Petróleo y Gas Natural: Mucho más que Energía Eléctrica
Por Mario R. Fernandez
La
humanidad depende de los hidrocarburos, tanto del petróleo como del gas
natural. Confunde el nivel de nuestra dependencia cuando no vemos el
papel que los hidrocarburos juegan en proveer energía, combustibles y
productos esenciales para la petroquímica y fundamentales en el mundo en
que vivimos. Se viene afirmando hace ya algún tiempo que nuestra
dependencia de los hidrocarburos está disminuyendo gracias al aumento
del uso de otras fuentes energéticas, fuentes alternativas como la
eólica, solar, geotérmica o biomasa. Estas afirmaciones aplican
solamente al análisis de uso de hidrocarburos en la generación de
electricidad, y aún cuando el uso de energías alternativas en esta área
es todavía mínimo se puede hablar de disminución. Pero si hablamos del
uso general de hidrocarburos más allá de la electricidad, nuestra
dependencia es mucho más obvia; y, el gas natural en particular tiene un
uso muy variado y crucial para el mundo en que vivimos.
Michael
T. Klare en un artículo publicado en Global Research y en TomDispatch,
en inglés, y en Rebelión en su versión en español el día 5 de mayo (“El
colapso del viejo orden basado en el petróleo”) nos explica
interesantemente el fracaso de una reunión en Doha, Qatar, de los
países de la OPEC a quienes se sumó México y Rusia en que intentaron
reducir la producción petrolera para levantar los precios del crudo,
medida que no pudo implementarse porque el principal productor que es
Arabia Saudí se negó a reducir su producción, en parte porque mejores
precios beneficiarían a Irán que es su enemigo.
Klare
plantea que la nueva realidad que en el futuro cercano enfrentan los
países productores de petróleo es poco prometedora, y afirma que la
oferta supera la demanda por lo que estamos viviendo tiempos del máximo
de la demanda, no de la producción de petróleo. Esto, debido en parte a
la desaceleración del crecimiento económico, lo que es cierto, y según
Klare resultado del comienzo de “una revolución verde.” Esta frase
“revolución verde” debemos recordar fue acuñada por los agro-negocios en
los años sesenta, por lo tanto: totalmente cuestionable. Klare agrega
que en esta revolución verde “el planeta hará la transición hacia
fuentes de combustible que no sean en base al carbono” y que “el precio
de la energía solar y eólica continuarán cayendo y otras fuentes
alternativas de energía han de entrar en funcionamiento.”
Primero,
el mundo en que vivimos necesita para funcionar diariamente 95 millones
de barriles de petróleo diarios, esa sería la demanda, se ofrecen en el
mercado poco más de 96 millones de barriles diarios, que sería la
oferta, esto según la Agencia Internacional de Energía (IEA siglas en
inglés) y considerando que la diferencia entre ambas oferta y demanda es
fluctuante debido a que la industria petrolera es muy compleja,
requiere mantenimiento programado de continuo y suceden además
imprevistos. Pensemos simplemente que para transportan estos 95
millones de barriles diarios se requieren aproximadamente 146 barcos
super-tanques transitando en el océano a la vez; si nos imaginamos un
barco detrás del otro o uno al lado del otro, estaríamos frente a un
espectáculo imponente, y mucho más imponente todavía cuando nos
percatamos que este crudo impresionante que se mueve por el mundo es el
que se requiere simplemente para el funcionamiento del mundo un solo
día. No debemos olvidar que sea cual fuere el precio del petróleo, ya
sea 45 dólares el barril o 100 dólares el barril, igual lo consumimos, o
sea que el precio no ha bajado el consumo y por lo tanto no va a
impedir que el petróleo se agote algún día — no hablemos ni siquiera de
cuando sino que dejémoslo así simplemente como algo que inevitablemente
va a suceder en el futuro.
