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Francia, manipulada por Londres y Washington, por Thierry Meyssan
Thierry Meyssan,Red Voltaire
Este artículo este parte del libro De la impostura del 11 de septiembre a Donald Trump. Ante nuestra mirada, la gran farsa de las primaveras árabes.
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- El Reino Unido manipuló a Francia arrastrándola a participar en las aventuras británicas orquestadas en el Medio Oriente ampliado, sin revelarle la operación que Londres estaba montando con Washington desde 2005.
18- Preparación de las invasiones
contra Libia y Siria
Incluso antes de que el Senado estadounidense la confirme en el cargo, la futura secretaria de Estado Hillary Clinton se pone en contacto con Londres y París para la realización de una doble operación militar en el «Medio Oriente ampliado». Después de su fiasco en Irak, Washington considera imposible utilizar sus propias tropas en este tipo de aventura.
Desde el punto de vista estadounidense, ha llegado el momento de rediseñar la región, o sea de modificar los límites de los Estados cuyas fronteras se habían establecido, en 1916, mediante un acuerdo entre los imperios inglés, francés y ruso –la Triple Entente– y es también hora de imponer fronteras favorables a los intereses de Estados Unidos. El acuerdo que acabamos de mencionar se designó con los apellidos de los delegados del Reino Unido, Mark Sykes, y de Francia, Francois Georges-Picot, mientras que el del delegado ruso Serguei Sazonov quedó en el olvido a raíz de la Revolución Rusa. Pero, ¿cómo convencer a Londres y París para que echen por tierra su propio legado? Sencillamente prometiéndoles que tendrán permiso para volver a colonizar la región. Surge así la teoría del «liderazgo desde atrás». Esta estrategia será confirmada posteriormente por Roland Dumas, ex ministro de Exteriores del presidente Francois Mitterrand. Ante las cámaras de una televisión francesa, Roland Dumas revela en efecto que británicos y estadounidenses lo contactaron, en 2009, para saber si los socialistas franceses –entonces en la oposición– apoyarían un nuevo proyecto colonial.
- Instigada por Estados Unidos, Francia firma con el Reino Unido los Acuerdos de Lancaster House. Una cláusula secreta de esos acuerdos prevé la conquista de Libia y Siria. La opinión pública ignora la existencia del acuerdo entre Londres y París sobre las futuras “primaveras árabes”.
- Imagen del extraño logo que identifica el Mando de Operaciones Aéreas de la Operación “Southern Mistral”. Curiosamente, el guerrero no protege al pájaro que representa la libertad, más bien utiliza su red para apresarlo.
El 21 de marzo es precisamente la fecha que el AfriCom y el CentCom –o sea, los mandos regionales de las fuerzas de Estados Unidos en África y en el Medio Oriente– han escogido para que Francia y el Reino Unido ataquen simultáneamente Libia y Siria [2]. ¡Oh casualidad!, las fuerzas franco-británicas están listas. Pero, como las cosas nunca suceden como se planean, finalmente se pospone la guerra contra Siria y Nicolas Sarkozy, deseoso de ser el primero en pasar al ataque, ordena a las fuerzas armadas francesas iniciar solas la agresión contra Libia el 19 de marzo, durante la operación «Harmattan», traducción al francés del nombre de las maniobras «Southern Mistral».
- Nouri Massoud El-Mesnari, ex colaborador de Kadhafi, se convierte en desertor el 21 de octubre de 2010. Presentándose como un “conocedor” de los secretos del Guía Libio, Mesnari obtiene la protección de los servicios secretos de Francia.
Días después de la firma de los Tratados de Lancaster House, una delegación comercial francesa viaja a la Feria de Bengazi junto con funcionarios del ministerio de Agricultura, dirigentes de France Export Céréales y de France Agrimer, y varios cuadros de las empresas Soufflet, Louis Dreyfus, Glencore, Cani Céréales, Cargill y Conagra. Ya en Libia, los agentes de la DGSE (Dirección General de la Seguridad Exterior) que los acompañan se reúnen en secreto con varios militares libios para preparar un golpe de Estado.
Alertado por Estados Unidos, el gobierno libio detiene a los traidores el 22 de enero de 2011. Los libios creen que su nueva alianza con Washington les garantiza protección, cuando en realidad el gobierno de Estados Unidos se prepara para asestarles la puñalada mortal. Francia, por su parte, tendrá que conformarse con mantenerse a la sombra del Gran Hermano estadounidense.
