martes, 22 de enero de 2019

El culebrón del Brexit se eterniza


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El culebrón del Brexit se eterniza


El culebrón del Brexit no ha terminado. Y esta historia casi surrealista puede extenderse hasta el verano después del fenomenal varapalo que ha recibido la primera ministra británica, Theresa May, por parte de la Cámara de los Comunes.
Los 432 diputados del Parlamento de Westminster dijeron un no alto y claro a su plan de desconexión de la Unión Europea (UE) que terminó de discutirse en noviembre, tras dos años de negociaciones.
Theresa May, primera ministra del Reino Unido
© Sputnik / Alexey Vitvitsky
La votación, que supuso la mayor derrota parlamentaria de un Gobierno británico desde 1924, ha puesto en duda todo el proceso, generando más incertidumbre.
May no se amilanó, y arremetió contra los miembros del Parlamento, que no saben cómo implementar la decisión del 52% de los ciudadanos británicos que en el referéndum celebrado el 23 de junio de 2016 votó a favor de abandonar el club comunitario europeo tras 46 años de asociación.
Ahora, lamiéndose las heridas del monumental fracaso, la tozuda dirigente conservadora tendrá que presentar, a toda prisa, un nuevo proyecto de acuerdo que contente a los diputados amotinados y aquellos otros que le han puesto palos en las ruedas, especialmente a propósito de los aspectos que hablan de la línea divisoria con Irlanda.

Banderas del Reino Unido y la UE
© REUTERS / Peter Nicholls
Si Londres abandona finalmente la UE, por las buenas o por las malas, surgirá una frontera física en esa isla atlántica (entre la República de Irlanda e Irlanda del Norte, que pertenece al Reino Unido). Esa obviedad no ha gustado ni un ápice a las autoridades irlandesas, quienes advirtieron que podría desestabilizar la delicada convivencia pacífica entre católicos (proclives a la unión con el sur) y protestantes (partidarios de todo lo contrario).
Tampoco gustó a los políticos norirlandeses, que temen un progresivo aislamiento de la metrópoli. Para mitigar los efectos de ese obstáculo, la delegación de Bruselas planteó la aplicación de un mecanismo de protección o 'backstop'. Ese mecanismo establece que, mientras no se encuentre una solución mejor para la isla irlandesa, el Reino Unido y la UE compartirán un territorio aduanero único, para evitar la necesidad de aranceles, cuotas o controles en los productos que circulen entre Irlanda e Irlanda del Norte.

Belfast, la capital de Irlanda del Norte
A tenor de la votación en los Comunes, esa solución no ha agradado nada a muchos diputados que la consideran una treta para mantener a Londres sometida a las normas comunitarias e impedir que desarrolle, después del Brexit, su propia política comercial con terceros países, especialmente con Estados Unidos. Pero lo cierto es que el 'backstop' tiene carácter excepcional y temporal, pues sólo entraría en vigor al final del período transitorio de salida (que expiraría en diciembre de 2020, con posibilidad de una prórroga de uno o dos años), si no se ha logrado para entonces un acuerdo comercial que solvente la cuestión de la frontera irlandesa.
Radio: Brexit: "Reino Unido liberó un monstruo incapaz de controlar"
Jeremy Corbyn, líder del Partido Laborista británico
© REUTERS / Phil Noble
La oposición a May, personificada en el líder laborista Jeremy Corbyn, aprovechó la coyuntura para presentar una moción de censura en contra del actual Gobierno. La moción estuvo a punto de prosperar. Perdió por solo 19 voces, un margen muy estrecho que evidencia la extrema debilidad del Ejecutivo y la profunda crisis interna que atraviesa su formación política. Si hubiera sido aprobada, eso habría desencadenado una convocatoria de elecciones (porque Corbyn tendría que haber superado una moción de confianza). Los conservadores y sus aliados políticos están demasiado desunidos como para enfrentarse a ese panorama desafiante. Porque una cosa es atacar a May y otra hacerse el harakiri. Pero la cosa está tan seria que los diputados casi decidieron votar esto último.
¿Qué escenarios se plantean a partir de ahora?

1. Negociación:

Brexit
May está condenada diseñar un plan B y volver a hablar con Bruselas. Pero el tiempo se agota, pues la salida del Reino Unido tiene plazo oficial: el 29 de marzo. La Comisión Europea parece dispuesta a ampliar esa fecha y prorrogarla hasta que se configure el nuevo Parlamento Europeo, es decir, antes de julio. Pero insiste en que el acuerdo es un "compromiso justo" y el "mejor posible", porque es "la única vía para asegurar una retirada ordenada del Reino Unido". La primera ministra tendrá que vérselas sobre todo con el negociador-jefe, Michel Barnier, que ya ha dicho que los británicos deberían reconsiderar sus dos líneas rojas: el mercado único y la unión aduanera.

2. Salida sin acuerdo:

Libra esterlina, moneda de Reino Unido
El 'no deal', la peor pesadilla de toda la baraja. Esta opción está tomando cada vez más cuerpo, y todos los protagonistas implicados están ya diseñando planes de contingencia por si ocurriera. Esa eventualidad implicaría que no habría periodo de transición, ni protección a los ciudadanos, ni seguridad, ni unas relaciones comerciales 'civilizadas'… Sería un caos. Una voladura no controlada. Según el Banco de Inglaterra, el impacto del Brexit en la economía británica supondría una caída del 8% de su Producto Interior Bruto (PIB). Para la UE también sería nefasto, pero menos.

3. Revocar el Brexit:

El presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, ha dejado caer que Londres debe ser valiente y plantearse frenar el proceso. Legalmente es factible. Sería la única opción viable si, como parece, un acuerdo es imposible, y nadie quiere salir sin acuerdo. Significaría volver a la casilla de salida. Pero Londres debería solicitarlo de forma expresa para que se pueda aplicar.
Además: ¿Podría Londres frenar el Brexit unilateralmente?

4. Segundo referéndum:

Banderas de Reino Unido y UE
© REUTERS / Toby Melville
No hay mayoría para volver a convocar un segundo plebiscito ciudadano, y tanto el liderazgo tory como el laborista están en contra de esa idea. Pero, si no se sale del actual callejón sin salida, es posible que un número de diputados llegue a la conclusión de que ellos ya representan el problema y que la única forma de salir de atolladero sería dar de nuevo la voz al pueblo. Pero eso desataría nuevas incógnitas: ¿Cuál sería la pregunta del referéndum? ¿Dimitiría entonces la incombustible May? ¿Qué posición defendería el Partido Laborista?
En resumen, hay mucho lío y cierta histeria. Y el Brexit se ha convertido en una obra faraónica interminable que empieza a ser, lamentablemente, cansina.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK    

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