lunes, 19 de septiembre de 2016

Geopolítica de la perestroika y colapso de la URSS

Geopolítica de la perestroika y colapso de la URSS

 

ALEXANDER DUGIN

por Alexander DuguinLa geopolítica de la Perestroika
Justo hasta 1985, la actitud de la URSS hacia la conexión con Occidente fue en general más bien escéptica. Sólo en el período de gobierno de Y. Andropov cambió un poco la situación, y de acuerdo con sus instrucciones, un grupo de científicos soviéticos e institutos académicos recibió la tarea de cooperar activamente con las estructuras globalistas (el Club de Roma, el CFR, la Comisión Trilateral , etc.). En general, los principales objetivos de política exterior de la URSS se mantuvieron sin cambios durante todo el tramo de Stalin a Chernenko.
Los cambios en la URSS comienzan con la llegada de M. Gorbachov a la oficina del Secretario General del Partido Comunista de la Unión Soviética. Tomó posesión del cargo en el contexto de la guerra de Afganistán, que cada vez más llegó a un punto muerto. Desde sus primeros pasos en el cargo de Secretario General, Gorbachov se enfrentó a serios problemas. El vehículo social, económico, político e ideológico comenzó a detenerse. La sociedad estaba apática. La cosmovisión marxista perdió su atractivo y continuó siendo transmitida por inercia. Un porcentaje cada vez mayor de la intelectualidad urbana era atraída cada vez más por la cultura occidental, deseando normas “occidentales”. Las periferias nacionales perdieron su potencial modernizador, y en algunos lugares comenzaron procesos represivos de arcaización; los sentimientos nacionalistas se encendieron, y así sucesivamente. La carrera de armamentos y la necesidad de estar constantemente compitiendo con un sistema capitalista más dinámicamente desarrollado agotó a la economía. En un grado aún mayor, el descontento en los países socialistas de Europa del Este llegó a un punto crítico, cuando la petición de normas capitalistas occidentales se hizo sentir aún más profundamente, mientras que el prestigio de la URSS cayó gradualmente. En estas condiciones, se exigió de Gorbachov tomar algún tipo de decisión definitiva en relación con la estrategia superior de la URSS y de la totalidad del bloque del Este.
Y él la tomó, y consistó en esto: en una situación difícil, adoptar como fundamento las teorías de la convergencia y las proposiciones de los grupos globalistas y comenzar a acercarse al mundo occidental por medio de la aplicación de concesiones unilaterales. Muy probablemente, Gorbachov y sus asesores esperaban acciones simétricas de Occidente; Occidente debería haber respondido a cada una de las concesiones de Gorbachov con movimientos análogos en favor de la URSS. Este algoritmo fue situado en los cimientos de la política de la perestroika. En política interior, esto significaba el abandono de la estricta dictadura ideológica marxista, la relajación de las restricciones en relación con las teorías filosóficas y científicas no marxistas, el cese de la presión sobre los institutos religiosos (en primer lugar, sobre la Iglesia Ortodoxa rusa), una ampliación de las interpretaciones admisibles de los acontecimientos de la historia soviética, una política sobre la creación de pequeñas empresas (cooperativas), y la libre asociación de los ciudadanos según intereses políticos e ideológicos. En este sentido, la perestroika fue una cadena de pasos dirigidos hacia la democracia, el parlamentarismo, el mercado, la “glasnost”, y la expansión de las zonas de libertad ciudadana. Este fue un movimiento que se alejaba del modelo socialista de la sociedad hacia un modelo democrático-burgués y capitalista. Pero al principio este movimiento fue gradual y se mantuvo en el marco del algoritmo socialdemócrata; la democratización y el liberalismo se combinaron con la preservación del modelo de partido de la administración del país, una estricta y vertical economía planificada, y el control de los organismos del partido y de los servicios especiales detrás de los procesos socio-políticos.
Sin embargo, en otros países del bloque del Este y en la periferia de la URSS, estas transformaciones fueron percibidas como una manifestación de debilidad y como concesiones unilaterales a Occidente. Tal conclusión fue confirmada por la decisión de Gorbachov de eliminar finalmente los contingentes militares soviéticos de Afganistán (1989), por la oscilación sobre una serie de revoluciones democráticas que se desarrollaban a lo largo de Europa del Este, y por sus políticas inconsistentes en relación con una serie de repúblicas aliadas: Estonia, Lituania y Letonia, así como Georgia y Armenia, que fueron las primeras que participaron en el proceso de creación de un Estado independiente.
