lunes, 6 de junio de 2016

Una nación judía sin papeles

Israel impulsa la expansión de los asentamientos en territorio palestino, a pesar de que la comunidad internacional los considera ilegales






Tekoa
“Si tengo que dejar esta casa me iré sin crear problemas, siempre que me paguen lo que me costó”. El colono Yehuda (nombre ficticio, exige el anonimato antes de avenirse a hablar con franqueza) compró hace ocho años su vivienda unifamiliar de 130 metros cuadros y otros 500 metros cuadrados de jardín por el equivalente a medio millón de euros en un confín del asentamiento de Tekoa. Al norte divisa las edificaciones de Jerusalén, entre un paisaje bíblico de viñas y olivos en Belén, y al este el desierto de Judea, que se hunde hacia el valle del Jordán desde la vecina colonia de Hakdim, donde reside el recién nombrado ministro de Defensa, el ultraderechista Avigdor Lieberman.


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Marcha de protesta palestina ante el asentamiento de Modiin Illit, en Cisjordania, el 27 de febrero de 2015. AFP

Desde que ocupó Cisjordania y Jerusalén Este tras la guerra de 1967, Israel no ha dejado de colonizar, sobre todo después de que renunciara hace un decenio a permanecer en la franja de Gaza. Las colonias han venido creciendo a un ritmo anual del 5% para sumar hoy más de 600.000 colonos.
Como recordaba el diputado y dirigente palestino Mustafá Barguti ante un grupo de periodistas y diplomáticos extranjeros, entre 1967 y 1978 se instalaron 22.000 colonos judíos en los territorios palestinos. Y en 1993, en vísperas de los Acuerdos de Oslo de los que surgió la Autoridad Palestina, eran ya 160.000 los habitantes de los asentamientos. “Los israelíes controlan directamente las dos terceras partes de Cisjordania y todo Jerusalén Este, en donde hoy están censados cerca de 200.000 colonos judíos”, puntualizó el líder de Iniciativa Nacional Palestina.



“Reivindico mi derecho a vivir en la tierra histórica de Israel, pero no voy a empuñar las armas por ello”, argumenta Yehuda, un empleado público en la cuarentena, que comparte un chalé residencial con su mujer y su hija de seis años en Tekoa, un asentamiento surgido en 1973 a la vera de la población palestina del mismo nombre y que cuenta con unas 900 viviendas. En los territorios palestinos ocupados por el Ejército israelí desde hace 49 años existen 121 asentamientos oficialmente reconocidos y un centenar de outspot o colonias ilegales para el propio Gobierno.
Tekoa es todo un ejemplo. Un recorrido por sus calles muestra que, a pesar de la congelación del crecimiento de las colonias judías aparentemente decretado por el Ejecutivo de Benjamín Netanyahu, hay nuevas parcelas en construcción. “Es lo que llamamos el crecimiento vegetativo natural del asentamiento”, justifica Yehuda de camino a la urbanización anexa de Nueva Tekom, que poco tiene que ver con la imagen de casas colgadas en lo alto de las colinas con los que se suele identificar la ocupación israelí. “Aún no tienen todos los permisos”, puntualiza. Donde difícilmente habrá regularización urbanística será en el vecino outpost de Sokotdane, un campamento de caravanas y contenedores para colonos radicales, vigilado de forma permanente por un destacamento militar ante su cercanía a la Tekoa palestina. “No me siento especialmente amenazado, aunque tampoco podría vivir rodeado de vallas”, concluye la gira Yehuda.
Para los responsables palestinos no hay disquisiciones legales. El presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas,  intentó llevar hace un mes ante el Consejo de Seguridad de la ONU una resolución de condena contra los asentamientos judíos, pero la retiró en el último momento para no interferir en la iniciativa de paz francesa, que este viernes dio sus primeros pasos en París.




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Obreros trabajan en la construcción de un edificio en el asentamiento judío cisjordano de Maale Adumim en mayo de 2014. REUTERS

Israel intenta mantener una apariencia interna de legalidad en la ocupación. El llamado Cogat (Coordinación de Actividades del Gobierno en los Territorios) es una especie de Administración civil dirigida por las autoridades militares. El general israelí del cuerpo jurídico Danny Efrony, aseguró en una conferencia en Jerusalén que las decisiones de Cogat estaban sometidas en última instancia a la revisión del Tribunal Supremo de Israel. “Pero no podemos tener soluciones para todo”, reconocía al ser preguntado por la unánime consideración de ilegalidad de los asentamientos en el resto del mundo.
La ocupación se ejerce tanto sobre el territorio como sobre los recursos naturales, sobre todo sobre el agua, el bien más preciado en el árido Oriente Próximo. Natasha Karmi, asesora de la Autoridad Palestina para los recursos hídricos, sostiene que los 400.000 israelíes de los asentamientos de Cisjordania consumen seis veces más caudal de agua que 2,75 millones de palestinos. “Esta desproporción es insostenible. Los 9.000 colonos judíos que ocupan tierras cultivables en el valle del Jordán”, advierte, “absorben una tercera parte del agua que consume toda la población palestina en Cisjordania”.

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