jueves, 13 de junio de 2019

Desembarco de junio de 1944: Alemania nazi vencida, pero por el imperialismo


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Desembarco de junio de 1944: Alemania nazi vencida, pero por el imperialismo


Por Francisco Ponzán
A los grandes del mundo les gustan las conmemoraciones, que les sirven para hacerse valer sobre los cadáveres de millones de hombres que sus predecesores enviaron a las matanzas.

Por Francisco Ponzán
Las ceremonias organizadas para el 75º aniversario del desembarco de tropas aliadas en Normandía, el 6 de junio de 1944, forma parte de estos ritos.
La particularidad de este año es que la gran ceremonia que ha reunido a los soberanos y jefes de Estado occidentales ha sido desplazada al otro lado del Canal de la Mancha, a Portsmouth, el miércoles 5 de junio, antes de que Macron les recibiera los días siguientes en varias ciudades normandas.
Una vez más, los discursos han fantaseado sobre el mito de la victoria del “mundo libre” sobre la barbarie nazi. Sin duda, para los pueblos que vivían desde hacía años bajo la dictadura hitleriana, sufriendo las cárceles, las matanzas de opositores y los bombardeos, el desembarco de tropas aliadas en el continente fue percibida como la promesa de una paz futura. La batalla de Normandía que siguió, donde el estado mayor aliado bombardeó sistemáticamente ciudades pobladas de civiles, provocando al menos 30.000 víctimas, mostró rápidamente los límites de la pretendida democracia que los liberadores supuestamente traían.
Con esta política terrorista, los dirigentes aliados, que temían que la liberación de los territorios fuese acompañada de revueltas como había ocurrido al final de la primera guerra mundial, buscaban vaciar las ciudades. Su objetivo era impedir que se desarrollase una oposición a su propia dominación antes de que aparatos de Estado capaces de amordazar los movimientos de revuelta se estableciesen en una Europa en ruinas.
El fin de la Segunda guerra mundial no fye nada más que la victoria de una banda de bandidos imperialistas sobre otra. Los dirigentes de los Estados occidentales aliados, Gran Bretaña, Francia hasta 1940 y más tarde los Estados Unidos, conocían desde hacía mucho tiempo la naturaleza del régimen hitleriano. Conocían perfectamente el terror que éste ejercía sobre el pueblo alemán, la destrucción de las organizaciones obreras, los asesinatos de opositores, la presencia de los campos y las matanzas de judíos. Habían dejado hacer y solo se preocuparon cuando el imperialismo alemán se volvía hegemónico en Europa, amenazando su dominación económica sobre zonas extensas del planeta.
Los Estados Unidos por tanto encabezaron la cruzada contra el imperialismo alemán (y japonés en Asia). Se habían convertido en una potencia económica dominante, muy por delante de Gran Bretaña y Francia. Además, ésta última, ocupada por los ejércitos alemanes y cuyos recursos económicos estaban bajo su control, estaba fuera de juego. En cuanto a los EE.UU., cuyos territorios habían evitado los combates de dos guerras mundiales, habían conservado un aparado industrial intacto, que había salido de la crisis gracias a los pedidos de armamento.
Durante el desembarco de junio de 1944, el ejército de los Estados Unidos poseía por tanto una capacidad de destrucción muy superior a la que podían oponerle los ejércitos alemanes, que enfrentaban además duros combates en el Frente Este. Tenían también superioridad numérica. Una intensa propaganda se había desarrollado en los países aliados para convencer a sus soldados de que iban a luchar por la libertad. El día D, el 6 de junio de 1944, 132.000 hombres norteamericanos, canadienses y británicos formaron parte de la primera oleada del desembarco, teniendo enfrente a 40.000 soldados alemanes. Fue una carnicería calculada, el cálculo del Estado Mayor aliado era desembarcar más hombres de los que el enemigo pudiera matar en el mismo intervalo de tiempo.
Por otra parte, la mayor parte del esfuerzo de guerra reposaba sobre el pueblo de la URSS, aliado del campo norteamericano- británico, mientras la política de Stalin y de los partidos comunistas estalinistas garantizaba a la burguesía occidental que impedirían toda revolución al fin de la guerra.
El fin de la Segunda Guerra Mundial confirmó por tanto la supremacía del imperialismo norteamericano sobre sus competidores y no fue el fin del sistema económico la raíz de las guerra mundiales. Esta supremacía se ha mostrado por los conflictos desencadenados y atizados por todo el planeta, de Vietnam a Afganistán, de Irak al Oriente Próximo, permanentemente desde hace 75 años.
La conmemoración del Día D recuerda la muerte de decenas de miles de jóvenes, víctimas de la política del imperialismo que creyeron que liberando Europa del nazismo traían la paz al mundo.
Marianne LAMIRAL
Traducción de Francisco Ponzán
Lutte Ouvrière

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