domingo, 29 de julio de 2018

¿Un loco en Washington?



Las acciones de Trump, que muchos califican como las acciones de un hombre desequilibrado que ignora las complejidades de una región tan explosiva como el Medio oriente, de ninguna manera deben ser atribuidas a su conflictiva personalidad, al contrario, son más bien las acciones deliberadas de un personaje habituado al escándalo, la bravuconería y la arrogancia, pero que en lo sustancial se comporta como la mayoría de sus antecesores en cuanto a buscar mantener a cualquier precio la hegemonía global de Estados Unidos.
¿UN LOCO EN WASHINGTON?
Ya bastante, o demasiado, se ha dicho a cerca de lo demencial que viene siendo el accionar de Donald Trump, el actual ocupante de la Casa Blanca que ejerce como presidente de Estados Unidos. Y es que en los últimos días esa percepción se ha acentuado, primero, al romper el acuerdo nuclear con Irán, que se ha considerado uno de los pocos éxitos de la diplomacia estadounidense en la últimas décadas, y luego el traslado de la embajada estadounidense en Israel, de Tel Aviv a Jerusalén; un tema escabroso que habían eludido todos los anteriores presidentes. Sin embargo, las acciones de Trump, que muchos califican como las acciones de un hombre desequilibrado que ignora las complejidades de los temas en cuestión y en una región que ya de por si es un caldero del diablo, de ninguna manera deben ser atribuidas a su conflictiva personalidad, al contrario, son más bien las acciones deliberadas de un personaje habituado al escándalo, la bravuconería y la arrogancia, pero que en lo sustancial se comporta como la mayoría de sus antecesores en cuanto a buscar mantener a cualquier precio la hegemonía global de Estados Unidos.
Romper el acuerdo nuclear o Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA, por sus siglas en inglés) con Irán (anticipado por Trump durante la campaña presidencial en 2016) no es producto de la ignorancia o de la volatilidad del carácter de Trump, aunque es un hecho que el extremismo anti-iraní de personajes como Netanyahu y del Consejero de Seguridad Nacional, John Bolton, haya terminado por influenciar su decisión, sino la continuidad de la estrategia imperialista de someter a Irán y que se ha venido poniendo en práctica desde los tiempos de Jimmy Carter, tras el triunfo de la revolución iraní que terminó por expulsar a la estadounidenses de su territorio. El argumento utilizado por Trump y los furibundos enemigos de Irán en el sentido que el acuerdo está plagado de deficiencias (un pésimo acuerdo) y que de ninguna manera limita la capacidad de Irán de obtener la bomba nuclear, es nada más el pretexto para acabar con el mismo. Es un argumento barato, refutado por las constantes inspecciones de AIEA que una y otra vez ha certificado el cumplimiento de Irán con lo estipulado en el acuerdo. En realidad, como señalan algunos analistas, nunca se trató del acuerdo nuclear en sí mismo, el único fin para Estados Unidos e Israel cuando se trata de Irán siempre ha sido no otra cosa que la dominación total, seguida de la destrucción total, en otras palabras, cambio de régimen, como en Libia.
La reimposición de las sanciones económicas crearan grandes dificultades a  la economía de Irán que atraviesa seria dificultades por el mal manejo que de la misma ha hecho el régimen neoliberal de Rouhani quien además carga con la culpa de haber caído en la trampa de desmantelar su programa nuclear a cambio de casi nada ($10 de $150 mil millones congelados en los EE.UU), porque ahora con la certeza del duro bloqueo económico que se aproxima y si no cuenta con el respaldo de los demás países firmantes del acuerdo, Francia, Inglaterra, China, Rusia y Alemania, quedará a merced de la furia de Trump que lo ahogará económicamente hasta que acepte sus imposiciones, es decir, el desarme total y a la entera disposición de Estados Unidos. Lo anterior lo ha demostrado el beligerante discurso pronunciado por el secretario de Estado, Mike Pompeo, quien al hablar sobre la nueva estrategia (guerra económica) que el régimen de Trump le aplicaría a Irán, prometió, una presión financiera sin precedentes, que resultará en  las sanciones más duras de la historia a menos que la republica Islámica renuncie a todas sus actividades nucleares, a su programa de misiles balísticos, y su apoyo a grupos regionales (proxies) como el Hezbolá libanés o el Hamas palestino.  
