domingo, 12 de abril de 2015

Frente a la explotación y la precarización: la mejor defensa es un buen ataque


Frente a la explotación y la precarización: la mejor defensa es un buen ataque





Enviado por anonerror (no verificado) en Lun, 04/06/2015 - 21:55



El mes de abril de 1886 irrumpen y se extienden en diversos puntos de todo el territorio estadounidense huelgas y manifestaciones obreras. La reivindicación común a todas estas movilizaciones es clara y concreta: la reducción de la jornada diaria laboral a 8 horas, en una época en la que podía extenderse hasta 12 o 16.

Pese al empuje y la combatividad del movimiento, no se puede decir que éste tuviera un contenido explícitamente revolucionario: no aspiraba a derrocar ningún gobierno, ni expropiar a las élites los medios de producción, ni transformar significativamente las bases de la sociedad del momento. El objetivo era implantar una medida que pese a no aplicarse, ya estaba reconocida legalmente. La brutal respuesta del Estado y la Patronal ante esta mínima demanda es de sobras conocida, y el sangriento desenlace del conflicto quedó grabado en el Primero de Mayo como día de recuerdo y homenaje a sus protagonistas: 5 condenados a morir en la horca, 2 a cadena perpetua y 1 a largos años de trabajos forzados. Ocho trabajadores anarquistas que pagaron caro la fiereza y la osadía de los miles de obreros y obreras que se atrevieron a defender sus vidas frente al lucro de quienes les estaban exprimiendo, consiguiendo finalmente el cumplimiento de sus exigencias.

100 años más tarde, es difícil identificar el Primero de Mayo con los hechos que motivaron su nacimiento. Vaciado de contenido histórico, reducido a una festividad a la que la mayoría de personas trabajadoras no saben con que santo relacionar, pervertido por la auto-celebración de las mismas burocracias sindicales que día a día venden a quienes dicen representar, el Primero de Mayo se ha desligado del sentido de lucha que le daba significado.

Por otro lado, las relaciones de desigualdad, explotación y alienación que caracterizan el sistema contra el que se rebelaron aquellos trabajadores norteamericanos se mantienen e incluso en algunos aspectos se agravan. Salvando las distancias, la respuesta del Estado a las luchas que pretenden enfrentarse a estas relaciones y la miseria que generan (a menudo también des de reivindicaciones muy básicas), tampoco es muy diferente: antidisturbios en las calles reprimiendo las protestas, endurecimientos del código penal para perseguir cualquier tipo de movilización, nuevas leyes anti-terroristas, huelguistas en prisión, macro-redadas contras las minorías revolucionarias más activas, a las que se trata como a Enemigo Interno... En el contexto de la “salida de la crisis” y la “recuperación”, se nos amenaza para que aceptemos disciplinadamente las nuevas condiciones de explotación, se espera que celebremos las cifras de crecimiento que lanzan los periódicos, aunque la miseria campe a sus anchas en los barrios y la mayoría de la población se debata entre un trabajo precario y la angustia del paro.

Pero la lección aprendida en la historia tras el Primero de Mayo es clara. Sin lucha no hay esperanza. Sin conflicto, sin plantar cara, no hay posibilidad de avanzar. Ni la Patronal ni el Gobierno, por democráticos que se digan, cederán ni un ápice de sus privilegios si no se lo arrancamos nosotros con nuestro esfuerzo, desobediencia y combate. La degradación generalizada de nuestras condiciones de trabajo y de vida no son solamente efecto de la crisis, son también la consecuencia de no haber peleado por nuestros intereses durante la época de bonanza, cuando el consumo desatado por el crédito y el alza de la burbuja financiera-inmobiliaria camuflaban la precarización progresiva del trabajo. En el terreno laboral, hoy nos vemos empujadas a una situación de vulnerabilidad en la que levantar la voz ante el enésimo abuso es casi un lujo, un riesgo difícil de asumir para quien tiene que llevar a casa el sustento que las suyas necesitan para sobrevivir.

Y pese a todo, la única opción realista de darle la vuelta a la situación es abandonar la pasividad y la espera. Solo encontrando la forma de apoyarnos mutuamente y atacar juntas podremos defendernos de unas agresiones que no van a detenerse por sí solas. Sólo ejerciendo presión en la calle, en los centros de trabajo, y de estudio, podemos levantar una fuerza colectiva que imponga nuestras necesidades humanas sobre la voracidad sin límites de su riqueza.

Una fuerza que nos permita no solo conquistar mejoras y defendernos frente a reformas laborales, despidos, abusos puntuales, etc., sino también y sobretodo abrir la posibilidad a la superación del problema desde su raíz: el capitalismo y su lógica de dominación, crecimiento ilimitado y vampirización de todos los aspectos de la vida para la mercantilización y el valor.

Frente a aquellos que quieren que nos conformemos con el cuento de la recuperación, o con la promesa caritativa de un repartimiento un poco más equitativo de la riqueza en forma de políticas estatales, seguiremos insistiendo en la necesidad de emprender un proceso de revolución social. Un proceso de lucha y transformación que pare esta locura y siente las bases de una sociedad en la que el centro esté ocupado por la vida, y no por el dinero; en la que el tiempo, el trabajo, y la energía se organicen para cubrir las necesidades de todas, y no los beneficios de unos pocos.



ANTE LAS AGRESIONES CONSTANTES DE LA PATRONAL Y EL ESTADO, LA LUCHA ES EL ÚNICO CAMINO.

PRIMERO DE MAYO, DIA DE MEMORIA Y DE LUCHA.

VIVA LA REVOLUCION SOCIAL, VIVA LA ANARQUÍA.

http://grupelissa.wordpress.com



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