Los cuatro “no” de Calderón
La relación de la maestra con Calderón se forjó en la campaña presidencial de 2006 cuando ante el rechazo a verla siquiera del candidato de izquierda Andrés Manuel López Obrador, apostó todo por el panista. Su yerno, Fernando González, inició la negociación de posiciones a cambio del respaldo magisterial con el jefe de campaña de Calderón, Juan Camilo Mouriño, que terminó con la entrega del ISSSTE, la Lotería Nacional, un sector del Sistema Nacional de Seguridad Pública, la Subsecretaría de Educación Básica y puestos en la segunda línea de la administración pública, que en su conjunto eran un enorme enjambre de poder cedido a la maestra.
La alianza, como varias veces a lo largo del sexenio dijo la ex primera dama Margarita Zavala, era muy costosa. Desde el primer año del gobierno se planteó en Los Pinos su descabezamiento. Ex funcionarios que participaron en las deliberaciones recuerdan las sesiones donde Mouriño presentó al Presidente los escenarios para relevarla. Calderón los rechazó porque alegaba que no había con quién sustituirla y quería evitar inestabilidad. Esa primera oportunidad se fue a la basura.
Al siguiente año, el planteamiento de descabezarla lo hizo la secretaria de Educación, Josefina Vázquez Mota, quien la veía como un obstáculo para mejorar la calidad de la educación. Se presentaron entonces los manejos financieros en el SNTE en beneficio de la maestra y su grupo, pero Calderón tampoco quiso proceder contra ella pese a que una gran mayoría de su entorno estaba a favor de proceder penalmente. La iniciativa de Vázquez Mota provocó un enfrentamiento abierto con la maestra, quien en una entrevista le dijo ignorante.
La racional política-electoral que inspiraba las propuestas de descabezarla, era que pese a que había apoyado a Calderón en la campaña presidencial, en realidad su respaldo era al PRI. La maestra había negociado alrededor de 20 alianzas electorales con el PRI, contra no más de cinco con el PAN, y para una gran parte de los calderonistas no era confiable y sí, en cambio, les ganaría apoyo entre los electores. Este fue el planteamiento de Martínez, como líder del partido, en vísperas de las elecciones de 2009, rechazado una vez más por el Presidente con el argumento de que en medio de la guerra contra el narcotráfico, no quería abrir un flanco de lucha adicional donde el relevo de la maestra facilitara que las fuerzas más radicales del sindicato crearan ingobernabilidad.
El cuarto año de gobierno fue el único en donde no se planteó su descabezamiento, pero en el quinto, cuando Calderón abrió su baraja de precandidatos presidenciales y vio en Alonso Lujambio el eventual sustituto de Ernesto Cordero, el entonces secretario de Educación le dijo -según ex funcionarios en Los Pinos- que la única posibilidad para construir la candidatura y ganar la elección era encarcelar a la maestra. Para entonces, las triangulaciones financieras que mostró la PGR cuando arrestó a Gordillo la semana pasada, ya las conocían en Los Pinos.
Las sábanas, preparadas por la PGR con información del Cisen y de la Secretaría de Hacienda, mostraban la ilegalidad de muchas de esas operaciones. Pero una vez más, Calderón no quiso actuar en contra de su aliada que, dentro del círculo presidencial, fuera de Cordero, carecía de apoyos. Fueron cuatro veces a lo largo del sexenio en los que Calderón no quiso hacer nada contra la maestra y hoy, la desgracia de Gordillo, por proximidad, es la desgracia política del ex presidente.
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