domingo, 21 de abril de 2013

Corea: ¿Y si no tuviera la Bomba?

Domingo, 21 Abril 2013 06:33

Corea: ¿Y si no tuviera la Bomba?

Escrito por  Arnaldo Musa

El origen de la actual crisis en la península coreana radica en la afirmación estadounidense de que el Gobierno de Corea del Norte había admitido en el 2002 que su programa nuclear seguía en vigor.


No porque en estos tiempos sea uno de los temas más problemáticos y el que ha llevado a la Humanidad al borde del abismo, pero por recurrente y la “subida de la parada”, la crisis desatada en la península coreana merece un cuidadoso estudio y ser convertida en obligada reflexión para impedir la mencionada catástrofe.

Aunque muchos crean que Estados Unidos se prepara para atacar inminentemente a la República Popular Democrática de Corea, lo cierto es que con esas acostumbradas y numerosas maniobras bélicas, el envio de sofisticadas armas a Corea del Sur (manejadas por los norteamericanos)  busca llevar al paroxismo a una nación que ha dedicado la mayor parte de sus recursos a prepararse militarmente desde su fundación por su máximo líder Kim Il Sung en 1949, además de lo principal: estrechar el cerco a China y seguir siendo importante amenaza para Rusia, sus dos principales rivales en el mundo. 
                                                             

La entonces Unión Soviética cumplió su promesa al retirarse del Norte de la península que había sido ocupada por Japón, al finalizar la Segunda Guerra Mundial, pero Estados Unidos se la agenció como siempre para permanecer en el lugar y afianzarse allí con la guerra que provocó en 1950, en la que, bajo la bandera de las Naciones Unidas, hizo participar a 14 países aliados.


Cuatro millones de muertos, la destrucción total de la nación y un suelo contaminado química y bacteriológicamente por la aviación norteamericana, no pudo doblegar a la RPDC, que fue apoyada principalmente por voluntarios chinos.       
                               
Estados Unidos perdió oficialmente más de 50 000 hombres y, por primera vez en la historia, no pudo ganar una guerra de agresión.

ANUNCIO ATÓMICO 

                                                                                      
La constante y agresiva política norteamericana hacia Corea Democrática dio pie al anuncio norcoreano de que poseía bombas atómicas, lo cual coadyuvó a que Estados Unidos intensificara su propaganda acerca de la supuesta peligrosidad de Pyongyang y rearmara aún más sus bases de ocupación en la zona y al régimen sudcoreano.


La anterior Administración, la de George W. Bush, había mantenido una política arbitraria y peligrosa respecto a la RPDC, con ribetes casi idénticos a la que llevo a la agresión y ocupación de Afganistán e Iraq, y mantenido en su política subversiva contra Venezuela y de bloqueo por más de cinco décadas a Cuba.

El origen de la actual crisis en la península coreana radica en la afirmación estadounidense de que el Gobierno de Corea del Norte había admitido en el 2002 que su programa nuclear seguía en vigor. Como represalia, Bush decidió el incumplimiento de los compromisos firmados en 1994 por el gobierno de William Clinton con Pyongyang acerca del suministro de petróleo a cambio de la paralización de las centrales nucleares norcoreanas.

El siguiente paso en la crisis fue inevitable: el comienzo de los trabajos del Norte coreano para volver a poner en marcha la central de Yongbiong, a fin de producir electricidad, y una escalada de declaraciones que han situado a Corea en uno de los centros de la atención mundial.

ALGO OBVIO

Pyongyang no podía resignarse a ver su industria paralizada y el país sin electricidad, como pudieron constatar todos aquellos que pudimos visitar en aquella ocasión a la nación socialista.

Nadie con dos dedos de frente pudiera pensar que la RPDC rompería un compromiso de esa índole, cuando aun se recuperaba de las graves inundaciones y sequía de años atrás y mantenía en esos momentos relaciones ascendentes en lo político y económico con las anteriores autoridades sudcoreanas, que llegaron a resistir las presiones estadounidenses para que ello no ocurriera.

Así, EE.UU. rompió su convenio con Pyongyang, cuestión que repitió, a pesar de compromisos en una de las reuniones hexapartitas, con el fin de arrinconar a un país que necesita imperiosamente la energía para mantener su producción.

Y mientras el Norte tiene que mantener el arma atómica como disuasión ante un poderoso enemigo (¿Qué pasaría si no la tuviera?) y ver limitado su avance por el camino socialista, Estados Unidos presiona a Seúl para que siga sus dictados y colabora en la presentación de Sudcorea en una urna de cristal capitalista, tal como hemos estado viendo mediante ingenuas y simpáticas telenovelas por la televisión capitalina cubana.

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