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Cuba. El respeto hacia las manifestaciones del espíritu…
Por Félix Sautié Mederos
Queridos lectores de Crónicas Cubanas,
aunque el título que escogí para escribirles hoy pudiera inducirlos a
pensar que voy a referirme al respecto del “Espiritismo” que aunque no
lo comparto lo respeto profundamente, porque en la coloratura de la
vida en sociedad el conjunto de las diversas manifestaciones de fe
religiosa constituye en mi criterio […]
Queridos lectores de Crónicas Cubanas, aunque el título que escogí para escribirles hoy pudiera inducirlos a pensar que voy a referirme al respecto del “Espiritismo” que aunque no lo comparto lo respeto profundamente, porque en la coloratura de la vida en sociedad el conjunto de las diversas manifestaciones de fe religiosa constituye en mi criterio muy personal una riqueza de la humanidad que no debería menospreciarse, en verdad lo que pretendo con mi crónica es meditar y reflexionar sobre la importancia de la vida espiritual del pueblo con sus símbolos patrióticos y sagrados, así como muy en especial sobre el sentido profundo que posee su religiosidad muchas veces intrínseca. Todo lo cual considero que se manifiesta actualmente en medio de múltiples banalidades, rencores y odios que en mi criterio nos rodean por todas partes; y, que afloran a la superficie más inmediata, cuando nos disponemos a mirar a nuestro alrededor. Eso es algo que nunca debería menos preciarse tampoco y que opino tenemos que enfrentar decididamente si en realidad queremos vivir en una patria y una república democrática, próspera y sustentable en la que quepamos todos sin exclusiones onerosas.
Por otra parte, lo que voy a exponer incluso y además, lo hago muy a pesar de lo que algún lector al que prefiero no mencionar por su nombre un día me planteó al respecto de que mis crónicas sobre la religiosidad y la vida espiritual cubana lo aburría; y, me recomendó en consecuencia que no debería tratar más sobre esos temas. Personalmente lo lamento mucho y, considero que la solución al respecto de su planteamiento es que no me lean ni me hagan caso lo que así lo consideran. Sigan pues su camino de ateísmo y endurecimiento espiritual, que yo se los respeto con mis deseos de que les vaya bien en la vida. Solo les pido que respeten mi opción de creer en Dios y en la Virgen de la Caridad lo que me define como cristiano católico, tal y como respeto la suya de no creer. Pienso que así, podremos todos vivir en la paz y armonía que tanto necesita el mundo de hoy. Respetándonos unos a otros porque con el odio, los insultos, las imposiciones de fuerza y los rencores no vamos a poder construir un presente y un futuro que sea positivo para todos.
Realmente siento tristeza, también a veces cansancio, ante tanto más de lo mismo y tantos exabruptos generados a favor o en contra, lo que crea en mi criterio una gran confusión por todas partes de nuestra nación incluso más allá de nuestras fronteras geográficas donde también viven cubanos. Algo que de conjunto lamentablemente se generaliza. Quiero confesárselo con toda franqueza, porque no son exclusivos sentimientos míos. Los he podido constatar también en muchas personas con que me relaciono y que me rodean. Es que para algunos la mediocridad, el insulto, los rencores y el odio constituyen armas de lucha e instrumentos de gobernabilidad autoritaria y centralizada, en mi opinión fallidos, que utilizan para lograr sus objetivos de vida; y todo eso hoy se confunde en una gran amalgama complicada y contradictoria.
Quizás haya quienes cuando me lean, se pregunten ¿…y, a que viene toda esta “descarga” en Crónicas Cubanas? Pues bien, el asunto es que hace algunos días conmemoramos cien años de que el Papa Benedicto XV el 10 de mayo de 1916, le hiciera saber una respuesta positiva a los veteranos de las guerras de independencia de Cuba quienes les escribieron una carta al Santo Padre de entonces, solicitando que la Virgen de la Caridad del Cobre fuera declarada Patrona de Cuba, en una muestra por parte de aquellos guerreros de mil batallas de sensibilidad y espiritualidad ejemplar, que deberíamos considerar muy profundamente en estos momentos de inflexión tan decisivos para nuestra identidad nacional y para el futuro de nuestro país como nación independiente y soberana con su propia idiosincrasia, cultura y espiritualidad.
