Malvinas: Referéndum polémico
Fernández hizo un reclamo por las Islas Malvinas ante la ONU.
Foto: AP
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Se trata de una consulta que Buenos Aires desestima por considerar que es organizada “por británicos, para británicos y con el fin de que digan que el territorio tiene que ser británico”.
Unos mil 650 malvinenses o kelpers con derecho a voto, de un total de 3 mil residentes de las islas, están llamados a las urnas para votar si quieren seguir formando parte del Reino Unido como territorio británico dependiente de ultramar, y tener a la reina Isabel II como jefa de Estado.
La papeleta a disposición de los votantes llevará la pregunta: “¿Quiere que las islas Falkland (Malvinas) mantengan su estatus político actual como territorio del Reino Unido en ultramar?”.
La consulta ha atraído mucha atención en los medios de prensa internacionales, y, según las autoridades de Puerto Stanley, se espera la llegada de unos 60 periodistas de todo el mundo para cubrir el referéndum.
Los últimos sondeos de opinión, publicados por las consultoras ICM y YouGov, estiman que el 100% de los habitantes de las islas votará por el “Sí”.
“Operación mediática”
En el marco del referendo y como forma de propaganda a favor de seguir siendo británico, el gobierno de las Malvinas publicó un libro de unas 30 páginas titulado Our Islands, Our Home (Nuestras islas, nuestro hogar), que recopila las historias de jóvenes malvinenses nacidos después de la Guerra de Malvinas (1982), entre ellos políticos, médicos, empresarios locales, concejales, y artistas, que narra cómo viven los jóvenes kelpers en las islas australes.
Georgina Strange, una conservacionista, fotógrafa y directora del grupo naturalista New Island Nature Reserve, de padre británico y madre argentina, sostiene en el libro que está “orgullosa de llamar a las Falklands su hogar”.
“Estas islas son un lugar agreste y libre donde el viento sopla y los cielos son enormes; un lugar de una comunidad muy unidad y de amistades de por vida; un lugar que es verdaderamente único”, comenta Strange en el libro.
Ros Cheek, consejera legal del gobierno de las islas y casada con John Cheek, concejal legislativo de Puerto Stanley, sostiene que sus años en el territorio le han servido para apreciar las islas y su gente. Agrega que los ataques de Argentina “son egoístas, injustificados y continuos”.
“Para nosotros la mejor forma de honrar a aquellos que lucharon y murieron por nuestra libertad es forjar un futuro en el que las islas florezcan económicamente y maduren como democracia”, sostuvo.
El libro concluye con una frase común: “Elegimos retener nuestros vínculos con el Reino Unido. Estamos orgullosos de nuestra identidad y tradición, y celebramos nuestra diversidad”.
Argentina, que reclama las islas desde 1833, cuando tropas del imperio desalojaron a las autoridades y habitantes argentinos, tiene una posición completamente opuesta, y dejó en claro que no reconocerá el referéndum, al que considera ilegal.
En ese sentido, el pasado 4 de marzo y en un encuentro con la prensa internacional en la Embajada argentina en Londres, la embajadora Alicia Castro sostuvo que el referéndum de Malvinas “no pondrá fin a la disputa” por las islas, y agregó que la consulta “no cambiará nada”.
La embajadora dijo además que Argentina seguirá reclamando la soberanía de ese archipiélago del Atlántico Sur como lo viene haciendo hasta ahora, “siempre a través de medios pacíficos y no violentos”.
Según Castro, el “referéndum no está supervisado por la ONU y ni siquiera el Reino Unido pidió a la ONU que lo hiciera”.
La disputa “continúa”
Un día después del encuentro con la prensa, el martes 5, en una conferencia en la influyente universidad London School of Economics (LSE), Castro sostuvo que el referéndum “es una operación mediática sin sustento legal” y pidió que no sea utilizado “para perpetuar un orden colonial” que Argentina y América Latina condena.
“Desde el derecho internacional, no tiene ningún sustento legal y desde lo político, no es más que una operación mediática de relaciones públicas”, manifestó la representante diplomática.
Cerca de 200 personas asistieron a la conferencia, entre estudiantes de esa facultad de Economía y Ciencias Políticas y representantes diplomáticos de más de diez países, como también interesados en el tema y analistas políticos.
“Un referendo entre los habitantes británicos de las islas en nada altera la esencia de la cuestión de las Islas Malvinas y su previsible resultado no pone fin a la disputa, ni a los incuestionables derechos argentinos”, dijo Castro, al agregar que la consulta es organizada “por británicos, para británicos y con el fin de que digan que el territorio tiene que ser británico”.
