viernes, 14 de diciembre de 2018

Más datos sobre la conexión entre el intestino y el cerebro


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Más datos sobre la conexión entre el intestino y el cerebro


La conexión mente cuerpo parece ahora más probable que nunca desde la ciencia. Parece que es hora de reconectar con nuestros cuerpos, cuidar nuestra mente y nuestros hábitos alimenticios, y empezar a escuchar lo mucho que el cuerpo tiene que contarle al cerebro.
conexión intestino y cerebro
Se sabe hace tiempo que intestino y cerebro están estrechamente vinculados. Pero hasta ahora se pensaba que esta relación se daba en una sola dirección cerebro-intestino. Lo que muchos médicos e investigadores están demostrando ahora es que esa relación podría estar establecida en ambas direcciones.
La microbiota intestinal podría ser el origen de trastornos como la ansiedad o el Alzheimer. El gastroenterólogo y codirector del Centro de Investigaciones Digestivas de los Ángeles, el Dr. Emeran Mayer sostiene que la conexión intestino-cerebro es mucho mayor de lo que se intuía. Hasta el punto de haber llegado a la conclusión de que tanto el malestar físico como el emocional podrían generarse en el intestino.
¿Cómo funciona la relación entre intestino y cerebro?
El nervio vago es el canal que une intestino y cerebro. Es uno de los doce pares craneales y el encargado de unir la faringe, el esófago, la laringe, la tráquea, los bronquios, el corazón, el estómago, el páncreas, etc. También une otros elementos del sistema digestivo que poseen un gran número de neuronas.
Los microbios digestivos se han revelado como causantes del envío de señales al cerebro a través del nervio vago para generar respuestas que promuevan conductas alimentarias determinadas. Esto ayuda a la liberación de neurotransmisores como la dopamina y la serotonina. Así es que, en la actualidad, existen numerosos estudios que relacionan la microbiota intestinal con el comportamiento alimenticio.
¿Cómo de importante es la microbiota intestinal?
Estas investigaciones están demostrando que la microbiota intestinal tiene un papel fundamental. Entre otras cosas, en el peso, y más específicamente en los motivos que hacen engordar o adelgazar a las personas. Experimentos con ratones han arrojado conclusiones sorprendentes. Se ha comprobado que al introducir en la dieta bacterias que se encuentran frecuentemente en el intestino de las personas obesas, los ratones engordan. Si por el contrario la misma dieta contiene bacterias de personas delgadas, los ratones adelgazan.
En otro experimento se utilizaron ratones criados en un ambiente estéril. En estos ambientes no existe la posibilidad de que determinadas bacterias puedan colonizar su sistema digestivo. Se comprobó posteriormente que estos ratones mostraban síntomas similares a los del autismo en seres humanos.
Trastornos psicológicos y neurodegeneración
Cuando se dan situaciones de estrés mantenidas en el tiempo, el intestino reduce sus funciones para que el cerebro cuente con algo de energía extra. Esto conduce a una situación en la que el flujo sanguíneo se reduce en el intestino. También se da una reducción en la mucosa protectora que recubre sus paredes, haciéndose más fina.
Las bacterias entonces se acercan demasiado a las paredes intestinales y producen sustancias químicas que generan inflamación. Esto puede provocar un cambio en la microbiota intestinal que produce entonces diferentes metabolitos que se envían al cerebro.
La Universidad de Harvard lanzó otro de los últimos descubrimientos en torno a esta relación entre intestino y cerebro. Demostraron como, bajo determinados hábitos alimenticios, los microbios del intestino generan unas moléculas que viajan hasta el cerebro. Estas moléculas actúan sobre los astrocitos. Esta acción parece bloquear los procesos de inflamación que causan neurodegeneración que provocan enfermedades como el Alzheimer o el Parkinson.
Un círculo vicioso
En vista de la estrecha relación que la ciencia nos está mostrando entre intestino y cerebro parece que podemos actuar ahora mejor desde dos puntos diferentes en el tratamiento y prevención de los estados de ansiedad y de estrés. Incluso podríamos obtener en esta línea de investigación mejores resultados en la prevención de horribles enfermedades neurodegenerativas, ya que los cambios en la microbiota comienzan antes de que empiecen los síntomas neurológicos.
Nuevos estudios parecen confirmar también que las prácticas del mindfulness o las técnicas de reducción de estrés influyen poderosamente sobre el intestino y su microbiota, facilitando de esta manera el bienestar físico. De la misma manera, unos correctos hábitos alimenticios ayudan a mantener la microbiota intestinal capaz de sostener, entre otros, el correcto bienestar psicológico del ser humano.
Nuevos hábitos beneficiosos para nuestra salud
Los descubrimientos que se están alcanzando en referencia a la conexión intestino cerebro nos están dando ya muchas pistas de cómo un afrontamiento holístico de la salud parece conformar el futuro de los tratamientos y programas de prevención que van a desarrollarse.
La conexión mente cuerpo parece ahora más probable que nunca desde la ciencia. Parece que es hora de reconectar con nuestros cuerpos. Se hace necesario cuidar nuestra mente y nuestros hábitos alimenticios. ¿Empezaremos a escuchar lo mucho que el cuerpo tiene que contarle al cerebro?

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