Mientras los franceses se ocupan de preparar la invasión contra Libia, los estadounidenses inician su propia operación, mucho más amplia de lo que le habían dicho a su agente Sarkozy. No se trata sólo de derrocar a Muammar el-Kadhafi y a Bachar al-Assad, como le han hecho creer al presidente francés, sino de echar abajo todos los gobiernos laicos de la región y sustituirlos por la Hermandad Musulmana. Y comienzan por los Estados amigos –Túnez y Egipto–, dejando a británicos y franceses la tarea de encargarse de los Estados enemigos –Libia y Siria.
El primer golpe será en Túnez. El suicidio de un vendedor ambulante, Mohamed el-Bouazizi, el 17 de diciembre de 2010, da paso a una serie de manifestaciones contra los abusos de la policía y después contra el gobierno. Creyendo que son manifestaciones espontáneas, Francia propone enviar equipamiento antimotines a la policía tunecina.
- Al no estar al tanto del proyecto británico-estadounidense de las “primaveras árabes”, el presidente de Francia Nicolas Sarkozy y su ministra de Exteriores Michele Alliot-Marie negocian con la familia del presidente tunecino Ben Alí para venderle un avión oficial que habían sustraído ilegalmente del parque aéreo oficial francés. La negociación coincide con el inicio de la “revolución de jazmín” en Túnez.
Mientras se ocupan de tratar de proteger a su cómplice tunecino, el presidente Nicolas Sarkozy y su ministra de Exteriores reciben una desagradable sorpresa cuando Ben Alí solicita que lo dejen aterrizar en París y que le den asilo. La oficina del presidente Sarkozy sólo tiene el tiempo justo de anular el envío a Túnez del avión cargado con el equipamiento antimotines prometido, –gracias a la lentitud de las formalidades aduanales necesarias para sacar de Francia aquel cargamento, el aparato aún estaba en espera en la pista del aeropuerto–, y de expulsar del espacio aéreo francés el avión del presidente derrocado.
Mientras tanto, en Egipto, el ingeniero en informática Ahmed Maher y la bloguera islamista Israa Abdel Fattah llaman la población a manifestarse contra el presidente Hosni Mubarak el 25 de enero de 2011, proclamado «Día de Cólera». Con el inmediato apoyo de la televisión qatarí Al-Jazeera y de la Hermandad Musulmana, estos dos personajes inician un movimiento que, con ayuda de las “ONGs” de la CIA, desestabiliza el régimen de Mubarak. A partir del 28 de enero, las manifestaciones se repiten todos los viernes, a la salida de las mezquitas, bajo la dirección de los hombres del fabricante estadounidense de «revoluciones de colores», Gene Sharp. Finalmente, Nicolas Sarkozy se entera, el 11 de febrero, por una llamada telefónica de su padre de adopción, el embajador estadounidense Frank Wisner Jr., de que, por instrucciones de la Casa Blanca, el propio Wisner ha convencido al general Mubarak para que abandone el poder.
- Bernard-Henri Levy posa para las cámaras en la plaza Tahrir del Cairo. El “filósofo” francés está en la capital egipcia para participar en la reunión de coordinación organizada por la CIA para el inicio de las “primaveras árabes” en Libia y Siria.
Acaban de comenzar las guerras contra Libia y Siria.
- El 25 de febrero de 2011, Muammar el-Kadhafi se presenta en la Plaza Verde de la capital libia y denuncia públicamente que su país está siendo agredido por los terroristas de al-Qaeda. En la emoción del momento, Kadhafi proclama su intención de luchar hasta el fin junto a su pueblo contra los yihadistas aunque corran “ríos de sangre” e incluso a riesgo de su propia vida. Kadhafi anuncia de inmediato la entrega de armas a la ciudadanía para garantizar la defensa de la patria en peligro. La propaganda de la OTAN lo acusará de haber amenazado a su propio pueblo.
19- Inicio de la guerra contra Libia
La prensa occidental asegura que la policía libia dispersó a tiros una manifestación en Bengazi, el 16 de febrero de 2011. A partir de ese momento, prosigue esa prensa, Libia se subleva y las autoridades disparan a diestra y siniestra. Presintiendo un posible regreso al sistema esclavista, 200 000 trabajadores inmigrantes tratan de huir del país y las televisiones transmiten imágenes que muestran a esas personas esperando en los puestos fronterizos. Muammar el-Kadhafi se presenta ante las cámaras en 3 ocasiones. Denuncia una operación ejecutada por al-Qaeda y se declara dispuesto a morir como mártir. Seguidamente anuncia la entrega de armas a la población para que corran «ríos de sangre», exterminar las «ratas» y proteger el país. Sacándolas de su contexto, las televisiones occidentales divulgan las palabras de Kadhafi, pero no como un llamado a luchar contra el terrorismo sino como un anuncio de la represión contra una hipotética revolución.
