Complot para la paz”: La extraordinaria historia tras el fin del apartheid
“Complot para la paz“ cuenta la historia de Jean-Yves Ollivier, empresario francés cuya participación en el conflicto sudafricano llevó a la liberación de cientos de prisioneros, terminó la guerra de Angola, selló la independencia de Namibia y contribuyó decisivamente a la liberación de Nelson Mandela
Por: Juan Patricio Riveroll - 10/08/2015 a las 10:08:58
De los archivos de una fundación privada
para preservar la historia oral del continente africano surgió un
personaje emblemático de una época vital para la región, cuya identidad
estaba resguardada tras un velo de misterio. Mandy Jacobson, codirectora y productora de Complot para la paz (Plot for Peace), dio con un francés conocido como Monsieur Jacques, condecorado por el gobierno sudafricano del apartheid
de P. W. Botha por haber ayudado a la liberación de prisioneros de
guerra. Con esa información en la mente el nombre volvió a aparecer,
ahora siendo condecorado por el presidente Nelson Mandela por su
colaboración en la caída del régimen de segregación racial. Fue la única
persona reconocida por ambas facciones antagónicas. Pocos sabían quién
era ese hombre, ajeno al país, olvidado por la historia de varias
naciones en las que jugó un papel preponderante, siempre tras las
sombras.
Complot para la paz cuenta la historia de Jean-Yves Ollivier,
conocido con el alias de Monsieur Jacques, un acaudalado empresario
francés nacido en Argelia antes de la independencia. Su participación en
el conflicto sudafricano es doblemente extraordinaria: por un lado, su
labor diplomática, sin tener puesto público alguno, llevó a la
liberación de cientos de prisioneros, terminó la guerra de Angola, selló
la independencia de Namibia y contribuyó decisivamente a la liberación
de Nelson Mandela; y lo hizo sin ser partidario de ningún bando,
absorbiendo costos económicos individualmente para que el nudo en el que
se encontraban varios países fronterizos desapareciera. Los frutos de
su participación son enormes.
A mediados de la década del 80 la Guerra
Fría tenía uno de sus escenarios en África. Angola era comunista,
apoyado por la Unión Soviética y por tropas y armamento cubano, mientras
Sudáfrica era suministrada por Estados Unidos. El campo de batalla era
Namibia, bajo el yugo sudafricano. Como el resto de países africanos
alrededor de Sudáfrica, Mozambique era uno más de los que estaban en
contra del apartheid, apoyando a las fuerzas armadas del Congreso
Nacional Africano del que Mandela era parte esencial, aunque no
compartiera el método bélico.
Este es a grandes rasgos el contexto en
el que se desenvuelve esta compleja historia, con decenas de aristas y
varios personajes que la cuentan en primera persona. Con el objeto de
llegar a un público más amplio que un documental tradicional, Jacobson
se asoció con Carlos Agulló para cubrir el recuento histórico de una narrativa clara y contundente, con herramientas prestadas de la ficción. Complot para la paz
se asemeja más a un thriller político o a una cinta de espías que a un
documental sobre un fragmento de la historia de África. Es una suerte de
versión real de Juego de espías más que algo similar a ABC África.
Y aquí hay otra cuestión doble: la historia que se rescata es
increíble, pero también lo es que haya salido a la luz. Si algo
caracteriza a Ollivier es su facultad para permanecer en la oscuridad,
lejos de cualquier reflector, nunca en busca de crédito. Es un hombre de
acción que con eso se conforma. Sin embargo Jacobson y su equipo
no sólo lo convencieron a él, sino que lograron que el resto de los
involucrados contaran también su parte, desde ex presidentes a agentes
extranjeros de Estados Unidos, Sudáfrica, Angola o Cuba, una trama tan
intrincada que ninguno de ellos la conocía en su totalidad, quizá ni
siquiera Ollivier. Por la apariencia de los entrevistados en sus
distintas contribuciones es evidente que el equipo de filmación regresó
varias veces con algunos de ellos para clarificar tal o cual tema, tal o
cual detalle, un método de investigación corroborado por Jacobson.
“Fue como armar un rompecabezas”, uno
cuyas partes estaban regadas por el mundo. Hubo equipos de rodaje en
Johannesburgo (Sudáfrica), París, Nueva York, Washington D.C., Marrakech
(Marruecos), Oyo (Nigeria), Brazaville (Congo), Pretoria (Sudáfrica),
Timbavati (Sudáfrica), Luanda (Angola), La Habana, Lisboa, Maputo
(Mozambique) y Madrid, y está hablada en francés, inglés, portugués,
español y afrikáans. Los políticos que aparecen en las imágenes de stock
van del citado Mandela a Ronald Reagan, Jacques Chirac y Fidel Castro.
Todos tienen su parte en este drama de intriga internacional en el que
un solo hombre cambió el destino de millones de personas sin que nadie
más que un puñado de enterados lo supiera. Hasta ahora.
Lo que no cuenta Complot para la paz
son los intereses económicos que llevaron a Ollivier a meter su cuchara
en África de la forma tan intrusiva como lo hizo. Desde un inicio
confiesa que los hubo, pero no se indaga en ellos. Es harina de otro
costal que podría ser un buen pie de página, porque sería difícil
igualar la historia que sí cuenta.
El multipremiado
documental se exhibe a partir del 14 de agosto en la ciudad de México
en la Cineteca Nacional, y posteriormente en Cine Tonalá, Casa del Cine y
Cinemanía.
Twitter del autor: @jpriveroll
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