¿Una zona de exclusión aérea rusa sobre Siria?
Mientras los principales medios occidentales evocaron todavía el jueves posibles ataques de envergadura de EEUU y la OTAN contra las posiciones del Ejército sirio para contrarrestar el avance de este último en Alepo, el portavoz de la Casa Blanca, Josh Earnst, pareció desmentir la existencia de una intención estadounidense de atacar a Siria.
“Es improbable que las acciones militares contra el régimen de Assad con el fin de remediar la situación en Alepo puedan lograr los objetivos buscados por algunas partes hoy, concretamente la reducción de la violencia”, dijo Earnest durante una rueda de prensa. Él añadió que “pero no puedo excluir ninguna posibilidad” para intentar suavizar el efecto de esta marcha atrás.
Ayer, el Ministerio ruso de Defensa anunció que, después del ataque de la coalición norteamericana en Deir Ezzor, que causó 83 muertos entre los militares sirios, “todas las medidas necesarias han sido tomadas para evitar tales “errores” “contra las tropas rusas y sitios militares de Siria”.
El jueves, Igor Morozov, miembro de la Comisión de Relaciones Exteriores del Parlamento ruso, se refirió a las baterías de misiles S-300 y S-400 desplegadas en Tartús y Latakia respectivamente, señalando que ellas están preparadas para “hacer frente a cualquier ataque aéreo o con misiles”.
“Puede que los norteamericanos ataquen a los consejeros militares rusos y de ahí la necesidad rusa de responder a cualquier ataque. Una de estas respuestas sería crear una zona de exclusión aérea por encima de Siria”.
Interrogado por Izvestia, el diputado dijo que Moscú ha entregado sistemas S-200 y Buk-M1 a Siria, lo que impedirá a EEUU repetir la experiencia iraquí en ese país. Esto unido a los S-300 y S-400, que serían empleados para derribar cualquier avión o misil hostil sobre Siria, podrán “enfriar ciertas mentes calientes”.
“Los S-300 pasaría a la acción en la primera etapa atacando aviones, misiles balísticos y misiles de crucero lanzados desde aviones y desde el mar”, añadió.
Los analistas estiman que la zona de exclusión aérea rusa es más factible que la de EEUU y sus aliados, lo que explica la primera marcha atrás de Washington y sus aliados tras una histeria mediática en los últimos días.
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