lunes, 1 de octubre de 2018

Luis Enrique Mercado- Peligra la autonomía del Banco de México


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Luis Enrique Mercado- Peligra la autonomía del Banco de México

 

 


La crisis económica de diciembre de 1994 fue devastadora.
En 24 horas, las tasas de interés subieron de 17 a 130%, lo cual significó la quiebra virtual de todas las empresas que tenían deuda y de todas las personas físicas con créditos hipotecarios.
La banca también cayó en quiebra técnica porque su cartera de créditos estaba toda en insolvencia.
La devaluación del peso de tres a siete pesos por dólar vació las reservas internacionales y dejó al país en la insolvencia porque había garantizado en dólares la cartera adquirida en pesos por los capitales golondrinos.
En 1995, Bill Clinton nos rescató con una línea de crédito de 50,000 millones de pesos.
El presidente Ernesto Zedillo supo lo que tenía qué hacer y durante todo su sexenio fue poniendo los seguros para evitar que crisis similares se repitieran.
Supo que parte del problema era la falta de transparencia en las cifras principales de la economía mexicana. Había que dar los datos para que los mercados reaccionaran positiva o negativamente a la evolución de la economía y las finanzas nacionales, pero al instante y no con semanas o meses de retraso, como sucedió en 1994.
Por ejemplo, el nivel de las reservas internacionales se daban a conocer sólo dos veces al año, en la Convención Bancaria y en el Informe Presidencial.
Los datos de la base monetaria se sabían en el informe Anual del Banco de México y lo que se discutía en las reuniones internas del banco central no se sabía nunca.
La decisión fue abrir la información al momento de todo lo que pasaba en la economía. Los saldos de la reserva internacional, la evolución de las tasas, las colocaciones de los Cetes, las cifras de la base monetaria, los saldos de la balanza de pagos.
Y, desde luego, aprovechar la recién concedida autonomía del Banco de México, en abril de 1994 que entró en vigor el primero de enero de 1995.
La autonomía del banco central significa en esencia tres elementos, la integración de su Junta de Gobierno, cuyos miembros no pueden ser destituidos; el que no se pueda conceder crédito al gobierno y que su función sea mantener el poder adquisitivo de la moneda.
Esta parte, el corazón de la autonomía, es la que quiere destruir la iniciativa de ley presentada por el diputado oaxaqueño del PT, Benjamín Robles, quien en su profunda ignorancia propone modificar el artículo segundo de la Ley del Banco de México, para “proveer de los recursos de emisión primaria de dinero, en forma de crédito, exclusivamente, productivo para los Proyectos Estratégicos del Plan Nacional de Desarrollo y otros que el Poder Ejecutivo establezca.”
O sea, la estabilidad de la economía a la basura y el Banco de México echa a andar la máquina de imprimir billetes para financiar el tren Maya, las construcciones de casas para los pobres, los salarios de la burocracia. Es decir, lo que se le antoje al mandatario en turno.
Ése fue uno de los excesos que ocasionaron las crisis recurrentes de 1975 a 1995.
El tema no es menor y sí es muy preocupante. Se trata de una iniciativa de Ley que será discutida y eventualmente presentada al pleno. Hoy, con una mayoría que quiere complacer a López Obrador, todo puede suceder.
Hasta el próximo lunes y mientras, no deje de seguirme en mi página de FB, Perspectivas de Luis Enrique Mercado.

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