martes, 8 de septiembre de 2015

¿Estamos en la última línea de defensa antes del derrumbe neoliberal?

 
 

Después de las recientes caídas de los mercados bursátiles, los commodities y la condición de recesión en que han ingresado países como Noruega, Canadá, Brasil, Rusia y Finlandia, la economía mundial se dirige a un evidente estado de paralización que podría profundizarse en los próximos meses.
Ya publicados los datos del empleo de Agosto que prepara el U.S. Bureau of Labor Statistics, serían los últimos esperados por la FED para decidir si sube o no las tasas en la reunión que sostendrá el 16 y 17 de Septiembre de 2015.
Los datos señalan que se crearon 173.000 puestos de trabajos, frente a los 220.000 esperados por los economistas, argumentándose que la cifra estaría sujeta a factores estacionales por el período de verano y las vacaciones. La tasa de desempleo cayó a 5,1% desde 5.3% anterior, lo que se considera el nivel más bajo desde abril de 2008. Respecto a los Ingresos promedios por hora de trabajo, estos suben un 0,3% frente al 0,2% esperado por el mercado.
Las cifras señaladas se calculan sobre la base de una mano de obra aproximada de 155 millones de personas, de un total de 315 millones de habitantes, sobre las cuales se estiman en casi 17 millones los norteamericanos que quieren un trabajo de tiempo completo y que todavía no pueden encontrar uno, lo que se refleja en una tasa de 10,4% de desempleo llamada “U6”, que aún es inusualmente alta para los seis años de lo que se considera “recuperación”. Si tomamos como cierto el optimismo de los economistas respecto a que el crecimiento salarial comenzaría a acelerarse a medida que la tasa de desempleo baja y las empresas encuentran más difícil atraer y mantener a los empleados más capacitados, los salarios deberían subir.
Lo anterior es clave para definir si podemos estar optimistas de una economía cuyo promedio de aumento salarial ha sido un 2% al año desde 2010 en lugar de tasas del 3% a 4%, que es lo que se espera aumente en las últimas etapas, cuando se dan las características de una economía en recuperación. Hasta ahora aquello no ha ocurrido seis años después de la “recuperación”, muy por el contrario, si al 2% nominal de aumento salarial se rebaja la inflación oficial de 1,2%, el aumento neto queda reducido a 0,8%, una cifra marginal débil e insuficiente para estimular la demanda que requiere una economía fuerte para mover al resto del mundo.