La diplomática también hizo hincapié en que en ninguna de las 40 resoluciones de Naciones Unidas hablan del derecho de autodeterminación de los isleños, sino que afirman que la disputa de soberanía debe ser resuelta entre Argentina y el Reino Unido.
En su exposición, la embajadora hizo un breve repaso cronológico del conflicto, desde la usurpación inglesa en 1833, hasta las posibles soluciones planteadas antes del conflicto bélico de 1982.
“Como dijo nuestra presidenta Cristina Fernández de Kirchner en la apertura de sesiones ordinarias del Congreso: es llamativo que el gobierno británico estaba negociando con una dictadura militar (del genocida Leopoldo Galtieri), pero no es abierto al diálogo con un gobierno democrático”, comentó.
Desde Londres, el gobierno del primer ministro David Cameron no tardó en responder a las acusaciones, y condenó a Argentina por “ir en contra de los principios universales de la democracia y de la autodeterminación de los pueblos” luego de los dichos de la embajadora Castro.
“El gobierno argentino ha desmerecido el referéndum incluso antes de que se lleve a cabo, una posición que va en contra de los principios universales de la democracia y la autodeterminación de los pueblos”, declaró un portavoz oficial de la Cancillería británica (Foreing Office) a través de un comunicado emitido el pasado miércoles 6.
La postura británica se basa en una autodeterminación que la ONU no concede a los habitantes de Malvinas porque considera que son población implantada en vez de originaria.
“Esperamos que el resultado de esta consulta demuestre más allá de toda duda la posición de la población de las Falklands (Malvinas) y si quieren o no seguir siendo un Territorio Británico de Ultramar”, agregó el diplomático.
La ONU demanda desde 1965 que Argentina y el Reino Unido se sienten a negociar, un hecho al que Londres se rehúsa al considerar que los malvinenses deben ser los que decidan si quieren modificar su estatus o no.
El Reino Unido considera a las Malvinas como uno de sus 14 territorios dependientes de ultramar (antiguas colonias) y defiende que su presencia en el Atlántico Sur se remonta al siglo XVII.
En 1982, Argentina y el Reino Unido se enfrentaron en una sangrienta guerra por la soberanía de las islas que terminó con 649 militares argentinos, 255 británicos y 3 civiles isleños muertos.
Desde entonces, el gobierno de Londres ha aumentado su presencia militar en el archipiélago con buques de guerra, submarinos nucleares y tropas, además de contar con importantes proyectos comerciales de exploración de gas y petróleo, los cuales espera le generen miles de millones de dólares en caso de hallarse esos hidrocarburos.
América Latina ha denunciado de forma reiterada que en las islas se encuentra una gran base militar de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y que la presencia británica allí responde a un posicionamiento geoestratégico, con vistas a un enclave cercano a la Antártida y sus beneficios comerciales, energéticos y económicos.
Días antes del referéndum y en medio de las crecientes tensiones entre Argentina y Gran Bretaña, un grupo de manifestantes impidió en el puerto argentino de Usuahia, en el sur del país, que atracara el crucero Star Princess, que planeaba atracar allí procedente de las Islas Malvinas con miles de turistas internacionales a bordo. El incidente ocurrió durante la noche del domingo 3 y la madrugada del día siguiente.
Los organizadores de la manifestación llamaron al evento “Malvinazo”, e indicaron que en el futuro no dejarán atracar a ningún crucero o embarcación de bandera británica que esté vinculada con las Malvinas.
Los argentinos Facundo Armas, ‘Chango’ Aban y Flavio Barbieri se atribuyeron la organización del llamado “piquete anti-británico”.
“Este hecho tuvo mucha repercusión, y estamos orgullosos de haber hecho pública la violación a la Ley de Gaucho Rivero (que prohíbe el amarre de barcos británicos que saqueen los recursos naturales de las Islas Malvinas). La lucha para garantizar que se cumpla esta ley no sólo refiere a las Islas Malvinas, sino también al futuro de la Antártida, que en gran parte pertenece a Argentina, y no vamos a rendirnos. Sabemos muy bien que es una disputa a largo plazo, pero también sabemos que estamos determinados y que somos muy audaces”, amenazó Armas.
Más allá del resultado del referéndum –que se dará a conocer el martes 12– y de los denodados intentos de Londres por obtener una aprobación internacional sobre el estatus políticos de los kelpers, la consulta de Malvinas no cambiará en mucho la histórica disputa con Argentina.
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