Sin duda
ha aumentado la explotación de petróleo no convencional, por ejemplo,
las arenas bituminosas de Alberta, Canadá y el petróleo y gas natural de
esquisto bituminosos (principalmente en Estados Unidos) ambas
explotaciones causando destrozos irreparables para el medio ambiente en
ambos países, pero el petróleo convencional de bajo costo en el mundo
continúa disminuyendo notablemente su producción, debido al agotamiento
de sus campos petroleros, aquí en Canadá el mejor ejemplo es la baja de
la producción de petróleo convencional de Alberta que de un millón de
barriles diarios en décadas pasadas ha llegado a apenas a medio millón
de barriles diarios, y algo similar ha venido ocurriendo en Alaska donde
se llegó aproducir 2 millones de barriles diarios en los años 80 pero
hoy en día la producción máxima es de alrededor de 400.00 barriles
diarios. Se prevé que para el año 2020 la producción de petróleo
convencional en Alaska no será de 200.000 barriles diarios y que para el
2030 la famosa tubería extendida de norte a sur en Alaska quedará en
desuso debido justamente al agotamiento del petróleo convencional de
Alaska –según la ley cuando esta tubería quede en desuso tendrá que ser
desmantelada, seguramente por el estado estadounidense ya que las
corporaciones petroleras evitan hacer su parte.
Los
otros combustibles alternativos para el transporte, los biocombustible
que son principalmente el alcohol etanol o etílico (extraído
principalmente del maíz, la caña de azúcar y la remolacha, en Estados
Unidos y Brasil se produce el 80 por ciento de este alcohol en el
mundo) y el biodiesel (producido de aceites vegetales, principalmente la
soja y especialmente en Alemania donde se produce más del 60 por ciento
de este biocombustible) son altamente subvencionados por los estados
que los producen y tienen una rentabilidad extremadamente variable.
Además, vale considerar las contradicciones éticas de usar productos
básicos alimenticios para producir biocombustibles en un mundo donde mil
millones de personas carecen de alimentos y pasan hambre todos los
días. Considerando entonces su rentabilidad cuestionable, los desafíos
éticos que implican, y los que presentan para el transporte (por ser
corrosivos para las tuberías al ser higroscópicos, o sea absorben agua) y
encima la realidad de que no pueden ser una solución definitiva al
problema energético, en Estados Unidos donde se ha hecho más alarde de
la producción de etanol y su uso como mezcla con la gasolina que le
sirve como oxigenador a ésta, las mezclas son generalmente 10 por
ciento de etanol y 90 por ciento gasolina, también se han fabricados
vehículos llamados “flex-fuel” donde el alcohol puede llegar al 85 por
ciento de la mezcla.
Entonces con
todo lo que se habla la realidad en Estados Unidos es que sólo el 5 por
ciento de los combustibles usados en el transporte son biocombustibles
–el 95 por ciento son hidrocarburos. En Brasil que fue el pionero en el
uso de etanol en una mezcla del 25 por ciento de etanol con el resto
de gasolina, de los vehículos que circulan diariamente un 25 por ciento
usan etanol, el resto usa hidrocarburos solamente.
En
el área del transporte reciben mucha publicidad los vehículos de
pasajeros eléctricos y los híbridos de electricidad y gasolina. Las
corporaciones fabricantes de vehículos le dan relevancia a los llamados
vehículos ecológicos en parte por ser estos una estrategia para mejorar
su imagen pública, a no olvidar que son las corporaciones las
responsables de buena parte de la polución que enfrentamos en el medio
ambiente. Pero el uso de vehículos eléctricos o híbridos en el mundo,
donde circulan aproximadamente mil millones de vehículos, es de sólo el
0,1 por o sea sólo 1 de cada 1000 vehículos circulante es eléctrico o
híbrido. Noruega es una excepción pues declara que el 22 por ciento de
sus vehículos son eléctricos, tiene 220 vehículos eléctricos o híbridos
cada 1000 vehículos circulantes. Europa en conjunto tiene 14 vehículos
eléctricos o híbridos cada mil circulantes (1,4 por ciento); Estados
Unidos tiene 7 vehículos eléctricos o híbridos cada mil circulantes (0,7
por ciento); China tiene 8,5 vehículos eléctricos o híbridos cada mil
circulantes (0,85 por ciento). Hay que considerar que los vehículos
eléctricos son entre un 50 a un 100 por ciento más caros que los
regulares a gasolina o diesel y que los híbridos son entre un 10 a un 20
por ciento más caros que los regulares a gasolina o diesel. Lo que sin
duda es de suma importancia, sin embargo, es que en los países más ricos
el uso de la electricidad en trenes de pasajeros y buses en algunas
ciudades ha aumentado marcadamente.
