viernes, 13 de enero de 2017

La ayuda humanitaria se ha convertido en un objetivo de guerra”

elpais.com

“La ayuda humanitaria se ha convertido en un objetivo de guerra”

 

 

 

Iñaki Makazaga
“Cada vez hay más guerras y cada vez son más cruentas”. Éste es el balance de 2016 del coordinador general de proyectos de Médicos sin Fronteras (MSF) en Yemen, Juan Prieto (Santander, 1967), que en agosto sobrevivió al bombardeo de uno de sus hospitales. El ataque acabó con la vida de 19 personas y dejó 24 heridos. En total, MSF ha recibido en el último año 50 bombardeos en 21 instalaciones médicas diferentes, sobre todo en Siria y Yemen. Pese a todo, Prieto ha decidido quedarse y trabajar, como los 4.410 profesionales que MSF España tiene repartidos por todo el mundo y como invitan a todos en su última campaña de incidencia pública #Yomequedo presentada este miércoles en Bilbao.
¿Qué ha sucedido en los conflictos para que los hospitales también sean campo de batalla?
La respuesta no es fácil pero es una realidad: cada vez más estructuras de salud, así como escuelas y mercados, se han convertido en objetivos militares, en objetivos de guerra. Hemos recibido ataques en Siria, Afganistán y, en varias ocasiones, en Yemen donde los responsables gubernamentales dicen después que se debían a errores o a que en el interior se encontraba un objetivo militar. Cada vez ocurre más y supone violar el derecho internacional humanitario. Un hospital es un lugar neutral.
Una situación que requiere no sólo trabajar desde el terreno, sino también realizar una fuerte incidencia política desde Europa.
Como consecuencia de los conflictos se generan millones de desplazados y pedimos que se atiendan sus necesidades como personas, estén donde estén. No sólo en Turquía sino a donde vayan a reconstruir sus vidas. Si Europa no entiende esto tampoco entenderá que exijamos ayuda en los países de origen de todos estos desplazados, lugares extremos donde los sistemas de salud se paralizan y dejan de funcionar. Por eso, sobre todo, nosotros trabajamos desde allí.
¿Ve necesario mantener el rechazo de MSF a los fondos de Europa para la ayuda humanitaria?
Creo que es necesario mantenerlo porque están externalizando el control de las fronteras. Llevo más de 15 años trabajando en MSF y voy a seguir trabajando porque cuenta con un principio muy importante: la independencia. Nos financiamos de forma directa por colaboradores privados que también creen en esa independencia. Si la ayuda humanitaria en Europa se va a utilizar con un fin político, no estamos de acuerdo, no queremos ser cómplices de ningún sufrimiento. Rechazamos recibir dinero de Europa y de cualquiera de sus países. Y por eso me quedo en MSF y en terreno, porque hay mucha gente esperándonos aunque para atenderlos nos juguemos la vida.
Si la ayuda humanitaria en Europa se va a utilizar con un fin político, no estamos de acuerdo, no queremos ser cómplices de ningún sufrimiento
¿Así le ha ocurrido en Yemen este año?
En agosto estaba allí, en el país, cuando una bomba destruyó uno de nuestros hospitales pero en la oficina. Esta semana hace justo un año del último bombardeo que sufrimos en otro hospital también de Yemen. Es muy extrema la realidad de este país. Todos tenemos muy claro que es allí donde tenemos que estar. No debemos olvidar a las personas que necesitan atención médica tanto a nivel quirúrgico, como atención en partos o por otras patologías médicas, y que cuando la situación se agrava quedan abandonadas.
Y eso busca la nueva campaña de MSF bajo el lema #Yomequedo: recordar que hay muchas necesidades sanitarias que atender en un contexto de guerra ¿Cuáles son sus razones para quedarse?
Mi razón principal para quedarme es saber que si no está MSF, no habrá nadie que cuide de los civiles. En muchos conflictos, en muchas situaciones extremas, como Siria, Yemen o Sudán del Sur no hay nadie más. Quién va a ser el testigo de lo que está sucediendo allí, quién va a tender la voz de los civiles que nada tienen que ver con el conflicto. En Yemen, se está aprovechando el país para declararse la guerra dos países como Arabia Saudí e Irán. Los civiles nada tienen que ver con esa guerra pero son los que sufren todas sus consecuencias. Si no estamos nosotros para denunciarlo, se convierten automáticamente en personas invisibles, olvidadas, abandonadas.
Como invisibles son muchas de las necesidades médicas de la población ¿Es la salud mental una enfermedad olvidada?
Los problemas que genera un conflicto y una guerra en la psique de las personas son enormes y no siempre fáciles de detectar; pero sí claves para la regeneración de sus vidas. Uno de los componentes de los programas médicos de MSF es llegar a los niños: ven cosas horribles y su vida queda completamente rota. Hasta que no llega la ayuda psicológica, no llegan los buenos resultados.
Tras quince años con MSF en países como Siria, Sudán del Sur y Liberia, ¿también tendrá razones positivas para seguir trabajando?
La experiencia de Sierra Leona y de Liberia en 2004 son una buena razón para quedarme y para el optimismo. Estos dos países avanzan poco a poco hacia una paz duradera y nuestra presencia se ha reducido al máximo. Sin embargo, en Sudán del Sur lejos de desmontar nuestros programas hemos tenido que rehabilitar hasta los más básicos por la llegada de la violencia. En general no soy optimista con la evolución del mundo: cada vez hay más guerras y son más cruentas, también con el personal humanitario. En lo profesional, es una satisfacción contar con un equipo de gente cada vez más motivado.
Mi razón  para quedarme es saber que si no está MSF, no habrá nadie que cuide de los civiles
¿En ese contexto surgen nuevos modos de trabajo como la teleasistencia?
Buscamos modelos alternativos a la intervención clásica que tenía MSF en su origen. Lo hemos comprobado en Siria donde se ha vuelto imposible tener presencia física permanente en la zona norte y donde seguimos atendiendo a los civiles a través de las nuevas tecnologías. Además en Barcelona contamos con el apoyo y la disponibilidad continua de personas que en cualquier momento pueden ayudarnos para informar a un paciente o resolver una consulta también a través de la tecnología.
¿Suponen estos avances también buenas razones para quedarse?
Hemos ganado mucho en el tratamiento de los pacientes y queremos avanzar mucho más. Hemos aprendido mucho en cirugía de guerra y hemos ganado mucho en rapidez para instalarnos allí donde nos necesitan con urgencia. Y sí, todos estos avances facilitan el trabajo y que todos queramos seguir en terreno. Pero la razón principal para seguir en terreno y para seguir con el trabajo humanitario es el dolor de la gente, el riesgo de abandono total de todos los civiles. De todos modos, no hace falta irse muy lejos para ver este horror: de Grecia llegan estos días imágenes terribles de la situación de los desplazados. Y por eso, yo me quedo.

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