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La esclavitud moderna aún encadena a 40 millones de personas en el siglo XXI
Un
informe de la Walk Free Foundation, colaboradora de la Organización
Mundial del Trabajo, señala que los trabajos y los matrimonios forzosos
son las dos formas actuales de sometimiento, que afecta sobre todo a
mujeres y niñas.
Por Clara Giménez Lorenzo (EFE)
Por Clara Giménez Lorenzo (EFE)
La esclavitud moderna aún encadena a más de 40 millones de personas en
pleno siglo XXI, unas dramáticas cifras que cobran actualidad este
viernes, día 23, en que se conmemora el Día internacional del recuerdo
de la trata de esclavos y su abolición, de Naciones Unidas.
El dato pavoroso procede de las conclusiones del informe de la Walk Free Foundation (WFF), un organismo que colabora con la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
El
23 de agosto de 1791 se produjo una revuelta de esclavos en la entonces
colonia francesa de Santo Domingo (Saint Domingue), hoy Haití; revuelta
que está considerada como el primer levantamiento contra el poderoso sistema esclavista.
Doscientos años después de aquel tiempo colonial, este cruel sistema de opresión persiste en nuestros días, como evidencia el Índice Global de Esclavitud (GSI, por sus siglas en inglés), elaborado por la citada WFF.
Según el informe de este organismo, publicado en julio de 2018, unos 40,3 millones de personas en el mundo son víctimas de la llamada esclavitud moderna,
un término que incluye las situaciones en las que a una persona,
mediante amenazas, violencia, coacción, abuso de poder o engaño, se le
priva de su libertad para controlar su cuerpo, elegir o rechazar un
empleo o dejar de trabajar.
La propia OIT considera dos formas actuales de sometimiento: el trabajo forzoso y los matrimonios forzados.
Ningún rincón del mundo está exento de situaciones de explotación
Casi 25 millones de seres humanos son víctimas del trabajo impuesto por personas o entidades públicas y privadas. Entre ellas, en torno a cinco millones sufren explotación sexual, y más de 15 millones se ven obligadas a casarse contra su voluntad.
El bochornoso ránking mundial de la esclavitud
Los
diez países que encabezan la esclavitud moderna son Corea del Norte,
Eritrea, Burundi, la República Centroafricana, Afganistán, Mauritania,
Sudán del Sur, Pakistán, Camboya e Irán, aunque ningún rincón del mundo
está exento de situaciones de explotación.
En
Brasil, por ejemplo, un caso denunciado es el de dos hermanos, Elias y
Nerisvan Vieira da Silva, que estuvieron encerrados en una granja y en
contacto permanente con productos tóxicos.
Más de 400.000 personas que sufren esclavitud en EEUU, según este índice
Elias
y Nerisvan fueron amenazados con no recibir paga alguna por su trabajo
si intentaban escaparse, según relata la ONG estadounidense Free the Slaves,
que colaboró con otras organizaciones locales para devolverles la
libertad, con lo que hoy han vuelto a trabajar como campesinos en el
otro extremo del país.
El caso de estos hermanos
tiene mucho que ver con los niños pescadores del Lago Volta (Ghana), los
fabricantes de ladrillos de Pahasaur (India), o las 403.000 personas
que sufren esclavitud en Estados Unidos, el país más desarrollado del
mundo, según los datos del mencionado GSI.
Un grupos de trabajadores en una fábrica de ladrillos de Bangladesh. -REUTERS
Para la OIT, la vulnerabilidad económica es la principal causa de la esclavitud moderna.
Un 71% de las víctimas de esclavitud son mujeres, según la OIT
Uno
de sus expertos, el brasileño Luiz Machado, explica a Efe por teléfono
que «si los salarios no pueden cubrir las necesidades de los
trabajadores y sus familias, buscarán otras formas para complementar sus
ingresos e intentar vivir decentemente. Una familia pobre acepta cualquier tipo de trabajo para sobrevivir».
Por lo que se refiere a la explotación por género, la OIT señala que un 71% de las víctimas son mujeres.
En concreto, las mujeres y las niñas representan el 99% de quienes sufren trabajo forzoso en la industria del comercio sexual, y llegan hasta el 84% las que son obligadas a casarse.
Seres humanos en venta
Este
sistema moderno de explotación no sólo afecta al tráfico de seres
humanos en la medida en que las víctimas pueden ser sometidas en el
ámbito doméstico y en el propio lugar de nacimiento.
