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martes, 23 de agosto de 2016
El complot jesuita para hundir el Titanic
El complot jesuita para hundir el Titanic
4 jul 16. Cuando pensamos en los sucesos que han ocurrido en la historia en los últimos cien a doscientos años, hay ciertos sucesos que se distinguen por haber sido de mayor horror, gran sorpresa y gran tristeza. De los muchos que vienen a mi mente el más devastador ha sido la destrucción del World Trade Center en la ciudad de Nueva York y el hundimiento del Titanic.
Las más grandes tragedia de los últimos doscientos años pueden ser atribuidas a los Jesuitas. Sabemos hoy día que los Jesuitas planificaron y llevaron a cabo el hundimiento de Titanic, y mostraremos por qué lo hicieron.
Desde el principio de los años 1830’s América no tenía un Banco Central. Los Jesuitas deseaban desesperadamente otro Banco Central en América para poder poseer una reserva sin límites para sus muchas guerras y para otras tramas ocultas alrededor del mundo.
En el 1910, se reunieron 7 hombres en la isla de Jekyll, en la costa de Georgia para establecer un Banco Central, al que llamaron el Banco de Reserva Federal. Estos hombres eran Nelson Aldrich, Frank Vanderlip, ambos representando al imperio de losRockefeller; Henry Davidson, Charles Norton y Benjamín Strong representando J.P. Morgan; Paul Warburg, representando a la dinastía banquera europea de los Rothschild. Hemos visto anteriormente que los Rothschilds fueron los agentes banqueros que sirvieron a los Papas Jesuitas conservando la llave de las riquezas de la Iglesia Católica Romana.
Los Morgan eran competidores amigables con los Rothschild y llegaron a ser muy unidos socialmente con ellos. La firma Morgan en Londres había sido salvada de la ruina financiera en el año de 1857 por el banco de Inglaterra sobre el cuál los Rothschilds tenían una gran influencia. Luego, Morgan parecía haber sido un agente financiero de los Rothschild e hizo todo lo posible por aparentar ser completamente americano...
Su entrada en ese campo bancario tipo [Rockefeller] no fue recibida con beneplácito de parte de Morgan por lo que se convirtieron en competidores feroces. Eventualmente, decidieron minimizar su competencia y comenzar a compartir aventuras. Al final, trabajaron juntos para crear un cartel nacional llamado el Sistema de Reserva Federal. —G. Edward Griffin, The Creature from Jekyll Island, American Opinión Publishing, p.209 (énfasis añadido).
Estas tres familias financieras, los Rothschild, los Morgan y los Rockefeller, quienes hacían lo que la Orden de los Jesuitas les dijeran, ya que los Jesuitas se infiltraban en sus organizaciones, hacían lo que fuese necesario para destruir las libertades constitucionales en América y para lograr que el Papa dominara el mundo. Si miramos hacia atrás al siglo veinte vemos cuan exitosos han sido los Jesuitas. Han continuado malgastando las riquezas de América y atacando continuamente la Constitución y las libertades. El poder del Papa en la ciudad del Vaticano aumenta día a día. Algún día lograrán un control total otra vez.
La construcción del Titanic comenzó en el 1909 en un astillero en la capital del norte de Irlanda. Belfast era una cuidad protestante, por lo que era odiada por los Jesuitas. La primera guerra mundial comenzó unos cuantos años después. El Titanic era uno de los botes de la flota que poseía la línea White Line, una compañía de transportación marítima internacional.
El negocio bancario no era el único en el que Morgan tenía un interés económico fuerte. Haciendo uso del control que tenía sobre los ferrocarriles de la nación y usando el mismo como herramienta había creado un tipo de financiamiento internacional que incluía las dos líneas alemanas más grandes y una de las dos más grandes en Inglaterra, la línea White Star. — Ibid, p.246.
Había un número de hombres ricos y poderosos que declararon de forma clara que no favorecían el Sistema de Reserva Federal. Los Jesuitas le ordenaron a J. P. Morgan construir el Titanic. Este barco supuestamente “indestructible” sirvió como el barco en el que encontraron la muerte aquellos que se oponían a los planes de los Jesuitas de establecer un Sistema de Reserva Federal.
Estos hombres ricos y poderosos pudieron haber bloqueado el establecimiento de la Reserva Federal y sus poderes y fortunas serían arrebatados de sus manos. Tenían que ser destruidos por medios tan absurdos que nadie sospechara que habían sido asesinados y nadie sospecharía que habían sido los Jesuitas. El Titanic fue el vehículo de su destrucción. Para poder proteger al Papado y a los Jesuitas de cualquier sospecha, muchos irlandeses, franceses y católicos romanos italianos inmigraron al nuevo mundo a bordo del barco. Eran personas que podrían morir sin que se considerase sus muertes como algo importante. Los Protestantes de Belfast que querían inmigrar a los Estados Unidos fueron invitados también a bordo del barco.
