sábado, 16 de abril de 2016

Merkel da vía libre al proceso contra el humorista que ofendió a Erdogan


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Merkel da vía libre al proceso contra el humorista que ofendió a Erdogan

 

 

Luis Doncel
Las bromas de un late-night de la televisión alemana han derivado en una crisis política para la canciller Angela Merkel. Tras una semana sopesando la menos mala de las dos opciones que tenía ante sí, Merkel anunció el viernes que aceptará la petición turca de procesar a Jan Böhmermann, autor de un poema ofensivo contra el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan. La decisión asegura a la canciller buenas relaciones con Ankara, pero compromete su imagen en casa y tensa la relación con sus socios de coalición socialdemócratas, que criticaron el anuncio.
Böhmermann, un famoso presentador y enfant terrible de la televisión alemana, será juzgado por un poema que él mismo denominó “injurioso” contra el presidente Erdogan. El visto bueno del Gobierno alemán a la petición turca, un paso imprescindible para iniciar el proceso penal, desata una tormenta política en torno a Merkel, que en los últimos días ha sido acusada de ceder en un principio fundamental como la libertad de expresión para asegurarse la amistad de un Gobierno del que depende para contener el flujo de refugiados.
Merkel se esforzó por presentar una solución salomónica. Berlín permitirá que la Justicia alemana investigue si Böhmermann cometió un delito al leer en antena un poema en el que llamaba a Erdogan “follacabras”, pero al mismo tiempo ha anunciado que reformará el Código Penal para eliminar el artículo por el que se juzgará al presentador. Se trata de un texto del siglo XIX usado en muy raras ocasiones —por ejemplo, por el sah de Persia en los años sesenta— y que castiga con hasta cinco años de cárcel a aquellos que ofendan a “órganos y representantes de Estados extranjeros”.

Los comediantes, contra el sultán

  • “Un periodista escribe algo incómodo y acaba en la cárcel. Erdogan cierra una redacción y lanza gases lacrimógenos. Sé amable con él, porque te tiene agarrado”. La canción emitida el 17 de marzo enfureció al Gobierno turco, que exigió la retirada del vídeo al embajador alemán.
  • Jan Böhmermann respondió con un poema destinado a mostrar los límites legales a la libertad de expresión. “Lo que más le gusta es follar cabras, oprimir minorías, pisotear kurdos y sacudir cristianos mientras ve porno infantil”, dijo en el canal público ZDF.
“En un Estado de derecho no es el Gobierno, sino los fiscales y los jueces los que deben calibrar los derechos de las personas en relación con la libertad de expresión”, se justificó la canciller, que quiere dejar a la justicia la última palabra en este asunto. Pero la defensa que enarboló de la libertad de prensa como principio irrenunciable de la democracia no evitará un aumento de las críticas que le han llovido esta semana.
Antes de que llegara la petición turca para abrir un proceso, Merkel ya había hecho saber que consideraba el poema “voluntariamente ofensivo”. Fue esta una declaración totalmente inusual por parte de la jefa de Gobierno, que en su intento por calmar la furia de Ankara parecía actuar como crítica de televisión. La impresión de que Erdogan está decidido a mostrar su poder en la UE —con la que ha firmado un pacto para superar la crisis migratoria— se ha hecho patente. A Merkel solo le quedaba elegir entre dos males. Y pese que a algunos juristas creen que ha hecho lo correcto, la decisión le pasará factura.
Böhmermann ha recibido en los últimos días apoyos de la oposición y de destacados artistas y periodistas. Pero los daños para Merkel van más allá. El anuncio del viernes abre un boquete con sus socios de Gobierno del Partido Socialdemócrata (SPD). “El artículo que protege a jefes de Estado no es propio de tiempos democráticos. Consideramos que la decisión es un error”, respondió el líder parlamentario del SPD, Thomas Oppermann. Los ministros de Justicia y Asuntos Exteriores, ambos socialdemócratas, anunciaron que votaron en contra de la petición turca. Pero prevaleció la opinión de Merkel.
La canciller se enfrenta también a la opinión pública, que percibe una excesiva complacencia ante un régimen crecientemente autoritario como el de Ankara. El presentador del canal público ZDF, apoyado por una mayoría de alemanes según las encuestas, ideó su diatriba contra Erdogan como respuesta a una polémica anterior. Las autoridades turcas habían protestado por una canción satírica sobre Erdogan emitida en la televisión alemana. Böhmermann quiso entonces mostrar los límites de la ley y de la libertad de expresión. Y advirtió de que estaba a punto de leer algo ilegal. Era el poema por el que tendrá que ir a los tribunales y que el Gobierno turco ha tachado de “grave crimen contra la humanidad” y de “ofensa a los 78 millones de turcos”.

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