miércoles, 6 de agosto de 2014

Sobrevivientes palestinos denuncian ejecuciones de civiles por soldados israelíes

2014 · 08 · 06 • Fuente: La Jornada - México

Sobrevivientes palestinos denuncian ejecuciones de civiles por soldados israelíes

Bajo la protección de la tregua de tres días, los habitantes del área rural de Khuzaa, en el sur de la franja de Gaza, quedan consternados al regresar a sus casas. Enmudecidos, observan el panorama apocalíptico de un paisaje dominado por escombros. Prácticamente no ha quedado vivienda en pie: las bombas y granadas israelíes han arrasado prácticamente con todo. 

 

La localidad se encuentra a solamente 500 metros de la frontera con Israel. Cuando comenzó la ofensiva terrestre el 17 de julio, la mayoría de sus 10 mil habitantes huyeron. Cuatro días después, Israel comenzó a bombardear sistemáticamente el lugar.
El 23 de julio se registraron intensos combates entre las tropas israelíes que avanzaban y milicianos palestinos, según relataron los medios israelíes. Algunos cientos de civiles que aún estaban en el territorio de combate se vieron atrapados.
Sobrevivientes que finalmente pudieron huir durante el tiroteo israelí acusan al ejército de ese país de cometer crímenes contra la población civil. Entre ellos se cuenta Said Mohammed Nayar, de 30 años de edad.
"El 24 de julio alrededor de las seis de la mañana los israelíes nos instaron a salir de las casas y huir", da su testimonio.
"Formamos un grupo y nos pusimos a caminar en dirección a la localidad vecina de Bani Suhaila. Entonces, los israelíes gritaron que nos detuviéramos y nombráramos a alguien que pudiera hablar en nuestro nombre".
Su padre de 60 años de edad, Mohamed Ahmed al Nayar, se reportó, en su carácter de uno de los mayores del grupo. Pero posteriormente los soldados lo mataron a tiros, asegura Said Nayar.
Según dice Said, desde la mañana del 24 de julio ya no hubo combates. Ninguno de los que huía portaba armas. Era imposible que ese grupo de personas desesperadas fuera tomado por una tropa militante, señala. Sin embargo, bajo las actuales circunstancias es imposible investigar su denuncia.
El portavoz del ejército israelí Arye Shalicar no puede manifestarse sobre estas acusaciones concretas. "En general hicimos todo para evitar muertos y heridos entre los civiles", declaró.
Pero un gran problema para las fuerzas israelíes fue que los combatientes del grupo radical islámico Hamas se escondieron una y otra vez entre civiles y abusaron de ellos para sus objetivos, indica.
Mientras tanto, la organización defensora de los derechos humanos Human Rights Watch (HRW) documentó casos similares registrados entre el 23 y el 25 de julio en Khuzaa, en los que soldados israelíes dispararon contra civiles que huían.
Por ejemplo, la mañana del 23 de julio, un grupo de 100 palestinos que se había escondido en una casa fue conminado a salir de allí.
Cuando el primero de ellos, Shahid Nayar, salió con las manos en alto del edificio, un soldado israelí le disparó y lo hirió de gravedad en la mandíbula.
"Los ataques deliberados contra civiles que no participan en los enfrentamientos constituyen crímenes de guerra", señala el reporte de HRW sobre Khuzaa.
Este miércoles se seguían retirando cadáveres de los escombros.
Los que regresaron estiman que en total podrían haber muerto unas 200 personas. Y los palestinos ponen en duda la necesidad militar de atacar sistemáticamente Khuzaa, matando a personas en las casas bombardeadas.
La mayoría de los habitantes de Khuzaa son campesinos que pertenecen al muy ramificado clan palestino Al Nayar. Cultivan verduras y cereales y muelen harina. Ahora están ante la nada misma: no solamente sus viviendas fueron destruidas por algo similar a un terremoto, sino que también sus campos y sus olivares fueron arrasados por los bulldozers del ejército israelí.
El tío de Said, Ashraf al Nayar, también está completamente en la ruina. De su taller de reparación de camiones quedan solamente escombros. Delante de los restos de la casa vecina se encuentra sentada una mujer que se las arregla delante de un fuego. "Hornea pan", explica Ashraf al Nayar. "La vida debe continuar".

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