lunes, 23 de febrero de 2015

Negocios a la sombra del poder

Negocios a la sombra del poder
Iván Restrepo
E
ra tan popular que los ciudadanos de Oregon, en el noreste de Estados Unidos, lo religieron por cuarta vez gobernador en noviembre pasado. Luego de 12 años en el cargo, así coronaría en 2019 con todos los honores su carrera político-administrativa. Pero John Kitzhaber tuvo que renunciar por la presión de los medios y de sus compañeros de partido, el Demócrata, por los múltiples escándalos que protagonizó con su pareja, la señora Cylvia Hayes.
El periódico más importante del estado, The Oregonian, se encargó de dar la puntilla al gobernador. En un editorial, le pidió que renunciara debido a que junto con su novia vivía en un mundo sin aparentes fronteras entre las políticas públicas y las ganancias personales. Kitzhaber y algunos de sus colaboradores más cercanos ahora están acusados de crear directamente o permitido la creación de trabajos ad hoc para la señora Hayes, que presumía ser la primera dama de Oregon. Y tenía motivos para hacerlo, pues durante el tercer mandato del gobernador fue asesora sin sueldo en asuntos relacionados con la energía limpia y el desarrollo económico. Sin embargo, se aprovechó de su cargo en beneficio personal y lograr contratos para su empresa de consultoría, 3S Strategies. La justicia de Oregon abrió la semana pasada una investigación para esclarecer éste y otros asuntos vinculados con la pareja.
Kitzhaber y Hayes se conocieron a fines de 2002 y poco después iniciaron su tórrido noviazgo. Tenían la intención de casarse este año. Pero todo se derrumbó al aflorar los negocios turbios de la primera dama a la sombra del poder y otros igualmente reprobables. Como contraer hace 17 años matrimonio de conveniencia con un inmigrante a cambio de 5 mil dólares. O comprar con un amigo terrenos en un estado vecino, Washington, con el fin de cultivar y vender mariguana. El pasado miércoles, Kitzhaber entregó su cargo a la señora Kate Brown. Será la primera gobernadora biesexual en la historia de Estados Unidos.
En México los funcionarios, sus familiares y amigos, también hacen negocios a la sombra del poder. Utilizan para ello empresas dedicadas a desarrollar obras públicas; o surtir a las dependencias oficiales de insumos diversos. También aprovechan la cercanía con compañías constructoras beneficiadas con licitaciones gubernamentales para adquirir ventajosamente mansiones lo mismo en Las Lomas que en Ixtapa o Malinalco. En Oaxaca, un secretario responsable del turismo lleva adelante un polémico Centro de Convenciones, ubicado junto al hotel del que es dueño. Se denuncian ésta y otras irregularidades y el engranaje oficial sale en su defensa, en vez de exigirle su renuncia.
Los políticos y legisladores también incurren en esas y otras prácticas.
Los del PAN copiaron y mejoraron el estilo que el PRI insturóó durante décadas para exigir 10 por ciento o más a la hora de aprobar contratos y apoyos presupuestales. El PRD tiene hoy su momento estelar con los negocios del ex gobernador de Guerrero y su entorno familiar y de confianza. Del mal llamado Partido Verde… mejor ni hablar. En la Cámara de Diputados, uno de cada cinco legisladores preside una comisión y recibe su bonificación por ello. Lo peor: 16 de 37 comisiones especiales son fantasmas. Pero quienes las dirigen cobran un sobresueldo y tienen a su alrededor asesores que muchas veces son amigos o parientes. Además les proporcionan automóvil, chofer, secretario técnico, teléfono celular y vales de despensa. En no hacer nada se gastaron el último año más de 80 millones de pesos de nuestros impuestos. En momentos en que crecen los problemas relacionados con el agua, las fronteras nacionales, el desarrollo municipal y el metropolitano, las comisiones legislativas que debían contribuir a su solución no se reunieron ni para aparentar que trabajan.
En otros campos los funcionarios también hacen lo contrario a lo que ordena la ley y, sin embargo, no reciben sanción alguna. Como los que en el sexenio pasado concedieron las autorizaciones ambientales para construir el megaproyecto Dragon Mart en Puerto Morelos, Quintana Roo. El espacio impide seguir con la lista de impunidad. Seguramente el lector agregará por su cuenta otros ejemplos.

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