- Presas del pánico, los obreros negros del este de Libia tratan de huir del país antes de que la OTAN derroque la Yamahiriya. Saben que si las potencias occidentales invaden Libia, la población negra será sometida al régimen esclavista que existía bajo la monarquía derrocada por la revolución de Kadhafi. Según la ONU, son decenas de miles los libios negros y trabajadores extranjeros de esa misma raza provenientes de otros países africanos que tratan desesperadamente de salir de Libia.
- El ex ministro libio de Justicia, Mustafá Abdel Jalil –el que antes ordenó torturar a las enfermeras búlgaras se convierte en jefe del Gobierno Provisional libio. Aquí lo vemos con el “filósofo” francés Bernard Henri-Levy, promotor de la guerra contra Libia.
Al no lograr convencer a todos los miembros del CNLT para solicitar ayuda a las potencias occidentales, Abdel-Jalil fuerza la creación de un Comité de Crisis dotado de plenos poderes y encabezado por el antiguo número 2 de Kadhafi, Mahmud Jibril, ya de regreso del Cairo.
En París se admiran de como Washington maneja los acontecimientos. Sin embargo, contradiciendo las noticias que llegan de Bengazi y de la ONU, los diplomáticos y periodistas presentes en Trípoli reportan que allí no se ve nada parecido a una revolución. Pero, ¿qué importa la realidad con tal de que las apariencias sean favorables? El “filósofo” Bernard-Henri Levy convence a los franceses de que hay una causa justa que defender, y de paso afirma que, después de reunirse con los «revolucionarios» libios, él mismo ha logrado convencer al presidente de la República para que se implique en la lucha por la libertad.
El ejército francés se encarga de recoger a Mahmud Jibril en Bengazi y de llevarlo a Estrasburgo, donde habla ante el Parlamento Europeo para pedir una intervención «humanitaria» de Occidente en Libia. El 10 de marzo, el presidente francés Nicolas Sarkozy y el primer ministro británico David Cameron escriben al presidente de la Unión Europea solicitándole que reconozca al CNLT en lugar del «régimen» y que se instaure una zona de exclusión aérea [9]. De manera perfectamente coordinada, el eurodiputado ecologista francés Daniel Cohn-Bendit –el agente de influencia de los acontecimientos de mayo de 1968 en París– y el liberal belga Guy Verhofstadt logran ese mismo día que el Parlamento Europeo adopte una resolución de denuncia contra el «régimen» de Kadhafi, resolución que además llama a tomar el control del espacio aéreo de Libia para proteger a la población de la represión del dictador [10]. Ese mismo día, el secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, anuncia que está trabajando para reunir los medios técnicos necesarios con vista a instaurar la zona de exclusión aérea.
El 12 de marzo, la Liga Árabe vota a favor de la zona de exclusión aérea, a pesar de la oposición de Argelia y Siria.
En este concierto de unanimidad aparecen sólo dos notas discordantes. Recordando que Abdel-Jalil había cubierto las torturas a las enfermeras búlgaras y al médico palestino, Bulgaria niega su reconocimiento al CNLT. Por su parte, la Unión Africana se opone enérgicamente a toda intervención militar extranjera.
- El Libro Verde de Muammar el-Kadhafi
El 19 de marzo, 18 Estados (Alemania, Bélgica, Canadá, Dinamarca, Emiratos Árabes Unidos, España, Estados Unidos, Francia, Grecia, Italia, Irak, Jordania, Marruecos, Noruega, Holanda, Polonia, Qatar y Reino Unido) y 3 organizaciones internacionales (la Liga Árabe, la Unión Europea y la ONU) se reúnen en París para anunciar su inminente intervención militar en Libia [11]. Horas después, adelantándose a todos, Francia es la primera en atacar.
Pero en Siria, las cosas demoran en concretarse. Los llamados a hacer manifestaciones en las calles de Damasco, los días 4, 11, 18 y 25 de febrero, y los del 4 y el 11 de marzo, quedan sin respuesta. Es en Yemen y Bahréin donde el pueblo se lanza a las calles, sin exhortación previa.
En Yemen, los miembros de la Hermandad Musulmana –entre los que se encuentra la joven Tawakkul Karman, quien acabará recibiendo el Premio Nobel de la Paz– inician una «revolución». Pero, al igual que Libia, Yemen está organizado de manera tribal, lo que hace imposible dar a esos acontecimientos una lectura exclusivamente política.
- El presidente francés Nicolas Sarkozy imparte instrucciones a su consejero de seguridad, Alain Bauer, para impedir la revolución en Bahréin.
El desorden se propaga por contagio. Sólo falta hacer creer que son los pueblos quienes lo inician y que el objetivo es instaurar democracias.
(Continuará)
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