Así lo solicitaron aquellos recios combatientes endurecidos por la guerra en la manigua redentora, lo escribieron desde el Santuario de la Virgen de la Caridad, en poblado de “El Cobre” en Santiago de Cuba, en una sencilla carta firmada por ellos con fecha 24 de septiembre de 1915. Un párrafo de aquel excelso documento patriótico considero que es digno de destacarse, incluso proviniendo de personas tan curtidas por la vida, lo que constituye un ejemplo de que la sensibilidad y la espiritualidad nacen cuando se lucha por una causa justa, aún desde las más cruentas batallas. Cito textual: “…en el fragor de los combates y en las mayores vicisitudes de la vida, cuando más cercana estaba la muerte o más próxima la desesperación, surgió siempre como luz disipadora de todo peligro o como rocío consolador para nuestras almas, la visión de esa Virgen cubana por excelencia, cubana por el origen secular de esa devoción, y cubana porque así la amaron nuestras madres inolvidables, así la bendicen nuestras amantes esposas y así la han proclamado nuestros soldados, orando todos ante ella para la consecución de la victoria y para la paz de nuestros muertos ‘inolvidados’; y acusaría una vergonzosa ingratitud por nuestra parte, el que a los beneficios que esa Virgen excelsa nos prodiga permaneciéramos inactivos o mudos…”
En resumen pienso yo tantos años después de aquellos acontecimientos expresados en tan hermosa carta, así como también a cien años del hecho en sí mismo de la proclamación de la Patrona y Reina de Cuba, que la cubanía es un cemento de unión, sellado por nuestros símbolos: escudo, bandera, himno nacional y Cachita quien fuera refugio, madre y recurso desde los albores de nuestra identidad nacional (1612) a la fecha; y que esos atributos patrióticos y sagrados, deberían enraizarse en nuestros corazones y sentimientos para cambiar todo lo que realmente deba ser cambiado, comenzado por nosotros mismos al objeto de legar a nuestro hijos y nuestros nietos una Cuba mejor posible de amor, paz, justicia, equidad distributiva y desarrollo social, en donde realidad quepamos todos en un gran proceso de reconciliación, democracia y participación popular. Estos son mis sentimientos más profundos cuando se cumplen cien años de la proclamación de la Virgen de la Caridad del Cobre, la Virgen Mambisa de todos los cubanos sin excepción, como Patrona y Reina de Cuba. ¡Albricias por la Virgen cubana!
Así lo pienso y así lo expreso en uso de mi derecho inalienable a opinar, con mis respetos por el pensamiento diferente y sin querer ofender a nadie en particular.
Publicado en el periódico Por Esto! el lunes 16 de mayo 2016.
http://www.poresto.net/ver_ nota.php?zona=yucatan& idSeccion=22&idTitulo=478418
Queridos lectores de Crónicas Cubanas, aunque el título que escogí para escribirles hoy pudiera inducirlos a pensar que voy a referirme al respecto del “Espiritismo” que aunque no lo comparto lo respeto profundamente, porque en la coloratura de la vida en sociedad el conjunto de las diversas manifestaciones de fe religiosa constituye en mi criterio muy personal una riqueza de la humanidad que no debería menospreciarse, en verdad lo que pretendo con mi crónica es meditar y reflexionar sobre la importancia de la vida espiritual del pueblo con sus símbolos patrióticos y sagrados, así como muy en especial sobre el sentido profundo que posee su religiosidad muchas veces intrínseca. Todo lo cual considero que se manifiesta actualmente en medio de múltiples banalidades, rencores y odios que en mi criterio nos rodean por todas partes; y, que afloran a la superficie más inmediata, cuando nos disponemos a mirar a nuestro alrededor. Eso es algo que nunca debería menos preciarse tampoco y que opino tenemos que enfrentar decididamente si en realidad queremos vivir en una patria y una república democrática, próspera y sustentable en la que quepamos todos sin exclusiones onerosas.
Por otra parte, lo que voy a exponer incluso y además, lo hago muy a pesar de lo que algún lector al que prefiero no mencionar por su nombre un día me planteó al respecto de que mis crónicas sobre la religiosidad y la vida espiritual cubana lo aburría; y, me recomendó en consecuencia que no debería tratar más sobre esos temas. Personalmente lo lamento mucho y, considero que la solución al respecto de su planteamiento es que no me lean ni me hagan caso lo que así lo consideran. Sigan pues su camino de ateísmo y endurecimiento espiritual, que yo se los respeto con mis deseos de que les vaya bien en la vida. Solo les pido que respeten mi opción de creer en Dios y en la Virgen de la Caridad lo que me define como cristiano católico, tal y como respeto la suya de no creer. Pienso que así, podremos todos vivir en la paz y armonía que tanto necesita el mundo de hoy. Respetándonos unos a otros porque con el odio, los insultos, las imposiciones de fuerza y los rencores no vamos a poder construir un presente y un futuro que sea positivo para todos.
