miércoles, 25 de octubre de 2017

De cómo Tsipras y Varoufakis pasaron olímpicamente del programa de Syriza


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De cómo Tsipras y Varoufakis pasaron olímpicamente del programa de Syriza

 

 Kaos en la red


Según Yanis Varoufakis, su colaboración con Alexis Tsipras y su alter ego, Nikos Pappas, se remonta a 2011, y se amplía progresivamente a partir de 2013, para incluir a Yanis Dragasakis, nombrado viceprimer ministro en 2015. Hay una constante en las relaciones entre Varoufakis y Tsipras: el primero abogaba, con constancia, por modificar la línea seguida por Syriza. Varoufakis afirmaba que Tsipras, Pappas y Dragasakis querían, claramente, adoptar una orientación política diferente, mucho más moderada, de la que había decidido su partido.
El relato de Varoufakis tiene su aspecto picante. Mediante su testimonio, vemos cómo, en dos etapas muy importantes, se tomaron decisiones a espaldas de Syriza y en detrimento de los principios democráticos más elementales.
Varoufakis se atribuye el papel central y, efectivamente, ejerció su influencia sobre la línea adoptada por el trío Tsipras-Pappas-Dragasakis. También es cierto que Tsipras y Pappas buscaron entablar, por fuera de Syriza, relaciones más o menos estrechas con personas e instituciones, con el fin de poner en práctica una política que se alejaría progresivamente de la línea propia de Syriza. Varoufakis no era la única persona contactada por ellos, pero, en un determinado momento, Tsipras y Pappas consideraron que era el hombre adecuado para negociar con las instituciones europeas y el FMI.
Comienzos de 2011, los primeros contactos de Varoufakis con Tsipras y Pappas
Varoufakis describe su primer encuentro con Alexis Tsipras y Nikos Pappas a comienzos de 2011. Pappas le había citado en un pequeño hotel restaurante próximo al local de Syriza.
“Cuando llegué al hotel, Alexis y Pappas ya estaban pidiendo su comida. Alexis tenía una voz cálida, una sonrisa sincera y me dio la mano como a un amigo. Pappas tenía una mirada más luminosa y una voz más alta. (…) Era evidente que tenía toda la atención del joven príncipe y que él mismo le servía a la vez de guía, de freno y de acicate, una impresión que, a lo largo de los tumultuosos años que vendrían, la tuve siempre: dos jóvenes hombres de la misma edad pero de temperamentos diferentes, que actuaban y pensaban como un solo hombre [1]”.
Varoufakis explica que Tsipras dudaba sobre la orientación política a tomar ante una salida eventual del euro. “Desde 2011, Syriza estaba desgarrada por las divisiones internas frente al problema: ¿Era necesario sostener oficialmente el Grexit (abandonar la zona euro, pero no necesariamente la Unión Europea)? Encontraba la actitud de Alexis, frente a esa cuestión, a la vez arrogante e inmadura. Su objetivo era dominar las tendencias rivales en el seno del partido más que hacerse una opinión clara y personal del problema. A juzgar por las miradas cómplices que Pappas me dirigía, era evidente que compartía mi punto de vista. Contaba conmigo para ayudarle a impedir que el líder del partido jugara con la idea del Grexit”.
“Hice lo mejor que pude para impresionar a Alexis y convencerle de que tener como objetivo el Grexit era un error tan grave como el de no prepararse en absoluto para el mismo. Reproché a Syriza que se comprometiera a la ligera (…).”
Tsipras presentó a Varoufakis la idea de amenazar a los dirigentes europeos con una salida de Grecia de la zona euro, en el caso de que rechazaran el cuestionamiento de la política de los memorandos. Varoufakis le respondió que evitaría salir de la zona euro ya que, mediante la negociación, era posible obtener una solución favorable para Grecia como una nueva reestructuración de su deuda.
Tsipras replicó que algunos economistas renombrados, como Paul Krugman, afirmaban que a Grecia le iría mucho mejor fuera del euro.
Varoufakis prosigue su relato: “Le respondí que iría mucho mejor si nunca hubiera entrado en la zona euro, pero no entrar era una cosa, y otra muy diferente, salir. (…) Para persuadirlo de que abandonara ese ‘razonamiento perezoso’, le planteé el escenario de lo que nos esperaba en caso de Grexit. Contrariamente a Argentina, que renunció a la paridad peso-dólar, Grecia no tenía ni monedas ni billetes en circulación”. Para convencerle, Varoufakis hizo observar a Tsipras que “crear una nueva moneda demanda meses”.
En realidad, ese argumento que ha sido utilizado muchas veces por Varoufakis, y otros oponentes a la salida del euro, no era sólido. Efectivamente, era posible adoptar una nueva moneda y utilizar los billetes de euro después de hacerlos estampillar. Los distribuidores automáticos de los bancos habrían entregado billetes de euro que, previamente, habrían sido sellados. Es precisamente lo que economista estadounidense James Galbraith había explicado en una carta a su amigo Varoufakis en julio de 2015[2].
En realidad, lo que deseaba Varoufakis era convencer a Tsipras de que era posible permanecer en la zona euro aunque se rompiera con la política antisocial aplicada hasta ese momento: “Exigiremos una renegociación que implicará un new deal para Grecia, que nos permitirá tener una economía social viable en el seno de la zona euro; si la UE y el FMI rechazan esa negociación, no aceptaremos nunca más el más mínimo préstamo envenenado pagado por los contribuyentes europeos. Y si replican echándonos del euro, lo que tendría un gran coste para ellos y para nosotros, dejadles elegir la política de la catástrofe”.
Para Varoufakis, por lo tanto, no era necesario preparar la salida de la zona euro y si un día se tuviera que hacer, sería la peor de las soluciones.
Varoufakis continúa:
“Pappas afirmaba con su cabeza con entusiasmo, pero Alexis tenía la mente en otro sitio, hasta que le obligué a salir del silencio. Su respuesta me confirmó que estaba más preocupado por las relaciones de fuerza en el seno de Syriza que presto a tomar el toro por los cuernos en el caso de un Grexit. No me dejé impresionar. Nuestra reunión terminaba y, a pesar del riesgo de parecer condescendiente, le di un consejo benévolo, no solicitado, que no tenía nada que ver y que habría podido ofenderlo:
–Alexis, si quieres ser primer ministro, es necesario que aprendas inglés. Haz cursos, es esencial”.
Cuando Varoufakis volvió a su casa, su esposa Danae le preguntó cómo le había ido la cita, y él respondió: “El tipo es simpático, pero no creo que tenga la talla necesaria”.
Varoufakis, la auditoría de la deuda y la suspensión de pagos
En su relato de los acontecimientos del año 2011, Varoufakis no menciona en ningún momento la importante iniciativa de la auditoría ciudadana de la deuda, en la que se negó a participar.
