martes, 20 de diciembre de 2016

Siria, el socio del Kremlin y un efecto de las tensiones internas


clarin.com

Siria, el socio del Kremlin y un efecto de las tensiones internas

 

 

Claudio Mario Aliscioni
Era difícil precisar esta noche todos los alcances del asesinato del embajador ruso. Ningún grupo terrorista ni tampoco la milicia separatista kurda -que Ankara combate sin piedad- se habían atribuido el hecho. Pero bajo esa bruma asomaba un dato que podría confirmarse con el correr de los días: el ataque no hará añicos ni mucho menos la alianza abierta entre el ruso Vladimir Putin y su colega turco, Recep Erdogan.
Conviene comparar las reacciones oficiales de anoche con el último episodio grave que complicó a las dos capitales para entender la magnitud de los cambios en la relación bilateral y en el escenario mayor de la guerra en Siria, que es el sitio donde debe anclarse el luctuoso hecho de Ankara.
El 24 de noviembre de 2015, la artillería turca abatió un caza ruso que volaba sobre la frontera de Turquía y Siria. El incidente disparó la tensión y hasta incluyó sanciones económicas de Moscú que hirieron a Ankara. Muchos temieron, asimismo, que el conflicto escalara a una etapa superior.
Anoche, algunos analistas -desconectados de lo que ocurre en verdad entre ambos gobiernos- apostaron a una reacción similar desde el Kremlin. Pero fue el propio Putin el encargado de liquidar ese mal pronóstico, seguido en minutos por su colega de Ankara. “El crimen es, sin lugar a dudas, una provocación destinada a abortar la normalización de las relaciones ruso-turcas y torpedear el proceso de paz en Siria”, dijo el jefe del Kremlin. Erdogan, a su vez, no le fue en zaga en su intento de subrayar las coincidencias: “El ataque -declaró- es una provocación que tiene como objetivo destruir la normalización de las relaciones” bilaterales. Resulta sugestivo el nivel de calco entre los conceptos.
Que haya sido un policía turco el autor del atentado y que éste ocurra en momentos de máximo acercamiento bilateral parecen ser el pivote clave del episodio. En primer lugar, la participación policial pone de relieve los enormes fiascos de seguridad interna que enfrenta el régimen de Erdogan de cara a sus enemigos locales y su talante autoritario. Pero, al mismo tiempo, todo debe asociarse con la oposición y repudio existentes entre policías y militares turcos hacia la reconciliación con Rusia, un país al que esos grupos ven como indeclinable enemigo. El fallido golpe de Estado en julio sirvió de excusa a Erdogan para una descomunal purga interna. Pero la desconfianza sigue y lo de ayer es apenas un indicio.
Claro que el líder turco está obligado a superar esas contradicciones. El acercamiento a Rusia no nace del fallido golpe, sino de la necesidad de superar su aislamiento ante Irán -uno de los grandes ganadores de la guerra siria- y de posicionarse en la posguerra que se viene cuando los últimos vestigios del ISISsean aplastados. Habrá entonces un nuevo teatro, con amplios negocios (se habla de US$ 100 mil millones en cinco años) en contratos de energía clásica o nuclear y de infraestructura, como el ducto Turkish Stream que llevará gas ruso por el mar Negro vía Turquía hacia Europa. Putin y Erdogan avizoran ya ese futuro en ciernes. La cumbre que se abre hoy en Moscú entre Rusia, Turquía e Irán para discutir la guerra en Siria será una página infaltable de ese nuevo escenario.

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