Realmente siento tristeza, también a veces cansancio, ante tanto más de lo mismo y tantos exabruptos generados a favor o en contra, lo que crea en mi criterio una gran confusión por todas partes de nuestra nación incluso más allá de nuestras fronteras geográficas donde también viven cubanos. Algo que de conjunto lamentablemente se generaliza. Quiero confesárselo con toda franqueza, porque no son exclusivos sentimientos míos. Los he podido constatar también en muchas personas con que me relaciono y que me rodean. Es que para algunos la mediocridad, el insulto, los rencores y el odio constituyen armas de lucha e instrumentos de gobernabilidad autoritaria y centralizada, en mi opinión fallidos, que utilizan para lograr sus objetivos de vida; y todo eso hoy se confunde en una gran amalgama complicada y contradictoria.
Quizás haya quienes cuando me lean, se pregunten ¿…y, a que viene toda esta “descarga” en Crónicas Cubanas? Pues bien, el asunto es que hace algunos días conmemoramos cien años de que el Papa Benedicto XV el 10 de mayo de 1916, le hiciera saber una respuesta positiva a los veteranos de las guerras de independencia de Cuba quienes les escribieron una carta al Santo Padre de entonces, solicitando que la Virgen de la Caridad del Cobre fuera declarada Patrona de Cuba, en una muestra por parte de aquellos guerreros de mil batallas de sensibilidad y espiritualidad ejemplar, que deberíamos considerar muy profundamente en estos momentos de inflexión tan decisivos para nuestra identidad nacional y para el futuro de nuestro país como nación independiente y soberana con su propia idiosincrasia, cultura y espiritualidad.
Así lo solicitaron aquellos recios combatientes endurecidos por la guerra en la manigua redentora, lo escribieron desde el Santuario de la Virgen de la Caridad, en poblado de “El Cobre” en Santiago de Cuba, en una sencilla carta firmada por ellos con fecha 24 de septiembre de 1915. Un párrafo de aquel excelso documento patriótico considero que es digno de destacarse, incluso proviniendo de personas tan curtidas por la vida, lo que constituye un ejemplo de que la sensibilidad y la espiritualidad nacen cuando se lucha por una causa justa, aún desde las más cruentas batallas. Cito textual: “…en el fragor de los combates y en las mayores vicisitudes de la vida, cuando más cercana estaba la muerte o más próxima la desesperación, surgió siempre como luz disipadora de todo peligro o como rocío consolador para nuestras almas, la visión de esa Virgen cubana por excelencia, cubana por el origen secular de esa devoción, y cubana porque así la amaron nuestras madres inolvidables, así la bendicen nuestras amantes esposas y así la han proclamado nuestros soldados, orando todos ante ella para la consecución de la victoria y para la paz de nuestros muertos ‘inolvidados’; y acusaría una vergonzosa ingratitud por nuestra parte, el que a los beneficios que esa Virgen excelsa nos prodiga permaneciéramos inactivos o mudos…”
En resumen pienso yo tantos años después de aquellos acontecimientos expresados en tan hermosa carta, así como también a cien años del hecho en sí mismo de la proclamación de la Patrona y Reina de Cuba, que la cubanía es un cemento de unión, sellado por nuestros símbolos: escudo, bandera, himno nacional y Cachita quien fuera refugio, madre y recurso desde los albores de nuestra identidad nacional (1612) a la fecha; y que esos atributos patrióticos y sagrados, deberían enraizarse en nuestros corazones y sentimientos para cambiar todo lo que realmente deba ser cambiado, comenzado por nosotros mismos al objeto de legar a nuestro hijos y nuestros nietos una Cuba mejor posible de amor, paz, justicia, equidad distributiva y desarrollo social, en donde realidad quepamos todos en un gran proceso de reconciliación, democracia y participación popular. Estos son mis sentimientos más profundos cuando se cumplen cien años de la proclamación de la Virgen de la Caridad del Cobre, la Virgen Mambisa de todos los cubanos sin excepción, como Patrona y Reina de Cuba. ¡Albricias por la Virgen cubana!
Así lo pienso y así lo expreso en uso de mi derecho inalienable a opinar, con mis respetos por el pensamiento diferente y sin querer ofender a nadie en particular.
Publicado en el periódico Por Esto! el lunes 16 de mayo 2016.
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