La posición del CADTM comenzó a ser conocida en Grecia a partir de 2010. Varias entrevistas fueron publicadas en la prensa griega. Por ejemplo, la revista griega Epikaira publicó una larga entrevista que me hizo Leonidas Vatikiotis, periodista y militante político de extrema izquierda muy activo [3]. En ella expliqué las causas de la explosión de la deuda pública griega y por qué la experiencia de Ecuador podría ser una fuente de inspiración para Grecia en la concepción de una auditoría y de una suspensión del pago de la deuda. Como conclusión a la pregunta ¿Qué debe hacer Grecia?, respondí: “Se debería constituir rápidamente una comisión de auditoría con personalidades prestigiosas y experimentadas. Mi consejo es categórico: ¡Abrid los libros de la contabilidad! Debéis examinar todos los contratos del Estado con total transparencia y en presencia de la sociedad civil (…) y descubrid qué parte de la deuda es fruto de la corrupción, y en consecuencia ilegal y odiosa, según la doctrina internacional, y denunciadla [4]”.
Por su lado, el economista Costas Lapavitsas, en varios artículos profusamente difundidos en Grecia, defendía también activamente la necesidad de crear una comisión de auditoría [5]. En uno de ellos, afirmaba: “La Comisión internacional de auditoría podría tener el papel de catalizador contribuyendo a la transparencia de la investigación. Esa comisión internacional, compuesta por expertos de la auditoría de las finanzas públicas, de economistas, de sindicalistas, de representantes de los movimientos sociales, deberá ser totalmente independiente de los partidos políticos. Se deberá respaldar en las numerosas organizaciones que permitirán movilizar a amplios sectores sociales. Es así como comenzará a ser una realidad la participación popular necesaria frente a la cuestión de la deuda [6]”.
El 9 de enero de 2011, el tercer diario de mayor tirada (en ese momento), Ethnos tis Kyriakis, me hizo una entrevista y la tituló “No es normal reembolsar las deudas que son ilegítimas. Los pueblos de Europa tienen también el derecho de controlar a sus acreedores [7]”.  El diario explicaba que “el trabajo del Comité en Ecuador fue recientemente mencionado en el Parlamento griego por la diputada Sofía Sakorafa”.
Efectivamente, en diciembre de 2010, la diputada Sofía Sakorafa había intervenido en el Parlamento griego para afirmar que era necesaria una Comisión de auditoría de la deuda, inspirada por lo que había pasado en Ecuador. El Parlamento, en ese entonces dominado por el PASOK y Nueva Democracia, no tenía ningún interés en investigar la deuda, y esa propuesta fue, por lo tanto, rechazada. Sin embargo, el combate fue librado en otros terrenos, fuera de los profesionales de la política. En marzo de 2011, fue lanzado el comité griego para la auditoría de la deuda (ELE), resultante de los grandes esfuerzos de convergencia entre personas que apenas o nada se conocían algunas semanas antes. El proceso de creación fue catalizado por la amplitud de la crisis en Grecia. Para lanzar ese comité, Costas Lapavitsas difundió un llamamiento internacional, apoyado por el CADTM, que tuvo gran resonancia.
Costas Lapavitsas me consultó sobre el contenido del llamamiento internacional de solidaridad con la constitución del comité, y yo hice algunas enmiendas. Después de eso, comenzamos a buscar apoyos entre las personalidades susceptibles de ayudarnos a aumentar el eco y la credibilidad de esa iniciativa. Me encargué de recoger un máximo de firmas de personalidades internacionales a favor de la instauración del comité de auditoría. Conocía desde hacía años a varias como Noam Chomsky, con el que estoy en contacto para abordar el tema de la deuda desde 1998, Jean Ziegler (Suiza), en ese momento relator especial de las Naciones Unidas sobre el derecho a la alimentación, el escritor, director de cine e historiador Tariq Ali (Reino Unido), así como a numerosos economistas.
En mi búsqueda de firmas, sufrí solo un rechazo, el de James Galbraith. Debatimos desde hace varios años en las conferencias sobre globalizaciónfinanciera, donde nos hemos encontrado. Más tarde, recibí una parte de la explicación de ese rechazo. James Galbraith, como él mismo lo confirmó en un libro publicado en 2016, había apoyado a Yorgos Papandreu, el primer ministro que introdujo el primer memorando en mayo de 2010. Galbraith criticaba ese memorando, pero aceptaba el relato de Papandreu a propósito de la crisis, como lo indica la introducción que escribió para su libro Welcome to the Poisoned Chalice. The destruction of Greece and the future of Europe, publicado en 2016 [8].
La segunda razón que llevó a James Galbraith a no firmar ese llamamiento fue el consejo que le dio Yanis Varoufakis. Éste explicó públicamente en 2011 por qué se había negado a firmarlo. Declaró que Galbraith lo había contactado para preguntarle si se debía apuntarse y que él le recomendó que no lo firmara. Ese rechazo de Varoufakis permite comprender mejor su actitud distante con respecto al Comité para la Verdad sobre la Deuda Griega cuando fue ministro de Finanzas en el primer Gobierno de Alexis Tsipras en 2015 [9].
En una larga carta pública publicada en la primavera de 2011, Yanis Varoufakis justificó su rechazo a apoyar la creación del comité ciudadano de auditoría (ELE). Declaró que si Grecia suspendía el pago de la deuda, debería salir de la zona euro y se encontraría de golpe en la edad neolítica (¡sic!). Varoufakis explicaba, además, que las personas que habían tomado esa iniciativa eran muy simpáticas y bien intencionadas y que, en principio, él era favorable a una auditoría pero que, en las circunstancias en las que se encontraba Grecia, no era oportuna [10].
El documental Debtocracy, difundido a partir de abril 2011, permitió que la propuesta de auditoría ciudadana de la deuda y la necesidad de la anulación de su parte ilegítima y odiosa tuvieran una gran repercusión [11]. Los periodistas Aris Chatzistefanou y Katerina Kitidi, que realizaron este documental con la colaboración del también periodista Leonidas Vatikiotis, me asociaron de forma activa al contenido desde comienzos de febrero de 2011, y aceptaron mi propuesta de filmar una parte del documental en Dakar con ocasión del Foro Social Mundial, que se celebró del 6 al 11 de febrero de 2011. La película se terminó en un tiempo récord y comenzó a circular por internet. En Grecia, fue descargada por más de un millón y medio de personas durante seis semanas de esa primavera. Para una población de 10 millones, era una proporción importante, teniendo en cuenta, además, que ninguna cadena de TV la difundió en ese momento.