Volviendo
a la energía eléctrica, esta se produce en general de diferentes
fuentes, pero el carbón mineral continúa siendo su principal fuente de
generación (41 por ciento), el gas natural lo sigue (21 por ciento),
luego está la fuente hidroeléctrica (16 por ciento), la nuclear (13 por
ciento), la del petróleo (5 por ciento) y la eólica (1 por ciento). La
energía solar es una mínima fuente de generación de energía eléctrica en
países que dicen usarla como tal. En Alemania, que ha desarrollado la
tecnología renovable, y de hecho tiene a más de 350.000 trabajadores
produciendo equipos y aparatos para producir energía renovable,
industria con la que Alemania abastece a gran parte del mundo, pero su
propia electricidad es en un 47 por ciento dependiente de quemar
carbón, además de ser en un 17 por ciento nuclear y en un 16 por ciento
eólica y solar. Alemania está a la cabeza, en el mundo, en el uso de
energía eólica.
En Estados Unidos el
78 por ciento de la electricidad es producida en plantas nucleares, el 6
por ciento la produce el petróleo y el gas natural, y el 1 por ciento
la energía eólica. En Canadá el 63 por ciento de la electricidad la
producen las plantas hidroléctricas, la fuente nuclear produce el 15 por
ciento, el carbón produce el 13 por ciento, el gas natural produce el 6
por ciento y la eólica produce el 1 por ciento. Los estados del golfo
pérsico viven de la exportación de petróleo y gas y por su puesto
producen electricidad en un 100 por ciento de estos hidrocarburos; lo
mismo sucede en Irán, ambos países proyectan construir plantas nucleares
para remplazar los hidrocarburos como fuente de energía cuando estos
comiencen a declinar. En Francia el 78 por ciento de la electricidad la
producen plantas nucleares, sólo el 1 por ciento depende de energía
eólica. Rusia, que es uno de los grandes productores de gas natural del
mundo, utiliza el gas natural para producir electricidad en un 48 por
ciento, el carbón en 19 por ciento, energía hidroeléctrica y energía
nuclear cada una en un 16 por ciento e igual que la nuclear.
Sorpresivamente en Venezuela, que tiene las reservas más grandes del
mundo de hidrocarburos, produce su electricidad en un 70 por ciento en
base a energía hidroeléctrica.
El
petróleo es una fuente vital de energía en el funcionamiento del
transporte terrestre, aéreo y marítimo en el mundo, fundamental en un
mundo globalizado dependiente del transporte de bienes. El petróleo es
también crucial para el funcionamiento de máquinas en los caminos, en
las minas y en la agricultura. Los hidrocarburos producen la materia
prima orgánica para la industria de los polímeros (materiales plásticos)
que son unos 16 materiales que van desde el poliéster al poliuretano,
son además fundamentales en fertilizantes con base en el nitrógeno, y de
suma importancia en el combustible que da calor y permite la
preparación de alimentos en el mundo. Imaginarse sobrevivir un invierno
canadiense sin calefacción es imposible, no sólo que la leña no puede
competir con el nivel de calor del gas natural sino que tampoco nos
duraría demasiado y tiene también alto nivel contaminante.
Para
bien y para mal, hemos construido un mundo completamente dependiente
del gas natural y del petróleo, cuya producción sin duda ha de decaer
por agotamiento. Un mundo basado en la acumulación de riqueza a corto
plazo, sin planes de largo plazo, donde se consume sin mesura, se busca
la satisfacción inmediata, se vive alejado o separado de la naturaleza,
donde las energías alternativas y el reciclaje aunque válidos no son
suficientes por lo que cumplen un papel de adormecedores en el proceso
de facilitación acrítica y continuada del consumismo masivo en la
práctica y del ideal de este consumismo masivo cuando este no se puede
implementar en la práctica. Occidente continúa en su embuste,
manteniendo un positivismo engañador usando las energías alternativas,
el reciclaje y la falacia de que un día Estados Unidos logrará
autoabastecerse de petróleo para evitar el cuestionamiento y la
emergencia de alternativas reales a un mundo sin futuro. El medio
ambiente peligra pero más peligra la especie humana y su principal
enemigo es ella misma.
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