lunes, 10 de diciembre de 2012

Primeras señales de Peña: I. Poner en su lugar a Gordillo

Primeras señales de Peña: I. Poner en su lugar a Gordillo

Leo Zuckermann
Comienzo con la que más me gustó por inesperada y, de concretarse, la enorme importancia que tendría para el país. Me refiero a la señal presidencial de recuperar la autoridad del Estado en materia educativa, lo cual implica poner en su lugar al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) y su líder vitalicia, Elba Esther Gordillo.
La señal comenzó con la designación de Emilio Chuayffet como secretario de Educación. Se trata de un político experimentado que ya fue secretario de Gobernación. Peña puso a un secretario que no se amilanará a la primera, que conoce a la maestra y que con toda seguridad le va a dar mucha batalla. Muy diferente al perfil de los secretarios con los que tuvo que lidiar Gordillo durante los gobiernos panistas. A Reyes Tamez simplemente lo cooptó y terminó siendo su empleado (entre 2009 y 2012 fue diputado de Nueva Alianza, el partido que regentea la maestra); Josefina Vázquez Mota trató de enfrentarse a ella pero la maestra convenció al ex presidente Calderón de que la removieran; Alonso Lujambio entendió lo que había ocurrido con su antecesora y decidió mantener una relación tersa con ella; José Ángel Córdova sólo llegó a cerrar la oficina.
Chuayffet algo sabe de educación. Hace años fue secretario de esta materia en el Estado de México. Pero el nuevo titular de la SEP es más conocido como operador político. Y, como viene del antiguo régimen priista, conoce los usos y costumbres de personajes como Elba Esther, que también vienen de esas épocas.
Peña, además, nombró a Chuayffet sabiendo que no es santo de la devoción de la maestra. Por el contrario. A finales de 2003, el entonces dirigente del PRI, Roberto Madrazo, pidió a los diputados de ese partido desconocer a Gordillo como su coordinadora. Es sabido que en una reunión la maestra y Chuayffet se enfrentaron a gritos. Elba Esther fue removida de la coordinación y eventualmente expulsada del PRI. En su lugar quedó nada menos que el hoy secretario de Educación. Es también conocido que ambos personajes se reunieron al término de 2003 y la maestra lo menos que le dijo a Chuayffet fue “Licenciado, ¿qué epitafio quiere que ponga en su tumba?”. Pues con ese personaje será con el que tendrá que negociar a partir de hoy. Insisto: Peña conocía esta historia y supongo que por eso nombró a su paisano mexiquense, hombre de todas sus confianzas, como secretario de Educación.
¿Cuál será la tarea de Chuayffet? Poner en su lugar a la maestra y al SNTE, es decir, que se dediquen a defender los intereses laborales de los docentes y no a administrar la educación como han hecho hasta ahora. Creo que por ahí va la señal de Peña.
Otro hecho lo confirma. De acuerdo con un par de columnas de chismes políticos en dos diarios de la capital, en la ceremonia de toma de posesión de Peña en Palacio Nacional, a Gordillo le asignaron un lugar alejado. La maestra, al parecer, se la pasó quejándose por tal afrenta. Ya no estaba en las filas de hasta adelante como estos últimos años. Y eso para los políticos es una señal poderosa, porque si algo cuidan los priistas mexiquenses que llegaron al poder es quién se sienta en dónde en los eventos públicos. Pues resulta que a Gordillo la mandaron para atrás. Peor aún, la sentaron más atrás que a Josefina Vázquez Mota, personaje que odia Gordillo, y que fue la única que Peña mencionó por su nombre en su primer discurso como Presidente. Esos son hechos concretos que envían señales. El nuevo Presidente quiere que se sepa que el poder de Elba Esther va a la baja.
Pero además están las promesas del nuevo mandatario. Enviará una reforma para establecer “las bases para el Servicio Profesional de Carrera Docente. Habrá reglas claras y precisas, para que todo aquel que aspira a ingresar, permanecer y ascender como maestro, director o supervisor, lo haga con base en su trabajo y sus méritos, garantizándoles plena estabilidad laboral. De aprobarse la reforma por el Constituyente Permanente, dejará de haber plazas vitalicias y hereditarias en el Sistema Educativo Nacional. Esta reforma también incluye la creación del Sistema Nacional de Evaluación Educativa, que identificará, de manera objetiva e imparcial, las necesidades de mejora de maestros, directores, supervisores, escuelas y autoridades. Adicionalmente a la reforma, he instruido al secretario de Educación Pública solicitar al INEGI la realización de un censo de escuelas, maestros y alumnos. Esta información, que hoy no se tiene, será la base de datos necesaria para lograr una operación más eficiente y transparente del sistema educativo de nuestro país”. Se trata, en todas, de iniciativas a las que se han opuesto sistemáticamente Gordillo y el SNTE.
En los hechos y en los dichos, el nuevo Presidente está enviando una primera señal muy alentadora: que el Estado quiere recuperar la autoridad sobre la educación de este país. Ojalá vaya con todo y no se amilane a la hora de la verdad cuando Gordillo comience a mover sus fichas para oponerse.

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