miércoles, 1 de febrero de 2017



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DEUDA EXTERNA Y DÓLAR BARATO



Por Héctor GIULIANO



El Banco Central no defiende el valor del Peso sino el valor del Dólar; y lo hace para sostener la política de endeudamiento externo del gobierno Macri.

Existe una correlación fáctica entre pago de servicios de la deuda externa y retraso cambiario en la Argentina.

Tanto la anterior administración Kirchner como la actual Macri – en línea con los antecedentes clásicos del Proceso bajo la gestión Martínez de Hoz y de la convertibilidad menemista de la década del ´90 – practicaron y practican la política de atraso del tipo de cambio como garantía de pago de servicios de la deuda vigente y de los servicios adicionales a pagar por la nueva ola de endeudamiento externo en curso.

Este procedimiento deriva del hecho fundamental que el Estado recauda sus tributos básicamente en pesos pero tiene que convertir esos pesos a dólares u otras monedas extranjeras para cubrir los servicios financieros de la deuda externa del país, por lo que le conviene y necesita mantener dicho retraso cambiario para poder comprar más dólares con la misma cantidad de pesos recaudados.

Caso contrario – si el gobierno produjese una devaluación significativa de la moneda nacional – no sólo tendría que afrontar una mayor carga de intereses, medidos en pesos, sino que además vería frustrada la posibilidad de seguir ofreciendo colocaciones de deuda en divisas.

La Argentina – como lo hemos señalado infinidad de veces – no paga un centavo de capital por amortización de su deuda pública sino que renueva o refinancia la totalidad de sus vencimientos de principal o capital y además toma deuda adicional, esto es, paga deuda con deuda y agrega más obligaciones en forma permanente.

Tal procedimiento se inscribe institucionalmente en un sistema de deuda perpetua ya que las obligaciones que le caen al Estado tienen que ser inexorablemente refinanciadas por falta de capacidad de repago.

Lo que sí se paga – y en ello reside el gran negocio de los bancos y/o inversores financieros prestamistas – son los intereses de la deuda, que están creciendo a un ritmo superior al del stock de capital de la deuda.

Este año – como ya lo hemos explicado en varios trabajos anteriores – según el Presupuesto 2017 (Ley 27.341) los vencimientos de capital suman 58.200 MD[1] y se prevé la colocación de nueva deuda por 96.400 MD, es decir, que se autoriza el aumento de la deuda del Estado Central en 38.200 MD durante el ejercicio.

El total de este endeudamiento del año por 1.727.200 M$ (≡ 96.400 MD), equivale así en la práctica al 73 % del Gasto Público, que es de 2.363.600 M$ (≡ 131.900 MD).

Y tal proceso es institucional y perpetuo para la Argentina porque la deuda constituye hoy la principal fuente de financiamiento del Estado utilizada para cubrir el Déficit Fiscal que a su vez deriva de un Gasto Público que está determinado en gran medida por los servicios de dicha deuda.

El principal destino de esta política de endeudamiento público es la refinanciación de deuda – vía novaciones sistemáticas de las obligaciones con el mismo acreedor y/o con terceros – y la asunción de nueva deuda para sostener las reservas internacionales del Banco Central (BCRA) y, consecuentemente, el tipo de cambio al que se valúan dichas reservas.

La paridad cambiaria contra otras monedas – esencialmente, el dólar – es la variable clave de este mecanismo de endeudamiento fiscal porque en la medida que la devaluación del peso sea mayor que la inflación interna la garantía de pago de los servicios de intereses – que es, repetimos, lo único que se paga en efectivo – será superior en materia de deuda externa.

El cumplimiento de esta regla deviene indispensable a la administración Macri para sostener su política de gobernar con deuda; y así se dio durante el año 2016, en que la devaluación del peso fue de un 22 % (21.9 = 15.89 al 31.12.16 / 13.04 $/US$ al 31.12.15) mientras que la inflación del ejercicio fue casi el doble: 40.8 %.[2]

