Einstein y el sionismo
Enviado por Acratosaurio rex
Estaba
leyendo dolido estos días sobre los horrores a que somete el Estado de
Israel a la población palestina, y me he acordado de las conferencias
que daba Einstein hacia 1920, cuando el sionismo era un movimiento de
liberación simpático y progresista.
Einstein,
judío él, era decidido partidario de crear en Palestina un santuario,
un punto de encuentro en el que los judíos pudiesen vivir en paz y con
seguridad…, junto con sus vecinos árabes.
Para
los sionistas de esa época, el judío no lo era por su religión, ya que
un ateo seguía siendo judío. El judío estaba definido por una tradición
cultural solidaria, amante de la vida a la cual consideraba sagrada,
defensores de la dignidad y de la justicia, ávidos de conocimiento.
Mostraba
Einstein que habiendo sido los judíos, tan escasos en número, y tan
marginados y odiados, habían dado a la humanidad literatos, filósofos,
médicos, químicos, físicos, políticos socialistas en tan gran número,
que proporcionalmente ningún otro pueblo había sido capaz de ello. Él
estaba orgulloso de su pueblo, una comunidad en la que todos se
reconocían como iguales.
Para
Einstein el refugio que debían establecer los judíos en Palestina,
estaría basado en la tradición moral, es decir, que no querían un
Estado, si no un sitio en el que vivir construyendo el bien de todos, en
paz y sin angustias. Einstein luchaba por una Facultad de Medicina,
luego con una Universidad y sus diversos departamentos, ubicada en
Jerusalén, que diese servicio a la población sin mirar el credo o la
raza.
A
medida que fue avanzando el siglo XX, con la llegada de los nazis al
poder, los campos de exterminio, la resistencia del ghetto de Varsovia…
La idea de que los judíos necesitaban un lugar donde vivir, se fue
haciendo más y más fuerte en él, siempre defendiendo el diálogo y la
convivencia con los pueblos árabes.
Por
supuesto, la violencia fue a más. Decenas de miles de judíos
supervivientes de la II Guerra Mundial emigraban a Palestina animados
por la esperanza sionista, de una cosa se pasó a otra, y se fundó el
Estado de Israel con la oposición de cinco países árabes vecinos, que se
lanzaron a aplastar a Israel. Incluso después de esta primera guerra
árabe/israelí, Einstein declaraba que la primera obra que debían de
acometer los responsables del nuevo Estado, era la de recomponer las
relaciones con los árabes y con la población palestina, para ganar “una
paz fundada sobre la comprensión y el dominio de sí mismo, y no sobre la
violencia”.
.
La
creación del Estado de Israel, lejos de incrementar la seguridad de los
judíos, ha dado paso a la paranoia colectiva. Han tenido que abandonar
todos los países del área. No quedan apenas judíos en los países árabes.
Circunscritos a un pequeño Estado, que un cazabombardero atraviesa en
diez minutos, tienen que mantener un ejército acojonante que lleva a
cabo actividades terroristas, y que incluye en su arsenal bombas
termonucleares. Y no digamos en qué situación han quedado, tras las
cruzadas norteamericanas sobre Afganistán e Iraq, y el incremento del
fanatismo religioso de todo tipo.
¿Qué
es lo que más conviene a los palestinos y a los judíos? ¿La paz basada
en la comprensión y el dominio de sí mismo, o la creación de dos
Estados, con sus respectivas élites corruptas, que se mirarán a cara
perro? Cuando la izquierda reivindica un Estado Palestino, ¿se dan
cuenta de que lo que están pidiendo es más nacionalismo, más Estado, más
de lo mismo?
Los
pueblos necesitan paz, en una Palestina no dividida, donde judíos y
árabes se miren como iguales en una comunidad moral, y no política. Esa
sencilla aspiración de Einstein, sigue fresca su tinta en la pancarta.
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