martes, 29 de septiembre de 2015

Por Norma Estela Ferreyra: Lo que sucede en Siria no puede calificarse como guerra civil


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Por Norma Estela Ferreyra: Lo que sucede en Siria no puede calificarse como guerra civil

 La agresión a Siria no comenzó con una primavera árabe local o, si se prefiere, con una revolución ciudadana demandando democracia y libertad y violentamente reprimida por el estado. Ese argumento, comprado incluso por parte de la izquierda supuestamente anti imperialista, fue parte de la estrategia de guerra de la OTAN, difundida por las divisiones mediáticas, que son las que primero intervienen antes de dar paso a los bombardeos en los conflictos bélicos modernos, sobre todo en los de corte supuestamente «humanitario».
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En marzo de 2007 el general estadounidense Wesley Clark, ex-comandante de la OTAN declaró que su país tenía intención de invadir varios países, entre ellos Siria, después de los atentados del 11S. «Vamos a tomar 7 países en 5 años» —afirmó. Podíamos seguir comparando el inicio de esta guerra con el origen de la agresión contra Libia, donde hasta los máximos líderes de los «rebeldes» declararon que sabían que Gadafi jamás bombardeó a manifestantes o a su pueblo, pero como les venía bien a su causa, no lo desmintieron en su momento. También de cómo mercenarios extranjeros montaron las revueltas —supuestamente reprimidas violentamente— que justificaron los derrocamientos, siguiendo un mismo patrón, con francotiradores atacando a ambos bandos, policía y manifestantes, en Bengasi (Libia), Deraa (Siria) o Kiev (Ucrania). Pero sería ahondar demasiado, quizá en otra ocasión. La propia ONU afirma que la guerra «está manejada por potencias internacionales y regionales, principalmente en relación con sus respectivos intereses geoestratégicos». Quien piense que se trata de un levantamiento interno espontáneo, promovido por un grupo de demócratas, demuestra un desconocimiento sobre la realidad .Es cierto que muchos sunitas sintieron simpatías iniciales por las revueltas y que hubo deserciones en el seno del ejército —bien pagadas con billetes verdes y petrodólares—, alentadas además con promesas de futuros cargos en el nuevo equipo gubernamental. Pero, tras la desorientación inicial, muchísimas personas abandonaron las filas de la OTAN y se volvieron al bando oficial Los datos que Occidente maneja en relación al apoyo al gobierno sirio lo cifran en alrededor de un 80%, mientras que el bando opositor no concita más del 5% y hay un 15% de indecisos. Las elecciones celebradas en el país y en los campos de refugiados extranjeros de los países limítrofes corroboran esta cifra. Aunque oficialmente, los resultados no son admitidos por los gobiernos agresores, sí que han reconocido que tienen que manejarse con ellos porque son incontestables En muchos de los frentes de la guerra contra Siria, la inmensa mayoría de los combatientes son extranjeros. Es casi imposible saber cuántos mercenarios y terroristas han infiltrado La práctica de dotarlos de pasaporte sirio no es nueva, se lleva haciendo desde el inicio de la agresión para hacerlos pasar por civiles sirios y ser así contabilizados por el ubicuo “Observatorio Sirio de los Derechos Humanos”
El Estado Islámico (ISIS, EIIL o Daesh) no controla grandes extensiones del territorio sirio. En su afán por magnificar su poder y agitarlo como un señuelo para provocar miedo, dibujan las zonas desérticas del país como controladas por este grupo terrorista. Sin embargo, nada más lejos de la realidad, en todo caso podrían dibujar unas pocas carreteras y ciudades con centro en su capital de facto.