En este contexto, Occidente tomó una posición bien definida: animando a Gorbachov y sus reformas sólo mediante palabras y exaltando su compromiso profético, ni un solo paso simétrico fue tomada a favor de la URSS; ni la más mínima concesión fue hecha en alguna dirección a los intereses políticos, estratégicos y económicos soviéticos. Como resultado de ello, en 1991, las políticas de Gorbachov condujeron al gigantesco sistema planetario de influencia soviética a venirse abajo, mientras que el segundo polo, los EE.UU. y la OTAN, ocupó rápidamente el vacío de control que se había abierto. Y si en las primeras etapas de la perestroika aún era posible considerarla como una maniobra especial en la “guerra fría” (no muy diferente del plan de “finlandización de Europa”, elaborado por Beria; el propio Gorbachov hablaba de una “casa europea”), a finales de la década de 1980 se hizo evidente que se trataba de un caso de capitulación directa y unilateral.
Gorbachov acordó retirar las tropas soviéticas de la República Democrática Alemana, la disolución del Pacto de Varsovia, el reconocimiento de la legitimidad de los nuevos gobiernos burgueses en los países de Europa del Este, moviéndose para satisfacer las aspiraciones de las repúblicas soviéticas para recibir un alto grado de soberanía e independencia, y para revisar las condiciones del contrato para la formación de la URSS con nuevas condiciones. Gorbachov rechazó también cada vez mas la línea socialdemócrata, abriendo un camino para las reformas directas burguesas-capitalistas en la economía. En una palabra, las reformas de Gorbachov representaron el reconocimiento de la derrota de la URSS en su confrontación con Occidente y los EE.UU..
Desde un punto de vista geopolítico, la perestroika representa no sólo un repudio de la confrontación ideológica con el mundo capitalista, sino también una contradicción completa de todo el camino histórico de Rusia como una formación euroasiática, gran-continental, como el Heartland, como la civilización de la Tierra . Esto fue un debilitamiento de Eurasia desde dentro; la voluntaria auto-destrucción de uno de los polos del sistema mundial; un polo que no surge en absoluto en el período soviético, sino que tomó forma durante siglos y milenios en los lechos de los ríos de la lógica natural de la historia geopolítica y de acuerdo con las líneas de fuerza de la geopolítica objetiva. Gorbachov tomó la posición del occidentalismo, que rápidamente llevó al colapso de la estructura global y a una nueva versión de la Era de los Trastornos*. En lugar del eurasianismo, se adoptó el atlantismo; en el lugar de la civilización de la Tierra y su conjunto sociológico de valores, se colocaron las normativas de la civilización del Mar, contrarias en todos los aspectos. Si comparamos la importancia geopolítica de estas reformas con cualquier otro período de la historia de Rusia, no podemos escapar a la sensación de que estamos tratando con algo sin precedentes.
La Era de los Trastornos de la historia rusa no duró mucho tiempo y fue reemplazada por periodos de nuevo renacimiento soberano. Incluso las disensiones más temibles conservaron tal o cual centro de integración, que con el tiempo se convirtió en el polo de una nueva centralización de las tierras rusas. E incluso los occidentalistas rusos orientados hacia Europa, al adoptar las ideas, costumbres, tecnologías y habilidades europeas, las utilizaron para reforzar el poder del Estado ruso, para asegurar sus fronteras, y para hacer valer sus intereses nacionales. Por lo tanto, el occidentalista Pedro o la alemana Catalina Segunda, con todo su entusiasmo hacia Europa, aumentaron el territorio de Rusia y para ello lograron nuevas y nuevas victorias militares. Incluso los bolcheviques, obsesionados por la idea de la revolución mundial y habiendo estado de acuerdo fácilmente con los términos que encadenaron el mundo de Brest-Litovsk, iniciaron un corto período de fortalecimiento de la Unión Soviética, volviendo bajo el control de Moscú y sus alrededores en el oeste y el Sur. El caso de Gorbachov es una excepción absoluta en la historia geopolítica rusa. Esta historia nunca conoció semejante traición, incluso en sus peores períodos. No sólo era destruido el sistema socialista; el Heartland fue volado desde dentro.
La importancia geopolítica de la caída de la URSS