Entre las personalidades griegas que firmaron el llamamiento en 2011, estaba Euclides Tsakalotos (nombrado ministro de Finanzas del Gobierno de Alexis Tsipras en reemplazo de Yanis Varoufakis, en julio de 2015; luego mantuvo ese ministerio en el segundo Gobierno de Tsipras que comenzó en septiembre de 2015), Panagiotis Lafazanis (uno de los principales dirigentes de la Plataforma de Izquierda dentro de Syriza, ministro de Energía en el Gobierno de Tsipras entre enero de 2015 y el 16 de julio de 2015; fundador y líder de Unidad Popular, organización creada a fines de agosto de 2015 por el sector que abandonó Syriza al oponerse al tercer memorando), Nadia Valavani (también miembro de la Plataforma de izquierda, viceministra de Finanzas del 27 de enero al 15 de julio de 2015, y también miembro de Unidad Popular), Sofía Sakorafa (elegida eurodiputada por Syriza en mayo de 2014, y con escaño como independiente desde septiembre de 2015 al estar en desacuerdo con la capitulación), Georges Katrougalos (viceministro de la Reforma administrativa desde enero de 2015 hasta julio de 2015, nombrado seguidamente ministro de Trabajo a partir de agosto de 2015, continuando con las mismas funciones en el marco del segundo Gobierno de Alexis Tsipras. A partir de noviembre de 2016, ocupa la función de viceministro de Relaciones Exteriores), Notis Maria (elegido eurodiputado en mayo de 2014 en la lista del partido soberanista de derecha ANEL, y con escaño como independiente desde enero de 2015).
Varoufakis no menciona tampoco a la conferencia internacional celebrada en Atenas en marzo de 2011, organizada por Synaspismos (el principal componente de Syriza, presidido por Alexis Tsipras) y por el Partido de la Izquierda Europea, en la que, sin embargo, el propio Varoufakis había participado.
Unas palabras sobre esa conferencia. Tuvo lugar, como ya he dicho, a comienzos de marzo de 2011 en Atenas. Yo fui invitado a intervenir por Synaspismos, corriente principal de Syriza, y por el partido de la Izquierda Europea. Durante la conferencia intervinieron Alexis Tsipras, Yanis Varoufakis, Oskar Lafontaine (uno de los fundadores de Die Linke), Pierre Laurent (dirigente del PCF y del Partido de la Izquierda Europea), Mariana Mortagua del Bloco de Esquerda de Portugal, Euclides Tsakalotos (que fue sucesor de Varoufakis, cuando éste renunció, en el Ministerio de Finanzas), Yanis Dragasakis, viceprimer ministro en el primer y segundo Gobierno de Tsipras, yo mismo y otros invitados.
En esa conferencia, hablé sobre las causas de la crisis, la importancia vital de reducir radicalmente la deuda mediante medidas de anulación ligadas a la realización de una auditoría de la deuda con participación ciudadana [12]. Varoufakis presentó lo que llamó una modesta proposición, que retomó durante la primera fase de las negociaciones con los acreedores en febrero de 2015, o sea, cuatro años más tarde. Hubo entre 600 y 700 ponentes y varias de las comunicaciones, entre las cuales la de Tsipras, Varoufakis y la mía fueron reunidas en un libro publicado en inglés por el Instituto Nikos Poulanzas con el título The Political Economy of Public Debt and Austerity in the EU[13].
Si menciono esta conferencia, es para indicar que, en esa época, era evidente introducir en su programa una intervención sobre la necesidad de una auditoría de la deuda, tema que fue totalmente evitado por Varoufakis, tanto en la línea política que defendió como en el relato de lo que había pasado en 2011.
La conferencia internacional de apoyo a la auditoría ciudadana de la deuda griega que se celebró en Atenas en mayo de 2011 tuvo indudablemente un gran éxito, con la asistencia de cerca de 3.000 personas durante los tres días que duró el evento. El CADTM formaba parte del grupo de organizaciones que había convocado esa reunión. Durante esa conferencia, coordiné el primer panel de discusión en el que participaron especialmente Nadia Valavani[14], que luego fue viceministra de Finanzas del primer Gobierno de Tsipras, y Leonidas Vatikiotis. El CADTM había contribuido, junto a los organizadores griegos y a otros movimientos no griegos, a convencer a un número significativo de organizaciones de Europa para que apoyaran la conferencia y aprobaran colectivamente la Declaración de la Conferencia de Atenas sobre la deuda y la austeridad, que conserva total vigencia.
Durante una discusión que tuve con Varoufakis el 9 de noviembre de 2016 en Atenas [15], le pregunté por qué no había apoyado la iniciativa de la auditoría ciudadana de la deuda a partir de 2011. Me respondió que esa iniciativa no era buena ya que cuestionaba la legitimidad y la legalidad de la deuda. Según él, no había lugar para cuestionar la legalidad o la legitimidad de la deuda griega.
El exministro de Finanzas adoptó la posición del economista terco que solamente ve la deuda en términos de sostenibilidad financiera y de acceso a las fuentes de financiación. No había entendido en absoluto la importancia de una auditoría ciudadana. Mientras que en su libro insiste en la importancia del movimiento de ocupación de las plazas que tuvo lugar entre junio y julio de 2011 en Grecia, no captó el eco que la iniciativa de auditoría ciudadana había tenido en ese potente movimiento.
Por lo tanto, fui testigo directo del rechazo de Varoufakis a sostener la auditoría ciudadana en 2011, y constaté su capacidad para convencer a James Galbraith de que no firmara el llamamiento internacional que habíamos lanzado con Costas Lapavitsas. Después de leer atentamente el libro de Varoufakis, estoy convencido de que intervino activamente para convencer a Tsipras, al menos a partir de mayo-junio de 2012, de abandonar el apoyo a la auditoría de la deuda y a la reivindicación de la suspensión de pagos de la deuda durante la realización de la misma.
En el seno de la dirección de Syriza y de los consejeros económicos de Tsipras, había varias personas clave que también eran opuestas a la auditoría de la deuda y a la suspensión de pagos. Yanis Dragasakis, uno de los responsables de Syriza en materia económica (nombrado viceprimer ministro en los gobiernos de Tsipras I y II), tampoco era favorable, como le había declarado a Yorgos Mitralias, cuando éste había intentado convencerlo en 2010 para apoyar el proyecto de la creación de una comisión de auditoría. Georges Stathakis, del equipo de economistas que rodeaba a Tsipras, por su lado, había declarado a la prensa en 2013 que no había ningún motivo para poner sobre el tapete la cuestión de la deuda odiosa, ya que no representaba más que el 5% de la deuda total. Stathakis fue ministro de Economía en el primer Gobierno de Tsipras y durante un año en el segundo. Luego fue nombrado, en septiembre de 2016, ministro de Energía y de Medio Ambiente.
Fines de 2011, fortalecimiento de la colaboración de Varoufakis con Tsipras y Pappas
A finales de 2011, Pappas contactó nuevamente con Varoufakis para tener otra reunión. “Esta segunda cita, como todas las que siguieron, me sorprendió gratamente: Alexis se había transformado. Terminaron las complacencias, las luchas internas en Syriza que lo obsesionaban y la ligereza con respecto al Grexit. Había hecho sus deberes (…). Incluso me anunció, con orgullo, que había contratado un profesor de inglés y que progresaba. (…) La ventaja más evidente de esas discusiones fue la clarificación y la puesta a punto de nuestro objetivo común”.
