Rusia y su papel constructivo en Libia y Siria
Rusia
desempeña un papel efectivo para impedir la imposición de poderes
unilaterales como EE.UU. tanto en el norte africano como en el Oriente
Medio.
Resulta evidente, en una análisis comparado entre el papel
cumplido por la Federación Rusa, su gobierno, diplomacia e incluso el
aspecto militar en el Magreb, en específico en Libia y en Oriente Medio,
teniendo como referencia su papel en Siria, Moscú resulta ser un aporte
efectivo en la defensa del derecho internacional y sobre evitar la
imposición de poderes unilaterales como es el pretendido por Estados
Unidos en alianza con sus socios occidentales y regionales tanto en el
norte africano como en Oriente Medio.En el plano de resultados la acción de la política rusa —acompañado en ello por la propia acción de la República Islámica de Irán, convertido en un actor regional incuestionable– ha demostrado su eficacia no sólo en la defensa de conceptos tales como la no intervención en asuntos internos de los estados, sino levar al terreno de la ayuda material esa defensa como ha sido el caso de Siria frente a la petición de su gobierno legítimo para acudir en defensa del país levantino , agredido por fuerzas terroristas armadas, financiadas y con apoyo logístico y de inteligencia de las potencias occidentales junto al régimen sionista y la casa Al Saud. Ese “acudir en ayuda” fue en apego estricto al derecho internacional.
Libia
Con el país norafricano, a diferencia de aquellos gobiernos occidentales liderados por Francia y Gran Bretaña —junto a un Estados Unidos arropado en su doctrina del leading from behind (el apoyar desde atrás, concretando acciones de sus aliados pero bajo mandato estadounidense)— que apoyaron el derrocamiento, asesinato, destrucción y fragmentación de Libia; el Gobierno ruso ha enfocado sus esfuerzos en apoyar procesos de reconciliación entre los bandos en conflicto, tal como lo ha hecho en Siria con el llamado Diálogo Nacional sirio celebrado en la ciudad rusa de Sochi. Una petición en ese sentido ha sido solicitada a Moscú por el gobierno del este del país magrebí, a través de su canciller Abd Hadi Houweish, quien ha apelado al papel como potencia de carácter mundial que juega Rusia y además sin un pasado colonial que pueda afectar las confianzas.
Recordemos que la referencia a Sochi y el diálogo allí suscitado significó un duro golpe a la política hostil del Occidente y sus títeres del extremismo takfirí pues mostro que es posible avanzar por el camino del diálogo. El Congreso del Diálogo Nacional sirio, celebrado en la ciudad rusa de Sochi en enero de 2018, concluyó con la aprobación de una lista de 150 candidatos a la Comisión Constituyente que se ocuparían de cuestiones relacionadas con la elaboración de una nueva Carta Magna. 1400 delegados de diversos grupos sociales, políticos, religiosos y étnicos del país levantino.
El propio canciller ruso, Serguéi Lavrov, ha señalado tanto en declaraciones desde Moscú como en foros internacionales que “estamos a favor de que los propios libios definan su destino, que entablen un diálogo inclusivo sin ninguna fecha artificial que intenten imponerles desde extranjero, y sin que alguien les meta prisa contra su voluntad”. La Federación Rusa ha abogado desde el inicio de las hostilidades y ataques contra libia, que ha significado su balcanización, por la pronta restauración de la paz y el estado de derecho, sin ninguna intervención externa, bajo cualquiera sea el pretexto esgrimido para inmiscuirse en los asuntos externos de ese Estado que desde el año 2011 a la fecha ha dejado de ser el referente en indicadores económicos, sociales y culturales de África.
La situación en Libia tras el proceso de agresión contra el Gobierno del asesinado ex jefe de estado Muhammad Gadafi el año 2011 ha sido producto de la política irresponsable de los Gobiernos estadounidenses y sus principales aliados agrupados en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), entre ellos, Gran Bretaña, Alemania, Canadá y Francia, que revocaron en su momento la resolución sobre este país norafricano y que han actuado en Libia, en una conducta claramente violatoria del derecho internacional. Una acción que demostró el interés primordial de esta agresión ilegal: apoderarse de los recursos de petróleo y gas de Libia.
Actualmente en este país norteafricano se está desarrollando una guerra civil entre las fuerzas del mariscal Jalifa Haftar —que goza del apoyo de Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos (EAU) y EE.UU.— y las del Gobierno de Acuerdo Nacional (GAN), gobierno reconocido por las Naciones Unidas. La política occidental con respecto al país magrebí, en lugar de tratar de allanar el camino de la solución de la crisis ha mostrado una política de abierta hostilidad contra Moscú, acusándolo ahora de enviar francotiradores a través de un reportaje del The New York Times, refutado con sorna por la cancillería rusa “no es la primera vez que los medios estadounidenses publican varios cuantos de hadas, rumores viciosos y especulaciones sobre Rusia. Rechazamos tajantemente este tipo de especulaciones. Nosotros estamos actuando por el bien de un acuerdo (para el conflicto) libio (…) Creemos que semejantes afirmaciones y especulaciones carecen de fundamento”, según denunció el vicecanciller Serguéi Riabkov “Un informe sobre francotiradores rusos en Libia es el nuevo cuento de hadas de EE.UU.”
