lunes, 15 de diciembre de 2014

LA NAVIDAD DE LA HIPOCRESIA

martes, 9 de diciembre de 2014

LA NAVIDAD DE LA HIPOCRESIA

Nota: 

Escribí este artículo en la Navidad de 2011, siendo el cuarto más leído de los 232 publicados hasta este momento con más de cinco mil lecturas y uno de los más aplaudidos por la audiencia, razón por la que vuelvo a publicarlo en primera plana tras someterlo a varias modificaciones que no han transformado su esencia ni su carácter original.



Un año más, y ya son muchos, me apresto a vivir, por no decir soportar, desde un espíritu crítico cada día más beligerante, las mal llamadas fiestas navideñas, denunciando  el fariseísmo contumaz con que se pretende  disfrazarlas y convertirlas, fundamentalmente, en un esperpéntico canto al consumismo y una oda a los más bajos instintos materialistas.

Unas fiestas navideñas que representan la ancestral celebración pagana celta del solsticio  de invierno  del 25 de diciembre (el día más corto del año y, por lo tanto, el de menos luz), antes de que la Iglesia Católica, allá por la Edad Media, se la arrogase para sí camuflándola  en una bonita leyenda llena de componentes  religiosos carente del menor rigor histórico, con la finalidad de desviar la atención de aquellos  ritos ancestrales (de los que el árbol de Navidad es su exponente más ilustrativo)  hacia nacimientos y adoraciones  que nunca tuvieron lugar, por tratarse de metáforas llenas de simbolismo y de claves esotéricas.

Nos han pintado la Navidad como una etapa idílica en la que todo parece humanizarse y, donde hasta los opuestos, parecen aproximarse hasta la fusión; unas fechas donde la tristeza, la depresión y la desesperanza generalizadas parecieran desaparecer como por encanto  y hasta donde la solidaridad pareciera  expandirse por doquier como un bosque de estrellas,......., sin embargo, lamentablemente, todo esto está muy lejos de ser cierto.



Ficticia  es  también esa supuesta fiebre humanitaria que pareciera invadirlo todo, aparente, por la sencilla razón de que la humanización auténtica es una labor diaria, que nace desde el interior de cada cual y no el mero lavado pasajero de una mala conciencia con el que algunos parecen conformarse llegadas ciertas fechas, por ser eso lo que  parece que toca hacer siguiendo las moralinas de turno.


Asistimos  al  patético  desfile, a través de las más céntricas (pues las restantes parecieran  no existir), luminosas y engalanadas  calles y plazas de nuestros  pueblos y ciudades,  de un ejército de “zombis” consumidores dispuestos  a gastarse, tan absurda como irracionalmente, mucho más de lo que necesitan, para  satisfacer  un vacío que no podrán llenar con sonrisas inocuas, ni con montones de copiosas comidas ni, menos aún, con la compañía de gentes con las que, en tantas ocasiones, no les une más que la apariencia o la hipocresía más indisimulada.

Por otra parte, para “celebrar” la llegada de tan “entrañables” fiestas, nos reuniremos en las grandes farsas de las comidas o de las cenas de trabajo con aquellos a quienes no queremos ver ni en pintura, los mismos que, incluso, nos someten a condiciones laborales esclavistas o han puesto fecha de caducidad a nuestra actividad laboral, aunque ese día o esa noche les deseemos nuestros mejores deseos con la mayor de las hipocresías; mientras que en las tan laureadas “cenas y comidas familiares” asistiremos, muchas veces, a toda una pléyade de mordaces  ironías  y "espectáculos" innombrables, incluidas  numerosas discusiones y hasta peleas que terminan requiriendo la presencia policial.




Tampoco dudaremos en comprarle a nuestros hijos una montaña de juguetes para que aprendan a no entretenerse con ninguno, atiborrándoles de aparatos electrónicos para  convertirlos  en robots humanos carentes de raciocinio  y sensibilidad; cayendo así, en la trampa de un consumismo  devorador  que, no  satisfecho con la llegada de “los Reyes Magos”, ha importado también  su dichoso “Papa Noel o Santa Claus”, duplicación con la que el sistema capitalista ha querido robustecer el consumismo sin sentido, con argumentos tan peregrinos como inconsistentes, al tiempo que, hasta hace muy poco tiempo, algunos “adornaban” sus ventanas con patéticos muñecos, importados sin sentido, que decoraban su esnobismo y ahora, sino en la basura, duermen en un oscuro rincón de sus hogares.


No faltarán las “felicitaciones” propias del momento, muchas de ellas robotizadas e hipócritas hasta el infinito, sólo para falsear también la inexistencia de una relación sincera de amistad que sólo es cierta si transciende los límites de unos días señalados, de la misma manera que las plantas requieren de un riego constante y no sólo de unas simples gotitas de agua cuando te dicen que debes acordarte de regarlas.

Y, mientras tanto, la maquinaria publicitaria  será  encendida a todo gas, para corromper las conciencias de unos destinatarios que, en general, si siquiera son conscientes de ser simples marionetas a las que el Sistema  maneja con tanto desprecio como maquiavélica impunidad, tratando de encubrir una sociedad ególatra, insolidaria y llena de carencias materiales, cuya tristeza  de espíritu es incapaz de ocultar.



Y, como telón de fondo, los embusteros mensajes de personajes como los Reyes de las Españas de turno, de los psicópatas presidentes del gobierno central y de los 17 “reinos de taifas” que arruinan a la población cada segundo que respiran; los miles de alcaldes que han usurpado desde hace siglos el poder vecinal y concejil, mancillando la única democracia que lo es, la asamblearia; los “manda más” de nuestras empresas, jefecillos de centros de trabajo o abraza farolas de poca monta gratificados como “estómagos agradecidos” que sin la menor vergüenza se atreven a desearnos "lo mejor".


Un panorama lúgubre, dirán algunos; desolador, opinarán otros; veraz, afirmarán otros tantos.......y, aunque parezca mentira...... esperanzador, esgrimirán los menos......, teniendo en cuenta que, sólo partiendo de un supuesto diagnóstico acertado, es posible hacer frente a la enfermedad que padece la sociedad en la que vivimos.

Esta Navidad, pese a todo, brindaré....... brindaré por aquellos que han comenzado a hacer un consumo  racional de las cosas haciéndole la Pascua al Capital; brindaré por cualquier propósito de la enmienda que nazca desde lo más sincero de uno mismo; brindaré por quiénes sufren soledad, miedo o dolor; brindaré por aquellos, en cuyos corazones, existe un lugar para sus amigos y un recuerdo sincero para quiénes siempre se tendrá una deuda de gratitud; brindaré por aquellos que se han ido y cuyo recuerdo nos acompañará siempre, brindaré por quiénes son un ejemplo constante de buen hacer, por cualquier gesto solidario, actitud generosa o valor humanitario y, sobre todo, brindaré  por  el despertar de las conciencias de los espíritus más elevados y por el renacer de la esperanza de aquellos que la han perdido.

Una Navidad, por lo tanto, cuyo verdadero sentido sólo podrán vivir aquellos que, desde la coherencia de sus corazones, estén preparados para percibir “algo” diferente, si nos aferramos a la hermosa creencia del rocío de la noche del solsticio con la que las estrellas ungen las almas auténticas.



 ........para todos los hombres y mujeres de buena voluntad........  de todo corazón
 
FELIZ NAVIDAD

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