sábado, 31 de diciembre de 2016

ESPAÑA, MINADA DE SECTAS

ESPAÑA, MINADA DE SECTAS


 
Fotograma de la película John Carpenter's Village of the Damned (1995)


EL CASO EDELWEISS, SÍNTOMA SIN DIAGNÓSTICO NI TERAPIA
Manuel Fernández Espinosa
 
(Aunque independiente de él, éste artículo -como los que le sigan- tiene una introducción en "El anticlericalismo en España. Raíces anticlericales hasta el franquismo".)

Desde 1940 hasta 1977 el régimen franquista había creado una tupida red de asociacionismo juvenil en España, primero con la Delegación Nacional del Frente de Juventudes y, más tarde en 1960, con la creación de la Organización Española de la Juventud (OJE) a manera de dependencia de la misma Delegación Nacional; la OJE a día de hoy todavía existe, habiendo perdido sus connotaciones ideológicas. Este asociacionismo juvenil español fue la versión franquista tardía e ideologizada del escultismo -siguiendo la estela de los totalitarismos euroasiáticos de la época. El escultismo lo puso en pie Baden-Powell en Inglaterra como forma de combatir la delincuencia juvenil y reeducar a los jóvenes, con su primer campamento organizado en 1907 y había llegado a España tempranamente, pero como organización juvenil le faltaba revestirse de una ideología totalitaria para ser lo que fue más tarde en los casos de Rusia, Italia, Alemania y, en menor medida, España

Y es que con la Revolución bolchevique, el Partido Comunista de la Unión Soviética se dotó del Komsomol (Unión Comunista de la Juventud) en 1918, constituyendo la organización comunista de las juventudes, existiendo para los menores de 14 años el Movimiento de Pioneros. El fascismo italiano, fundado por un conspicuo ex-socialista, no tardó en crear corriendo el año 1926 la Opera Nazionale Balilla que en 1937 se fusionaba con la Giuventú Italiana del Littorio, sección juvenil del Partido Nacional Fascista. En Alemania se crearon, en 1926, las Hitlerjugend como sección juvenil del Partido Nacional Socialista Obrero Alemán. Y, como es lógico, en estas organizaciones soviética, fascista-italiana y nazi-alemana se ejerció el adoctrinamiento ideológico respectivo. Menos ideología pudo tener el Servicio Nacional de Educación Física, Ciudadana y Pre-militar creado en España en 1929 por la dictadura de Primo de Rivera, siguiendo el modelo italiano, pero careciendo de un cañamazo ideológico como el que sí exhibían los casos ruso, italiano y alemán. Durante la pervivencia del régimen franquista, el Frente de Juventudes y las asociaciones a él subordinadas pudieron alardear de la difusa y siempre proteica ideología que Franco iba cambiando según soplaban los vientos: fascistoide mientras las potencias del Eje no sucumbieron y, más tarde cuando fueron derrotados los fascismos, atenuando los elementos fascistas, alardeando ahora de un anticomunismo a prueba de bombas con el que amigarse con los Estados Unidos de Norteamérica durante la Guerra Fría. Pero, a la muerte del dictador, con las prisas de la transición, la red de la organización juvenil de la España franquista fue desmantelándose o languideciendo: el pez siempre se pudre por la cabeza, como dice el adagio. Tal vez uno de los casos más trágicos de este proceso de corrupción de una estructura social en España sea el que voy a comentar. En mi opinión es un caso sintomático que, más allá de su particularismo, invitaría a una reflexión que, hasta donde se me alcanza, nadie se atrevió en su día a realizar con la radicalidad que exige.
Con el antecedente de un tejido asociativo juvenil que en los años 70 se iba licuando a falta de una dirección que supervisara las actividades y la idoneidad de las personas adultas a cuyo cargo estaban organizaciones similares se entiende que en el año 1970 un tal Eduardo González Arenas no suscitara ninguna sospecha cuando, a iniciativa personal, se dispuso a organizar un grupo juvenil llamado Asociación Juvenil de Montaña Edelweiss y lo hizo incluso bajo el techo de una parroquia -la de Nuestra Señora del Sagrado Corazón en Chamartín; un año más tarde el grupo cambiaría su nombre al de Boinas Verdes de Edelweiss. La asociación se extendería a otras provincias de todo el territorio español peninsular e insular y su tapadera era el montañismo y las actividades presuntamente formativas de la juventud a las cuales la mentalidad de aquel entonces estaba acostumbrada: nada era raro, en un principio. El hecho de que su artífice hubiera sido legionario parece que le abrió las puertas de la parroquia y de los colegios, lo que a la postre resultó como meter a la zorra en el gallinero. El mismo año en que la asociación sería legalizada (1976), González Arenas era procesado por corrupción de menores -ya había sido acusado también por apropiarse de los fondos; resultó condenado, pero nada más salir de la cárcel, reorganizó el grupo.

