sábado, 25 de abril de 2015

Naves de la Federación Galactica se ocultan detras de la Luna, asegura científico de la NASA

Naves de la Federación Galactica se ocultan detras de la Luna, asegura científico de la NASA


Un artículo de Rafapal

Hacía tiempo que no escuchábamos a un testigo creíble hablando sobre el tema extraterrestre. La razón es que en los últimos meses es la información oficial la que está ofreciendo, semana tras semana, datos concluyentes que aseguran la existencia de vida en el Cosmos: los foros de Internet “no conspiranoicos” ya no debaten si hay vida o no, sino si puede haber humanos o no.

Como digo, hacía años que no aparecía nada realmente interesante; hasta que me ha llegado este audio en inglés de un científico de la NASA con nombre supuesto “Eric Norton” que detalla cómo desde el año 2012 los recortes en la NASA hicieron que suspendieran las labores de seguridad en el espacio y que el Departamento de Seguridad Nacional se hiciera cargo de ello.

Gracias a que trabajaba en la Oficina encargada de la valoración de la amenaza de meteoritos, en enero del 2012 le llama el Departamento de Seguridad Nacional para que se desplace al segundo observatorio más importante de Estados Unidos, situado en Tejas y conocido como “MacDonald”, para que ofrezca su opinión sobre unos objetos que aparecen cerca de Marte.

Cuenta que a él esto le pareció muy raro porque nunca había trabajado para esa agencia y le extrañó que se hiciera cargo de un asunto del ámbito “espacial”: “¿qué podía ser tan urgente que le hiciera desplazarse hasta allí?”. Las imágenes que le mostraron hicieron que el hombre tuviera un shock tan grande que se tuvo que sentar.

Lo que vio (minuto 3:41 del primer vídeo) fueron “unas gigantescas naves tridimensionales alineadas en formación, avanzando en dirección al planeta Tierra”. “Supe esto último porque me mostraron imágenes tomadas en los tres meses previos que indicaban la dirección a la que se encaminaban esas naves”, que se habían movido millones de kilómetros más cerca de la Tierra en esos meses. Entonces fue cuando comprendí que el trabajo que tenía encomendado era determinar de qué material estaban hechas y cómo hacían para viajar tan deprisa.

Según nuestro conocimiento, estaban hechas de un material similar al carbono pero metálico, una estructura miles de veces más dura que cualquiera que tengamos aquí, como el diamante o los nanotubos de carbono. Los objetos emiten algún tipo de campo de fuerza que desvía las partículas del espacio, impidiendo que toquen su superficie, del mismo modo que el campo magnético de la Tierra evita que las erupciones solares la golpeen. Los objetos llegaron a estar tan cerca que con los telescopios podíamos ver la estructura de estas naves, con mucho detalle”.

“En enero del 2013, estos objetos habían superado la trayectoria de Marte en 200.000 millas. Llegado este punto, desaparecieron por completo, y de repente, como si hubieran activado un ‘interruptor’ para hacerse invisibles.

Es la mejor forma en que lo puedo describir. No los podíamos ver ni desde un radar ni con ningún otro medio a nuestro alcance. Estábamos perplejos. Entendí que el gobierno USA estaba inquieto por estas cosas porque yo era vigilado por varios agentes las 24 horas del día. (…) Durante todo el 2013 estuvimos vigilando el cielo para ver si recuperábamos la visión sobre los objetos, pero no aparecía nada: según nuestros cálculos, para entonces debían estar tan cerca que los deberíamos ver a simple vista, pero la realidad es que no sabíamos donde estaban ni si se habían marchado del sistema solar.

Me mandaron a casa con la obligación de estar disponible, y durante 6 meses no me llamaron. Sólo fue cuando me enteré sobre el cierre de los programas de la NASA de aviso de amenaza de meteoritos, que intenté enterarme de lo que sucedía.