Todos los hombres ricos y poderosos de los que los Jesuitas querían deshacerse fueron invitados a bordo del barco. Tres de los más ricos y poderosos de estos fueron Bejamin Guggenheim, Isador Strauss, el propietario de las tiendas por departamento Macy’s, y John Jacob Astor, posiblemente el hombre más rico del mundo. El total de sus riquezas en aquella época haciendo uso del valor del dólar en ese momento era de más de $500,000, 000 de dólares. Hoy día esa cantidad de dinero tendría un valor de once billones de dólares. Estos tres hombres fueron motivados a abordar el “palacio flotante”. Tenían que ser destruidos porque los Jesuitas sabían que ellos utilizarían sus riquezas y sus influencias para oponerse al Banco de Reserva Federal y también se opondrían a las varias guerras que se estaban planificando.
Nota: Morgan canceló su embarque en la inauguración de su Titanic a última hora.
Edward Smith era el capitán del Titanic, él había navegado las aguas del Atlántico Norte por veintiséis años y era considerado el más famoso maestro de las rutas del Atlántico Norte. Él había trabajado con el Jesuita J. P. Morgan por muchos años.
Edward Smith, era un ‘Jesuita laico’. Esto significa que no era un sacerdote pero que sí era un Jesuita de sotana corta. Los Jesuitas no son necesariamente sacerdotes. Aquellos que no son sacerdotes le sirven a la Orden a través de su profesión. Cualquiera puede ser un Jesuita y su identidad no ser conocida. Edward Smith, le sirvió a la orden de los Jesuitas en su profesión de Capitán de Mar.
Existen muchos puntos interesantes acerca del Titanic y los mismos se discuten en un video hecho por Nacional Geographic en el 1986. El video se titula, The Secrets of the Titanic:
Cuando el Titanic partió de la parte sur de Inglaterra el 10 de abril de 1912, Frances Browne, el maestro Jesuita de Edward Smith, abordó el Titanic. Este hombre era el Jesuita más poderoso en toda Irlanda y respondía directamente al general de la orden Jesuita en Roma.
El video declara:
Un sacerdote en vacaciones, el Padre Francis Browne, obtuvo varias fotos “calientes” de sus compañeros a bordo, la mayoría de ellos de viaje a la eternidad. Al día siguiente el Titanic hizo su última parada en la costa del pueblo de Queens, Irlanda. Allí varias personas trajeron al barco a los últimos pasajeros; la mayoría inmigrantes irlandeses que buscaban establecer sus nuevos hogares en América. Y allí desembarcó el afortunado Padre Browne... El Padre Browne vió al capitán Smith mirando desde la proa del Titanic al borde de su destino final. — The Secrets of the Titanic. National Geographics videotape, 1986.
Aquí se muestra la maldad de los Jesuitas al máximo. El Párroco [Padre Francis Browne] abordó el Titanic, fotografió a las víctimas, y posiblemente le informó al capitán acerca de sus juramentos como Jesuita y a la mañana siguiente lo despidió. — Eric J. Phelps, Vatican Assasins, Halycon Unified Services, p. 427.
Browne revisó con Edward Smith por última vez en cuanto a lo que tenía que hacer en las aguas del Atlántico Norte. El General Jesuita le dijo a Francis Browne lo que iba a suceder; Browne se lo dijo a Smith y el resto es historia.
Edward Smith creía que el General Jesuita... era el dios de la sociedad [Jesuita], y que nada sino su toque eléctrico podría activar sus cuerpos muertos y crear en ellos vida y acción. Hasta que él no habla ellos son como serpientes enredadas en sus frías tumbas, sin vida e inactivos; pero en el momento en el que él da la orden cada miembro se levanta inmediatamente dejando todo lo que hubiesen estado haciendo incompleto, preparados para asaltar al que se les requiera asaltar y golpear dondequiera que se le pida que lo haga. — R. W. Thompson. The footprints of the Jesuits, Hunt Eaton. pp. 72,73.
A Edward Smith se le ordenó hundir al Titanic y él lo hizo tal y como le fue ordenado hacer. Por el mandato de Dios [el General Jesuita] es ilegal matar a los inocentes, robar, cometer cualquier maldad, porque él [el Papa] es el dios de la vida y de la muerte y de todas las cosas. Por lo tanto nuestro deber es cumplir con sus mensajes. — W. C.Brownlee. Secret Instructions of the Jesuits, American and Foreign Christian Union. p 143.
