Publicado 22 agosto, 2016 por
La aparición de imágenes del niño sirio Omran Daqneesh demuestra el morbo constante por utilizar menores para justificar objetivos bélicos y convertirlos en un lucrativo negocio para sensibilizar con base de clicks a la población global.
Justamente el objetivo de estas acciones de propaganda va en pos de detener la ofensiva del Ejército Árabe Sirio (EAS), junto a Hezbolá, milicias iraníes y bombardeos rusos, contra el Frente Al-Nusra y sus aliados yihadistas en la estratégica Alepo.
Si bien el periodismo flojo y la ignorancia diseminada en las redes sociales han viralizado interesadamente esta imagen para demonizar la ofensiva contra los yihadistas, afirmando que el niño habría sido víctima de un bombardeo ruso en el barrio de Qaterji de Alepo, controlado por los “rebeldes”, lo cierto es que aún no se conoce al culpable de haber herido a este pequeño de cinco años que ha conmovido a la comunidad mundial tal como pasó hace un año con Aylan Kurdi valiéndose de su cuerpo yacido en las costas del Mediterráneo.
Pero lo central no está sólo en el parecido entre ésta y aquélla circunstancia, como se quiere hacer ver (“Assad must go”), sino en quiénes filtraron estas imágenes y bajo qué formato lo hicieron.
Un centro de medios anti Al-Assad y unos “cascos blancos” bastantes sospechosos
La agencia encargada de tomar las imágenes del pequeño cubierto de polvo fue el “Aleppo Media Center”, un equipo de prensa pro “rebeldes moderados” del que se nutre como fuente el grueso de las agencias de noticias internacionales. Sin embargo, la puesta en escena del niño recuerda a otro tipos de trabajos de prensa realizados con base a la actividad de los rescatistas que “salvaron” a Omran Daqneesh de los escombros de Qaterji para llevarlo a un hospital sano y salvo.
Estos rescatistas son ampliamente conocidos como Defensa Civil Siria (los ahora famosos “cascos blancos”), una ONG fundada en 2013, y la similitud con otras puestas en escena pueden ser vistas en esta investigación del renombrado blog contrainformativo Moon of Alabama, donde realiza un detallado acopio de las puestas en escena de dicha agrupación.
El problema con esta organización, que se presenta como neutral y apolítica, es que ocupa uno de los bandos en el conflicto sirio: precisamente el de los fundamentalistas islámicos y las potencias que pretenden perpetuar la guerra en Siria. No decimos esto alegremente: Defensa Civil Siria recibe financiamiento de Gran Bretaña y Estados Unidos, principalmente, y mantiene una constante campaña a favor de detener los bombardeos en Alepo para beneficiar al Frente Al-Nusra, ahora renombrado Fateh Al-Sham como parte de una maniobra pública para desvincularse de Al-Qaeda y sus aliados.
Aún más evidente son estos objetivos si se repasa el prontuario del creador de Defensa Civil Siria aka “cascos blancos”, James Le Mesurier, ex alto oficial británico y alto representante de la ONU en lugares en guerra como Bosnia y Kosovo.
Sin embargo, su prontuario resalta también por haber sido parte de la contratista militar Olive Security y Good Harbour International, la primera relacionada a Blackwater, famosa por sus matanzas en Irak, y la segunda dirigida por Richard Clark, ex asesor de seguridad de George Bush.
Como vemos, Le Mesurier tiene todos los rasgos de haber abandonado la actividad militar para trabajar de forma encubierta en trabajos privados que Estados Unidos y Gran Bretaña no pueden realizar directamente en la guerra en Siria.
Medios y periodistas levantan imágenes generadas por Al-Qaeda
Sin embargo, lo más interesante del formato de esta organización son los integrantes que en los hechos realizan la actividad operativa del grupo. Integrantes y dirigentes como Raed Al-Saleh, figura de los famosos “rebeldes moderados”, que son promovidos para el Premio Nobel de la Paz y aún con eso tienen prohibida su entrada a Estados Unidos por su peligrosidad.
Si no cree esto, vea usted mismo en el minuto 2 de este documental sobre el grupo cómo el vocero del Departamento de Estado, Mark Toner, explica por qué devolvieron a Al-Saleh a Estambul cuando se disponía a entrar a los Estados Unidos.
Y justamente la peligrosidad de estos “inocentes” “cascos blancos”, como los definen los medios corporativos, es que se sabe que actúan en zonas controladas por el Frente Al-Nusra y el Estado Islámico. Incluso, es tan evidente que estos forman parte del Frente Al-Nusra y de distintos grupos yihadistas que existe una biblioteca de imágenes en las que estos “cascos blancos” festejan la conquista de ciudades y participan como facilitadores en ejecuciones de estos grupos, así como sus fotografías mostrando los cuerpos de soldados sirios en calidad de trofeos de guerra.
A tal punto es el descaro que hasta existen videos de uno de sus integrantes, Haj Abu Ahmad, agradeciendo a Al-Nusra y afirmando que “son su modelo a seguir”.
Así que dificilmente se le pueda dar un tono neutral e inocente a la viralización de la foto del niño Omran Daqneesh, sino que forma parte, claramente. de una campaña orquestada en el terreno por Al-Nusra, repotenciada por sus financistas, para promover la detención de los bombardeos a sus estructuras militares cuando gran parte del conflicto sirio se juega en Alepo.
También sirve para comprender cómo en Venezuela, lentamente, se pretende instalar el mismo dispositivo militar y paramilitar, aparentemente neutral, y cómo la utilización de los niños como escudos humanos forman parte de la caja de herramientas para promover la intervención en el país.
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