El plan de Trump comprende 12 puntos (diktats) que Irán deberá aceptar incondicionalmente para hacerse merecedor a la “benevolencia imperial”, pero que en realidad equivaldría a la total capitulación de la Republica Islámica ante Estados Unidos e Israel, que anhelan su total eliminación como potencia regional, incapaz de interponerse en sus planes hegemónicos en el Medio Oriente, como sucede actualmente en Siria, Irak, Líbano, Yemen y Palestina, donde ha actuado con mucha efectividad para truncar los planes neoconservadores de Trump de rediseñar el Medio Oriente. Todo esto ha causado la furia de Trump y su cábala neoconservadora pro-israelí quienes han decidido apretarle las tuercas financiera y militarmente hasta que el régimen teocrático tire la toalla y acepte todas las condiciones impuestas por Washington -donde hay muchos neoconservadores que perciben que ha llegado el momento de caminar triunfantes por las calles de Teherán; aquel sueño largamente acariciado de los años de G.W. Bush. 
¿Podra Irán resistir la enorme presion y no doblegarse ante la furiosa embestida de Trump?
Aquí hay que tomar en cuenta que la estrategia de Trump, aparte de enfocarse primordialmente en Irán tiene otros objetivos geopolíticos inmediatos -e Irán es la vía para alcanzar esos objetivos. La UE, Rusia y China son las tres potencias que Trump tiene en la mira. Esto es el reflejo de la enorme batalla que se viene librando entre estas potencias capitalistas cuyas contradicciones, o las propias contradicciones del capitalismo, las está poniendo en un plano de confrontación directa que cada vez asume matices más descarados y violentos. La UE se encuentra atrapada en un serio dilema: escoger  entre su apoyo a Irán o ceder, como ha sido siempre el caso, a las presiones de los EE.UU. Si se decide por lo primero y desafía el ultimátum de la Casa Blanca de suspender inmediatamente sus inversiones en Irán, sus empresas sufrirán las consecuencias de las sanciones anunciadas por Trump que sabe que la UE no tiene mucho margen de elección entre el mercado iraní de $400 mil millones y el estadounidense de $18 billones. Trump quiere debilitar a la UE (especialmente Alemania, la mayor potencia económica de Europa que mantiene un superávit de $70 mil millones en su intercambio comercial con Estados Unidos) a la que ve como un competidor desleal que se ha aprovechado de los Estados Unidos; Irán, donde Alemania y Francia desarrollan grandes planes económicos, es solo el pretexto, en realidad se  trata de obligar a Europa a abandonar la idea de proteger sus propios intereses.
Rusia y China, a pesar de las presiones económicas y militares  a las que Washington tiene sometido a ambos, tienen mucho más margen de maniobra para respaldar a Irán ya que sus grandes avances económicos y militares los colocan en una posición de paridad en relación con los EE.UU, lo cual les permite hacer frente a las imposiciones del régimen de Trump. Sin embargo, tanto China como Rusia, ambos garantes del acuerdo con Irán, en términos generales han adoptado una posición muy defensiva o de apaciguamiento, y aunque han manifestado su apoyo a Irán, sus ambigüedades a la hora de enfrentar las constantes agresiones imperialistas, llevan a pensar que puedan asumir una actitud pasiva a la hora de tener que enfrentar el bloqueo económico contra Irán, o peor aún, cuando esto degenere en una total agresión militar por parte de los EE.UU e Israel. Es muy alarmante, sobre todo, la actitud de Rusia en Siria, donde al querer asumir el rol de mediador (amigo de todos) en el conflicto permite, a pesar de sus capacidades militares, que Estados Unidos e Israel ataquen a placer las posiciones del ejército sirio y de las fuerzas iraníes que has sido sus aliados más importantes en la guerra que por 3 años han venido peleando contra los ejércitos de mercenarios terroristas, apoyados precisamente por estados Unidos e Israel.  
La realización por parte de la elite imperial estadounidense de que ya no comanda la economía internacional como antes lo hizo, y que su posición hegemónica global cada día se deteriora más ante el empuje y la presión que vienen ejerciendo las nueva potencias como China y Rusia, ha hecho que Estados Unidos este embarcado en una fase de mucha agresividad en casi todas la regiones del planeta donde sus grandes intereses están siendo amenazados por esas potencias. Es improbable que rusos y chinos ignoren esto, sobre todo, la dimensión de lo que se juega en Irán, es decir, las  motivaciones reales de Trump al abandonar unilateralmente el acuerdo alcanzado con la Republica Islámica. O quizás en sus cálculos, sea preferible calmar con ciertas concesiones a la bestia, antes que tener que lidiar con su estrepitosa caída que sería fatal para sus grandes interese económicos íntimamente ligados a los de su rival. Ultimadamente la preservación de la estructura global del capitalismo es lo deseable y en eso las principales potencias capitalistas están en total acuerdo. Sin embargo, Estados Unidos no solo desea eso sino también mantenerse como la potencia absoluta, sin importar que para ello tenga que aplastar sin piedad a sus principales rivales, China, Rusia y la UE. Irán es apenas el inicio…
USA.

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