Compañías militares privadas al servicio de la clase capitalista transnacional
Foto: neonazis ucranianos exhibiendo una bandera de la OTAN (fondo izquierda). Según algunas fuentes, unos 500 mercenarios de "Academi" (anteriormente "Blackwater")
dieron asistencia militar al gobierno de Kiev, surgido del golpe de
estado en el que los grupos neonazis ucranianos desempeñaron un papel
decisivo (ver www.neopresse.com). La participación de las CMP (empresas de seguridad privada y compañías militares privadas) en conflictos como los de Ucrania, Irak y Siria, hoy en día constituye un hecho probado. Peter Phillips nos habla en el artículo que sigue de estas CMP y su relación con la clase capitalista transnacional (CCT). |
Referencia documental del artículo
Fuente original en inglés: Peter Phillips, "Private Military Companies in Service to the Transnational Capitalist Class", publicado en projectcensored.org el 20 de octubre de 2015.
Traducción al castellano para el blog del viejo topo: Vigne (25-10-2015), a partir de la versión en portugués publicada en resistir.info (20-10-2015), cotejándola parcialmente con el original en inglés.
Uso de esta traducción:
licencia CC BY-SA. Reproducir ficha documental del principio,
conservando los enlaces (hipervínculos) que figuran (tanto a este blog
como a la fuente en inglés y versión en portugués).
Cambios:
la negrita es nuestra. Imágenes: la viñeta es del texto en portugués
de resistir.info; imagen de cabecera y texto pie de foto es añadido
nuestro.
* * *
Compañías militares privadas al servicio de la clase capitalista transnacional
Peter Phillips
[Nota editor del blog. Dos siglas para seguir el texto. CCT: clase capitalista transnacional. CMP: empresas de seguridad privada y compañías militares privadas]
La
globalización del comercio y de la banca central impulsó las
corporaciones privadas a posiciones de poder y control hasta niveles
nunca antes vistos en la historia humana. Bajo el capitalismo avanzado, los requisitos estructurales de un retorno sobre la inversión exige de una expansión infinita del capital centralizada en manos de cada vez menos personas. El centro financiero del capitalismo global está tan altamente concentrada que menos de un millar de personas domina y controla una riqueza de 100 billones de USD [dólares americanos].
Los pocos miles de personas que controlan el capital global representan menos del 0,0001 por ciento de población mundial. Son la clase capitalista transnacional (CCT),
que, como élite capitalista en el mundo, domina los estados-nación a
través de los acuerdos comerciales internacionales y de las
organizaciones transnacionales de los Estados, como el Banco Mundial, el
Banco de Pagos Internacionales (BIS, sus siglas en inglés) y el Fondo
Monetario Internacional.
La CCT expresa sus exigencias políticas a través de redes globales, como el G-7 y el G-20, y varias organizaciones políticas no gubernamentales, como el Foro Económico Mundial, la Comisión Trilateral y el Grupo Bilderberg.
El CCT representa los intereses de varios cientos de miles de
millonarios y multimillonarios que constituyen las personas más ricas,
el 1 por ciento del nivel superior de la jerarquía de la riqueza del mundo.
La
CCT es muy consciente tanto de su estatus de élite como de su creciente
vulnerabilidad a los movimientos democráticos y los disturbios desde
abajo. El
imperio militar dominado por EE.UU. y la Organización del Tratado del
Atlántico Norte (OTAN) sirve para proteger las inversiones del CCT en
todo el mundo. Las guerras, los cambios de régimen y ocupaciones realizadas al servicio del Imperio permiten el acceso de los inversores a los recursos naturales y sus ventajas especulativas en el mercado.
Cuando el Imperio se muestra lento para llevar a cabo sus planes o se enfrenta a la resistencia política, las empresas de seguridad privada y las compañías militares privadas (CMP)
satisfacen cada vez más los requisitos de la CCT para la protección de
sus activos. Estos servicios de protección incluyen seguridad personal
para ejecutivos de la CCT y sus familias, la protección de las zonas
residenciales y de trabajo, asesoramiento militar táctico y la formación
de la policía nacional y las fuerzas armadas, la recopilación de
informes de inteligencia sobre los movimientos democráticos y los grupos
de la oposición, la adquisición de armas y gestión de los sistemas de
armas y fuerzas de ataque para las acciones militares y asesinatos.
La
crisis de la expansión de masas desesperadas/refugiados, fuerza de
trabajo alienada y el agotamiento del medio ambiente significa una
oportunidad ilimitada para que las CMP vendan sus servicios de
protección a la élite mundial.
Logo de G4S |
Se
estima que más de 200.000 millones de $ (USD) al año son gastados en
seguridad privada, la cual emplea a 15 millones de personas en todo el
mundo. G4S es la CMP más grande del mundo, con 625.000 empleados
en los cinco continentes, en más de 120 países. Nueve de las mayores
empresas del mundo en gestión financiera tienen inversiones en G4S.