2012, Varoufakis ayuda a Tsipras a tener eco entre los demócratas de Estados Unidos
Varoufakis, que en ese momento trabajaba en Estados Unidos, intentó abrirle las puertas de los ámbitos demócratas a Tsipras. El economista explica que su estadía en Texas “[le] permitió también construir un puente entre Washington y [sus] nuevos amigos de Syriza, que no eran aliados naturales de Estados Unidos”. Y explica: “Como había posibilidades de que un Gobierno de Syriza provocara un enfrentamiento violento con Alemania, con la Comisión Europea y con el BCE, lo último que necesitaban Alexis y Pappas era encontrarse frente a una administración estadounidense hostil. Desde 2012 hasta 2015, gracias a la ayuda de James Galbraith y a su red, hice todo lo posible para convencer a los líderes de opinión estadounidenses y al Gobierno de Obama de que no tenían nada que temer de un eventual Gobierno de Syriza, cuya prioridad sería liberar a Grecia de una deuda aplastante”.
Varoufakis, contra el programa electoral de Syriza de mayo-junio de 2012
Varoufakis resume su posición:
“Quería que Syriza presentara un programa simple, progresista, proeuropeo, coherente y no populista, un cimiento sobre el que se pudiera construir la imagen de un gobierno creíble, que negociaría otro plan con la UE y el FMI. Alexis y Pappas se inclinaban hacia un programa político diferente, que optimizaba los votos electorales a corto plazo, a costa (según mi opinión) de una coherencia lógica a largo plazo. En 2012, cuando descubrí la parte de política económica del manifiesto electoral de Syriza, estaba realmente tan irritado que no me comprometí completamente. Al día siguiente, un periodista de televisión griego me pidió que comentara ese manifiesto. Le dije que tenía tendencia a apoyar a Syriza, pero que no los votaría si no podía modificar el programa económico”.
¿Qué contenía el programa electoral de Syriza que irritaba tanto a Varoufakis?
El programa de Syriza de 40 puntos, para las elecciones del 6 de mayo de 2012, era claramente radical. El primer punto hacía referencia a la deuda y su título era el siguiente: Auditoría de la deuda pública, renegociación de los intereses a pagar y suspensión de los pagos hasta que se consolide el crecimiento económico y la creación de empleo. Entre otras propuestas, se puede resaltar, junto a una serie de medidas de urgencia para hacer frente a la crisis humanitaria: el aumento del impuesto sobre la renta hasta el 75% para todas aquellas superiores a 500.000 euros anuales; el aumento del impuesto a las grandes empresas; la abolición de los privilegios financieros de la Iglesia y de los armadores; la drástica reducción de los gastos militares; el aumento del salario mínimo con el fin de llevar el nivel de vida al de antes del memorando de 2010 (o sea, 750 euros por mes); la utilización de los edificios del Gobierno, de los bancos y de la Iglesia para los sin techo; la nacionalización de los bancos; la nacionalización de las empresas públicas privatizadas en sectores estratégicos para el crecimiento del país; medidas para restaurar los derechos de los trabajadores y mejorarlos; la adopción de reformas constitucionales para garantizar la separación de la Iglesia del Estado; la realización de referéndum sobre los tratados y otros acuerdos con Europa; la abolición de los privilegios de los diputados; la supresión de la inmunidad de los ministros y la autorización de los tribunales para iniciar procesos contra los miembros del Gobierno; medidas de protección para los refugiados y migrantes; el aumento de la financiación de la salud pública para que alcance la media europea (6%, frente al 3% griego); la gratuidad de los tratamientos realizados por la sanidad pública nacional; la nacionalización de los hospitales privados; la eliminación del sector privado en el sistema nacional de salud; la retirada de las tropas griegas de Afganistán y los Balcanes; la abolición de la cooperación militar con Israel; el apoyo a la creación de un Estado palestino según las fronteras de 1967; la negociación de un acuerdo estable con Turquía; y last but not least: el cierre de todas las bases extranjeras en Grecia y la retirada de la OTAN.
Con ese programa Syriza, que agregaba la idea de “ningún sacrificio por el euro”, cómo sus votos se multiplicaban por cuatro entre 2009 y mayo de 2012, pasando del 4% al 16%.
El programa de Syriza de 2012 es realmente interesante y útil, ya que contiene las principales medidas a poner efectivamente en práctica.
No obstante, había algunos puntos débiles:
– No existía una jerarquización de los 40 puntos, pese a que se debería priorizar lo que un Gobierno ha de hacer primero —digamos en los primeros 100 ó 200 días—. El programa no se presentó de manera operativa, a pesar de que es importante presentar una hoja de ruta precisando cómo se prevé realizar los objetivos fijados. En este caso, es tan importante presentar un plan A como un plan B. El plan A es el primero que se aplicará y el plan B es un recurso si varios obstáculos impidieran la realización del plan A. Ejemplo: el plan A propone una reducción muy importante de la deuda mediante un acuerdo consensuado con los acreedores (lo que proponía el programa de Tesalónica adoptado en 2014). Si los acreedores del país rechazaran esa reducción de la deuda, se trataría de decir, en grandes líneas, qué haría el Gobierno en ese caso, en el marco de un plan B (por ejemplo: suspensión del pago de la deuda, auditoría de la deuda con participación ciudadana, medidas destinadas al repudio de la deuda…).
– Se afirmaba la necesidad de reformas constitucionales, pero sin decir si era necesario o no convocar elecciones generales para elegir una asamblea constituyente. Sin embargo, es muy importante pronunciarse sobre la manera de llevar a cabo esas reformas constitucionales. No es en absoluto lo mismo encontrarse con una mayoría calificada al interior del recién constituido parlamento, que comenzar una gestión abierta a toda la sociedad y hacer una convocatoria a una asamblea constituyente.
Las elecciones de mayo de 2012 en Grecia no permitieron a ningún partido obtener la mayoría, y no hubo ninguna coalición de partidos que pudiera constituir un Gobierno. Esa situación condujo a un nuevo proceso electoral un mes más tarde. Entre las dos elecciones, Tsipras avanzó cinco propuestas concretas para comenzar las negociaciones con los partidos opuestos a la Troika (salvo Amanecer Dorado que, aunque opuesto al memorando, fue excluido):
1. La abolición de todas las medidas antisociales (incluidas las reducciones de salarios y de pensiones);
2. La abolición de todas las medidas que redujeron los derechos de los trabajadores en materia de protección y de negociación;
3. La abolición inmediata de la inmunidad de los parlamentarios y la reforma del sistema electoral;
4. Una auditoría de los bancos griegos;
5. La constitución de una comisión internacional de auditoría de la deuda junto a la suspensión del pago de la deuda hasta el fin de los trabajos de esa comisión.
Y en esas elecciones, Syriza obtuvo el 26,5% de los votos con esa línea política radical que cuestionaba Varoufakis.
A pesar del desacuerdo con Varoufakis con el programa de Syriza de 2012, Tsipras y Pappas le piden que redacte un programa de gobierno
Entre esas dos elecciones, Varoufakis fue nuevamente contactado por Pappas y hubo otro encuentro con Tsipras. Pappas le dice: “¡Te das cuenta, si ganamos serás tú el que lleve las negociaciones con la UE y el FMI!”.