Por lo que sabemos, en el interior del grupo se adoctrinaba en una extraña y abigarrada mezcla de ideas cosmogónicas en las que se hablaba de un ficticio planeta Delhaiss, ciertas ideas y estética nazistas y creencias traídas de aquí y de allá: el grupo, en definitiva, era una secta destructiva y se estima que 400 adolescentes pasaron por la secta y muchísimos de ellos fueron víctimas de abusos sexuales. Las continuas denuncias condujeron a González Arenas otra vez a prisión: condenado por 28 delitos de corrupción de menores al líder sectario le cayeron 168 años de condena de los cuales, gracias a las mercedes tan generosas de nuestra Justicia, cumplió solo 6. En 1998, ya gozando de libertad, González Arenas había abierto una discoteca -Sá Gabià- en la localidad balear de Santa Eulalia, se presume que nuevamente había reorganizado la estructura sectaria y así seguir delinquiendo en la pederastia. Pero un joven que lo había denunciado en 1997 por abusos, se tomó la justicia por su mano y lo degolló.
El caso "Edelweiss" es tal vez uno de los que tuvo mayor impacto en la opinión pública. Muchos de los detalles trascendieron y hasta podemos considerarlo un caso mediático que seguro que el lector, si tiene algunos años, recordará. No obstante nos parece muy curioso que un tema como éste que ocupó páginas de periódicos y tuvo su proyección en noticiarios radiofónicos y televisivos, no quedara como otra cosa que una anécdota en la historia social de nuestra transición democrática. Pese a la gravedad de los abusos sexuales perpetrados por González Arenas y sus secuaces (otros miembros de la secta también abusaron de los jóvenes reclutados) aquí nadie hizo nada. Todo quedó reducido a un caso mediático con sus ingredientes mórbidos, pero ni desde el gobierno ni desde la oposición política se hizo lo más mínimo por detenerse a considerar cuáles habían sido las condiciones de posibilidad para que un depredador sexual de menores pudiera crear -varias veces, no sólo en una ocasión- un grupo juvenil como quien organiza una despensa para servirse a su antojo. Mucho se habló de las estrafalarias ideas que el pederasta inculcaba a sus adeptos, muchos pudieron reírse del quimérico planeta y de la vida extraterrestre de los que el gurú hablaba y hasta pudieron escandalizarse muchos ante las parafernalias nazistoides que empleaba en el círculo interior la secta, también podría llamar la atención el liderazgo carismático de este psicópata pervertido (algo común en las sectas destructivas): alguien capaz de organizar varios grupos sectarios para consumar sus perversos propósitos no puede carecer de un carisma maléfico, pero... nadie, ya digo, absolutamente nadie con "responsabilidad política", se cuestionó de un modo radical por qué esto pudiera pasar en la España de los años 70, 80 y 90. 

González Arenas fue "ajusticiado", pero el fenómeno de las sectas destructivas quedó indemne y a día de hoy se estima que más de medio millón de españoles -y se quedan cortos estos cálculos- sufre abusos (como mínimo psicológicos) en los antros más dispares de las sectas destructivas que están legalizadas en España, todas bajo título de asociaciones pseudo-religiosas, pseudo-filosóficas, pseudo-políticas, pseudo-culturales... RT, en octubre de este año que toca a su fin, se preguntaba en un artículo ¿Es España un paraíso para las sectas?
Dado que no parece que hubiera nadie interesado en cuestionarse de un modo radical esta lacra que venimos sufriendo digo yo que será la hora de hacerlo como conviene sin más dilación que la que me lleve el volver otra vez aquí y someter a examen esta cuestión, a no mucho tardar si Dios quiere.

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