Muere Fidel Castro, un tirano embaucador, agente de la CIA y amigo de Rockefeller.
Murió Fidel, agente de la CIA,
Sinarca, gran amigo de David Rockefeller, Comandante del portaaviones
que es la isla de Cuba, para traer la SubverSión, a Hispanoamérica, y
luego que sus amigos del departamento de estado aplicaran el plan
Cóndor, con las fuerzas armadas de ocupación.
Murió el multimillonario Cubano, murió uno de los más grandes asesinos y mimados por el establishment mundial.
Duró más de 50 años en el poder,imponiendo una dictadura feróz, asesinado a todos los héroes de la revolución, que no quería seguir con la política del Sinarca, caso Camilo Cienfuegos, etc.
Duró más de 50 años en el poder,imponiendo una dictadura feróz, asesinado a todos los héroes de la revolución, que no quería seguir con la política del Sinarca, caso Camilo Cienfuegos, etc.
A tan solo 200 km de EEUU, como es posible que haya durado más de 50 años en el poder, semejante Dictador? En donde cualquier presidente que estaba en contra de los intereses del Establishment mundial,lo borraban del mapa como a Perón, Nasser, Kadafi,etc.
El infierno está de festejo, llega a su hogar unos de sus hijos predilectos. Fidel Castro Ruz.
Muere Fidel Castro, un tirano embaucador
El
líder de la revolución y de la única dictadura de Occidente ha muerto
en La Habana. Se sirvió del marxismo para imponer un régimen totalitario
que ha llevado a Cuba al borde del colapso económico.
«Con
profundo dolor comparezco para informar a nuestro pueblo, a los amigos
de nuestra América y del mundo de que hoy, 25 de noviembre del 2016, a
las 10.29 horas de la noche, falleció el comandante en jefe de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz»,
ha confirmado el actual presidente cubano, Raúl Castro, en una
alocución en la televisión cubana. Fidel Castro, el artífice de la única
dictadura comunista que existe en Occidente desde hace más de medio
siglo, ha muerto a los 90 años en La Habana. Casi dos años después de que su hermano y sucesor Raúl Castro, 85 años, y Barack Obama anunciaran el comienzo del deshielo entre Cuba y Estados Unidos
para acabar con el último vestigio de la Guerra Fría. Y apenas tres
semanas después de la victoria en las presidenciales de EE.UU. del
republicano Donald Trump, que ha amenazado con revertir la apertura hacia la isla si no hay libertad y excarcelación de presos políticos.
Fidel Castro reaccionó al histórico
anuncio del 17 de diciembre de 2014 con un «no confío en la política de
Washington pero no rechazo el acercamiento» al enemigo eterno. El gran
exportador de revoluciones se había ido apagando desde que una grave enfermedad intestinal
le obligó a ceder el poder a su hermano menor y número dos en todas sus
aventuras, en el verano de 2006. En las últimas fotografías con líderes
internacionales se le veía encorvado, con dificultades de movilidad y
se decía que el otrora astuto político a ratos perdía la lucidez.
El régimen totalitario cubano solo es
superado en el tiempo por el de los Kim en Corea del Norte. Anclado en
la recurrente rivalidad con EE.UU., después de ver desfilar a diez
inquilinos en la Casa Blanca, Fidel Castro ha dejado a la que fue una
isla próspera al borde del colapso económico. Tanto,
que alrededor de dos millones de cubanos –en una isla de once millones–
han abandonado el país durante estos 56 años, paradójicamente hacia
EE.UU.
Con su revolución, el gran embaucador
que fue Fidel Castro despertó en Cuba grandes esperanzas de acabar con
la tiranía de Fulgencio Batista y dejar atrás décadas de corrupción,
violencia política y pobreza para parte de la población. Lo logró el 1
de enero de 1959, después de 25 meses de lucha en Sierra Maestra. Pero
en 1961 se quitó la careta, abrazó el marxismo-leninismo y a la Unión
Soviética –según los cubanólogos más por oportunismo que por
convicción–, y recurrió a las armas cuando fue preciso para expandir el
castrismo por medio mundo.
Su poder omnímodo se resume así: primer
ministro desde el triunfo de la revolución hasta 1976, en que se
convierte en presidente; comandante en jefe de las Fuerzas Armadas
Revolucionarias y primer secretario del Partido Comunista de Cuba. En el
congreso de abril de 2011 deja oficialmente la dirección del partido
único. Como presidente y comandante en jefe se aparta temporalmente en julio de 2006,
cuando una grave enfermedad intestinal –secreto de Estado, como todo lo
referente a su salud– le situó «al borde de la muerte». Desde febrero
de 2008 le sustituía ya oficialmente el general Castro. Aunque tras las
bambalinas muchos sostienen que no dejó de ejercer el poder y frenar la
apertura del régimen hasta los últimos momentos de su vida.