Algunos de sus principales contratistas son los gobiernos del Reino
Unido, EE.UU., Israel y Australia. En el sector privado G4S ha trabajado
con empresas como Chrysler, Apple y Bank of America. En Nigeria,
Chevron contrata a G4S para operaciones de contrainsurgencia, incluyendo
mercenarios de reacción rápida. G4S realiza operaciones similares en el
Sudán meridional y proporciona equipos de vigilancia a los puestos de
control israelíes y también en las cárceles en Israel, además de
participar en la seguridad de los asentamientos judíos en Palestina.
Otro contratista militar privado, Constellis Holdings
- anteriormente Blackwater y Triple Canopy - es uno de principales
proveedores de seguridad, apoyo militar y servicios de asesoramiento al
gobierno de Estados Unidos, gobiernos extranjeros, corporaciones
multinacionales y organizaciones internacionales. El Constellis es
administrado por un consejo de administración que incluye al
multimillonario Red McCombs, John Ashcroft, el ex fiscal general de
EE.UU., al almirante retirado Bobby Inman y Jack Quinn, un consejero
importante del Partido Demócrata que desempeñó tareas como jefe de
gabinete del vicepresidente Al Gore y como asesor del presidente
Clinton.
Cientos
de contratistas militares privados ahora juegan un papel importante en
la seguridad de la CCT, en la evolución neo-fascista del mundo
corporativo en el siglo XXI. El capital tiene la libertad de viajar de
inmediato a nivel internacional a cualquier lugar donde los beneficios
sean posibles, mientras que los estados-nación se convierten en poco más
que zonas de contención de la población con controles cada vez más
represivos sobre la fuerza de trabajo. Por estas razones, las CMP deben
entenderse como un componente del imperialismo neoliberal que ahora
complementa el poder policial de los estados-nación, pero que finalmente
podría terminar sustituyéndolo.
La tendencia a la privatización de la guerra
es una grave amenaza para los derechos humanos, los derechos jurídicos y
la transparencia y la responsabilidad democrática. El imperio militar
EE.UU./OTAN establece las normas morales para la negación de los
derechos humanos a través del uso de aviones no tripulados que matan a
civiles sin respeto al derecho internacional, en varias regiones de la
resistencia al Imperio. Etiquetar
civiles muertos como insurgentes y terroristas, el completo desprecio
por los procesos legales y los derechos humanos, desmiente cualquier
punto de vista de la legitimidad moral del gobierno. Esta falta de
legitimidad moral a su vez fija las normas para las empresas militares
privadas que operan con la misma malicia en la sombra del imperio.
La
globalización de las operaciones de las CMP codo a codo con la
inversión de capital transnacional, los acuerdos comerciales
internacionales y la creciente concentración de la riqueza en la CCT,
significa que las prácticas represivas de seguridad privada y de la
guerra, inevitablemente, acamparán a sus anchas en los EE.UU., la Unión
Europea y en países del primer mundo.
El
99 por ciento de nosotros estamos sin la riqueza y el poder de la
policía privada frente a la amenaza de la represión abierta y la pérdida
total de los derechos humanos y las protecciones legales. Vemos signos
todos los días, con asesinatos cometidos por la policía (en la actualidad cerca de 100 al mes en los EE.UU.),
escuchas electrónicas sin orden judicial, la encarcelación en masa, los
puestos de control de tráfico aleatorios, listas de seguridad en los
aeropuertos que prohíben, / exclusión de vuelo, enumera la marcha,
elaboración de bases de datos de Seguridad Nacional con sospechosos de
resistencia.
Cada vez que nos negamos a ver los crímenes del Imperio, perdemos una parte de nuestra propia integridad.
Ignorar la represión se convierte en una constante de nuestra vida
diaria que lleva a un malestar moral y a un creciente sentimiento de
impotencia. Debemos levantarnos y exigir transparencia democrática y
supervisión internacional de los derechos humanos. A menos que
desafiemos colectivamente al Imperio, acabaremos encontrándonos en un
mundo que está evolucionando hacia una nueva era del totalitarismo
neo-feudal como jamás antes habíamos conocido.
Peter Phillips
Peter Phillips es profesor de Sociología en la Sonoma State University (California) y presidente de Media Freedom Foundation/Project Censored]. Imparte docencia en materias como Media Censorship, Investigative Sociology, Sociology of Power, Political Sociology y Sociology of Media.
Si quieres acceder a la versión completa del artículo (pdf en inglés, 24 páginas), pulsa sobre este enlace:
Peter Phillips, Ray McClintock, Melissa Carneiro and Jacob Crabtree: "Twenty-First-Century Fascism. Private Military Companies in Service to the Transnational Capitalist Class".
Si quieres acceder a la versión completa del artículo (pdf en inglés, 24 páginas), pulsa sobre este enlace:
Peter Phillips, Ray McClintock, Melissa Carneiro and Jacob Crabtree: "Twenty-First-Century Fascism. Private Military Companies in Service to the Transnational Capitalist Class".
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