Pappas le pide a Varoufakis que prepare un documento donde explique las grandes líneas de la mejor estrategia de negociación en el caso de que Syriza ganase las elecciones del 17 de junio, tres semanas más tarde.
Varoufakis se puso a trabajar esa misma noche y desarrolló la idea de que el capital de los bancos griegos debería pasar bajo control europeo.
Según Varoufakis, convenía transformar a “los contribuyentes europeos en propietarios de los bancos griegos: de hecho, los bancos ya no estarían bajo la responsabilidad del Estado, sino sostenidos por el pueblo europeo; y con la demanda a las instituciones europeas de gestionarlos en nombre de ese pueblo. Sería la única manera de restaurar la confianza en los bancos”. Como está indicado en la primera parte de esta serie, al proponer a la UE la transferencia de las acciones de los bancos del país en manos de los poderes públicos griegos, Varoufakis daba otro dramático paso hacia el abandono completo de la soberanía.
Según el exministro de Finanzas, eso facilitaría la reestructuración de la deuda pública y agregaba una segunda propuesta: “En segundo lugar, cualquier reembolso de la deuda a la UE y al FMI debería someterse a una condición: que la recuperación del país sea mínimamente comprobable. Es la única manera que permite que la economía nacional vuelva a funcionar”.
Es importante precisar que para Varoufakis la suspensión del pago de la deuda propuesto anteriormente, formaba parte de la negociación. Esa suspensión debía estar autorizada por los acreedores y no constituir un acto soberano. Varoufakis continúa con la evocación de su quimera: “Si se habían activado por consenso, esas dos palancas de reestructuración anunciarían una nueva era: la Unión Europea y el FMI ya no serían como Ebenezer Scrooge, el avaro de El Cuento de Navidad, de Dickens. Serían verdaderos socios. Comprometidos en promover el restablecimiento de Grecia, sin el que sus préstamos de rescate estarían, de cualquier forma, ampliamente recortados”. En lugar de suspender unilateralmente el pago de la deuda, Varoufakis proponía rechazar cualquier crédito nuevo: “Si estáis preparados para proponer condiciones razonables y sensatas, pero rechazando nuevos préstamos (…), la UE y el FMI aceptarían sentarse alrededor de una mesa con vosotros —un rechazo les costaría muy caro financiera y políticamente—”.
Tsipras tenía dudas frente a la propuesta de Varoufakis concerniente a los bancos griegos.
– ¿Quieres que anuncie que dejamos los bancos griegos en manos de extranjeros? ¿Cómo quieres que le venda eso a Syriza?, le preguntó Tsipras durante un encuentro posterior a una reunión del comité central.
– Es exactamente lo que debes hacer (…).
“Alexis comprendió. Lo que no quiere decir que la idea le gustara. Tanto más cuando el comité central de Syriza se inclinaba naturalmente por la nacionalización de los bancos”.
Tsipras objetó, de todas maneras, que “un Gobierno que no tuviera ningún poder sobre los bancos comerciales que operan en Grecia, no podría jamás poner en marcha una política industrial ni un plan de desarrollo y de reconstrucción. ¿Cómo hacer que se traguen semejante propuesta en el comité central?”.
Varoufakis, viendo que Tsipras “le había marcado un gol”, le replicó: “Como somos verdaderos internacionalistas y verdaderos europeos progresistas, le arrancaremos los bancos en quiebra a los griegos corruptos para confiárselos a los europeos comunes, a los ciudadanos que inyectan su dinero en esos bancos”.
Los contactos descritos por Varoufakis tuvieron lugar después de las elecciones generales que se celebraron el 6 de mayo de 2012.
Vista la imposibilidad de constituir un Gobierno, se convocaron nuevas elecciones para el 17 de junio de 2012.
Varoufakis explica que cuando se enteró del discurso de Tsipras del 24 de mayo en el que detallaba la política económica de Syriza, se dio cuenta del abismo que separaba lo que se proponía de lo que, concretamente, se podía poner en marcha en la zona euro. “En la hora siguiente, envié un mail cáustico a Alexis y Pappas señalando todos los defectos de construcción de sus promesas (…)”.
Tsipras comienza un cambio hacia la derecha que lo acerca un poco más a Varoufakis, después de las elecciones de mayo-junio de 2012
Ahora, aporto mi contribución al relato de Varoufakis, de acuerdo al contacto directo que tuve con Tsipras en octubre de 2012.
En el espacio de algunos meses, el compromiso de llevar a cabo una auditoría concreta de la deuda y suspender el pago durante su realización fue desapareciendo progresivamente del discurso de Tsipras y de otros dirigentes de Syriza. Todo se hizo con discreción. La quinta medida propuesta por Tsipras en mayo de 2012 fue reemplazada por la propuesta de reunir una conferencia europea para, especialmente, reducir la deuda griega.
Durante una entrevista con Tsipras en octubre de 2012, mis dudas sobre su cambio de orientación fueron confirmadas. Dos días antes, The Wall Street Journal había publicado las notas secretas de la reunión del FMI del 9 de mayo de 2010 que indicaban explícitamente que una decena de miembros de la dirección del FMI (de 24 miembros) estaba en contra del memorando, ya que asumían que no iba a funcionar, puesto que era un rescate de los bancos franceses y alemanes y no un plan de ayuda a Grecia (Véase Documentos secretos del FMI sobre Grecia con los comentarios de Eric Toussaint (CADTM)). Se lo dije a Tsipras y a su asesor económico: “Tenéis un argumento fuertísimo para luchar contra el FMI, porque si se tiene la prueba de que el FMI sabía que su programa fracasaría y sabía que la deuda no era sostenible, tenemos el material que nos permite llevar adelante la campaña sobre la ilegitimidad y la ilegalidad de la deuda”. Tsipras me respondió: “Pero, escucha…. El FMI se distancia de la Comisión Europea”. Me di cuenta de que se le había metido en la cabeza que el FMI podría ser un aliado de Syriza en caso de que éste accediera al Gobierno.
También le dije a Tsipras que había constatado que ya no hablaba de las cinco propuestas que había avanzado como prioritarias después de las elecciones de 2012, y que la cuestión de la auditoría de la deuda ya no era prioritaria. Me respondió, sin ninguna convicción, que mantenía esas cinco propuestas y que no era necesario preocuparse por eso.
Al día siguiente, el 6 de octubre de 2012, Alexis Tsipras y yo dimos una conferencia pública ante 3.000 personas durante el primer festival de la juventud de Syriza. Me di cuenta de que mi discurso, que insistía en la necesidad de adoptar una orientación radical a escala europea, no le gustaba (Véase este video).
Estoy convencido que fue después de las elecciones de mayo-junio de 2012 cuando Tsipras y Pappas optaron realmente por apostar por Varoufakis para que formara parte de un gobierno. Hasta ese momento, lo trataban para obtener ideas y luego reflexionar ambos sobre la forma de emanciparse de las decisiones de Syriza.
