Desde el año 2010 hasta la actualidad Grecia ha recibido muchísimo dinero (262.060 millones de euros) por parte de las instituciones europeas y del Fondo Monetario Internacional (FMI), contando los dos rescates de 2010 y 2012 y también el préstamo de emergencia del pasado 20 de julio de 2015. Sin embargo, sólo el 10,3% de todo ese dinero (27.000 millones de euros) ha acabado en manos del Estado. El 89,7% restante no ha servido para cubrir el gasto público corriente (pensiones, sueldos, sanidad, etc.) sino que ha ido destinado a pagar a antiguos acreedores y a recapitalizar bancos.
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Tal y como se puede ver en el gráfico adjunto, el 32,4% de todo el dinero recibido ha sido utilizado para pagar la deuda que se tenía contraída con bancos privados y con el Banco Central Europeo.

Evidentemente ello no ha aliviado (ni aumentado) la deuda pública de Grecia, puesto que el único cambio es que el nuevo acreedor deja de ser un banco privado para pasar a ser una institución europea o el FMI. Los títulos de deuda (y por lo tanto el riesgo) cambian de manos privadas a públicas, pero la carga de la deuda se mantiene. Evidentemente, el Estado griego no pudo utilizar ese dinero para su operativa cotidiana.

Pero esos antiguos acreedores no prestaron su dinero por solidaridad, sino para hacer negocio. Para ello, cada año cobraban y siguen cobrando intereses, que son los beneficios que obtienen por haber prestado el dinero. Bien, pues el 15,7% de todo el dinero dado a Grecia ha sido empleado para pagar esos intereses de deuda a los acreedores. En este caso sí que se produce un aumento de la deuda pública, puesto que Grecia contrae una nueva deuda frente a las instituciones europeas y el FMI. Ni que decir tiene que ese dinero tampoco pudo ser empleado en gasto e inversiones públicas.

Dos años después de que el riesgo de tener deuda pública griega pasara progresivamente de manos privadas a manos públicas, se llevó a cabo un alivio de la deuda. Éste consistía en que de cada 100 euros que tenía que devolver el Estado griego sólo iba a devolver 47 euros. Es decir, el Estado griego compró por 47 euros muchos títulos de deuda valorados en 100 euros, y para ello necesitó utilizar mucho dinero. Todo ese dinero se lo facilitaron las instituciones europeas, y la cantidad supone un 17,5% de todas las ayudas recibidas hasta la fecha. Esa cantidad aumentó la deuda pública, y tampoco sirvió para el gasto e inversión estatal.

El Estado le compró muchos de esos títulos de deuda a los propios bancos griegos, que tuvieron que registrar importantes pérdidas (puesto que vendieron por 47 euros algo que habían comprado por 100). Para compensar esas pérdidas el Estado griego inyectó mucho dinero en ellos. Y ese dinero provenía de las instituciones europeas y el FMI en forma de préstamos, suponiendo un 18,6% de todas las ayudas recibidas. Es dinero que el Estado griego tampoco pudo utilizar para su actividad corriente, y que contribuyó a aumentar más la deuda pública.

Otro 5,7% de todo el dinero recibido fue utilizado para devolver la deuda que se había contraído frente al FMI y frente a fondos europeos de rescate (Mecanismo Europeo de Estabilidad y Fondo Europeo de Estabilidad Financiera). Dinero que aumentó la deuda pública y que no sirvió para gasto e inversiones del Estado.

Por último, el 10,3% restante también aumentó la deuda pública pero sí llegó a las manos del Estado, que utilizó esa cantidad para su operativa corriente (pago de sueldos, de pensiones, de educación, etc).

En conclusión, si bien es cierto que el Estado griego ha recibido muchísimo dinero por parte de Europa y del FMI, también es cierto que la mayoría del mismo sólo ha servido para 1) rescatar a bancos privados, tanto nacionales como internacionales, 2) contribuir al negocio bancario al pagar intereses, y 3) satisfacer pagos comprometidos con organismos internacionales; mientras que sólo una reducida proporción del 10,3% ha servido para llevar a cabo el gasto corriente del Estado griego.