Rusia ha tenido una actitud proactiva y generosa respecto a Libia, teniendo claro que la responsabilidad del actual estado de cosas es responsabilidad del Occidente. Así lo ha confirmado el propio presidente Vladimir Putin a quien le preocupa el flujo de terrorista de Daesh desde Siria y la guerra sin fin que afecta al país magrebí “sería bueno recordar cómo comenzó todo. ¿Quién destruyó el Estado de Libia? Me imagino [que] fue una decisión de la OTAN, los aviones europeos bombardearon Libia. Los resultados son claros: el Estado de Libia está destruido…hay que detener el derramamiento de sangre e iniciar el diálogo lo antes posible pero…nosotros como Rusia no debemos ser el principal contribuyente a la solución del conflicto ya que toda la responsabilidad del caos recae sobre los que crearon el problema”.
Putin, en el marco de la sesión plenaria de la Cumbre Rusia-África tras la intervención del presidente del Gobierno de Unidad Nacional de Libia, Fayez Sarraj afirmó: “considero que lo que sucede ahora es el resultado de la política irresponsable de varios Estados que en su momento actuaron en violación del derecho internacional en Libia y tergiversaron la resolución correspondiente del Consejo de Seguridad de la ONU”. Igualmente, el mandatario ruso señaló que “nuestro país, como miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, continuará participando activamente en la elaboración de una línea estratégica de la comunidad internacional (...) para fortalecer la paz y la estabilidad en África y garantizar la seguridad regional”.
Siria
Rusia es consciente también que el curso de confrontación llevado a cabo por la Administración de (Donald) Trump con la República Islámica de Irán es un camino que demuele cualquier idea de paz en la región, tanto de Oriente Medio como Asia Central (llevando el conflicto hasta sus fronteras) y con escasa perspectiva. Resulta, a todas luces, incuestionable, que sin la participación de Irán en la estabilización tanto de la situación en Siria, como también en Libia, así como participar de la reconstrucción de la región y la constitución de un modelo de seguridad regional que dé cuenta de las realidades locales, que incluye la influencia positiva de la nación persa en El Líbano, en el apoyo a Irak y la lucha por la autodeterminación del pueblo palestino, no hay posibilidad de éxito. En este tenor los Estados Unidos creen que la lucha contra el terrorismo es sólo desde su óptica, con el prisma de sus propios intereses geopolíticos. Y en esa conducta el doble rasero, al hipocresía política y militar se hace patente incluyendo en su listado a organizaciones claramente defensoras de la soberanía de los pueblos, definiéndolas como enemigas de Estados Unidos pero haciendo alianzas con los verdaderos terroristas como es el caso de los grupos takfirí que han agredido a Siria durante 8 años.
La Federación Rusa ha señalado que su actuar en Siria ha sido establecida en el marco del respeto al derecho internacional y con pleno apego a la Carta de las Naciones Unidas. En septiembre del año 2015 el Gobierno legítimo de Siria solicitó apoyo militar al Gobierno ruso para combatir al grupo terrorista Daesh. En un comunicado emitido por la presidencia siria se señaló que “las fuerzas aéreas rusas han sido enviadas a Siria a raíz de una petición hecha por el Estado sirio mediante una carta de (Bashar) al-Asad a su homólogo ruso, Vladimir Putin, en la que invita (a Moscú) a enviar fuerzas aéreas en el marco de una iniciativa del presidente de Rusia para combatir el terrorismo”. Una petición realizada en conformidad con el Derecho internacional y con los convenios firmados entre los dos Estados, establecidos con el fin de satisfacer los intereses de ambos pueblos, así como de garantizar la seguridad y la integridad territorial, añadió el citado texto.
Por su parte Irán quien también ha brindado su vital apoyo al Gobierno y la sociedad de Siria para combatir el extremismo takfirí ha señalado que considera la seguridad en Siria como la seguridad de toda la región, y que ese apoyo otorgado ha permitido al Ejército del país árabe acelerar sus avances en distintos frentes contra los grupos terroristas. Teherán ha expresado siempre que su presencia en el país árabe es legítima y legal, dado que responde a la petición del Gobierno sirio, reconocido por las Naciones Unidas y la comunidad internacional. “La República Islámica de Irán continuará apoyando a Siria en su lucha contra el terrorismo con el fin de restablecer la estabilidad en todo el territorio sirio.” Así lo afirmó hace pocos días el presidente de la Comisión de Seguridad Nacional y Política Exterior de la Asamblea Consultiva Islámica de Irán (Mayles), el hoyatolislam Moytaba Zonnuri, en un encuentro con el primer ministro sirio, Emad Jamis, en Damasco, capital del país árabe.
