domingo, 18 de septiembre de 2016

Akelarre imperialista G-20

Akelarre imperialista G-20 

 

 

En Hangzou, China, se celebra este fin de semana el nuevo aquelarre imperialista de los países que forman el conocido como G-20, el grupo de los países más industrializados del mundo, las principales potencias capitalistas y los aspirantes a serlo, que son la cabeza visible de la hidra imperialista o, como definió Lenin en su día, en un análisis de plena actualidad hoy, los más altos eslabones de la cadena imperialista de la fase final del capitalismo.
Esa hidra de 20 cabezas, algunas más poderosos que otros, trabaja en común para asegurar la continuidad del sistema, pero,  a la vez, no puede evitar que sus diferentes intereses y necesidades lleven a un inevitable continuo enfrentamiento  para que cada uno de ellos se asegure o aumente su parte del reparto de los recursos naturales y de la jerarquía imperialista en el planeta.
En unos momentos que recuerdan cada vez más a los previos a la Primera Guerra Mundial, cuando la las carroñeras potencias imperialistas, tal que buitres, se empujan unas a otras para conseguir una mejor parte del cadaver, los 20, algunos sin voz ni voto y otros con la sartén por el mango, se reunen para fingir que el sistema funciona (además de porque es obvio que tienen intereses comunes, aunque se peleen por tener una mejor tajada), mientras por otro lado mandan a sus ejércitos a uno u otro punto del globo para seguir chupando la sangre de los pueblos lejanos, como lo hacen con la de su clase trabajadora local, en muchas ocasiones en constante amago de enfrentamiento con otras potencias que quieren esa misma parte del pastel.
Se trata de la lógica del capitalismo,  intrínsecamente imperialista en la medida de las posibilidades de cada pais sometido a la dictadura del capital: el imperialismo global, formado por los grandes monopolistas multinacionales tiende (es inevitable) a tener lazos supraestatales, mientras en cada estado el consejo de administración de la burguesía local, los gobiernos respectivos, trabajan a la vez para que los suyos, la clase capitalista local, se meta en el bolsillo el mayor botín posible a costa del saqueo de otros estados más débiles y del trabajo de la clase obrera.
A continuación, podemos ver el careto de los títeres que dirigen esos consejos de administración de la burguesía, como defniera Carlos Marx a los gobiernos nacionales ya hace siglo y medio, y que han sido invitados al aquelarre imperialista que se perpetra en la China capitalista estos días. Unos gestores del capitalismo imperialista que, no obstante,  saben  perfectamente (estando mucho más seguros de ello que muchos miembros de la clase explotada) que Marx tenía razón y que  la lucha de clases es el motor de la historia, e identifican, sin lugar a dudas, a su principal enemigo, común a todos,, que es la  clase trabajadora, única capaz de acabar con la barbarie capitalista y con los privilegios de esa minoría que vive del trabajo ajeno y de los recursos de otros pueblos, organizándose para la construcción del Socialismo.

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