Horacio Duque
Desde Abajo
Algunos
dan por ganado el Plebiscito por la paz. Desconocen olímpicamente el
contexto social en que se desplegara la campaña por el SI, que es de
crisis popular generalizada. El pueblo se muestra apático y, por
momentos, adverso a la refrendación del Acuerdo de paz. Casi 53
colombianos de cada 100 dice que rechazaran el Plebiscito.
El
triunfalismo mostrado por la izquierda que anuncia 10 millones de votos
por el SI es una ruta equivocada y delirante para convencer a la
ciudadanía sobre las bondades de la paz acordada en La Habana.
Hay que poner los pies sobre la tierra y entender que no será fácil ganar el plebiscito.
No
hay que caer en el juego de la ultraderecha que sabe muy bien como
hacer la maniobra de darnos por ganadores al iniciar la campaña para
después empujar la caída en las encuestas. Sucedió con Clara López como
candidata a la alcaldía de Bogotá, en meses recientes.
Con
el pronunciamiento [1] de la Corte Constitucional sobre la Ley que
convoca a un plebiscito extraordinario para legitimar y refrendar el
Acuerdo final de paz se da apertura a una coyuntura política inédita en
el campo político nacional, pues un evento de tal magnitud no se daba en
la sociedad colombiana desde hace 58 años [2].
Colombia
está inmersa hoy en un profundo proceso de transformaciones, que se
inició con las negociaciones de paz entre el gobierno de Santos y las
Farc, desde el año 2012 y que ha implicado un amplio cuestionamiento a
los ejes centrales del ciclo estatal anterior de la Seguridad
democrática y la guerra al terrorismo y la democracia representativa,
así como a sus actores principales, los partidos políticos en el poder,
dando lugar a un momento de amplia reconfiguración política.
Este
proceso remueve estructuras estatales y proyecta reformas
constitucionales de gran alcance y está ligado a la emergencia de nuevos
sujetos en el campo político que irrumpen desde la sociedad civil, es
decir, desde los márgenes de la política institucional, posicionando
nuevas propuestas y universos simbólicos en el campo político, así como
nuevas formas de articulación democrática ampliando sus límites y
otorgándole un contenido distinto.
Estamos en un
tramo de amplia agitación pública y de debates focalizados en los
contenidos de los acuerdos consolidados en la Mesa de diálogos de La
Habana para poner fin al conflicto social y armado referidos a los temas
agrarios, de participación política, erradicación de cultivos de uso
ilícito, derechos de las víctimas, justicia restaurativa, acuerdos
especiales, cese bilateral y definitivo del fuego y hostilidades,
dejación de las armas, amnistías, indultos y movilización política de la
guerrilla.
Es probable que al finalizar el mes de
septiembre se den las votaciones correspondientes por el SI o el NO, una
vez se reúnan los requisitos pertinentes que tienen que ver con la
aprobación de la ley que convoca el plebiscito, la reglamentación que
expida el Consejos Nacional Electoral para las campañas respectivas y la
implementación de las estrategias pedagógicas para que los ciudadanos
se enteren de los detalles de lo convenido por el Estado con la
guerrilla de las Farc.
Vendrán días de intensa batalla política e ideológica entre los partidarios y enemigos de los consensos de paz de La Habana.
Por
lo pronto ya han ocurrido varios gestos y pronunciamientos sobre la
materia. Fatal la incitación con el mensaje de las banderas negras
uribistas [3]. Puro fascismo que recuerda las violentas camisas negras
de Mussolini. El de Uribe es un caso psiquiátrico y reflejo de un
desequilibrio generalizado con proyecciones bastante peligrosas para el
contexto social y político del plebiscito, pues se trata de un sujeto
con mucho peso específico que arrastrara amplios núcleos de la sociedad,
especialmente en las periferias y las regiones, adversos a la
pacificación. 53 de cada cien colombianos piensa que lo de Santos es un
disparate y una aventura que nos empuja al caótico escenario de
Venezuela, designado por ellos como el modelo comunista castrochavista.