Fidel Alejandro Castro Ruz nació el 13
de agosto de 1926 en Birán, un poblado cañero de la provincia oriental
de Holguín, durante la dictadura de Gerardo Machado. Su padre, Ángel
Castro Argiz, era un emigrante lucense que combatió como soldado del
Ejército español contra los mambises (independentistas). Repatriado al
final de la guerra, regresó a la isla y el guajiro se convirtió en un
próspero terrateniente. Su segunda esposa fue Lina Ruz González, primero
cocinera de la finca de Birán y luego madre de siete de sus nueve
hijos, entre ellos Fidel y Raúl.
Con los jesuitas
«El Caballo», su apodo más conocido,
cursó sus primeros estudios en Santiago de Cuba y La Habana. Parte con
los jesuitas, que dejaron huella en un niño que, además de inteligente,
ya era bastante especial. A los doce años escribió una carta a Franklin
D. Roosevelt –a mano y en un inglés macarrónico– en la que tras
felicitarle por su nueva victoria electoral le pedía un billete de diez
dólares, porque decía que nunca había visto uno, a cambio de llevarle a
una mina de hierro que le serviría para construir barcos.
Castro estudió Derecho en la Universidad de La Habana, un trampolín para lanzarse a la política.
Las aulas universitarias no eran ajenas al clima de violencia política
que duraba ya décadas. Siempre un hombre de acción más que un
intelectual, el joven Castro participó en la frustrada invasión de Cayo
Confites contra el dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo. En
abril de 1948 viajó a Colombia para asistir a una conferencia como
delegado de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) y presenció el
estallido del «bogotazo» con el asesinato del candidato presidencial
Jorge Eliécer Gaitán.
Abrazó el marxismo más por oportunismo que por convicción
A su regreso a la isla se casó con Mirta Díaz-Balart,
una estudiante de Filosofía perteneciente a una conocida familia
habanera. Al año siguiente nació el único hijo de esta unión, Fidel
Castro Díaz-Balart («Fidelito»), que estudió física nuclear en la Unión
Soviética y estuvo a cargo de algún programa oficial cubano. Mirta y
Fidel se divorciaron seis años más tarde.
Pese al celo con que siempre guardó su
vida privada, la leyenda en torno a este personaje histórico que a nadie
deja indiferente incluye su fama de mujeriego y machista.
Se cuenta que la guerrillera Celia Sánchez fue algo más que una
influyente colaboradora, secretaria de la presidencia del Consejo de
Ministros cuando llegaron al poder. Se dice también que se casó y vivió
hasta el fin de sus días con Dalia Soto del Valle, una maestra de
Trinidad, madre de cinco de sus hijos. De su aventura con Naty Revuelta,
una atractiva mujer casada con un médico, nació en 1956 la rebelde
Alina Fernández, exiliada en EE.UU. Se habla de un octavo hijo, Jorge
Ángel, y de un noveno, Abel.
En cuanto a su trayectoria política, sus
aspiraciones para llegar a la Cámara de Representantes por el Partido
Ortodoxo (populista y socialdemócrata), en las elecciones fijadas para
el verano de 1952, se vieron frustradas por el golpe de Estado de
Batista el 10 de marzo anterior. Castro optó definitivamente por la vía revolucionaria.
El 26 de julio de 1953 dirigió el
fallido asalto al cuartel de Moncada, en Santiago de Cuba, dentro de un
plan para asaltar dos guarniciones y provocar un levantamiento popular
contra Batista. Huyó a la montaña, pero al final fue capturado y
encarcelado el 1 de agosto. El desaparecido líder del castrismo ganó
notoriedad en los juicios contra los asaltantes, asumió su propia
defensa y pronunció la célebre frase «la historia me absolverá».
Condenado a quince años, acabó en la prisión de isla de Pinos.
Sierra Maestra
Pero fue indultado el 15 de mayo de
1955, rompió oficialmente con el Partido Ortodoxo y fundó el Movimiento
26 de Julio, la fecha del asalto al Moncada. Con una ideología
nacionalista, antiimperialista, demócrata en apariencia, fundada en las
ideas del prócer José Martí, fue la organización más destacada en la
lucha contra Batista desde Sierra Maestra. Ese año se exilió en México,
donde conoció a Ernesto «Che» Guevara y planeó la expedición del yate
«Granma».
Los 82 guerrilleros desembarcaron el 2
de diciembre de 1956 en la costa sur de Oriente. La llegada del «Granma»
debía coincidir con asaltos en Santiago de Cuba. Sin embargo, la
expedición de Castro se retrasó dos días, las tropas de Batista ya
estaban en alerta y fueron recibidos con fuego desde una fragata. Los
rebeldes desembarcaron como pudieron y los supervivientes huyeron a
Sierra Maestra. El espíritu revolucionario que debía propagarse como la
pólvora se esfumó y comenzaron 25 largos meses de guerra de guerrillas que no figuraban entre los planes del comandante.