Varoufakis vuelve sobre su colaboración con Tsipras y Pappas a comienzos de 2013
En su libro Varoufakis cuenta que redactó el discurso que Tsipras pronunció en la Brookings Institution, un think tank con sede en Washington, bastante próximo a los demócratas. Varoufakis resume el discurso en dos puntos: en primer lugar, Syriza era un partido proeuropeo que haría todo lo posible para que Grecia permaneciera en la zona euro. Pero para permanecer en la zona euro y que ésta sobreviva, hacía falta un nuevo plan cuya prioridad absoluta era la reestructuración de la deuda, seguida de reformas que socavarían el control de la oligarquía griega sobre la economía. En segundo lugar, Estados Unidos no tenía nada que temer de la política económica o extranjera de un eventual Gobierno de Syriza.
Esa orientación política defendida por Varoufakis, y asumida por Tsipras, estaba claramente en oposición al programa de Syriza que prometía la salida de Grecia de la OTAN.
Varoufakis se encuentra con el equipo de economistas de Syriza en mayo de 2013
En mayo de 2013, en Atenas, Varoufakis conoció al equipo de economistas de Tsipras: “Además de Pappas y Dragasakis, ministro de Finanzas [del Gobierno en la sombra de Syriza], estaba formado por otros dos diputados de Syriza que conocía y que estimaba mucho: Euclides Tsakalotos, colega y amigo de la Universidad de Atenas, y Georges Stathakis, profesor de Economía de la Universidad de Creta”.
En esa reunión, les explicó la propuesta de programa que Tsipras le había pedido.
“Estaban todos alterados, lo que demostraba que había tenido éxito en disuadir a Alexis de centrarse en el Grexit y de blandirlo como una amenaza. Perdí muchos amigos de la izquierda, en sentido amplio, y de Syriza, que jamás me perdonaron haber contribuido a excluir el Grexit de los objetivos de Syriza. Por el contrario, el entorno cercano de los economistas de Alexis tenía en mente encontrar una solución viable en el seno de la zona euro”.
¿Una nueva conferencia de Londres? La esperanza de una cooperación internacional frente a una acción soberana unilateral
Retomo un testimonio personal que tiene que ver con la segunda reunión de trabajo que tuve con Tsipras. Se celebró en Atenas a finales de octubre de 2013, en su despacho de diputado en el recinto del Parlamento griego.
Una de las iniciativas que deseaba emprender Tsipras era la convocatoria de una gran conferencia internacional sobre la reducción de la deuda en Atenas en marzo de 2014. Tsipras, bajo la presión de Sofia Sakorafa, diputada de Syriza desde 2012, me contactó de nuevo en octubre de 2013 y me pidió que contribuyese a la celebración de esa conferencia convenciendo a una serie de personalidades internacionales para que respondieran afirmativamente a la invitación. Confeccioné una lista de participantes y la discutí con Alexis Tsipras, Sofia Sakorafa y Dimitri Vitsas, secretario general de Syriza en ese momento. Había propuesto que se invitara a personalidades como Rafael Correa, Diego Borja (exdirector del Banco Central de Ecuador), Joseph Stiglitz, Noam Chomsky, Susan George, David Graeber, Naomi Klein, así como a miembros de la comisión de auditoría ecuatoriana que habían trabajado conmigo en 2007 y 2008. Me di cuenta de que, de la lista propuesta, Rafael Correa no le interesaba para nada. Tsipras quería al expresidente de Brasil, Lula, y a la presidenta de Argentina, Cristina Fernández. Para Tsipras, Ecuador era demasiado radical. Y, por supuesto, quería a Joseph Stiglitz y a James Galbraith, totalmente justificado. Sin embargo, en su cabeza, todo eso no era para constituir una comisión de auditoría, sino para convocar a los Estados  miembros de la UE a una conferencia europea sobre la deuda, a imagen y semejanza del acuerdo de Londres de 1953, cuando los vencedores de la segunda guerra mundial concedieron una reducción de deuda muy importante a Alemania del Oeste. Le dije que no había ninguna posibilidad de que se pudiera realizar. Como dirigente de Syriza, tenía toda la legitimidad para avanzar ese plan A, pero era impensable que Draghi, Hollande, Merkel o Rajoy lo consintieran. Le dije que era necesario un plan B en el que debía haber una comisión de auditoría de la deuda. También lo declaré ante la prensa griega. Aquí tengo un extracto de una entrevista que me hicieron y que publicó El diario de los editores, próximo a Syriza. El periodista me preguntó qué pensaba de la conferencia europea sobre la deuda que proponía Alexis Tsipras, basándose en la conferencia de Londres de 1953, y le respondí: “Se trata, por supuesto, de una demanda legítima (…) pero no podréis convencer a los gobiernos de las principales economías europeas y a las instituciones de la UE a hacerla. Mi consejo es el siguiente: la última década nos ha mostrado que podemos llegar a soluciones equitativas aplicando actos soberanos unilaterales. Es necesario desobedecer a los acreedores que reclaman el pago de una deuda ilegítima e imponen políticas que violan los derechos humanos fundamentales, que incluyen los derechos económicos y sociales de las poblaciones. Pienso que Grecia tiene argumentos sólidos para actuar ya mismo, para formar un Gobierno, apoyado por la ciudadanía, que exploraría las posibilidades en esa dirección. Un Gobierno popular y de izquierdas podría organizar un comité de auditoría de la deuda con una amplia participación ciudadana, que permitiría determinar qué parte de la deuda es ilegal y odiosa, suspendería unilateralmente los pagos y repudiaría luego la deuda identificada como ilegítima, odiosa y/o ilegal [16]”.
Finalmente, Tsipras me propuso preparar con él y con Pierre Laurent, presidente en ese momento del Partido de la Izquierda Europea, una conferencia europea en la que uno de los temas fuera la deuda. Se debería realizar en Atenas en marzo de 2014. No se pudo concretar porque durante una reunión celebrada en Madrid en diciembre de 2013, el Partido de la Izquierda Europea decidió convocar una conferencia en Bruselas, en lugar de Atenas, en la primavera de 2014. En esa conferencia de Bruselas, que tuvo muy poca repercusión, estuvieron presentes entre otros Alexis Tsipras, Pierre Laurent, Gabi Zimmer (miembro de Die Linke y presidente del grupo parlamentario de la GUE/NGL en el Parlamento europeo) y Willy Meyer, eurodiputado de IU. Yo participé como conferenciante en un panel con Euclides Tsakalotos, que se convertiría en ministro de Finanzas de Alexis Tsipras a partir de julio de 2015. Me di cuenta en ese mismo momento de que este no era en absoluto favorable a un plan B que contemplara la deuda, los bancos, la fiscalidad. El plan de Tsakalotos era negociar a cualquier precio con las instituciones europeas para obtener una reducción de la austeridad sin recurrir a la suspensión de pagos de la deuda ni a la auditoría. Durante esa conferencia, reiteré mi argumento a favor de un plan B, que debía incluir la auditoría y la suspensión del pago de la deuda.