Un “significante vacío” que convoca con eficacia, para evitar las
cuentas alegres de los izquierdistas. Un “significante vacío” que
arrastra caudalosas masas en el Eje cafetero, en Medellín, en el eje
Ibagué-Neiva, en los Llanos, en la Costa Caribe, en Cúcuta (con la
avalancha de los venezolanos en los supermercados), en Bogotá y el
Centro del país. Hay mucha gente asustada, mucha clase media en pánico
que se opone, y hay mucho pueblo apático, azotado por la crisis
económica, que está a punto de reventar con la carestía, el desempleo,
el hambre y la pobreza. Que está indignado con la corruptela de los
gamonales santistas, causantes del desastre de los niños de la Guajira,
de la bancarrota de la salud y de la quiebra de la educación pública,
carcomida por la mediocridad y la indolencia de las burocracias
docentes.
Para empeorar, es nefasto el mensaje
enviado a la opinión pública y al pueblo con la designación como jefe
del plebiscito al artífice de la implantación del modelo neoliberal y
del bombardeo a las Farc en la Uribe. Vendrá la cuenta de cobro.
Anunciar
10 millones de votos por el SI es delirante [4]. Son cuentas alegres de
pésimos estrategas que piensan con el deseo y no miden el terreno
movedizo en que se desplaza el proceso político del plebiscito. Cautela
señores y señoras. Menos retórica y más prudencia. Decir que el
plebiscito ya gano es parte de una estrategia internacional de expertos
que saben cómo se comporta la curva de estas falsas expectativas.
Brexit, Rajoy y Trump, son interesantes lecciones para no caer en la
trampa ni en fantasías de vendedores de ilusiones.
La
cosa esta cuesta arriba y, porque se quiera o no, el escenario del
plebiscito ha sido capturado por las campañas presidenciales que lo
contaminan y desvían hacia el terreno perverso de la politiquería de los
caciques y caimanes del negocio electoral, con los daños inevitables en
la legitimación de la paz.
El plebiscito no puede ser un simulacro democrático, un juego de la politiquería barata.
El tema del plebiscito y la refrendación de la paz, amerita una ruta analítica más profunda y coherente [5].
Debería
ser la oportunidad para replantear el modelo de democracia imperfecta
que prevalece acá, para superar las limitaciones de un modelo
clientelista, corrupto y excluyente que se sostiene sobre la
manipulación, la demagogia y el engaño a los ciudadanos.
Los retos analíticos del plebiscito
En ese sentido son muchos los retos analíticos planteados por este dispositivo político.
Me refiero inicialmente a algunos temas de mayor calado como por ejemplo:
El
mapeo y reconstrucción analítica más amplio sobre la diversidad de
espacios, sujetos e instituciones políticas que existen en la actualidad
en el país.
El reto es hacer un mapeo de espacios,
fuerzas e instituciones pero no desde un ángulo meramente descriptivo,
sino mediante una reconstrucción analítica que vaya revisando el tipo de
discursos, de estrategias, es decir, de prácticas e ideas políticas que
despliega cada uno de estos sujetos
Hay que estudiar
no sólo la pluralidad de sujetos, prácticas, ideas e instituciones sino
las dinámicas de interrelación, a través de la idea de campos de
conflicto, que se plantea como una especie de método para estudiar la
política en las peculiares condiciones del país, hoy.
Por
un lado, hay que hacer una reconstrucción histórica analítica, por
tanto, selectiva, del campo político en Colombia, en diferentes momentos
de la historia reciente del país, para mostrar y explicar los cambios
que se están produciendo con el proceso de paz.
En
ese sentido, se trata de una reconstrucción de campos políticos con
perspectiva histórica, que es la que permite explicar el cambio. Al
reconstruir analíticamente el campo político en diferentes momentos en
Colombia otro elemento importante tiene que ver con una ampliación del
horizonte de análisis. Por un buen tiempo, la ciencia política se
concentró en estudiar las instituciones políticas. Por mucho tiempo
predominó un enfoque institucionalista que acompañó el tiempo de las
reformas neoliberales, funcionando también en buena medida como
legitimación de esos cambios.
