viernes, 11 de enero de 2013

La abuelita Gordillo se pone los guantes (y desconoce lo que transó)

La abuelita Gordillo se pone los guantes (y desconoce lo que transó)

Fuente Contralinea

Con sus 1 mil cirugías plásticas que la hacen blanco del periodismo de la caricatura, la millonaria Elba Esther Gordillo, monopolista del magisterio de la educación que se roba las cuotas del (seudo) Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación; que es dueña de mansiones en el extranjero, una hacienda en Chiapas y senadurías y diputaciones federales; que cuenta con una poderosa agencia de colocaciones; obsequiosa de camionetas y paseos por el mundo; apoyada por Salinas y Manuel Camacho para traicionar a su “exlíder” Jonguitud Barrios; retadora, con su voz cascada y saltando los ojos de furia se puso los guantes contra su rival Emilio Chuayffet. Y desconociendo su transa en lo oscurito con Peña, le toma el pulso al peñismo que le ofreció una salida decorosa y corrupta al prometerle no tocarla si se iba por la sombra.
 
Pero no. La abuelita rejuvenecida –aunque se le nota el envejecimiento y las lonjas que quiere disimular con sus vestidos parisinos y neoyorkinos– enseña los dientes (de su dentadura postiza). Muy bien asistida por su enfermera y médico para que no le vaya a fallar su único riñón, quiere dar su última batalla (… di por qué, dime abuelita, di por qué eres viejita…) y reta al secretario de Educación peñista (también en la tercera edad) a un encuentro de máscara contra cabellera para ver si todavía tiene capacidad para la revancha. Chuayffet la venció hace algunos años y ahora se vuelven a ver las caras para ver si el peñismo se la juega.
 
La maistra se pone ruda y supone (a lo mejor le atina) que Peña y Chuayffet son puro jarabe de pico, por lo cual ha desconocido lo acordado. Y quiere darles una probadita de sus sopas a Enrique y Emilio, quienes, con ella, integran las “tres E” (Elba, Enrique y Emilio). Ya dijo que siempre no, alegando que no permitirá que se vulnere la dignidad de los maestros. El pleito apenas empieza. Elba, acostumbrada a imponer su cártel como la Chapita Gordillo al frente de su delincuencia organizada, se arremanga su blusa de 1 mil dólares, se faja su falda de 2 mil dólares y empieza a calentar con sus rounds de sombra, no obstante la rechifla del público que pide sangre y le grita “¡mucha ropa!”… Si vestida se ve feísima, imagínense como vino al mundo allá en Comitán, Chiapas.
 
La abuelita Gordillo, ya con muletas sobre el ring, ha llevado a su porra integrada por los 30 mil profesores que cobran con cargo a “comisionados”. Reta a los asistentes. Les revira con una que otra mentada de madre. Con sus ojos rasgados por las restiradas, echando espuma de rabia por la boca y pintarrajeada para tapar los baches y arrugas de su cara, enfrenta la reforma educativa de Peña, que si bien no es la gran cosa, busca sitiar su cártel magisterial. No sin jaloneos había transado con Peña directamente, pero sus asesores le recordaron que es una “guerrillera”. Y ahí está, envalentonada porque dice que Peña “no tiene…” Y que ella sabe tratar a los presidentes tras su experiencia con Fox, Salinas, Calderón y Zedillo. Y que a Peña se lo come de una mordida a la yugular. Así que no se vayan. El pleito no pasará del primer round. Y las mil máscaras de la abuelita Gordillo peligran.

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