No hay ningún informe en la historia de una asociación cuya organización haya prevalecido por 300 años, sin cambio y sin alteración pesar de los ataques de los hombres y los tiempos, y que haya ejercido tan inmensa influencia sobre los destinos de la humanidad. ..”El fin justifica los medios" es su frase favorita; y como su único medio, como hemos mostrado, la orden está dispuesta a cometer cualquier tipo de crimen. — G.B.Nicolini, La Historia de los Jesuitas, Henry G. Bohn, pp. 495, 496 (énfasis añadido).
Recordemos el juramento que cada persona tiene que hacer para formar parte de la Orden Jesuita:
Debo considerar mi cuerpo como un cuerpo muerto sin voluntad o inteligencia, como crucificado, quien se entrega sin resistencia a la voluntad de aquel que la maneja con un bastón en su mano, quien la usa como se le requiere y como
mejor le plazca.— R.W. Thompson, The Footprints of the Jesuits, Hunt Eaton, p. 54.
Cuando una persona hace el juramento de los Jesuitas está atado a su amo hasta el día de su muerte. Edward Smith se había convertido en un hombre sin voluntad y sin inteligencia. Él hubiese cometido cualquier crimen que la orden le ordenara cometer. A Edward Smith se le había requerido que actuara como mártir. A bordo de Titanic, esa noche, Edward Smith sabía cuál era su labor.
Estaba bajo juramento, el barco se había construido para los enemigos de los Jesuitas. Luego de tres días en el mar con sólo un par de binoculares para ver en la proa, Edward Smith aceleró el Titanic a su máxima velocidad, a veintidós nudos de velocidad, en una noche oscura en un océano completamente lleno de hielo cerca de un área de 80 millas cuadradas.
Edward Smith hizo todo esto a pesar de que había recibido por lo menos ocho telegramas advirtiéndole que navegara más despacio, ya que estaba navegando demasiado rápido. ¿Necesitaría Edward Smith siquiera un aviso? No, él había navegado esas aguas por veintiséis años. Él sabía que había “icebergs” en esa área. Pero ni siquiera ocho avisos detuvieron a ese hombre que estaba sometido bajo el juramento de los Jesuitas y bajo órdenes específicas de destruir el Titanic.
Resultaba absurdo hacerle repetidas advertencias al Capitán Edward Smith en cuanto a reducir la velocidad del Titanic en la noche de la tragedia, era algo que parecía absurdo. El hecho de que Smith nunca escuchó las advertencias resulta loco. A él se le había impartido órdenes de su “dios” en el Vaticano y nada le haría retroceder.
Las enciclopedias muestran una imagen trágica de Smith en sus últimos momentos. En el momento en que vino la orden de bajar los salvavidas, Smith dudó y uno de sus ayudantes tuvo que enfrentarse con él para que diera la orden. Las destrezas legendarias de liderato de Smith parecían haberlo abandonado; curiosamente estaba indeciso y demasiado cauteloso en esa noche fatal. ¿Podrían ser los anteriores adjetivos con los que se describa a un legendario Capitán marino con veintiséis años de experiencia, o son las palabras que describen a un hombre que estaba luchando en su mente en cuanto a si debía cumplir con su deber como capitán marino u obedecer a su amo quien le había ordenado hundir el barco?
La esposa de John Jacob Astor se subió a un bote salvavidas y sobrevivió mientras su esposo murió en las aguas del Atlántico Norte. No había suficientes botes salvavidas y muchos de ellos estaban sólo llenos a la mitad de su capacidad con sólo niños y mujeres en ellos.
Para prevenir que algunos barcos que pudiesen estar cerca respondieran prestando ayuda, las balas que se disparaban para pedir ayuda eran blancas cuando deberían haber sido rojas. Las balas rojas significaban que estaban teniendo una fiesta.
Una de las más grandes tragedias del siglo XX, el hundimiento del Titanic, se encuentra ligada directamente con la Orden de los Jesuitas. El barco que supuestamente era indestructible, el palacio flotante, fue creado para convertirse en la tumba de los ricos que se oponían al Sistema de Reserva Federal. Para el 9 de abril de 1912, se eliminaron todas las oposiciones que había a la creación de la Reserva Federal. En diciembre de 1913, surgió el Sistema de Reserva Federal en los Estados Unidos. Ocho meses después, los Jesuitas tenían fondos suficientes a través del Banco de Reserva Federal para comenzar la Primera Guerra Mundial.
Bill Hugues: Los terroristas secretos
Fuente: http://elgobiernoenlasombra.blogspot.com/2016/07/el-complot-jesuita-para-hundir-el.html
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