Durante esos años, el luego dictador
cubano siempre trató de doblegar a los distintos frentes, entre los que
había comunistas y demócratas. Un Ejército Rebelde de unos 800 hombres
escasos de pertrechos frente a los 70.000 militares armados hasta los
dientes. Para tranquilizar los ánimos, en 1957 Castró lanzó el
Manifiesto de Sierra Maestra, en el que se comprometía a celebrar
elecciones. Otra cosa era cumplirlo al llegar al poder. A finales de
diciembre de 1958 cayó la primera ciudad en manos rebeldes, Santa Clara,
y Batista huyó esa misma Nochevieja.
La paloma en el hombro
Después de proclamar el triunfo de la
revolución el 1 de enero de 1959 desde Santiago, el Castro barbudo de
los largos discursos y el uniforme verde oliva entró triunfante en La
Habana una semana después. Sus seguidores vieron como un símbolo
providencial que ese día una paloma blanca se posara en su hombro.
Muchos cubanos esperaban la llegada de un Mesías en ese momento de la
historia del país, como explica el escritor Carlos Alberto Montaner en «Viaje al corazón de Cuba».
La paz duró poco. Los tribunales
revolucionarios comenzaron a juzgar sin garantías a militares y
colaboradores de la dictadura de Batista. Decenas de cubanos fueron
condenados a muerte y ejecutados. Fidel Castro sabía ya la importancia
de la represión y el miedo para mantenerse en el poder. Así surgió poco
después la temida policía política y los efectivos Comités de Defensa de
la Revolución (CDR) para denunciar desde el mismo barrio a los
«enemigos» de la revolución. Una de las razones de la longevidad del
régimen.
Castro se comprometió a celebrar elecciones. Otra cosa sería cumplirlo
Cinco meses después, Fidel Castro destapó una nueva carta sobre la dirección que tomaba su régimen y decretó la primera reforma agraria.
Le siguieron la toma de refinerías por negarse a procesar petróleo
soviético, de ingenios azucareros, empresas, propiedades urbanas… que
afectaba a intereses cubanos y extranjeros. En el otoño de 1959 la
Administración Eisenhower empezó a tomar las primeras medidas contra el
incipiente gobierno totalitario.
Bajo el mandato de John F. Kennedy,
Castro destapó la carta definitiva. El 16 de abril de 1961 anunció que
la revolución era socialista; ese 1 de diciembre abrazó el
marxismo-leninismo y se lanzó irremediablemente en los brazos de la
URSS. Las anómalas relaciones entre los dos países vecinos desde la
independencia cubana no podían ir peor, con episodios como Bahía de
Cochinos, la Crisis de los Misiles y la imposición del embargo económico
contra la isla el 7 de febrero de 1962. Mientras EE.UU. es el «enemigo útil»
para el castrismo, el embargo es la «excusa perfecta» para justificar
las consecuencias de un modelo económico que «nunca ha funcionado»,
coinciden varios analistas.
Poco antes del fin de la ayuda
económica, militar y política de la URSS en 1991 surgió el primer signo
de ruptura en las filas castristas: la ejecución del general Arnaldo
Ochoa y otros tres militares en 1989 en una trama de corrupción y
narcotráfico. «La ejecución de Ochoa conmovió a Cubacomo
ningún otro hecho desde la revolución comunista de 1959», escribe el
periodista Andrés Oppenheimer en «La hora final de Castro». Para el
«máximo líder» tan inquietantes eran las pruebas de narcotráfico en
poder de la DEA (agencia antidrogas estadounidense) como las grabaciones
de la contrainteligencia cubana en las que el «héroe de la revolución»
Ochoa y otros condenados ante un tribunal militar se burlaban de los
hermanos Castro y hablaban de un modo positivo sobre Mijail Gorbachov y
la perestroika.
Con el desmoronamiento de la URSS, Fidel
Castro decretó en 1991 el llamado «periodo especial» con sus
asfixiantes restricciones y buscó la supervivencia económica en el
turismo, la biotecnología, las remesas de los cubanoamericanos y en
algunas reformas, aunque luego diera marcha atrás. Pero con la llegada
de Hugo Chávez a la presidencia venezolana, su mentor político recibió
un nuevo balón de oxígeno en forma de divisas y petróleo.
La oposición
Mientras una disidencia cada vez más
numerosa y organizada denuncia la dramática situación económica y las
reiteradas violaciones a los derechos humanos y a las libertades, los
simpatizantes del castrismo valoran sus logros en educación, sanidad,
deporte y ciencia.
Ateo y excomulgado por el Papa Juan XXIII,
el líder de la revolución se reunió con Juan Pablo II, Benedicto XVI y
Francisco durante las visitas pastorales que llevaron oxígeno a los
ciudadanos. Pero Cuba no se abrió al mundo, como le pidió el Pontífice
polaco en 1998, hasta que su régimen vio peligrar los subsidios de
Venezuela y comenzó el deshielo con EE.UU. Muerto el tirano, le llega la
oportunidad histórica de emprender una verdadera apertura política y
económica.
Fuente:http://www.abc.es/internacional/abci-muere-fidel-castro-90-anos-201611260630_noticia.html?ns_campaign=gs_ms&ns_mchannel=abc_es&ns_source=fb&ns_fee=0&ns_linkname=cm_general
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