató y lo seguirá haciendo, solo le importa la vida de los suyos, y los suyos son los que son como ellos. Nuestro corazón tiembla. Las sirenas de la base aérea de los Llanos vuelven a sonar.
Los Eurofighter Typhoon que en sus maniobras de vuelo gastan 43.000€ por hora son aviones de combate, que no combaten ni el hambre ni la enfermedad. Son cazas que donde ponen la mira siembran el terror. No tienen nada de “ayuda humanitaria”, huelen a bombas y a sangre. Basta escucharlos surcar el aire para sentir la derrota de la Humanidad a favor de esa coalición bélica en la que nos metió Felipe González liderada por los EEUU, hoy representada por Donald Trump. “He venido aquí a proclamar que un nuevo día llega a América Latina. En Venezuela y en todo el hemisferio el socialismo está muriendo y la democracia, la libertad y la prosperidad renacen”, afirma en un encuentro en Miami con la oposición venezolana. “Buscamos una transición pacífica, pero todas las opciones siguen sobre la mesa” advierte Trump mientras despliega sus portaaviones por aguas caribeñas y atlánticas, y monta el escenario vampiresco de la “ayuda humanitaria” justo el día en que vence el plazo constitucional para que Guaidó consiga convocar a elecciones.
Son tiempos de oscuridad. Vox puede formular cualquier barbaridad para instar al gobierno. Trump puede amenazar abiertamente la soberanía de un país, de un continente. Aviones de combate sobrevuelan nuestras conciencias. Gaza, Siria, Yemen, Sahara, Somalia, Colombia, Haití, Guatemala…, los líderes y lideresas sociales asesinados diariamente en el mundo, el fascismo elegido en las urnas, la democracia transmutada en dictadura por la caverna mediática, la criminalización del pensamiento de eterno olor anticomunista. “El cambio climático es un complot marxista”, declara un ministro brasileño. ¡Váyanse al carajo! Mucha charla comunicacional, mucho pensamiento positivo, pero el Imperio siempre elige el camino de la violencia. Preparan la guerra, y los dioses ni pestañean. Quizás ellos, que viven en el Olimpo de la imaginación puedan permitírselo, pero nosotros, que vivimos en este lado de la atmósfera, que tropezamos a cada rato con la esperanza y el egoísmo ¿qué nos toca? Nuestro deber es hacer lo que sabemos hacer, recordar lo que necesitan que olvidemos. “Hacer algo mejor de lo que hicieron mí”, dice nuestro amigo y pensador Miguel Mazzeo. Sin duda alguna, mientras sus motores dibujan telarañas en el cielo, a nosotros nos toca tejer la paz con un hilo que les asusta, el de la Humanidad. Esa Humanidad que se consume si permitimos que bombardeen el proyecto emancipatorio de la Revolución Bolivariana.
Vocesenlucha
Espacio de comunicación sobre los pueblos de América Latina, el Caribe y el Estado español
Vocesenlucha.com
Dibujo de portada: muralista venezolano Pablo Kalaka
Por Voces en lucha
Hace poco más de un año escribimos Jugando a la guerra, un artículo que empezaba así: “Sentados frente a la ventana de una casa retirada de la ciudad de Albacete vemos y escuchamos diariamente las maniobras de vuelo de los cazas de la base aérea de los Llanos del escuadrón 141 y 142 del Ala 14. Estos datos los hemos ido averiguando –estos y otros-, mientras los dedos discurren por el teclado del ordenador buscando las palabras precisas –si es que las hay- para contar lo que ha pasado y está pasando en Latinoamérica y el Caribe. Y es entonces, cuando aquellas palabras que Sartre escribiera en su obra teatral El diablo y Dios tienen más sentido que nunca: ‘cuando los ricos se declaran la guerra, son los pobres los que mueren’”. Ojalá este texto pudiera ser olvidado junto a esos halcones metálicos que desde hace unos días vuelven a tronar en nuestro cielo castellano y hacen temblar nuestros cristales. Cada vez que pasan, su sonido rasga el horizonte y las voces de los pueblos enmudecen ¿cuál será su próximo objetivo?
