jueves, 27 de septiembre de 2018

Jugando con fuego


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Jugando con fuego

 

 


A raíz de que el presidente electo hiciera una confusa declaración sobre la estabilidad económica y el papel de Banco de México, parecería que algunos que son más papistas que el Papa interpretaron que la manera de quedar bien con él, era lanzarse en contra del instituto emisor.
Aparecieron los exégetas de Andrés Manuel López Obrador, quienes supusieron que sabían mejor lo que el mismo presidente electo que quiso decir y los expertos en semántica de microondas crearon confusas explicaciones sobre el significado de bancarrota. Inventaron un exótico sinónimo con crisis o pobres resultados en materia económica.
Después se presentaron los autores del realismo mágico periodístico. Ésos quienes inventaron que después de la reunión con el presidente electo Alejandro Díaz de León quería renunciar al Banco de México, pero un grupo de empresarios lo convenció de no hacerlo.
Cuando leo los empresarios, imagino que estoy ojeando una nota de la prensa del corazón donde el desconocido acompañante de la actriz es un empresario quien, evidentemente, no tienen ningún trabajo conocido que no sea el de cargar la bolsa de su acompañante.
En abono de su versión tan inverosímil como carente de fundamentos llegaron a decir que había sido un encuentro ríspido entre el próximo Presidente y el gobernador de Banco de México. Evidentemente la versión carecía de cualquier cosa parecida a una fuente, pero sí tenía afirmaciones ridículas, como que López Obrador le leyó la cartilla…
¿Qué empresarios? ¿Cuál es la fuente de información? Un mínimo trabajo periodístico desmonta esta versión. ¿Realmente alguien cree que empresarios (los que sean) manejan las decisiones del gobernador de Banco de México o que este hombre toma decisiones impulsivas? Un mínimo de verosimilitud.
Las versiones que sí tienen fuente directa señalan de una larga reunión en la que se intercambiaron puntos de vista sobre vasos comunicantes que les permitirían construir políticas públicas. Quienes sí estuvieron ahí hablan de un encuentro cordial y respetuoso en el que se dio un buen intercambio de puntos de vista.
LOS QUEDA BIEN
A raíz de eso apareció una parvada de oportunistas económicos, quienes creen que la manera de ganar posiciones o, por lo menos, cinco minutos de fama es lanzando declaraciones totalmente desinformadas sobre el papel de Banco de México.
Los más ruprestres, en materia económica, entre los que desgraciadamente se encuentran legisladores, están viendo cómo se gastan las reservas de Banco de México. Creen que el dinero es malo y por lo tanto deben deshacerse de él.
Se han leído y escuchado algunas barbaridades como para qué sirve tener reservas en un país pobre, con las reservas se podría pagar la deuda externa… Afirmaciones que demuestran el grave desconocimiento sobre qué son las reservas de Banco de México (algunos creen que es un guardadito o lo que sobra) y cuál es su función para preservar la estabilidad del tipo de cambio.
Realmente no vale la pena “tratar de educar” a quienes dan opiniones que sólo muestran un profundísimo desconocimiento de cuestiones económicas sobre las que opinan. Una mínima responsabilidad implicaría que se enteraran de cosas como que las reservas de Banco de México no sólo son dólares sino CETES o que recordaran los efectos muy negativos de no tener reservas internacionales, tal y como se vivió con el error de diciembre que causó la última crisis económica que ha vivido este país en 1995.
Otros más se pusieron creativos y propusieron que cambiara el mandato de Banco de México para ser dual, es decir, no sólo preservar la estabilidad de precios (lo que resulta ser fundamental para el bienestar de las personas), sino además trabajar en el crecimiento de la economía.
PELIGRO
La labor fundamental de un banco central es preservar la estabilidad económica, para lo cual suele ser más importante su independencia y autoridad moral que el uso de las herramientas que tiene a su alcance como la política monetaria. Si un banco central es, o parece, supeditado, al gobierno en turno pierde toda su efectividad.
Cualquier medida que vaya en contra de la autonomía de Banco de México o que, en los hechos, restrinja su capacidad para tomar medidas que eviten el crecimiento descontrolado de la inflación no va en contra de su junta de gobierno o de sus funcionarios, sino del bienestar de las personas.
La inflación debe ser vista como un impuesto que se cobra a los más pobres por el hecho de serlo. Si Banco de México pierde capacidad de evitar un crecimiento en los precios, las víctimas no son los políticos, ni los ricos quienes incluso se benefician de mayores inflaciones, sino las clases trabajadoras de menores ingresos. Poner en duda la función de Banxico es un juego muy peligroso de insospechadas consecuencias.

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