La discusión sobre la necesidad de un plan B no proviene de 2015, puesto que se remonta claramente a 2013-2014. El núcleo dirigente alrededor de Tsipras decidió excluir la preparación de un plan B y se aferró a un plan A irrealizable.
Volvamos al relato presentado por Varoufakis. Algunos días después del encuentro que tuve con Tsipras a fines de octubre de 2013 en Atenas, éste viajó a Texas a un seminario organizado por Varoufakis y su amigo y colega James Galbraith.
Noviembre de 2013, Varoufakis organiza la visita de Tsipras a la Universidad Lyndon B. Johnson, en Austin, Texas
“En noviembre de 2013, James Galbraith y yo organizamos un coloquio de dos días en la Universidad de Texas sobre el tema ‘¿Puede salvarse la zona euro?’ Alexis, Pappas y Stathakis eran muy esperados y debían intervenir. El objetivo era presentar a los tres dirigentes de Syriza a algunas figuras de las élites europeas y estadounidenses, dirigentes de sindicatos, universitarios y periodistas.
En el curso del coloquio, Pappas y Alexis asistieron a un debate particularmente acalorado entre Heiner Flassbeck, un economista alemán de izquierda, exministro de Finanzas del Gobierno de Schroeder, y yo. Flassbeck afirmaba que era imposible liberar a Grecia de su prisión por deudas si se la mantenía en la zona euro. Un gobierno de Syriza debía apuntar al Grexit, decía, y en todo caso, esa era la mejor amenaza que se le podía hacer a los acreedores. Ese era  también el punto de vista de la Plataforma de izquierda, uno de las corrientes de Syriza, que contaba entre sus miembros a un tercio del comité central del partido. Ese día, en Austin, tuve la convicción de que Alexis no estaba de acuerdo con ese análisis; si alguien amenazaba al país con el Grexit, debía ser la Troika y no Syriza”.
Junio de 2014, nuevo encuentro con el equipo de economistas de Tsipras
“Volví a Grecia para las vacaciones de verano en junio de 2014, y me encontré con Alexis y su pequeña banda de economistas para prevenirles de una nueva amenaza que se perfilaba”. Varoufakis explica que los puso en guardia contra la acción que el BCE preveía hacer a partir de comienzos de 2015: cerrar el grifo de la liquidez a los bancos de algunos países de la zona euro y sólo abrirlo para una liquidez de urgencia. Y eso apuntaba especialmente a Grecia.
“Dos días más tarde, tuve una nueva cita con Alexis y Pappas.
– ¿Te das cuenta de que eres el único que puede supervisar la puesta en marcha de la estrategia que propones?, me preguntó Pappas, –¿Estás preparado?”.
Varoufakis continúa: “Una semana más tarde, Wassily Kafouros, un amigo que había conocido cuando era estudiante en Inglaterra, sembró nuevamente dudas en mi espíritu. Según él, yo era la última persona en ignorar que Dragasakis era extremadamente próximo a los banqueros.
– ¿Qué pruebas tienes, Wassily?
– No tengo pruebas, pero eso se sabe. Se le conoce por mantener excelentes relaciones con los banqueros, desde su paso por el partido.
– Pensaba que era una acusación infundada”.
Varoufakis demostraba claramente su desconocimiento de Syriza y de sus dirigentes. Efectivamente, Dragasakis había mantenido desde hacía años estrechas relaciones con los banqueros. El propio Dragasakis había sido administrador de un banco comercial mediano. De alguna manera, era el puente entre Tsipras y los banqueros. Syriza, era una formación nueva y, por lo tanto, con líderes políticos que tenían relativamente poco arraigo en las esferas del Estado –contrariamente al PASOK, cuya historia está ligada a la República y a la gestión de los asuntos de Estado–. Antes de enero de 2015, entre los dirigentes de Syriza no había nadie que hubiera ocupado una función dentro del Estado. Así que Dragasakis fue el único que había sido ministro en un momento dado, durante algunos meses en 1989, en un gobierno de coalición entre la derecha de Nueva Democracia y el Partido Comunista (KKE) del que Dragasakis formaba parte. Este hombre, que se oponía claramente a que se tocaran los intereses de los bancos privados griegos, también se oponía a la auditoría de la deuda y a una suspensión de pagos, siendo favorable al mantenimiento de Grecia dentro de la zona euro.
Agosto de 2014, las dudas sobre Dragasakis y la voluntad de cambiar el programa de Syriza
En agosto de 2014, Varoufakis acaba compartiendo sus dudas sobre Dragasakis.
“–Escucha, Alexis, oí decir que Dragasakis mantiene estrechas relaciones con los bancos. Y, en forma más general, que hará como que encuentra una salida, mientras que lo que busca es mantener el statu quo.
No me respondió de inmediato. Miró a lo lejos hacia el Peloponeso antes de volverse hacia mí y soltarme:
– No, no lo pienso. Es bueno.
Me quedé desconcertado por su laconismo. ¿Sería porque también tenía dudas pero prefería creer en la probidad de un camarada de más edad? ¿Era una manera de ignorar el problema? Todavía hoy no lo sé. En ese momento me dijo que yo no tenía elección: de todas maneras, yo tendría un papel esencial en las negociaciones[17]”.
Varoufakis confirma que Tsipras podía contar con él, pero plantea una condición: quiere poder intervenir en la elaboración del programa económico de Syriza antes de las elecciones. Tsipras acepta.
Varoufakis contra el programa de Tesalónica de septiembre de 2014
“Un mes más tarde, estaba en Austin cuando escuché en las noticias que Alexis había presentado las grandes líneas de la política económica de Syriza en un discurso en Tesalónica. Sorprendido, me procuré el texto y lo leí. Me invadió una ola de náusea y de indignación”. Varoufakis hizo una declaración pública para criticar duramente el programa y esperaba que eso pusiera fin a su colaboración con Tsipras.
Pero se produjo un giro imprevisto: Pappas le telefoneó, alegre como un pajarito como si nada pasara, para proponerle un nuevo encuentro. Varoufakis expresó su sorpresa y Pappas le respondió: “Espera, eso no cambia nada. El Programa de Tesalónica fue un grito de guerra para reunir a nuestras tropas. Nada más que eso. Contamos contigo para dar forma al verdadero programa económico de Syriza”. Varoufakis consintió, bajo esas condiciones, continuar la colaboración y terminaría por aceptar convertirse en ministro de Finanzas. Así explica que en la reunión durante la cual dio su consentimiento, se produjo el siguiente intercambio:
“Como sabéis, tengo serias reservas sobre el Programa de Tesalónica. Incluso tengo muy poco respeto por ese programa. Ya que ha sido presentado al pueblo griego como vuestra profesión de fe económica, no veo cómo podría, con toda honestidad, aceptar la responsabilidad de ponerlo en marcha desde mi cargo de ministro de Finanzas.
Pappas tomó al vuelo la ocasión para decirme y repetirme que en ningún caso yo debía considerar ese programa como una obligación.