Entonces fue cuando un compañero que trabajaba en un programa totalmente distinto al del observatorio McDonald, me confirmó la certeza de mis suposiciones. Cuando le contaba lo que sabía, su voz se puso temblorosa. Me contestó que los objetos habían reaparecido (alrededor de octubre del 2013) y estaban en la cara oculta de la Luna, en una formación circular, de manera que permanecen prácticamente invisibles para los telescopios.

El cierre de todos los programas espaciales era esencial para ocultar a la población lo que está sucediendo. (…) Estamos expectantes de que puedan salirse de la cara oculta de la Luna y revelarse abiertamente a la población“.

Los creadores del vídeo original en inglés (subtitulado al francés) relatan cómo les enviaron en un pendrive las fotografías que se muestran a continuación, tomados por los satélites USA en el lado oculto de la luna y cómo les presionaron para no hacerlas públicas: las podéis ver a partir del minuto 2:50 del segundo vídeo.

En ellas se ven, entre otras cosas, luces sobre la superficie de la luna.

De esta información deducimos que el 21 de diciembre del 2012 sí comenzó el Primer Contacto con civilizaciones Extraterrestres pero estas imágenes se han ocultado a la población, aunque las últimas fotografías del planeta Ceres (10 luces) indican que es sólo cuestión de poco tiempo que esto se divulgue ampliamente.

También deduzco que las naves de la Federación Galáctica apostadas detrás de la luna están monitoreando todo intento de poner en marcha la III Guerra Mundial, e impidiéndolo.

Tenemos un segundo cerebro que controla una gran cantidad de sentimientos y emociones

Nuestro cerebro, que se encuentra en la parte superior de la cabeza, no es el único responsable de todo lo que pensamos. Y es que al parecer existe un “segundo cerebro” que es también altamente responsable de una miríada de emociones y sentimientos.
El segundo cerebro podría no ser, en el sentido más estricto, otro “cerebro”. Es más bien un “cerebro” que “radica” en nuestro estómago y nos ayuda a regular un número increíble de sentimientos y emociones, dice Vanessa Hill, a través de un video de YouTube  que se llama BrainCraft.
“Me voy con mi instinto en esto”, “Estoy teniendo una reacción visceral” o “Tuve una experiencia desgarradora”, son frases que se han convertido en una parte muy importante de nuestro lenguaje cotidiano. Es conocido que el sistema nervioso entérico -los billones de bacterias en el intestino- tiene muchísima más relación con el cerebro de lo que antes nos dimos cuenta.

Tenemos un montón de neuronas -las células nerviosas que forman la base de nuestros sistemas nerviosos central y periférico- en nuestra columna vertebral. Lo que es desconcertante es el hecho de que tenemos el mismo tipo de neuronas recubriendo el largo tracto de nuestro intestino. En términos simples, la compleja composición de nuestro intestino es inteligente y lo suficiente para “sugerirnos”  los alimentos que preferimos.
En esencia, el intestino es capaz de crear antojos intensos, explica Vanessa. Ahora tenemos la respuesta a por qué de repente tenemos un fuerte impulso de comer -por ejemplo- una hamburguesa con queso. Esto  de hecho demuestra que el intestino toma sus propias decisiones sin referirse antes al cerebro. Por otra parte, no son sólo las neuronas de nuestro estómago las que más o menos nos dicen qué hacer. Existe además  un  microcosmos interior que también ejerce su influencia.
Dependiendo de la edad que tenemos, donde vivimos y lo que comemos este micro-bioma, esta enorme colonia de bacterias que residen en nuestro organismo, puede comunicarse con el sistema nervioso central para controlarlo todo, desde la ansiedad que nos provoca una tarea en particular, hasta qué probabilidades tenemos de enfrentar positivamente cualquier actividad.
Y es que parece que nuestro sistema nervioso central está íntimamente conectado con el estómago y las víceras y, por lo tanto, estos órganos pueden “dirigir” nuestras opciones de alimentos y hábitos de consumo. Resulta que nuestros patrones involuntarios o preferencias hacia ciertos alimentos son influenciados por el intestino, y los científicos siempre han sospechado que estas regiones influyen también en otros aspectos de nuestras vidas.
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Artículo de Rafapal: http://www.rafapal.com/?p=39743

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