jueves, 30 de julio de 2015

La Filosofía del Error

La Filosofía del Error

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La naturaleza del hombre por encontrar la verdad, su enajenante insistencia por comprender el complejo del ser, tanto el propio como el del "otro", no es más que el juego de una dialéctica de él mismo y el entorno, traducido a traspolaciones espaciales de intentos fallidos por convencerse de sus limitantes como hombre desnudo. 

La verdad inalcanzable ha sido sustituida por la realidad, dado que ésta sí puede ser construida y manipulable, es tomada como un bien sustituto de algo evidentemente imposible desde una percepción agnóstica y marginalista.

Ante el enfrentamiento con la realidad, es posible que surja lo imposible, como la generación de modelos perfectos, como los mercados perfectos, que en términos constantes existen y forman parte de un complejo real de la teoría económica; sin embargo, en un contexto pragmático y objetivo no existen. Se establecen entonces las relaciones entre error, subjetivo y objetivo.

El error surge como la necesidad de comenzar a construir la realidad perdida, también puede ser parte de la complejidad dialéctica de la praxis o la justificación a no poder explicar el todo, construyendo modelos sumamente específicos para que la vanidad del análisis florezca, así como florecen los modelos econométricos.

La evolución del hombre se debe a las revoluciones del error, del fracaso o de la protección predecible de las variables estocásticas; el mismo error, ha permitido avanzar a la propia ciencia. El hombre de Descartes pasa a ser el Hombre tecnológico (homo faber), cuya artificialidad tiene como fin disminuir la gama de equivocaciones e incrementar al sistema capitalista, generando más acumulación; entonces, comienza no siendo él, sacrificando su realidad finita por una ilimitada en su pérdida. Por eso, tiene miedo y a veces siente frío. 

Todo es resuelto bajo el esquema del error, se incrementan entonces los éxitos porque este fenómeno ya es predecible, es integral e innovador. Nótese que en un marco de existencialismo, todo se presenta como un mal necesario y esto explica al actual sistema; sírvase pues de la estadística y las demás herramientas tecno-científicas para continuar con la dominación de la clase en el poder: "ahora comprendo el fallo, ahora comprendo el intervalo de confianza y explico el movimiento de las bolsas de valores por la probabilidad, ahora creo y me sumerjo en la realidad clásica de la mano invisible para protegerme de la sociedad; ya pienso bien en la destrucción plena, creo pues en el nihilismo"-cita el sistema-. Una vez más, el hombre desnudo procura establecerse en un campo errático, pero "posible", explicándose el error como un campo de la explotación de clase y la manipulación tecno-científica, es aquí donde comienza lo que llamamos desarrollo del primer mundo; pero el sistema no se equivoca, prefiere verse el error como la gama de oportunidades de lograr el máximo beneficio y la máxima satisfacción, el desarrollo de la cognición del hombre, que en términos aristotélicos se le conoció como accidente, y es que del error aprenden todos, inclusive a utilizarlo para explicar la ciencia y el sistema dominante.

Que la fenomenología del error nos sirva, no para construir realidades, ni perdernos en el "exhaustivo análisis" de la especificación de la nada, como la manipulación de variables para lograr la homocedasticidad, sirva pues como un instrumento de descubrimiento de "otras realidades". ¿y sí, ese instrumento puede ser una variable más en la cuántica de la existencia? ¿Volveríamos al juego de las posibilidades? "posiblemente", pero, si se mira con otro paradigma, tal vez en otro tiempo nos encontremos explicando al error en un diferente sistema económico, quizá se falle en esta percepción. Pero que no se conciba en la inexistencia, que no pierda lo holístico, que no olvide que estamos limitados a conocer el universo; somos seres limítrofes de pensamiento, somos también el "hombre de Job" (hombre de fe), pero contemporáneos, producto de la historia y de las revoluciones cualitativas y cuantitativas, producto de la duda, de la sapiencia, y de la dialéctica del error en tiempos posmodernos.


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