– Tú ni siquiera eres miembro de Syriza.
– De acuerdo, ¿esperáis que lo sea cuando acepte el cargo?
– No, de ninguna manera, intervino Alexis, cuya respuesta fue muy estudiada.
– No quiero que seas miembro de Syriza. No quiero que sufras por las tomas de decisión colectivas, largas y alambicadas del partido”.
Conclusión
Varoufakis era un electrón libre, sin influencia en Syriza (no era miembro del partido). Tsipras consideraba que podría, en caso de necesidad, pedirle la dimisión sin provocar grandes revuelos en el partido. El perfil de Varoufakis correspondía al casting definido por Tsipras y Pappas: economista universitario, brillante, buen comunicador, manejando la provocación y la conciliación con una sonrisa, que domina perfectamente el inglés.
Alexis Tsipras decidió funcionar en petit comité, a espaldas de su propio partido, más que poner en práctica una línea política decidida de manera colectiva en el seno de Syriza y aprobada democráticamente por la población griega. Nombrar a Yanis Varoufakis ministro de Finanzas y recomendarle no ser miembro de Syriza correspondía a una lógica de gobernanza tecnocrática según la cual la responsabilidad de Varoufakis no podría comprometerse ni ante Syriza ni ante los electores griegos, sino únicamente ante Alexis Tsipras y su pequeño círculo. Es evidente que la falta de participación popular y de mecanismos democráticos en la elaboración de la orientación política iba en contra de la necesidad, para un Gobierno de izquierda, de llamar a la movilización popular con el fin de poner en práctica el programa político radical bajo el que se eligió el Gobierno. El recordatorio de los acontecimientos que se sucedieron entre 2011 y fines de 2014 es indispensable para comprender lo que pasó después de la victoria electoral de Syriza en enero de 2015.
Fin.
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Éric Toussaint es portavoz de la red internacional del Comité para la abolición de las deudas ilegítimas (CADTM), que contribuyó a fundar. También es miembro del Consejo Científico de ATTAC Francia. Entre abril y noviembre del 2015 fue coordinador científico de la Comisión de la Verdad sobre la Deuda Pública griega, puesta en marcha por la presidenta del Parlamento griego, entre febrero y octubre del 2015, Zoe Konstantopoulou.
Traducción de Griselda Pinero.
Este artículo se publicó en la página web del CADTM (Comité para la abolición de las deudas ilegítimas).
Notas:
1. Yanis Varoufakis, Adults in the Room, Bodley Head, Londres, 2017, cap. 3, p. 57. Todas las citas provienen de los capítulos 3 y 4.
2. Véase el texto de esta carta en el libro de James K. Galbraith, Welcome to the Poisoned Chalice: The Destruction of Greece and the Future of Europe, Yale University Press, New Haven y Londres, 2016.
3. Cinco años más tarde, Leonidas Vatikiotis formaba parte del Comité para la verdad sobre la deuda griega
5. En enero de 2015, Costas Lapavitsas fue elegido diputado en el Parlamento griego por la lista de Syriza. Debido a la capitulación, contribuyó a fundar Unidad Popular.
7. En 2011, Ethnos tis Kyriakis, de centro izquierda, era el tercer diario griego de acuerdo a la tirada (100.000 ejemplares). Aquí pueden leer la versión en francés de la entrevista.
8. James K. Galbraith, Welcome to the Poisoned Chalice. The destruction of Greece and the future of Europe, Yale University Press, New Haven, 2016. Véase este extracto de la introducción: “Cuando Georges Papandreu fue elegido primer ministro, en octubre de 2009, fui invitado a hacerle una visita, para asesorarlo y (sobre todo) ofrecerle mi apoyo moral. Durante esos encuentros, mi papel fue limitado. Papandreu había hecho campaña promoviendo un programa de protección social y crecimiento económico que la crisis financiera y de la deuda hicieron fracasar rápidamente. Desde mayo de 2010, fue obligado a aceptar un plan de austeridad, en contrapartida de un préstamo colosal, para evitar el desplome del sistema bancario griego, fuertemente expuesto por sus inversiones en deudas de un Estado insolvente”. Esta última frase presenta un relato que no corresponde a la realidad. El sistema bancario griego no estaba amenazado de derrumbe debido a su exposición a las deudas públicas griegas y el Estado griego no se había vuelto insolvente. Los bancos griegos estaban particularmente amenazados por el estallido de la burbuja del crédito privado que los mismos bancos habían contribuido a generar, con los bancos franceses y alemanes. Si los bancos griegos se desplomaban, eso habría causado grandes pérdidas a los bancos franceses, alemanes y griegos. En lugar de la opción elegida por Papandreu, las autoridades europeas y el FMI, se tendría que haber impuesto pérdidas a los bancos extranjeros, socializar el sector bancario en Grecia y reducir radicalmente la deuda pública griega. Dicho esto, a pesar de las críticas que le dirijo por la manera en la que James Galbraith presenta lo que pasó en 2010, recomiendo la lectura de su libro, ya que contiene unas informaciones muy interesantes.
9. En el libro  ¿Y los pobres sufren lo que deben?¿Cómo hemos llegado hasta aquí y por qué es necesario un plan B para Europa?, publicado en 2016, Yanis Varoufakis no hace ninguna mención al Comité para la verdad sobre la deuda griega. Tampoco menciona la acción de la presidenta del Parlamento griego, Zoé Konstantopoulou.
10. Véase en griego ΣχόλιαΓιάνης Βαρουφάκης Debtocracy: Γιατί δεν συνυπέγραψα, publicado el 11de abril de 2011. En ese largo texto, Varoufakis da su opinión crítica sobre el documental Debtocracy en el que es entrevistado.
11. A propósito de Debtocracy, este artículo: Dette: les Grecs et la Debtocracy,  publicado el 13 de julio de 2011. En el documental aparecen a Yanis Varoufakis, Costas Lapavitsas y a mí. En castellano se encuentra en Youtube.
12. Véase mi presentación: Éric Toussaint, Greece: Symbol of Illegitimate Debt, publicado el 12 de marzo de 2011. Las principales propuestas que sobresalen de mi conferencia están explicadas en este texto: Eric Toussaint,Ocho propuestas urgentes para otra Europa, publicado el 4 de abril de 2011.
13. Elena Papadopoulou y Gabriel Sakellaridis (eds.), The Political Economy of Public Debt and Austerity in the EU, Nissos Publications, Atenas, 2012, 290 p., ISBN: 9-789609-535465. La mayoría de los nombres clave de Syriza aparecen como autores de algún capítulo.
14. Nadia Valavani es una personalidad pública griega, respetada por su coraje en la lucha contra la dictadura de los coroneles (1967-1974), encarcelada y duramente reprimida por el ejército.
15. Daniel Munevar también participó en esta discusión. Formó parte del equipo de consejeros de Varoufakis cuando éste era ministro de Finanzas.
17. Yanis Varoufakis, opus cit., capítulo 4, p. 85. Las citas que siguen provienen también del capítulo 4.

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