El factor China

En la primera semana de Septiembre, China ha tenido dos días cerrados sus mercados bursátiles por feriados y la bolsa de Wall Street ha vuelto a caer en rojo, concentrando la discusión en estos días en los mercados volátiles y ansiosos a la espera de la decisión que pueda tomar la FED el 17 de Septiembre.
Las derivaciones que ocurran a partir de ello es, si la decisión es subir los tipos de interés, los inversionistas saldrán de la renta variable y habrá una psicosis vendedora que puede romper la burbuja bursátil actual que ha sido estimulada por bancos centrales que han inyectado más de US$ 10 billones de dólares.
No obstante lo anterior, el principal peligro que puede derivarse del aumento de tasas es que ocurra un retroceso en la economía de EE UU., a cifras negativas, no obstante, Ben Bernanke dijo en alguna oportunidad, “No sé si (la subida de tipos vendrá), pero cuando eso comienza, es una buena noticia, no una mala noticia porque significa que la economía de EE UU., es lo suficientemente fuerte”.
Si ocurre lo contrario y la FED decide mantener las tasas hasta fines de año o principio de 2016, será un signo de debilidad porque significa que la economía de Estados Unidos está frenando y que requiere de más estímulos, contrariando a ciertos sectores financieros que señalan que el frenazo de China no contagiará a los Estados Unidos, subrayado en el carácter relativamente cerrado de la economía hacia el consumo interno.
Las recientes caídas de Wall Street y los efectos negativos que se están produciendo en las empresas norteamericanas en el extranjero, en las grandes petroleras, las mineras, además de la manufactura que se produce en el país, hace muy difícil, sino imposible que EE UU pueda eludir el contagio de bajar su actividad. Un indicador importante de la ralentización es la industria química que se está desacelerando.
El Barómetro de Actividad Química (CAB), cuyos indicadores incluyen la producción, el inventario y los precios de venta de numerosos productos químicos, así como los precios de las acciones químicas, subió un 1,8 % en agosto desde hace un año, el ritmo más lento desde finales de 2012.
Estados Unidos tiene la principal responsabilidad en la actual crisis, porque es ahí donde la ingeniería financiera preparó la bomba Sub Prime del 2008, que ha continuado hasta hoy con un volumende capitalización de casi US$ 19,8 billones de dólares, es decir, posee el 52% de la capitalización total de mercado, seguido por Japón con US$ 3 billones de dólares, etc.
La magnitud de esta capitalización está ejerciendo una enorme presión en la FED, porque saben que las condiciones financieras extremadamente laxas durante tanto tiempo han sido negativas para la economía y ha destruido valores esenciales en la dinámica capitalista reflejado en seguros, pensiones y la baja propensión al ahorro.
Numerosos países están siendo afectados por la expansión del dólar, al encarecerse las importaciones desde Estados Unidos, lo que hace caer la producción fabril y traspasa inflación disminuyendo la actividad económica al resto de los países, donde lo más gravitante es el aumento de las deudas contraídas en dólares, que están siendo afectadas por la desvalorización de las monedas locales y luego por el aumento de tasas.
El Vicepresidente de la FED, Stanley Fischer adelantaba a comienzos de agosto, que Estados Unidos se acerca al pleno empleo, con una inflación de 1,2 % en julioque seguía siendo “muy baja”. Loque ha señalado viene a ratificar que pese a la caída del desempleo a 5,1% dentro del rango que llaman “pleno empleo”, no han logrado mejorar los salarios, lo que se ha convertido en la trampa que impide subir la demanda y contradice los indicadores de producción, que motiva a preguntar, ¿Dónde está colocando la producción manufacturera o los servicios Estados Unidos al amparo del auge que vive, cuando el resto del mundo está cayendo en picada y el consumo interno sigue frenado?. La respuesta podría estar en la conexión del consumo interno asociado al aumento del crédito, que desde el 2008 ha subido un 30%, aumentado la deuda mundial en US$ 200 billones la cual es impagables a menos que todos los países crezcan sobre el 6%.
Los precios de los inmuebles y de la tierra son los principales factores que han capturado la deuda de los hogares. En Estados Unidos la deuda de los hogares era 16% en 1945 y en los inicios de la crisis 2007 era de 125% y los datos muestran que las hipotecas representan en la actualidad el 74% de la deuda de los hogares en las economías avanzadas y el 43 % en las economías en desarrollo, donde el arriendo es importante.