 La coalición contra el Estado Islámico creada instancias de Estados Unidos es una auténtica pantomima. Nadie en su sano juicio puede pensar que países que se han estado beneficiando de las acciones del Daesh o que las han estado dirigiendo o sufragando, tengan ahora la firme determinación de acabar con su útil marioneta. Las vinculaciones de Arabia Saudí, Qatar, Turquía… y Estados Unidos con el terrorismo son más que evidentes. Además existen ciertos papeles de Wikileaks, unos 60.000 cables desvelados en junio de 2015, que demuestran cómo Arabia Saudí había financiado al Estado Islámico. «Estaban decididos a acabar con Assad con una guerra entre chiítas y sunnis que manipulaban desde afuera. ¿Qué hicieron? Enviaron cientos de millones de dólares y decenas, miles de toneladas de armas a todo el que quisiera luchar contra Assad. Lo malo fue que las organizaciones que estaban siendo así suministradas eran al Nusra y Al Qaeda y elementos extremistas yihadistas procedentes de otros lugares del mundo.» El New York Times afirmó que las intenciones de lucha contra el Estado Islámico eran poco más que una operación de relaciones públicas, pues los pilotos tienen órdenes de no atacar los centros de mando de los terroristas ni sus líneas vitales de aprovisionamiento. ¿Se puede ser más claro? De todas formas, expertos militares han afirmado que acabar con Daesh desde el cielo es poco menos que imposible. Sin tropas de tierra jamás se conseguirán avances significativos, de hecho la coalición lleva más de un año operando y, en ese tiempo, los terroristas han cosechado algunos de sus éxitos más significativos, tanto en Irak, como en Siria. ¿Por qué se molestan tanto con la posibilidad de que Rusia ayude en esta tarea? Si de verdad persiguieran la eliminación física de los terroristas, deberían celebrar la ayuda militar rusa que está llegando en estos días a un ritmo antes desconocido. Pero en las mesas de negociación se ha visto una y otra vez que el verdadero objetivo de EEUU es el derrocamiento de Assad.
 No se trata de llevar democracia al país, ni defender a los rebeldes. El objetivo de Estados Unidos al intentar cobrarse la pieza siria, no es otro que acabar con todos y cada uno de los países que no seguían sus dictados en la región. EEUU, junto con Israel y sus aliados del Golfo, encabezados por Arabia Saudí, han organizado una especie de guerra mundial contra los regímenes musulmanes gobernados por el chiismo y contra las minorías chiitas en países gobernados por líderes sunitas. El objetivo final no era otro que facilitar un ataque a Irán con la excusa de frenar su inexistente programa nuclear mllitar pero, para limitar su capacidad de respuesta y disuasión, había que acabar previamente con sus aliados, especialmente con los limítrofes con Israel. Así se atacó a Gaza, se invadió el sur de Líbano y se inició esta guerra interpuesta contra Siria. No cabe duda de que también entran en juego tanto la producción como de distribución de hidrocarburos.
 No hay rebeldes moderados en Siria. El Ejército Sirio Libre (ESL), la primera baza occidental, estuvo fundado y tutelado por miembros de al Qaeda de Libia, aunque contaba en sus inicios con un grupo de desertores del ejército regular. El ESL ha colaborado en numerosas ocasiones con al Qaeda y con el Estado Islámico y, cuando se ha llegado a enfrentar a ellos, la mayoría de las veces, sus milicianos se han cambiado de bando aportando además las armas suministradas por Occidente. Quemada ya públicamente la estrategia de apoyo al ISIS, la última baza se llama «Ejército de la Conquista», un nuevo conjunto de milicias apoyada por Arabia Saudí y Turquía con la que mantienen vivos los intentos de derrotar al gobierno. Sin embargo, tras los éxitos iniciales en el oeste del país, sus avances se han detenido e incluso revertido La única opción realista para detener los flujos migratorios, absolutamente provocados, que se suceden en estas fechas y derrotar al terrorismo, es apoyar a los ejércitos de Irak y Siria. Hoy por hoy, quizá podría esperarse que Estados Unidos y la OTAN intervengan en Irak, pero en Siria esas tropas no serían en absoluto bienvenidas, por lo que sólo el ejército rojo podría jugar ese papel. Esto último es lo que puede estar sucediendo estos días a tenor de las informaciones que nos llegan desde el ámbito diplomático. Pero, oponerse a ello, sólo es otra forma de demostrar que no se quiere acabar de una vez por todas con el terrorismo de al Qaeda y el Estado Islámico.
Fuente: http://www.bitsrojiverdes.org/wordpress/?p=12436
normaef10@hotmail.com

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