martes, 20 de diciembre de 2016

Esclavos de seis años

Esclavos de seis años


Por Toni Roderic - Diario 16

Las cifras de trabajo infantil en el mundo son bochornosas aunque han disminuido ligeramente en los últimos años. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), “el número global es de 168 millones, de los cuales más de la mitad, es decir 85 millones efectúan trabajos peligrosos”.
 
La agricultura continúa siendo, de lejos, el sector con el mayor número de niños en situación de trabajo infantil (98 millones, el 59%), pero el número de niños en losservicios (54 millones) y en la industria (12 millones) no deja de ser significante. La mayoría se encuentra, principalmente, en la economía informal y son los países asiáticos, de América Latina y de África subsahariana las zonas dónde más se concentra.
 
No descubrimos nada si afirmamos que el trabajo infantil obedece en parte a la vulnerabilidad de los hogares asociada a la pobreza. Para que os hagáis una idea, los menores que trabajan para las industrias de ropa, alfombras, deportes o de material médico en los países del sudeste asiático comienzan su jornada a las 4 de la mañana y la acaban a las 6 de la tarde, con horarios que rondan entre las 10 y las 16 horas con un salario que no supera los 2 € al día en el mejor de los casos. En otros casos, los menores han sido vendidos a las mafias o a las empresas por sus propias familias. “Comprar un niño en Pakistán es muy barato y una vez que lo has hecho puedes hacer con él lo que quieras” según palabras de Ehsan Ullah Khan, el líder pakistaní contra la esclavitud de niños y niñas. “Así le sucedió a Iqbal Masih, vendido por su madre cuando tenía cinco años a cambio de 600 rupias (12 €). Masih comenzó a trabajar en una fábrica de alfombras persas destinadas al mercado occidental donde además era maltratado y despojado de todos sus derechos”. Con 10 años se cruzó en su camino el Frente del Ullah Khan quien consiguió liberarlo y convertirlo en una figura contra la esclavitud de los niños. Después de un viaje a Estados Unidos, la mafia lo asesinó cuando tenía 12 años.
 
Empresas como Zara, Mango, Ikea, H&M, Primark, el Grupo Benetton, The Children’s Place, DressBarn, Nike, Adidas, Monsoon o El Corte Inglés, denunciadas o señaladas por los organismos que trabajan contra esta suerte de esclavitud infantil, se defienden siempre diciendo que ellos no son responsables directos de estas contrataciones porque lo hacen empresas locales subcontratadas, que son los que incumplen -según ellos- sus códigos éticos, trampeando así sus responsabilidades y haciéndose cómplices, hipócritamente, de las consecuencias de su política económica.
 
Podemos seguir mirando hacia otro lado, comprando nuestros productos -ropa, café y té, teléfonos móviles, cosméticos, juguetes, zapatillas deportivas…- sin preocuparnos de que las empresas certifiquen que no fabricados o producto del trabajo infantil. Pero para que esos productos lleguen a nuestras manos a precios inferiores a su valor real, alguien ha pagado ese precio y han sido los más débiles de nuestra sociedad, los niños.
 
Es evidente que tanto los gobiernos de los lugares donde se practica este capitalismo salvaje como las grandes multinacionales permiten que esto suceda y que se saque partido de los oprimidos a los que se convierte en mano de obra barata o esclava. La OIT por medio de su director Guy Rider puntualiza que para disminuir el trabajo infantil hay que invertir en “la protección social, junto a la educación formal de calidad, universal y obligatoria al menos hasta la edad mínima de admisión al trabajo, el trabajo decente para los adultos y los jóvenes en edad de trabajar, una legislación eficaz y un diálogo social consolidado”.
 
Pero este es un sistema, el sistema, que a las oligarquías no les interesa cambiar. Porque, como decía Warren Buffet, “hay una guerra de clases, y la mía, la de los ricos -que es la que la ha desatado- la está ganando”. Y tú puedes escoger a qué lado te sitúas.

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