El pasado 19 de febrero la Mesa del Parlamento de Andalucía recibió una enmienda de adición del partido ultraderechista Vox a la que ya presentó el Partido Popular Andaluz el 14 de febrero para reconocer a Juan Gerardo Guaidó como presidente encargado de Venezuela. Vox formula apartado 4-nuevo: “(…) condenar la brutalidad del narco régimen de Nicolás Maduro, cuyas políticas socialistas han convertido una Venezuela prospera en una nación hambrienta y llena de desesperación”, para continuar con el apartado 5-nuevo: “El Parlamento de Andalucía insta al Gobierno de la Junta de Andalucía a instar así mismo al Gobierno de la Nación a preparar un contingente militar listo para trasladarse e intervenir en Venezuela. Esta intervención debería aprobarse con toda celeridad si el Presidente Juan Guaidó solicita ayuda para defender al pueblo venezolano del usurpador Maduro y sus aliados comunistas cubanos”. Si no tuviéramos el documento sellado con el registro de entrada y la corroboración de que es cierto, albergaríamos una duda razonable. Pero la razón se desvanece delante de la mentira y desaparece ante la monstruosidad de la guerra. La ultraderecha siempre mató y lo seguirá haciendo, solo le importa la vida de los suyos, y los suyos son los que son como ellos. Nuestro corazón tiembla. Las sirenas de la base aérea de los Llanos vuelven a sonar.
Los Eurofighter Typhoon que en sus maniobras de vuelo gastan 43.000€ por hora son aviones de combate, que no combaten ni el hambre ni la enfermedad. Son cazas que donde ponen la mira siembran el terror. No tienen nada de “ayuda humanitaria”, huelen a bombas y a sangre. Basta escucharlos surcar el aire para sentir la derrota de la Humanidad a favor de esa coalición bélica en la que nos metió Felipe González liderada por los EEUU, hoy representada por Donald Trump. “He venido aquí a proclamar que un nuevo día llega a América Latina. En Venezuela y en todo el hemisferio el socialismo está muriendo y la democracia, la libertad y la prosperidad renacen”, afirma en un encuentro en Miami con la oposición venezolana. “Buscamos una transición pacífica, pero todas las opciones siguen sobre la mesa” advierte Trump mientras despliega sus portaaviones por aguas caribeñas y atlánticas, y monta el escenario vampiresco de la “ayuda humanitaria” justo el día en que vence el plazo constitucional para que Guaidó consiga convocar a elecciones.
Son tiempos de oscuridad. Vox puede formular cualquier barbaridad para instar al gobierno. Trump puede amenazar abiertamente la soberanía de un país, de un continente. Aviones de combate sobrevuelan nuestras conciencias. Gaza, Siria, Yemen, Sahara, Somalia, Colombia, Haití, Guatemala…, los líderes y lideresas sociales asesinados diariamente en el mundo, el fascismo elegido en las urnas, la democracia transmutada en dictadura por la caverna mediática, la criminalización del pensamiento de eterno olor anticomunista. “El cambio climático es un complot marxista”, declara un ministro brasileño. ¡Váyanse al carajo! Mucha charla comunicacional, mucho pensamiento positivo, pero el Imperio siempre elige el camino de la violencia. Preparan la guerra, y los dioses ni pestañean. Quizás ellos, que viven en el Olimpo de la imaginación puedan permitírselo, pero nosotros, que vivimos en este lado de la atmósfera, que tropezamos a cada rato con la esperanza y el egoísmo ¿qué nos toca? Nuestro deber es hacer lo que sabemos hacer, recordar lo que necesitan que olvidemos. “Hacer algo mejor de lo que hicieron mí”, dice nuestro amigo y pensador Miguel Mazzeo. Sin duda alguna, mientras sus motores dibujan telarañas en el cielo, a nosotros nos toca tejer la paz con un hilo que les asusta, el de la Humanidad. Esa Humanidad que se consume si permitimos que bombardeen el proyecto emancipatorio de la Revolución Bolivariana.
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