Por eso el enfoque de
un análisis del ciclo político en ciernes implica una ampliación del
campo analítico, que corresponde de mejor manera a la diversidad de
espacios, sujetos y prácticas políticas que se despliegan en el país.
Esta
ampliación del horizonte o del campo de análisis, a través de esta
noción de campo político que incluye mayor diversidad y pluralidad,
implica el desplazamiento hacia una combinación de ciencia política y
sociología política; ya que significa mirar hacia la diversidad social y
el tipo de estructuras sociales y otros ámbitos de la vida social a
partir de los cuales también se organiza la vida política y las
prácticas políticas que tienen influencia importante en los ámbitos
institucionales del Estado.
En esta reflexión que avanzamos a propósito del plebiscito nos formulamos varias cuestiones:
¿Cuáles
son las características del nuevo campo político instalado en Colombia
con el funcionamiento de la Mesa de conversaciones de La Habana? ¿Cuáles
son las propuestas y orientaciones objetivadas por los actores en torno
a la reconfiguración del sistema político? ¿Cómo se articulan los
nuevos y viejos aspectos del sistema democrático en la propuesta de un
nuevo modelo político de democracia ampliada? ¿Cuáles son las
representaciones simbólicas en torno a la democracia y las
(re)significaciones planteadas por los movimientos sociopolíticos
emergentes? Desde la percepción de los propios actores ¿Cuáles son las
características de los nuevos sujetos políticos–los movimientos
sociales, populares y étnicos-, cuál es el derrotero de los partidos
políticos y de la democracia? En definitiva ¿qué cambios están
ocurriendo en el campo político colombiano con el proceso de paz?
Sirve
recordar acá que durante las últimas décadas, las preocupaciones en
torno a la democracia en Colombia, particularmente con la Constitución
de 1991 y sus atropellados desarrollos, se han centrado fundamentalmente
en la gestión pública e institucional de los gobiernos de turno y en la
necesidad de mantener la estabilidad política; así como en el
comportamiento de los partidos políticos como factores críticos de la
gobernabilidad. A partir de ello, se produjeron intensos procesos de
reforma institucional tendiente a mejorar la gestión pública y política
del Estado.
En esa línea, en Colombia se inició un
proceso de reformas institucionales con la Carta del 91 orientadas a
fortalecer la gobernabilidad del Estado y mejorar la calidad del sistema
democrático/liberal, que también incluyeron el reconocimiento formal a
los movimientos sociales, indígenas y afros. Sin embargo, estas reformas
resultaron ciertamente limitadas, en muchos casos, meramente
enunciativas y formales, no se orientaron a resolver el problema central
del sistema democrático nacional, que era su creciente desvinculación
de las necesidades y expectativas de la sociedad.
De
esta manera, se consolidó un sistema político elitista y excluyente
funcional a los intereses de los grupos de poder ligados a los partidos
predominantes, mientras la sociedad civil se debatía en un conjunto de
necesidades irresueltas y demandas fragmentadas de carácter corporativo.
No
obstante, de manera simultánea, se producía la emergencia de nuevos
sujetos colectivos portadores de nuevos referentes discursivos e
identitarios, como los movimientos de mujeres, los ambientalistas, los
actores territoriales y fundamentalmente los pueblos indígenas y
afrodescendientes y sindicatos agrarios, que fueron incursionando en el
campo político electoral regional con renovadas formas de representación
social y política.
Una nueva hegemonía política
Con
el proceso de paz en curso, ciertamente, en Colombia se ha iniciado el
proceso de construcción de una nueva hegemonía, entendida como un
“complejo entrecruzamiento de fuerzas políticas, sociales y culturales”
(Grmasci), de ahí que la situación política se torne muy compleja e
involucre no sólo aspectos coyunturales sino también estructurales.
