jueves, 11 de enero de 2018

Salve a sus hijos de ser idiotizados por el sistema


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Salve a sus hijos de ser idiotizados por el sistema

lizama
 El sistema nos quisiera a todos bobos. Nos quita los referentes eternos y nos impone su dictadura de pensamiento único. Todos sabemos de lo que estamos hablando.
  A los que peinamos canas y hemos crecido con un convencimiento, hemos perdido la maleabilidad. Nos hemos encallecido, cristalizado y poco nos pueden moldear ya. Pero ¿Y las generaciones venideras?. ¿Qué pasará con los hombres y mujeres del porvenir?
El N.O.M. es experto diseñador de arietes que arremeten para destruir la sociedad. Ataca desde todos los lados. No hay pilar social que no sea su objetivo. De ahí la proliferación de lobbys de todo pelaje.
El N.O.M. tiene a su disposición un instrumento mucho mas pernicioso de lo que nos pudiéramos imaginar. El arma de idiotización masiva mas letal. “EL VIDEOJUEGO”.
Ignoro si el videojuego ha sido diseñado por el N.O.M. pero no cabe duda que le viene de perillas para el plan de blanqueo masivo de cerebros.
Los niños pequeños, salvo cuando duermen, solicitan permanentemente la atención de sus padres.
La vida moderna deja poco margen de maniobra a los padres que también tienen que ocuparse de sus propios quehaceres. Llega el momento de tener al niño entretenido. Un buen día  los padres  le dan el teléfono móvil con un juego instalado, y… ¡Oh maravilla! con un cacharro de esos en sus manos, descubren que el niño parece evaporarse.
Luego vienen las consolas, y la tablet. La casa se convierte en aquello que llamábamos un “salón recreativo” o simplemente billares.
Al niño ya no se le siente, ya no solicita…ya no MOLESTA. Es entonces cuando el sistema acaba de engrosar sus filas con otro idiotizado.
Será un ente viviente que consumirá y cotizará. Subsistirá, votará, verá muuuuucha televisión. Dejará de no molestar a sus padres y pasará a no molestar al sistema. ¡Perfecto!.
Todos hemos oído que los videojuegos “enganchan”. ¡Y de qué manera!. Los juegos de consola están diseñados para no terminar jamás. Según se va progresando en el juego se van superando etapas o fases del mismo en las que el jugador recibe una recompensa para seguir jugando en el siguiente nivel. Esto provoca la secreción de dopamina  del sistema nervioso del jugador.
La dopamina liberada es la hormona del placer. Su secreción se estimula durante las situaciones agradables y provocan en el sujeto seguir buscando la actividad que ha provocado dicha secreción.

A la larga, el niño o el adolescente se pone a jugar de manera compulsiva, pero ya no lo hace por el placer de jugar y mejorar destrezas o habilidades. Se conecta al juego para llegar a la recompensa. A la dopamina. Ya es un…ADICTO.
Auténtico “yonqui” en busca de su dosis de dopamina. Una irrefrenable apetencia por jugar.
Una manifestación de la dependencia al videojuego es un comportamiento agresivo. Conozco de primera mano el caso de una madre apaleada por su hijo de trece años por haberle quitado la consola.
También conozco varios casos de chiquillos que entran en un estado de ansiedad al entrar el el aula al saber que van a tener que estar varias horas sin teclear los botones del mando de “la pley”.  Han perdido cursos y ya ni se levantan a atender al profesor que se les ha asignado a domicilio.
Padres que dejan a sus hijos adolescentes engancharse hasta las tantas de la madrugada.
Y también conozco el caso de un individuo de casi cincuenta años al que le han despedido del trabajo por abandonar reiteradamente su puesto para…¡ir a cazar pokemons!. No contento con esta penosa circunstancia, ha destrozado el coche en un accidente por ir conduciendo mientras cazaba los jodidos bichos.
Desde pequeño he pasado los veranos en un pueblecito serrano de la provincia de Segovia. Cuadrillas enteras de chavales pasábamos los días en un ambiente serrano jugando al fútbol en el prado con porterías, bajando a la piscina municipal del pueblo de al lado, haciendo excursiones a las montañas, corriendo con las bicicletas a todos los rincones y parajes de la comarca o sentándonos a charlar dando buena cuenta de unas bolsas de pipas.
Queriendo que mis hijos tuvieran experiencias parecidas, vamos a ese pueblo a que pasen algunos días de verano, pero ya no se ven cuadrillas de chicos en bici, ni jugando en los prados. Están todos dentro de sus casas dándole a las maquinitas.
Muchas familias, al irse de vacaciones, llevan una maleta llena de consolas y juegos.
Cuando unos padres regalan a sus hijos el videojuego de moda, lo hacen con una irresponsabilidad enorme. Es la presión del grupo la que impera. No quieren que  su hijo sea el único sin tenerla, en lugar de pensar que será el único que tendrá un TIEMPO DE CALIDAD con sus padres si estos le dedican una buena conversación, le inclinan a aficiones constructivas como el deporte, la ciencia, la literatura o la montaña.
Ignoro si esto obedece a un plan establecido o es un problema sobrevenido, espontaneo, pero lo que sí es cierto es que se está horneando una remesa de descerebrados que, al sistema, le vendrá de perlas para sus oscuros intereses.
Ahora me dirijo a ti, padre, cuida mucho este aspecto. De la misma manera que a tu hijo de once o doce años no le ofrecerías un cubata de ron o no le darías cinco euros para que eche a las tragaperras o no le ofrecerías un cigarrillo…no dudes en desenchufarle la consola y date un paseo con él, visita un museo con él, escucha música con él, escudriña la historia con él, echa una partida de ajedrez con él, visita a un familiar con él, aprende una nueva canción con él, sube a la montaña con él…
Si le dejas solo delante de la máquina, pronto te quedarás sin tu hijo y a cambio tendrás un ciberbobo.
Fuente: Radical Libre, el blog de Speer (link)

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