Asaltantes
enmascarados incendiaron ayer miércoles la iglesia de san José en Adén,
probablemente el último oratorio católico que funcionaba en Yemen. El
templo, también conocido como de la Sagrada Familia, había sido
vandalizado la víspera cuando, según la agencia France Presse, fue
desposeído de la cruz que lo coronaba. Aunque nadie se ha
responsabilizado de la agresión, las sospechas recaen sobre Al Qaeda.
Ese grupo terrorista ha aprovechado la intervención militar saudí para extender su presencia en el país más pobre de la península Arábiga. Soldados emiratíes de la coalición árabe lograron echar de Adén a los rebeldes Huthi el pasado julio con la ayuda de una variopinta alianza de resistentes sudistas y grupos islamistas. Desde entonces, se ha acusado a los militantes de Al Qaeda de varios ataques contra las fuerzas progubernamentales. Numerosos observadores han advertido del riesgo que supone apoyarse en los yihadistas y los habitantes de la ciudad portuaria se quejan de la presencia en sus calles de hombres armados “de fuera”.
“Al Qaeda ha destruido la última iglesia católica de Adén”, lamenta un embajador yemení en el exilio. Para él, musulmán como el 99 % de los yemeníes, el gesto de intransigencia no sólo pone de relieve el peligro yihadista, sino que va en contra de la riqueza cultural de su país.
Hasta la retirada del Reino Unido en 1967, Adén contó con 22 iglesias para atender a sus numerosos residentes británicos. Pero incluso después, varias de ellas siguieron funcionando. Sus feligreses eran trabajadores indios y filipinos, refugiados africanos y una pequeña minoría cristiana local cuya fe arraigó durante la dominación etíope del siglo V.
La práctica de religiones distintas del islam ha retrocedido significativamente desde la reunificación del país en 1990. Los cristianos yemeníes, apenas un puñado de familias, se concentraban en esa ciudad del sur. La presión social hizo que muchos de ellos se fueran convirtiendo al islam. No obstante, a finales de los años ochenta del siglo pasado, el gran muftí de Yemen emitió una fetua en la que defendía que se debía permitir a los cristianos que practicaran su culto “igual que los musulmanes son libres para practicar el suyo en Occidente”.
En 2011, aún había en uso tres iglesias católicas y una anglicana en Adén. Además de la citada de la Sagrada Familia, en el barrio de Crater, la de la Inmaculada Concepción, en Maalla, y la de san Francisco de Asís y la de Cristo (anglicana), en Tawahi. Aunque no hay noticias del estado en el que se encuentran, la violencia del último año, con la toma de la ciudad por los Huthi en marzo y los bombardeos de la coalición a partir de entonces, provocaron la huida de muchos habitantes, y los cristianos se encontraban sin duda entre los más vulnerables.
Ese grupo terrorista ha aprovechado la intervención militar saudí para extender su presencia en el país más pobre de la península Arábiga. Soldados emiratíes de la coalición árabe lograron echar de Adén a los rebeldes Huthi el pasado julio con la ayuda de una variopinta alianza de resistentes sudistas y grupos islamistas. Desde entonces, se ha acusado a los militantes de Al Qaeda de varios ataques contra las fuerzas progubernamentales. Numerosos observadores han advertido del riesgo que supone apoyarse en los yihadistas y los habitantes de la ciudad portuaria se quejan de la presencia en sus calles de hombres armados “de fuera”.
“Al Qaeda ha destruido la última iglesia católica de Adén”, lamenta un embajador yemení en el exilio. Para él, musulmán como el 99 % de los yemeníes, el gesto de intransigencia no sólo pone de relieve el peligro yihadista, sino que va en contra de la riqueza cultural de su país.
Hasta la retirada del Reino Unido en 1967, Adén contó con 22 iglesias para atender a sus numerosos residentes británicos. Pero incluso después, varias de ellas siguieron funcionando. Sus feligreses eran trabajadores indios y filipinos, refugiados africanos y una pequeña minoría cristiana local cuya fe arraigó durante la dominación etíope del siglo V.
La práctica de religiones distintas del islam ha retrocedido significativamente desde la reunificación del país en 1990. Los cristianos yemeníes, apenas un puñado de familias, se concentraban en esa ciudad del sur. La presión social hizo que muchos de ellos se fueran convirtiendo al islam. No obstante, a finales de los años ochenta del siglo pasado, el gran muftí de Yemen emitió una fetua en la que defendía que se debía permitir a los cristianos que practicaran su culto “igual que los musulmanes son libres para practicar el suyo en Occidente”.
En 2011, aún había en uso tres iglesias católicas y una anglicana en Adén. Además de la citada de la Sagrada Familia, en el barrio de Crater, la de la Inmaculada Concepción, en Maalla, y la de san Francisco de Asís y la de Cristo (anglicana), en Tawahi. Aunque no hay noticias del estado en el que se encuentran, la violencia del último año, con la toma de la ciudad por los Huthi en marzo y los bombardeos de la coalición a partir de entonces, provocaron la huida de muchos habitantes, y los cristianos se encontraban sin duda entre los más vulnerables.
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