Todo encaja
Hace ya tiempo que los valores que sustentaban el orden moral se han desmoronado
Esa sensación de que ya lo has visto todo y de que ya nada te puede
sorprender no ha sido alterada con la llegada de un patán a la cumbre
del imperio. Todo encaja. A la comida basura, a la televisión basura, al
periodismo basura, a la cultura basura, a la economía basura, a la
educación basura, al patriotismo basura, al racismo basura, al machismo
basura le corresponde este Donald Trump, un presidente de Estados Unidos
también basura. Nada más lógico. Este figurante sabe que la política es
un espectáculo y ha aprovechado la pista del circo para realizar su
número. He aquí a Donald Trump como un Sansón ciego y hortera dispuesto a
derribar los pilares del templo, los fundamentos del sistema. Para ello
se ha servido del odio y del miedo, una mezcla explosiva que nunca
falla. Los analistas políticos tratan de explicarnos todas las variables
sociológicas que han hecho posible que un millonario histrión,
prácticamente analfabeto y con una visión de la historia que no va más
allá del negocio de la construcción se haya encaramado en lo alto del
gran pastel de calabaza de la Casa Blanca, pero nadie ha explicado el
placer que un inmigrante habrá sentido al votar a este candidato después
de zamparse una hamburguesa de carne de perro, ni la convulsión sexual
que habrá generado este macho rijoso en las teñidas amas de casa de la
América profunda. El triunfo de Donald Trump ha despertado un
sentimiento de vergüenza ajena entre las élites intelectuales y
científicas, que no se explican que un país donde están las mejores
universidades del mundo y los centros de investigación más avanzados
haya votado a un cateto de presidente. No hay por qué sorprenderse. Hace
ya tiempo que los valores que sustentaban el orden moral se han
desmoronado. También a estos finos intelectuales dentro de poco Donald
Trump les va a parecer un político normal.
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