Ante
estas nuevas configuraciones políticas y sociológicas, resulta
apremiante una lectura atenta de los rasgos y connotaciones que adquiere
la democracia, la acción colectiva y las emisiones discursivas de los
sujetos, en la medida en que es ahí, en el territorio de las prácticas,
donde se gestan las “nuevas” significaciones de la política y sus nuevos
derroteros
Una relectura de la democracia
Ahora
bien, con el fin de abordar el alcance y orientación de los cambios
suscitados en el campo político por el proceso de paz, pretendemos
retomar algunas categorías conceptuales que trascienden una visión de la
política y del poder limitadas a la práctica institucional, y
proponemos una (re)lectura del concepto de democracia como elemento
articulador del campo político actual.
A partir de
ahí, focalizamos nuestra atención, a propósito del plebiscito, en cinco
dimensiones de análisis que se encuentran interrelacionadas:
Un
análisis de la dinámica política a partir de los campos de conflicto
que han dado lugar a la emergencia de nuevos sujetos, discursos y
representaciones simbólicas en la disputa por el poder.
Un
estudio minucioso del proceso de objetivación de lo político plasmado
en los textos de los acuerdos parciales de paz y en el nuevo marco
normativo e institucional como la Ley del plebiscito y el Acuerdo
Legislativo de paz, a partir de las iniciativas de los actores sociales y
políticos que propiciaron dichos cambios.
Un
seguimiento a las formas de organización y acción política: partidos,
movimientos sociales y movimientos políticos, sus repertorios de
movilización, y las características que adquieren en este proceso.
Una
relectura de la democracia en el marco de su profundización y
ampliación a otros formatos de ejercicio del poder y de la política,
situados en las interfaces entre el Estado y la sociedad.
Consideramos
que los cambios acontecidos y que vedran en el campo político no se
restringen al ámbito político institucional ni a la sustitución de unos
grupos de poder por otros, sino que abarcan el conjunto de dimensiones
señaladas y sus interacciones.
Proponemos, con
ocasión de la campaña y votaciones del plebiscito, realizar una lectura
multidimensional de los aspectos más relevantes de la realidad
sociopolítica que permiten un abordaje integral del proceso, recoger
sucesos que se encontraban desconectados, así como demostrar la
complejidad de las relaciones sociales y de los fenómenos emergentes; lo
que supone abordar las luchas políticas, estrategias y procesos del
campo político sin descuidar las transformaciones propiamente
institucionales.
Priorizando el concepto de campo
político y no así el de sistema, para ampliar la visión de lo político
hacia la sociedad civil, hacia las formas de existencia de la política y
el poder fuera de las fronteras institucionales, desde donde devienen
maneras complementarias o alternativas de darse lo político como las
asambleas, las cumbres, las mingas, los cabildos, los sindicatos, las
comunidades indígenas, donde se generan y recrean prácticas y habitus
políticos, que dan cuenta de la coexistencia de diversos modos de
ejercicio democrático –de la demodiversidad–.
El campo de conflicto
Por
otro lado, identificamos la categoría de conflicto –campo de
conflictividad– como central para la reconstrucción del proceso ya que
permite no sólo la constitución y visibilización de los actores
estratégicos, sus luchas y discursos, sino también las contradicciones y
fracturas sociales, así como la dinámica de la democracia. Por los
aspectos anotados, la categoría de conflicto nos aleja de una visión
esencialista del sujeto y de la idea del postconflicto patrocinada desde
las esferas oficiales.
Estos son los desafíos teóricos y prácticos que planeta el Plebiscito que camina.
Notas:
[1] Ver sobre dicho pronunciamiento de la Corte Constitucional el siguiente enlace electrónico http://bit.ly/29KtNG8
[2] Sobre el plebiscito de 1957 ver el siguiente reporte periodísticohttp://bit.ly/29Vr2F6
[3]
Sobre la posición del ex presidente Uribe Vélez en el Plebiscito ver el
siguiente artículo de su autoría http://bit.ly/29TT9ak
[4] Ver al respecto el siguiente reporte periodístico http://bit.ly/2ab4anw
[5]
La ruta analítica planteada en este texto se apoya en las reflexiones
de Luis Tapias, Raúl Prada y María T. Zegada a propósito de las
transformaciones ocurridas en Bolivia en los años recientes.
Verhttp://bvsde.org.ni/clacso/publicaciones/democracia-margenes-bolivia.pdf
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