El crecimiento de la deuda hipotecaria tiene relación con incentivos fiscales que favorecen la deuda y la tasas de interés, una estrategia neo liberal diseñada para succionar el trabajo de la gente año tras año, otra falla estructural del sistema neo liberal.
Los inversionistas buscan en los ratios, las razones de las variaciones bursátiles. Uno de ellos es el “PER”, que muestra en el caso del S&P 500, que cotiza actualmente a 16,8 veces y la media de los últimos diez años es de 13,8 veces, razón muy poderosa por la cual la bolsa de Estados Unidos, se ve muy cara y sensible a factores externos, aumentando el peligro de una caída bursátil con correcciones que pueden variar entre 20% y 50%, que sería grave por el volumen en acciones que se ha disparado sobre US$ 3 billones de dólares, debido al dinero fácil de la FED.
Además de los países que están entrando en recesión, están los indicadores macroeconómicos recientes de China y EEUU que están alertando del riesgo de estancamiento económico al resto del mundo. El propio vicepresidente de la FED, Stanley Fischer sostuvo que la apreciación del dólar durante el último año jugó un papel importante que podría limitar el crecimiento del Producto Interno Bruto de Estados Unidos durante el 2016 e incluso hacia 2017.
Es preocupante encontrar expresiones de importantes economistas que han ocupado altos cargos dentro del aparato financiero de Estados Unidos, como elex secretario del Tesoro de Estados Unidos, Lawrence Summers, profesor en Harvard, quien comparó los últimos acontecimientos con la crisis financiera asiática de 1997-1998 y la crisis de crédito subprime 2007-08, diciendo: “Podríamos estar en la fase inicial de una situación muy grave”.
Ya no resulta extraño encontrar opiniones de quienes creen que la flexibilización cuantitativa (QE4) está a la vuelta de la esquina, concentrando la atención en la decisión de la FED del 17 de Septiembre. Si continúan bajas las tasas, es un indicio para que pueda seguir subiendo la bolsa, pero luego será una caída mayor anunciada con riesgo mundial de tocar fondo nuevamente, frente a lo cual, la última medida desesperada de la FED sería volver a emitir más dinero (QE4), tal como lo ha anunciado Mario Draghi respecto a más euros del BCE, dinero que seguirá el camino de la especulación incrementando las actúales burbujas con consecuencias futuras insospechadas.
Hay una variedad de estimaciones que apuntan a que en el mundo están dando vueltas US$ 3 mil billones de dólares en futuros y derivados, mientras que otros señalan a los Credit Default Swaps y otros instrumentos exóticos, por un valor total de derivados nominales en de cerca de $ 1.5 mil billones de dólares, un 20% más que en 2008. Con cualquiera de estas cifras, aun cuando hayan aumentado la capitalización de los grandes bancos de Estados Unidos, no hay banco en la faz de la tierra capaz de resistir tal descalabro.
La economía está en el preludio de una crisis financiera de gran magnitud y esta vez los bancos centrales no podrán aplicar planes de rescate después de haber agotado todo su arsenal de políticas. Estamos a pocos días de conocer hacia donde se dirigirá el mundo, con líderes que no aceptan ni quieren entender que estamos en una crisis sistémica terminal de un modelo que se agotó y cuyos síntomas aparecieron el 2007 y reventó el 2010.
En los últimos cinco años, la ratio deuda privada sobre el PIB de China se ha disparado un 60%, hasta llegar al 200% del PIB. En comparación, en la burbuja inmobiliaria española, el crecimiento de la deuda privada fue de un 49%. Cuando se pinchó la Bolsa de Shangai en junio se perdió el selectivo que se desplomó un 30%. En términos de capitalización bursátil se perdieron € 2,7 billones de euros, el equivalente a un tercio del PIB chino.
Debido al pánico vendedor desatado en China, más de 700 empresas que cotizan en Bolsa han superado su límite del 10% de caída diaria, entre ellas sus poderosas petroleras estatales. Durante el 2015, el Banco Popular de China ha bajado los tipos de interés en cuatro ocasiones. En febrero los dejó en 5,35% del 5,60% anterior, en mayo descendió hasta el 5,10%, en junio los llevó hasta el 4,85%, y finalmente en agosto los rebajó hasta el 4,60%.
El gobierno chino cree que el crecimiento de la economía será del 7% en este 2015 pero dada la falta de transparencia de sus administraciones y la falencia de los datos oficiales, existen sospechas de datos malos. Las estimaciones de diferentes analistas se mueven entre un 3,5 y un 4% del PIB, si eso se confirma en el tiempo, asistiremos a una caída bursátil que hará historia mundial. A pesar de ello o mucho más, China es un catalizador de una crisis que fue decidida en Estados Unidos hace varias décadas, por ambiciosos hombres que son intocables.
Mario Casasús

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