La Federación Rusa a la luz del papel cumplido hace 5 años y fracción en Siria, y ello en el marco del respeto al derecho internacional y las propias resoluciones de la ONU, participa, junto a Irán, en la búsqueda de una solución política a la crisis en Siria. Realiza, por ejemplo, negociaciones directas con el Gobierno presidio por Al-Asad y con representantes de la oposición –no incluyendo en ello, lógicamente a grupos extremistas como Daesh o Fath Al-Sham (ex Frente Al-Nusra) o Ahrar al Sham– vinculados con el wahabismo, el sionismo y Estados Unidos. Mientras Rusia y sus aliados se mueven por caminos positivos, Washington y sus aliados europeos y de Oriente Medio llevan a cabo campañas violentas para desacreditar a los dirigentes sirios, lo que es una clara muestra de una conducta hipócrita y de doble rasero, característico de la diplomacia occidental. Existe una clara decisión de seguir atentando contra los derechos fundamentales de los pueblos árabes, protegiendo a gobiernos corruptos en lugar de trabajar por el desarrollo político, social y económico de estas sociedades.
A diferencia de los países de la OTAN, la Federación Rusa, además de los esfuerzos políticos y diplomáticos, presta apoyo a la población afectada durante la prolongada agresión de la cual es victima el país levantino. Y para ello usa no sólo canales oficiales a través del ministerio de Emergencia, sino también a través de la Iglesia Ortodoxa Rusa, la Fundación de Andrés Pervozvannyi y otras estructuras incluso de la sociedad civil rusa. Incluso apoyo financiero a organismos como la FAO para apoyar a agricultores y pastores sirios afectados por la guerra. Como también puentes aéreos con ayuda humanitaria a las poblaciones afectadas por asedios prolongados por los grupos terroristas.
Tanto Rusia como Irán en su apoyo a Siria, como también a Libia han entendido y dan a conocer esa lección al mundo que la fuerza militar, por si sola no es suficiente. Y, como lo han dicho los propios rusos – entre ellos el diputado Dmitri Sablin “A diferencia del 'humanismo' hipócrita de los países occidentales, el Estado y las organizaciones no gubernamentales rusas llevan años suministrando ayuda humanitaria a los sirios”. En segundo lugar, hay que rechazar la política de doble estándar e hipocresía, hablando de paz pero al mismo tiempo apoyando a los grupos terroristas y regímenes, que han agredido a Siria desde el año 2011 y aquellos que propiciaron convertir a Libia en un Estado fallido. Y, en tercer lugar, tener claro que las agresiones unilaterales llevadas a cabo por Estado Unidos y sus aliados no han servido de nada cuando enfrentan a un gobierno y una sociedad firme en su defensa soberana como ha sucedido con Siria y que no entender el terreno en que se mueven, permite que se encuentren empantanados en Libia.
Bien sabe Rusia, como también la República Islámica de Irán que los pasos destructivos de Washington y sus administraciones de gobierno no impedirán que finalmente triunfe la política de avanzar por las soluciones políticas, donde Moscú siempre ha estado dispuesta a un diálogo abierto, llamando a una cooperación entre todas las partes, ya sea en Sochi, Astaná o en Ginebra. No son las acciones solitarias y hegemónicas de Estados Unidos la clave para acabar con el conflicto en Siria y menos en Libia. Reitero en esto último, que el curso tomado por Washington en su confrontación con Irán es destructivo y poco visionario.
Sin la participación de Teherán en la estabilización tanto de Siria como de la propia Libia (por el poder regional e influencia que Irán ha alcanzado) no es posible, al igual que una arquitectura regional fundamentalmente antimperialista y que ponga freno a ideologías aliadas de Washington, dotando a la región de altos niveles de soberanía, seguridad, diálogo y confianza. Es esta realidad la que demuestra que tanto Rusia como irán poseen y actúan en concordancia de líneas constructivas en oposición a las actividades destructivas de estados unidos y sus aliados.
Pablo Jofré Leal
Periodista y escritor chileno. Analista internacional, Master en Relaciones Internacionales de la Universidad Complutense de Madrid. Especialista en temas principalmente de Latinoamérica, Oriente Medio y el Magreb. Es colaborador de varias cadenas de noticias internacionales. Creador de página WEB de análisis internacional ANÁLISIS GLOCAL www.analisisglocal.cl
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