La
trata con fines de explotación sexual es un tipo concreto. Por ejemplo,
no supone necesariamente el cruce ilegal de fronteras, pero cuando es
así puede implicar también tráfico ilegal de personas.
Joy Amen Omoruyi fue capta en su Nigeria natal y obliga a prostituirse en las calles de Viena
A
la joven Joy Amen Omoruyi la captaron en su Nigeria natal cuando confió
en quienes supuestamente la ayudarían a llegar a Europa.
Joy
pasó por Libia e Italia hasta que la instalaron finalmente en Austria,
donde sus tratantes le informaron de que había contraído una «deuda» de 20.000 euros. Fue obligada a prostituirse durante varios meses en las calles de Viena para poder saldarla hasta que consiguió escapar.
Nueve
años después, la joven vive en Pamplona (España) y trabaja en Acción
contra la Trata (ACT) como auxiliar de mediación para luchar contra la
explotación sexual. Su intención es sensibilizar sobre lo que ocurre a
miles de mujeres y niñas que salen de países como Nigeria en busca de
una vida mejor.
«Europa —asegura a Efe por
teléfono— no es lo que la gente en mi país cree; tampoco es consciente
de las dificultades y los peligros que hay en el camino… como caer en
redes de trata».
Una mujer en prostitución en el polígono Marconi de Madrid. JAIRO VARGAS
Matrimonios forzosos, también en España
Se
sabe poco sobre la práctica de obligar a casarse a las mujeres, una
costumbre habitual en ciertas comunidades de África, Oriente Medio, Asia
y América Latina.
Según sus propios cálculos, la
UNICEF estima que aproximadamente 650 millones de niñas y mujeres en
todo el mundo se han casado antes de cumplir los 18 años de edad.
En un contexto de globalización, multiculturalidad y migraciones, los matrimonios forzados han comenzado a aparecer en Europa.
«Todas
las mujeres víctimas de matrimonios forzados sufren otras violencias,
como agresiones sexuales, malos tratos o trabajos forzosos»
La Federación de Mujeres Progresistas de España (FMP) elaboró en 2018 el informe No Acepto, una investigación preliminar que pretende sacar a la luz los matrimonios forzados en este país.
«Aún
no existen grandes datos sobre esta realidad», comenta la abogada
Beatriz Lázaro, asesora de la FMP como especialista en violencia de
género y una de las autoras del informe.
Lázaro
diferencia dos supuestos tipificados en el Código Penal: los matrimonios
comprendidos dentro de la trata y aquellos que se producen en el
entorno familiar. «Todas las mujeres víctimas de matrimonios forzados
-dice- normalmente sufren otras múltiples violencias, como agresiones
sexuales, violencia de género o trabajos forzosos».
Luchar contra la esclavitud
Luiz
Machado, el citado experto de la OIT, asegura que «todos los Estados
están en contra de la esclavitud moderna, pero muchos no reconocen que
exista en su propio territorio. El mayor desafío es este reconocimiento,
y la actuación posterior».
España es el cuarto país en un ránking
de 20 con más dependencia de esclavitud moderna en la cadena de
suministro de la industria pesquera
En España,
por ejemplo, la esclavitud moderna también es un hecho que afecta a unas
105.000 personas, según el GSI. Desde enero de 2019, la Guardia Civil
del país inspeccionó hasta 952 locales donde pudo producirse explotación
laboral. También liberó a 68 víctimas y detuvo a 38 delincuentes.
Asimismo, se lanzó la campaña #trabajoforzoso, que se dirige directamente a posibles víctimas de trata de seres humanos.
En
España, de entre quienes sufren explotación sexual, el 90% son mujeres y
niñas, mientras la explotación laboral afecta a un 80% de hombres
frente a un 20% de mujeres.
Más allá de denunciar estos graves delitos y presionar a las autoridades para que endurezcan la legislación, los expertos consideran que la sociedad civil puede actuar en el día a día contra la esclavitud del siglo XXI.
Lo
más sencillo, dicen, es intentar conocer de dónde vienen los productos
que consumimos. Según el GSI, España es el cuarto país en un ránking de
20 con más dependencia de esclavitud moderna en la cadena de suministro
de la industria pesquera.
Los bienes de consumo
con más riesgo de haber sido producidos en situaciones de esclavitud son
ordenadores y móviles, ropa, pescado, cacao y caña de azúcar.
No
todo el mundo tendrá la oportunidad de ayudar a personas como Joy o los
hermanos Da Silva, pero cada ciudadano puede conocer, denunciar y
luchar en la medida de sus posibilidades contra una lacra como la
esclavitud moderna.
Público
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