Akelarre imperialista G-20
Esa hidra de 20 cabezas, algunas más poderosos que otros, trabaja en
común para asegurar la continuidad del sistema, pero, a la vez, no
puede evitar que sus diferentes intereses y necesidades lleven a un
inevitable continuo enfrentamiento para que cada uno de ellos se
asegure o aumente su parte del reparto de los recursos naturales y de la
jerarquía imperialista en el planeta.
En unos momentos que recuerdan cada vez más a los previos a la Primera
Guerra Mundial, cuando la las carroñeras potencias imperialistas, tal
que buitres, se empujan unas a otras para conseguir una mejor parte del
cadaver, los 20, algunos sin voz ni voto y otros con la sartén por el
mango, se reunen para fingir que el sistema funciona (además de porque
es obvio que tienen intereses comunes, aunque se peleen por tener una
mejor tajada), mientras por otro lado mandan a sus ejércitos a uno u
otro punto del globo para seguir chupando la sangre de los pueblos
lejanos, como lo hacen con la de su clase trabajadora local, en muchas
ocasiones en constante amago de enfrentamiento con otras potencias que
quieren esa misma parte del pastel.
Se trata de la lógica del capitalismo, intrínsecamente imperialista en
la medida de las posibilidades de cada pais sometido a la dictadura del
capital: el imperialismo global, formado por los grandes monopolistas
multinacionales tiende (es inevitable) a tener lazos supraestatales,
mientras en cada estado el consejo de administración de la burguesía
local, los gobiernos respectivos, trabajan a la vez para que los suyos,
la clase capitalista local, se meta en el bolsillo el mayor botín
posible a costa del saqueo de otros estados más débiles y del trabajo de
la clase obrera.
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