Como resultado del colapso de la URSS el mundo de Yalta llegó a su fin lógico. Esto significaba que el modelo de dos polos terminó. Uno de los polos puso fin a su existencia por su propia iniciativa. Ahora se podría decir con certeza lo que la teoría de la convergencia era en realidad: el astuto plan de la civilización del mar. Este astuto plan concibió una acción y dio la victoria a la talasocracia en la “Guerra Fría”. No produjo ninguna convergencia en la práctica; y de acuerdo con el alcance de las concesiones unilaterales desde el lado de la URSS, Occidente sólo reforzó su ideología capitalista y liberal, expandiendo su influencia más y más en todo el vacío ideológico que se había formado. La zona de control de la OTAN también se expandió junto con ello. Por lo tanto, al principio casi todos los países de Europa del Este se unieron a la OTAN (Rumania, Hungría, la República Checa, Eslovaquia, Bulgaria, Polonia, Eslovenia, Croacia) y, a continuación, también las antiguas repúblicas de la URSS (Estonia, Lituania, Letonia) . Esto significaba que la estructura del mundo después del fin de la “Guerra Fría” conservaba uno de sus polos, la civilización del Mar, Occidente, Leviatán, Cartago, el bloque democrático-burgués, con su centro en los EE.UU..
El fin del mundo en dos polos significa, por lo tanto, la victoria de uno de sus polos y su fortalecimiento a expensas del perdedor. Uno de los polos desapareció, mientras que el otro permaneció y se convirtió en la estructura dominante natural de todo el sistema geopolítico mundial. Esta victoria de la civilización del Mar sobre la civilización de la Tierra representa el contenido real de la globalización, su esencia. A partir de entonces el mundo se convirtió de forma simultánea tanto global como unipolar. Desde un punto de vista sociológico, la globalización representa la difusión planetaria del modelo único de la sociedad occidental democrático-burguesa, liberal de mercado, la sociedad de los comerciantes. Esto es la talasocracia. Y, al mismo tiempo, los EE.UU. son el centro y el núcleo de esta realidad talasocrática democrático burguesa (a partir de ahora global). La democratización, la occidentalización, la americanización y la globalización representan esencialmente distintos aspectos de un mismo proceso de ataque total de la civilización del Mar, la hegemonía del mar. Tal es el resultado de ese duelo planetario que fue el contenido principal de la política internacional en el siglo XX. Durante el gobierno de Jruschov, la edición soviética de la telurocracia sufrió una catástrofe colosal, y las zonas territoriales que separan el Heartland de los mares cálidos acabó, en un grado significativo, bajo el control de la potencia del mar. Precisamente, así debemos entender tanto la expansión de la OTAN en el Este a expensas de los antiguos países socialistas y las repúblicas aliadas, como la posterior consolidación de la influencia de Occidente en el espacio post-soviético.
El colapso de la URSS, que dejó de existir en 1991, puso fin al periodo soviético de la geopolítica de Rusia. Esta etapa terminó con una derrota tan severa que no hay algo análogo a ella en la historia precedente de Rusia; ni siquiera al caer en completa dependencia de los mongoles, lo que incluso fue compensado por la integración en un modelo de política gubernamental de persuasión telurocrática. En el presente caso, estamos tratando con la impresionante victoria de los principales enemigos de toda telurocracia, con la gran derrota de Roma y el triunfo de la nueva Cartago.
La desintegración de la URSS significó, desde un punto de vista geopolítico, un acontecimiento de importancia colosal que afectó a toda la estructura del mapa geopolítico mundial. De acuerdo con sus características geopolíticas, el enfrentamiento de Occidente y Oriente, del campo capitalista y socialista, con su núcleo en la URSS, representó el pico del profundo proceso de la gran guerra de los continentes, un duelo planetario entre la civilización de la Tierra y la civilización del Mar, elevado al más alto grado de intensidad y a una escala planetaria. Toda la historia anterior condujo al tenso apogeo de esta batalla, que recibió en 1991, precisamente, su resolución cualitativa. En este momento, junto con la muerte de la Unión Soviética, se hizo realidad el colapso de la civilización de la Tierra.
* La Era de los Trastornos, en ruso Vremya Smutnoye, fue un período de crisis política en Rusia que siguió a la desaparición de la dinastía Rurik (1598) y terminó con el establecimiento de la dinastía de los Romanov (1613). Durante este período de intervención extranjera, hubo levantamientos campesinos, e intentos de los pretendientes de apoderarse del trono amenanzado con destruir el Estado mismo y causando grandes trastornos sociales y económicos, en particular en las zonas del sur y centro del estado [N.d.T.].
Fuente: Katehon.

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