Es importante observar que para sostener esta política de retraso cambiario – como garantía de pago de los servicios de la deuda externa – el BCRA, bajo la dirección de Federico Sturzenegger, mantiene una política de altas tasas de interés que hasta la fecha ha tenido como consecuencia desatar un proceso de estanflación en la Argentina (estancamiento con inflación):
Con el argumento de la lucha anti-inflacionaria el BCRA sostiene tasas elevadas de interés soslayando que la tasa de interés también es un factor de inflación, que se traslada al sistema de precios a través del costo financiero de las empresas.
Esta política, empero – como se ve a través de los indicadores del primer año de gestión del gobierno Macri – no ha dado resultados prácticos en materia de inflación. [3]
Sí ha provocado, en cambio, caída de los salarios/jubilaciones reales – castigados económica y financieramente por la inflación – recesión y desempleo, así como aumento adicional de la Pobreza/Indigencia existente en el país.
Por el contrario, la combinación de altas tasas de interés domésticas con atraso cambiario ha favorecido y estimulado el negocio financiero de capitales especulativos o golondrina, agravado con la eliminación de los plazos de salida de dichos capitales.
La altísima rentabilidad comparativa por arbitraje entre estas elevadas tasas de interés locales y la estabilidad del dólar con atraso cambiario (una suerte de retraso vía neo-convertibilidad por banda cambiaria) se convirtió así paralelamente en un des-estímulo a las inversiones.

Paradójicamente, el presidente Macri pide inversiones productivas al empresariado, y particularmente Inversiones Extranjeras Directas (IED), mientras su política financiera crea las condiciones inversas para ese tipo de inversiones.

Y tal proceso es, a su vez, una resultante de su política de gobernar con deuda, que requiere poder pagar escrupulosamente los servicios de intereses de la deuda en moneda extranjera ofreciendo como garantía de pago el mantenimiento de un atraso cambiario.

Se da así el hecho notable que, en la práctica, el BCRA no defiende el valor del peso – carcomido por la inflación interna – sino el valor del dólar (como garantía de posibilidad de pago de los intereses); y ello, como requisito fáctico para poder sostener su política de mayor endeudamiento externo.[4]

[1] Las siglas MD/M$ indican Millones de Dólares/Pesos respectivamente y las cifras se expresan siempre con redondeo, de modo que pueden existir mínimas diferencias entre totales y sumatoria de términos. Los importes se consignan además, en la mayoría de los casos, por totales con equivalencia monetaria (pesos/dólares).

[2] Todas las cifras del presente trabajo están tomadas de datos oficiales provenientes del BCRA y del Ministerio de la Deuda Pública (denominado oficialmente Ministerio de Finanzas) y/o de los informes internos – también basados en los números oficiales – de la Fundación Buenos Aires XXI (que dirige el Dr. Juan Carlos Vacarezza): Informe Monetario/Análisis del Estado Patrimonial del BCRA (a cargo del Dr. Carlos Ragonesi) e Informe de Inflación (a cargo del Dr. Jorge Putica).

[3] Estrictamente hablando y a la luz de los hechos la política anti-inflacionaria del BCRA ha fracasado hasta la fecha, pudiéndose argumentar en su descargo sólo expectativas de baja y una muy reciente desaceleración del aumento de los precios, desaceleración que deviene relativa porque parte de la base de porcentajes elevados producidos bajo la propia administración Macri.

[4] Las reservas internacionales del BCRA se encuentran actualmente en niveles artificialmente elevados: eran de 25.600 MD a fin de 2015 y aumentaron unos 13.200 MD durante el año, llegando a 38.800 MD al 31.12.2016; y alcanzando hoy el nivel de 46.600 MD (al 27.1.2016)

Pero decimos que se trata de reservas artificialmente altas porque no son reservas propias sino sostenidas por deuda cuasi-fiscal del BCRA: 15.500 MD de encajes bancarios en moneda extranjera y 11.900 MD de Otros Pasivos (subtotal 27.400 MD), a lo que debe agregarse el extraordinario stock de Lebac por 700.000 M$ (698.400 ≡ 44.100 MD), que el Banco mantiene pagando elevadas tasas de interés para evitar que esos fondos vayan al dólar y terminen mermando las reservas y aumentando así el tipo de cambio.

Más aún, gran parte de las divisas que constituyen las reservas del BCRA provienen no solamente de deudas propias sino también de deudas por préstamos externos no utilizados recibidos por el Tesoro Nacional (e incluso por las provincias y empresas del Estado, como YPF), que fueron otorgados por bancos comerciales y organismos financieros internacionales, así como de las fuertes colocaciones de bonos en moneda extranjera que se han venido produciendo.

Fuente:http://argentinavorticegeopoliticomundial.blogspot.com.ar/2017/01/defender-el-dolar.html?utm_source=dlvr.it&utm_medium=facebook

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