jueves, 16 de mayo de 2013

La OEA: ¿Muerte de un muerto?

Jueves, 16 Mayo 2013 06:15

La OEA: ¿Muerte de un muerto?

Escrito por  Nicanor León Cotayo



El secretario general de la OEA y fiel servidor de la Casa Blanca, José Miguel Insulza. El secretario general de la OEA y fiel servidor de la Casa Blanca, José Miguel Insulza.
Una mayoría de los países que integran la OEA ya está de acuerdo en sacar de Washington a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), en teoría un grupo jurídico independiente a ella.


Una mayoría de los países que integran la OEA ya está de acuerdo en sacar de Washington a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), en teoría un grupo jurídico independiente a ella.

Así lo informó este martes el canciller ecuatoriano, Ricardo Patiño, ante la segunda conferencia de países integrantes del sistema, la primera de las cuales, donde Patiño fungió de relator, tuvo lugar dos meses atrás en Guayaquil.

Uno de los principales razonamientos esgrimidos para cambiar la sede de la CIDH fue que Estados Unidos no ha ratificado aún la Convención Americana de Derechos Humanos.

Tal Convención fue suscrita 44 años atrás y hasta el momento la revalidaron 24 de los 35 gobiernos que integran la OEA, no así Washington ni Canadá.

El canciller Patiño indicó que 18 naciones firmantes de ese convenio, y otras que aún no son parte, “ya se han pronunciado a favor del cambio de sede de la CIDH”.

Como anfitrión de esta segunda conferencia, ahora en Bolivia, el presidente Evo Morales afirmó que es necesaria una OEA para los pueblos y no al servicio de Estados Unidos, así como que la CIDH es la punta de lanza de Washington para contrarrestar a gobiernos que no acatan su política.

A la actual reunión han asistido los ministros de Relaciones Exteriores de  Argentina, Brasil y Ecuador, y junto a ellos delegados del resto de las naciones del continente.

Según Patiño, de las ocho relatorías que dispone el sistema para la defensa de los derechos humanos la que mejor atención financiera recibe, incluso de fuentes privadas, es la de Libertad de Prensa.

Ahora quedó pendiente aumentar el aporte de los Estados y reducir el de intereses privados, algo que, según opinó El Nuevo Herald, ha sido interpretado por organizaciones civiles como un “intento para debilitar el sistema”.

De manera significativa, y casi al mismo tiempo, el muy influyente  Comité de Relaciones Exteriores del Senado de Estados Unidos aprobó una legislación encaminada a “revitalizar a la OEA”.

El acuerdo bipartidista, que pasará al pleno, establece con lenguaje de propietario que en los próximos seis meses el secretario de Estado, John Kerry, diseñe una estrategia para hacerle modificaciones a esa entidad regional.

No fue todo. Algunas conocidas figuras de ese cuerpo legislativo enviaron una  carta a la OEA donde formulan sorprendentes y duras críticas a su secretario general, José Miguel Insulza.

La misiva de tres páginas fue rubricada, entre otros congresistas, por el senador demócrata Robert Menéndez, así como por el republicano Marco Rubio.

El texto responsabiliza a Insulza de haber abandonado a la OEA “a la deriva de una severa crisis financiera, de carencia de visión para guiar sus actividades y de tomar caprichosas selecciones de personal.

Los senadores hacen constar además su preocupación ante la posibilidad de que la OEA se deslice hacia una paralización administrativa y financiera “a menos que se adopten medidas correctivas audaces”.

Insulza, por su parte, se limitó a comentar a periodistas que esas fuertes críticas solo obedecen a una falta de información.

Si fuese necesario demostrar, las gruesas dificultades de la política de Estados Unidos en la región, bastaría subrayar el cambio en marcha de la sede de la CIDH, hasta aquí en Washington.

Junto a ello, la inusitada carta de senadores demócratas y republicanos que tritura aún más la figura política del secretario general de la OEA y fiel servidor de la Casa Blanca, José Miguel Insulza.

Un interesante capítulo que resulta necesario enlazar, entre otros hechos trascendentales, al surgimiento de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) que reúne a 33 países de la región.

Nadie opina que la OEA desapareció, pero muchos piensan cada vez más que se avanza en puntillas –pero se avanza- hacia la inevitable muerte de un muerto.

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